Retiro mi casco y dejo que mi indomable cabello rizado salte libre. Miro hacia la pista, donde los demás participantes apenas aterrizan en la línea de meta. Sonrío cínicamente hacia ellos.
Novatos.
Bajo de mi motocicleta BMW R 1200 (También conocida como el amor de mi vida, la luz de mis mañanas y razón de todo mi existir) y miro hacia el público, saludando a la espera que me declararon ganadora. De nuevo.
Entre el público se encontraba mi mejor amigo, Jeon Jungkook, con una sonrisa de oreja a oreja pegada en su rostro y un enorme cartel que citaba "¡ERES LA MEJOR, CHEETAH!". Como odio ese ridículo apodo. Pero ese subnormal es mi mejor amigo, a él le perdonaría hasta que me cancelara los planes para irse con otra.
Mentira.
Le cortaría los huevos por pasarse el código de amistad por el arco del triunfo.
Los demás participantes (También conocidos como: forever loosers) pasan a mi lado sin dirigirme una sola mirada, mientras que el público vitorea mi sobrenombre una y otra vez.
Wonho, el organizador de las carreras clandestinas, exclama mi nombre y mi aborrecible apodo por el micrófono, y el público se vuelve completamente loco mientras los apostadores intercambian de manos su dinero.
— Gran carrera, gata. — oigo una voz detrás de mí, destilando sarcasmo.
— Lástima que no pueda decir lo mismo, Bang Chan, ¿o debería decir, Bang Perdedor?— le respondí con sorna.
Tal vez esto les parezca muy telenovelesco, pero como toda persona importante y protagonista de dramas, tengo que tener un archienemigo ¿No? Pues el mío es este imbécil que ven aquí.
Bang Christopher Chan.
Al igual que yo, es mitad extranjero, por lo que deben estar pensando que deberíamos ser amiguitos y apoyarnos en todo.
Pues no.
Es el gilipollas (gracias, Élite, por tan preciosa palabra añadida a mi vocabulario) más grande que he conocido en mi vida. Ni siquiera sé por qué me odia, además de ganarle siempre en las competencias, claro está.
—Será mejor que te largues, Chan Chan— oí la voz de Kookie justo antes de que su brazo rodeara mi hombro.
Bang Chan le lanzó una mirada furibunda y se marcha.
— No puedo dejarte ni cinco minutos sola sin que alguien quiera asesinarte— me reclama, divertido.
— Se defenderme solita— golpeo su hombro con mi puño.
— Auch. Debes dejar de hacer eso—frota su hombro— terminarás dejándome un moretón de por vida. O haciendo que se me caiga el brazo.
— No seas tan nena y acompáñame a recoger mi dinero.
Caminamos hasta la pequeña caseta donde Wonho hace sus negocios. Entramos y lo descubrimos con una enorme sonrisa en el rostro.
— ¡Pero si ahí está mi campeona! — exclama mientras me levanta en el aire y me apretuja, vaciando mis pulmones de golpe— ¿Sabes cuánto dinero hicimos hoy?
— No —digo con voz estrangulada— y no lo averiguare si no dejas de romperme las costillas.
Me suelta y puedo respirar de nuevo. Wonho es de esos tipos que no te la crees. Alto, como de 1.80, cara de pocos amigos y escasos centímetros de piel sin tatuajes. Grandes músculos –su antebrazo era más grueso que mi cabeza–. Y corazón de pollo. En verdad. Llora con Titanic cada vez que la pasan la televisión. Y cuando ve gatitos bebés. Pero soy de las pocas personas que lo saben.
— Uff, Wonho— digo tomando aire— Un día me mataras por estrangulación, lo digo en serio, hombre.
— No la maltrates tanto, ¿No ves que es tu mina de oro?— dice Jungkook burlonamente.
— Ya sé, ya sé. Para ser tan ruda aguantas poco, corredora— dice mientras vuelve a su mesa y toma uno de los sobres amarillos con los que acostumbraba pagarme.
— Si, si, menos platica y a lo que íbamos Wonho, mi billetera esta llorando— trato de no masajear mis lastimadas costillas.
— Bueno, en ese caso, lo único que te diré es que hoy puedes llevarte a casa un fajo de los grandes—toma mi mano y deposita un pesado sobre manila en ella— Gran carrera, Cheetah.
— Jesucristo, ¿cuánto e-?
Busco dentro del mencionado sobre y veo un montón de billetes de diferentes denominaciones en él. Woow.
AQUÍ DEBE HABER COMO UN MILLÓN DE WONES MALDITA SEA.
— Dios mío...
— Parece que lograron dejarte sin palabras. Vamos, preciosa, hora de ir a casa — dice Jungkook mientras trata de poner sus manos en mis hombros.
— ¿ESTAS LOCO? ¡Esto hay que celebrarlo!– golpeo de nuevo su hombro y salgo de la caseta de Wonho, corriendo directamente hacia mi BMW.
— ¡Auch!– alcanzo a escuchar detrás de mí.
— ¡Vamos! Esta noche invito yo... ¡Deja de ser tan princesa!– enciendo el motor.
— Si no fueras una chica y mi mejor amiga, ya te hubiera puesto en tu lugar– Jungkook refunfuña con una mezcla de enojo y diversión.
— Así me amas... –digo mientras me encojo de hombros.
— Con esa chaqueta de cuero ¿Quién podría resistirse?– dice coqueto
Ruedo mis ojos.
— Vamos, Casanova, ¿En verdad? ¿Esta cosa vieja?– digo señalando a mí no muy nueva chaqueta de cuero.
No me desharía de ella ni en un millón de años ya que había pertenecido a mi madre, pero definitivamente había visto tiempos mejores.
— ¿Qué puedo decir? Te ves sexy en cuero– me coquetea al momento que encendía el motor de su Harley.
Ambos reímos. En el fondo, a veces pienso que mi amigo tiene un ligero flechazo conmigo, pero no me gusta esa línea de pensamiento, así que lo dejo pasar.
— Vamos galán, el que llegue de último paga la cena.
— ¿Qué no me ibas a invitar? - dice medio riéndose medio ofendido.
— Cambie de opinión... ¿no me digas que tienes miedo de perder?—piso el acelerador
Aún con un poco de asombro (no cada fin de semana recibía una paga así, ni de broma) Jungkook y yo corremos fuera de la arena en nuestras respectivas motocicletas, directo a celebrar a mi triunfo de ese día.
Gracias por leer!
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.