EL ESCRITOR MAGICO Seguir historia

Mientras corría por las calles escuchando dance monkey me preguntaba, porque siempre tengo que salir corriendo; eso me llevo a recordar mis dias de clase, del salón salía disparado por haber ofendido al tipo mas rudo del salón, ni que estuviera tan linda su novia, bueno en ese momento me agrado para pasar el rato, además ella se acerco.

Otra ocasión el equipo de futbol americano termino correteándome, será que les molesta que alguien les recuerde que no habían ganado un solo partido en la temporada, o que sus porristas preferían salir conmigo aun siendo sus novias.

Pero no entiendo porque los militares... aaaaa si, ahora recuerdo, le robe un beso a una de ellas, quien podría resistirse a esos labios.

En esta ocasión, no debería, soy el centro de atencion, es lo que quería, o eso creía hasta ese momento, nadie valora su privacidad hasta que la ve perdida, y peor, porque se las vendiste, alguien debería aclarar ese punto en el contrato así podría estar más consciente de lo que esta pasando y disfrutaría con una carcajada.

Ir a tanta velocidad puede que no tenga tanto merito, pero no saber a donde te diriges puede ser el plus, me encuentro con calles cerradas, perros cortándome el paso, muros donde la lógica diría no están, o al menos es lo que me serviría; finjo tomar un café con una gorra que robe de una mesa , me cubro al ver pasar a la multitud.

Por fin un respiro, o eso creía hasta que la vecina de la mesa de enfrente grita al reconocerme.

NO SOY UNA ESTRELLA DE ROCK, SOLO SOY UN ESCRITOR AAHHHHHHHHHH.

Que buena idea la de mi amiga recomendarme practicar parkour, así puedo adelantarme a alguna de esas chicas que me cortaban el paso, son muy lindas pero, el corazón no me late aceleradamente por ellas, aunque esto es parte de lo que quiero, aun estoy enojado, hiervo en furia, eso me da aceleración extra.

Al girara en la esquina se siente como si chocaras con un recuerdo, y si que choque con el...

Disculpa, no te vi y... (un joven inmerso en su celular, pareció no haberle importado que casi derramo mi café en el).

Seis de la mañana, inicia mi día corriendo a mi lugar favorito de escritor, las ramas de un árbol en las cuales puedo sentarme con los pies estirados si así lo deseo, o dejarlos colgar, disfruto del aroma tan relajante que sale de sus ramas, sacudo sus hojas con mis dedos, restriego mi nariz en su corteza.

Ya no me agrada tanto el olor de la yerba en las que me recostaba; si seré un soñador tengo que estar en las nubes, o lo más cerca posible; mi café es amablemente sostenido por una rama que antes era nido de unos pajaritos, ellos decidieron irse cuando yo llegue, que malos vecinos.