En tu Armonía Seguir historia

Lo conocí en la universidad; yo estudiaba humanidades, él estudiaba ingenierias. Eramos opuestos en nuestros estudios, pero nos unía el amor a la música.

Juan y yo pertenecíamos al coro polifónico de nuestra alma máter, su voz de baritono y la mía de soprano creaban una armonía perfecta, se alimentaban mutuamente y pronto pasamos a ser principales en un coro de mil voces.

Los ensayos nos unieron, sus sonrisas me derritieron.

Amaba cantar a su lado, nuestras vidas comenzaron a girar en torno a la música.

Nuestra relación parecía de cuento de hadas, donde la princesa canta una canción de amor eterno junto a su príncipe encantador y ambos viven felices en un castillo formado de promesas y flores.

Luego nuestra perfecta armonía comenzó a sumergirse en la distorsión. Ya no sincronizabamos, de la nada él dejó de asistir a los ensayos, yo comencé a pasar a segundo plano.

—Lo siento, cariño, ya sabes cómo es la universidad, pesada. A ustedes los de humanidades no les toca aprender cálculo, no sufren con esto, es peor que ponerse a leer ensayos de quien sabe qué loco — me decía entre risas de disculpas...

Yo le creía, me dejaba pordebajear tanto a mi como a mi carrera...

—Los números deben ser algo muy pesado, si, por eso ya no me dedica tanto tiempo, lo entiendo, me va a pasar igual cuando comience la tesis — me repetía yo a solas, tratando de contenerme, de evitar la verdad.

En el coro también comenzó a afectar su ausencia, dejé de dar todo de mi al sentirme abandonada y llegó pronto otra voz, otra soprano. Su nombre era María, su voz parecía de otro mundo, rebelde y dulce a la vez, se salía de los esquemas, no necesitaba de nadie para hacer armonía.

La envidiaba en secreto, pronto tomó mi rol, fue la principal y de la nada Juan volvió, encantado de hacer armonía con ella, embelezado con su cabello de fuego y sus ojos verdes.

Me di cuenta una noche que ellos ya se conocian de antes, que fue idea de Juan traerla al coro, meterla en nuestro espacio.

—La voz principal femenina no se compara con la tuya, Mari; presentate y te aseguro que tendrás el estelar, cantaremos juntos y seguiremos juntos.

Mi corazón se partió en pedazos al verlos besarse a lo lejos, al entender el complot. No volví a ese lugar por un tiempo, me refugié en mis estudios, dejé todo lo que alguna vez amé.

Él volvió a buscarme un mes después de mi partida, quise darle la oportunidad de decirme la verdad, esperé que lo hiciera, pero nunca lo hizo, solo me llenó la cabeza de promesas y flores, de nuevo, derrumbando así poco a poco nuestro castillo.

Juan dejó de ser mi principe encantador, se transformó en el villano y yo me dejé hundir en la miseria.

—Tienes que demostrarle de qué estas hecha — me alentó Ulises, mi amigo mas cercano en la carrera una noche mientras departíamos en un bar.

—No se, Uli...

—¡No! Ese idiota no sabe con quién se metió; tu eres imparable, Ana, no le des el gusto de destruirte, enséñale que tu puedes crear sola esa armonía perfecta de la que él se mofa tanto.

Ulises me llenó de ánimo, su apoyo me ayudó a levantarme y volví al ruedo, volvía al coro, justo a reclamar mi lugar estelar.

Fue difícil; sabía que María no me la dejaría fácil, pero mi voz se levantó contra ella, contra el complot de Juan, contra sus migajas...

Recuperé mi estelar, ellos se retiraron al no aguantar verme triunfar y ahora brillo en mi propia armonía, apoyada por mis amigos, mi familia y las voces de aquel coro que supieron apoyarme.

Fue así que construí mi armonía.