Érase una vez Seguir historia

Érase una vez un hado que no había dejado de soñar con el pequeño niño con el que se encontraba cada vez que iba al jardín del mismo a robar el polen de las flores, se quedaba viendo al niño y el niño fingía que la mágica criatura no estaba allí presente, no quería espantarlo, entonces, tomaba una silla y se sentaba a entonar en la flauta una música muy amena. Al pequeño hado que le gustaba hacer una especie de juego entre las plantas, robaba el polen y lo juntaba, una mañana mientras el pequeño hado cometía su pequeña rutina escucho una música lo que hizo que pronto se durmiera.En su sueño, como la mayoría de las veces, se atrevió a soñar con un niño, el dueño del jardín. El hado quien había estado atrapado en sus sueños despertó con una brisa y lo siguiente que aconteció es que el niño de sus sueños lo había atrapado con un cuerpo sólido de cristal, lo observaba detenidamente tocando cada dos por tres el vidrio como si eso saciara su curiosidad, cualquier acto cometido por el infante estaba lejos de ser llevado a cabo con malicia.

Un día el hado consiguió escapar, estaba asustado pues había visto muchas veces como su raza fue encerrada y usada por los humanos, con la única finalidad de perderse de su captor abrió un portal hacia el mundo mágico y entonces desapareció. El pequeño humano inició una búsqueda, incluso cuando llego a su adolescencia era capaz de ver a muchos seres, pero ninguno el ser mágico que lo había cautivado, desde ese entonces cada día de cada solsticio le escribe una carta esperando que sea respondida.Pasaron milenios y los sueños no cesaban, eran recurrentes, el hado era capaz de ver a través de sus sueños como iba creciendo su humano, había visto la bondad de su corazón, había visto la verdad de su valor hasta el punto de hacer que el pequeño ser, se enamorara del humano.

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