Despertar... nunca se sabe si lo haremos o, cuándo no lo haremos. A veces, en cambio, sentimos que no queremos hacerlo, que ya no hay razón alguna para volver a abrir los ojos. Yo sí que tengo una, es más, tengo varias: tengo a mi padre, alto y un poquito pasadito de peso, y a mi madre, un poco corta de estatura, pero muy hermosa y amable, viviendo bajo el mismo techo; un trabajo satisfactorio; Jacob, mi mejor amigo, único, mejor dicho. Sobre todo, pero, sobre todo, tengo a mi hermana pequeña, Liz, a la que siempre cuido, esa es una de las cosas más importantes para mí. En todas estas cosas se basa mi vida, sólo en estas cosas, en nada más.
Vivo en casa de mis padres, la familia Grammer. Me levanto, veo el despertador marcar las 7:30 am, empiezo a trabajar a las 9:30. ¿Por qué me despierto tan temprano? No lo se, creo que a esa hora ya no tengo sueño absoluto. Me levanto, medito un poco sentado en mi cama, ¿en qué medito? Ni yo lo sé. Voy al baño y me aseo, bajo a la sala y, como siempre, mi madre ya tiene listo el desayuno. Hace dos semanas le prometí que un día le haría yo el desayuno, pero, como se nota, no logro despertarme primero que ella. Me siento a la mesa con mis padres a desayunar, conversamos sobre el día anterior, ya que casi no pasamos tiempo juntos (cuando vuelvo del trabajo mi padre se ha ido al suyo), felicito a mi madre por el desayuno, que de verdad está rico. Mi padre nos explica que está teniendo problemas con algunos compañeros de trabajo a los que les encanta robar sus ideas, mi papá es físico, por cierto, uno de los mejores del país. Está obsesionado con los viajes en el tiempo. Cree que si se alcanzara la velocidad óptima en las condiciones necesarias se puede hacer realidad. Le pregunto cómo le va en el trabajo y, entonces, comienza a quejarse de que ese Erick, su jefe encargado del proyecto, toma las ideas de papá como ideas suyas y gana mértos con el científico encargado de todo.
-Vamos papá, deja de quejarte tanto, dime ya algo bueno de tu trabajo.
-Cómo quieres que te diga algo bueno, cuando trabajo con la peor persona del mundo, con alguien que no tiene respeto por la ciencia ni la humanidad, que la usa sólo para lucrarse.
-Vamos Jack -le dice mamá -tiene que haber algo bueno en ese lugar donde pasas 10 horas al día.
-Pues sí -responde papá -. He trabajado muy duro estos meses en aprender a controlar partículas cuánticas para poder usarlas en.....
Aquí es cuando dejo de prestarle atención, ya que no entiendo nada de lo que mi padre dice cuando se emociona y empieza a decir cosas, mamá tampoco entiende, pero lo deja hablar sólo para verlo feliz.
-Ok papá, vas a creer que soy un presumido, pero no entiendo nada de lo que dices.
-Pero si es muy simple Thomas, si entiendes la función de la ciencia cuántica en lo que nos rodea, entiendes el por qué, el cómo y dónde existimos, nos da propósito.
-Sé que eso es muy importante para ti papá, y me siento orgulloso de que mi padre sea así, pero, ya sabes, lo mío es más.... tecnológico que científico.
-Yo en cambio -dice mamá, con la mirada tierna y entusiasta que pone cuando nos habla -estoy orgullosa de que mis hombres sean los más inteligentes.
-Vamos mamá -digo -papá es el genio.
-Si, es cierto -dice él -. En eso tienes razón.
Mamá tose, le da con el codo en el brazo y lo mira, no con cara de reganarlo, sino con un rostro que le indica que debe corregir lo que ha dicho, pero con mucha sutileza.
-Digo -se retracta papá -. Thomas, es un chico muy inteligente. ¿Cuánto sacaste en la evaluación esa de la preparatoria?
-Papá -digo, con cara de chiste -, tengo 22, ya no voy a la prepa.
-Aah sí, claro hijo -dice mi padre también en tono de chiste-.
Miro el reloj de pared con forma de un gatito rosa que está colgado en la pared frente a mi. Es un regalo que Jacob le dio a Liz en su pasado cumpleaños, el número 9.
-Son ya las 9 -digo a mamá -, es hora de que me vaya.
-Ok hijo -responde ella -. Ve con cuidado quieres.
-Claro mamá -le digo, haciendo una mueca.
- ¿Quieres que te lleve? -me pregunta papá -Paso por ahí de camino al laboratorio.
-Está bien -le digo -.
Nos montamos en el coche de papá, una cosita que parece del 2000, pero que aún funciona a la perfección. De camino, empieza a tratar de conversar conmigo sobre Alice, una estudiante que practica en el laboratorio donde él trabaja y que, además, está enamorada de mí.
-Alice es una chica guapa e inteligente -me dice -. Deberías hablar con ella.
- ¿Por qué? -le pregunto - ¿Porque te parece que es la indicada?
-No, lo digo porque a ella le gustas. Además, es guapa y muy inteligente, lo que tú no tienes.
- ¿En serio papá?
-Sólo bromeo Thomas.
-Si está bien, cuando termine lo que estoy haciendo en el trabajo lo haré.
-Además, tienes que hacer nuevos amigos, solo tienes a Jacob. ¿y si él se va a alguna parte? Tienes que ampliar tu círculo social.
-Ok ok, está bien -le digo ya un poco asqueado -haré nuevos amigos.
Papá piensa que no puedo tener solo a Jacob y, la verdad es que tiene razón. Aunque será difícil ya que no soy muy sociable que digamos.
Llegamos al mi trabajo, un edificio de 5 plantas, aunque la empresa para la que trabajo solo tiene las plantas 2 y 3 del edificio.
- ¿Vas al laboratorio ahora? -le pregunto a papá -Pero si hoy es viernes, hoy empiezas a la 1 de la tarde.
-Lo sé, pero debo adelantar trabajo, le prometí a tu madre que el domingo estaría libre, así que empezaré temprano hoy. Tendré que quedarme hasta las 11 de la noche hoy.
-Está bien, solo no trabajes muy duro.
-Ya sabes cómo soy.
Me bajo del coche y entro al edificio. Entro al elevador que, por un milagro, está vacío. Cuando aprieto el botón para subir al tercer piso una chica me grita para que espere, así que detengo la puerta del elevador. Es Emma, la novia de Jacob, que también es muy guapa. Se ha teñido el cabello de rojo, es alta y de piel clara, con unos ojos cafés brillantes.
-Hola Emma -digo - ¿Cómo estás?
-Hola Thomas -me responde, un poco agitada, como si hubiera venido al trabajo corriendo -, bien, aunque un poco cansada. Hoy tenía que estar a las 9 aquí, y me he levantado un poco tarde.
-Pues ya son las 9:20 -digo, como si ella no lo supiera.
-Si ya lo sé, por eso estoy un poco cansada. ¿Has visto a Jacob esta mañana?
-No, acabo de llegar, tal vez ya esté arriba.
La puerta del ascensor se abre y ambos salimos. Nuestro lugar de trabajo es muy amplio, aunque nuestros escritorios no son tan amplios como quisiéramos. Me despido de Emma y voy a mi puesto de trabajo, mi escritorio. En la mesa tengo una foto familiar que nos tomamos hace un par de meses, y por otro lado tengo una que me tomé con Jacob en el verano. Ya estamos en noviembre y estoy trabajando en una aplicación para controlar la actividad estudiantil de un instituto que ha firmado un contrato con nosotros y yo soy uno de los encargados del proyecto.
Veo a Jacob caminando hacia mí, con una sonrisa que le cubre el rostro.
-Por qué tan contento.
-Espera que te cuente. Mira.
Me muestra una cajita, la abre y dentro hay un anillo, un anillo de compromiso.
-Pero yo no quiero casarme contigo -le digo en tono burlón.
-Ni que estuviera loco Thom. Es para Emma.
- ¿En serio Amigo? Eso es asombroso. ¿Cuándo piensas decirle?
-Pienso invitarla al parque esta noche, allí le diré.
Jacob es un año mayor que yo, tiene 23. Ambos estamos trabajando en el mismo proyecto, el del instituto, así que a veces él viene y trabajamos juntos.
-Tú tienes que conseguir a alguien Thom -me dice, con cara de preocupación, como si mi vida dependiera de ello.
-Sí creo que..., aún no estoy listo.
-Vamos viejo, no puedes estar sólo siempre.
-Tal vez, ya veremos qué pasa.
-Bueno, yo me voy a trabajar. ¡No te quedes sólo!
Me dice esa última frase cuando ya se va, así que lo dice tan fuerte que todo el mundo allí escucha. Al cabo de una hora estoy ya absorto en mi trabajo, cuando de repente mi jefe, el señor Vince, aparece con una chica junto a él. Pensé que era su novia o algo así, pero me dije, "no, es muy joven". Entonces recuerdo que el señor Vince está casado, aunque no me extrañaría que estuviera con esa joven, el señor Vince hace lo que le da la gana con su dinero.
El señor Vince se para en medio de la sala, mira a todos y dice:
-Mis queridos y jóvenes trabajadores, tengo que darles un anuncio.
Gracias por leer!
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