Lo odio, lo odio, lo odio (en verdad lo odio).
Desde que robó esos ojos que nunca fueron suyos,
desde que aquellas pupilas cuadradas
estaban airosas bajo sus endebles pestañas,
yo no crie ladrones de sangre, sin embargo, ahí estaba,
yo no quería que viviera, y aún pese a ello
todavía respiraba.
Soledad, oh maldita frialdad,
envidia, oh bendita insidia,
recelo, oh maldito revuelo.
Que me hacen recordar,
que me hacen revivir,
que le amo, ahora
y que le odiaré luego
aún después de morir
aún después de sentir,
que su marcha demora,
olvidando el apego.
¡Y no llores, maldición!
El no regresará.
Sin importar cuánto le
llames, papá no volverá.
Así que mira a tu madre
que es todo lo que tienes,
así sea una mentira,
aún si el engaño perdure,
así fuera ella el monstruo,
al que tu alma torture.
07122020 | Love, Sam.
Gracias por leer!