Jimin no tenía problema en admitirse a sí mismo que, aparte de caprichoso y mimado, era un tanto fetichista y exigente en cuanto a sexo se trataba.
Él le atribuía todos sus complicados gustos a seis personas muy concretas, que se habían encargado de llevarle el juego y complacerlo desde que tenía uso de razón. Ninguno de sus compañeros lo había cuestionado jamás, y es que Jimin era un manipulador de primera.
Un tierno, pequeño y precioso manipulador.
El primero había sido Namjoon, como no podía ser de otra manera. Primero fueron unos cuantos besos indiscretos en medio de la noche, en cualquier sitio de la casa en la que no estuviera el resto de la —para aquel entonces— poco conocida banda de K-pop. Jimin le había suplicado que le enseñara a besar, pues con tan solo 18 años, su experiencia romántica era nula y sus muchos deberes como idol no le permitían mantener una relación, como cualquier otra persona normal.
Y Namjoon había accedido, claramente, diciéndose: ¿por qué no hacerlo? Mi deber como su mayor es enseñarle.
Cuando Seokjin, el primero en pillarlos, escuchó aquella tontísima excusa del moreno, le gritó algo parecido a: ¡enseñarle inglés, cosas sobre la vida, a ser un idol! ¡No a comer bocas!
Pero Jin no se quedó atrás. Jimin, durante el año 2015, había crecido considerablemente y a ojos de los mayores del grupo había dejado de ser un niño. Ya con 19 años, no le fue muy difícil convencer a su hyung de tener sexo con él. Ciertamente, el mayor de los siete chicos no opuso mucha resistencia, cayendo fácilmente en los encantos de aquel jovencito de cabellos naranjas y sonrisa perlada.
Así, sucesivamente, fueron cayendo todos, uno a uno. Después Yoongi, cuando ensayaban una tarde en su Genius Lab para la colaboración próxima que harían de su canción Tony Montana. El mayor acabó teniendo una apasionada tarde de sexo con Jimin, postrándole durante horas en su escritorio —después de haber apartado cuidadosamente las mesillas de mezcla— y disfrutando de su cuerpo a su antojo.
Pocos meses después, antes de llegar a uno de los puntos álgidos de sus carreras y estar a punto de debutar en Estados Unidos, Hoseok lo pilló masturbándose en la ducha de la habitación que solían compartir.
Jimin no dudó un segundo y lo invitó a compartir el rato con él, convirtiendo así a Hoseok en su polvo más recurrente. Compartieron muchos más encuentros, prácticamente a diario, después de aquello.
Por último, Jimin fue paciente con Taehyung y Jungkook. Después de todo, seguían siendo menores que él y no quería perturbar el desarrollo de sus vidas sexuales y afectuosas. A diferencia del resto, los dos maknaes no parecían tener tan claras sus orientaciones sexuales, mucho menos sus ganas de convertir la relación de hermandad que compartían con Jimin en algo más.
Taehyung fue el primero en lanzarse. Después de un concierto en 2018, en el que dieron inicio a su gira mundial más larga Speak Yourself, el menor lo acorraló entre camerinos y le plantó un beso necesitado, alegando que no podía seguir provocándolo de la manera que lo hacía en el escenario, delante de todas sus fans.
Jungkook, por otro lado, lo invitó a una cena una noche cualquiera que estaban de paso por Europa. París era precioso de noche, al igual que lo era el anonimato que les proporcionaba la oscuridad y las calles vacías a altas horas de la madrugada. El maknae lo había tomado de la mano y lo había llevado por una ruta que preparó arduamente con ayuda de Namjoon durante su vuelo a Londres —la parada anterior del tour—. El pelinegro se le confesó a la luz de las estrellas, tímido y asustado. Jimin solo pudo sonreír y decirle: Jungkookie, no sabes cuánto he esperado por esto.
Taehyung los había encontrado al día siguiente en la habitación de Jimin, durmiendo desnudos el uno al lado del otro. Había sonreído con cariño al ver a Jungkook tan tranquilo y a su pequeño Jimin tan contento, por lo que no dudó a la hora de meterse en la cama con ellos y apresar al mayor de los tres entre sus brazos.
Había sido así desde entonces: sus vidas se resumían a su carrera musical y, cuando nadie los veía, a alimentar la relación a la que los caprichos de Jimin los había arrastrado. No se quejaban, pues dentro de su mundo lleno de fama y farándula, aquello que tenían los mantenía vivos y cuerdos, a los siete.
Se querían, eso era obvio, pero ¿hasta dónde estaban dispuestos a llegar por complacer a Park Jimin?
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