Cuento corto
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Si tan solo...

Ese día lo recuerdo borroso, lejano. Como un recuerdo que se va perdiendo en la inmensidad de la mente. Sé que un día desperté siendo una persona y para el final de la noche era otra. Es lo que tengo más claro del asunto. Es increible como una simple decisión cambia por completo el rumbo de una vida para siempre. Algunos dicen que el destino está escrito en piedra, otros que no existe y unos pocos están convencidos de que nosotros mismos lo forjamos. yo, por mi parte, ya no sé qué pensar. Viendo donde me encuentro en este lugar extraño con este grupo de locos desconocidos sinceramente escapa de mí. porque de verdad no creo que el destino haya querido esto para mi.

Aquella mañana necesitaba reponer algunos materiales para mi tiendita de postres ubicada en el centro de la ciudad. Por lo general estos materiales los obtengo con el mismo proveedor, pero esa semana había visto la publicidad de un nuevo comercio donde ofrecen productos para repostería novedosos, y me llamó la atención por lo que decidí darles una oportunidad. Habiendo hablado con los dueños por medio de las redes sociales quedé encantada con sus precios. Aunque su tienda estaba un poco lejos no me di por vencida. Sentí que valía la pena cambiar de proveedor. Qué tonta e ilusa fui, pero ¿qué iba a saber yo? Por lo que me dispuse a tomar camino en mi lindo auto. Escuchando mi música favorita el trayecto no se me hizo tan largo, o eso pensé. No se equivoquen el lugar estuvo genial, me atendieron de maravilla y pude encontrar lo que necesitaba y más. Lo que sucedió después fue lo que me cambió para siempre.

Guardaba los productos en el auto cuando escuché a una niña llorar. Su llanto me causó escalofríos en todo el cuerpo, sin embargo no sentí miedo por mi, sentí miedo por la niña que lloraba desconsolada y no recibía ayuda. Dejando las cosas en el carro decidí investigar. ¡ERROR! No debí hacer eso, ahora lo sé. Lástima que ya sea demasiado tarde. Asomándome por un callejón logré divisar a lo lejos a la niña acurrucada en una esquina. Se notaba que trataba de ocultarse, aún así su llanto la delataba. sin pensarlo me acerqué a ella para ayudarla, no quería actuar como una persona insensible y simplemente abandonarla ahí a suerte como hicieron los demás.

—Oye niña ¿qué te sucede? ¿te puedo ayudar?—Pregunté agachándome junto a ella. No consiguiendo respuesta decidí volver a intentar.

—Niña, ¿me escuchas? Dime algo— Pedí pero la niña seguía sin responder. Tenía la sensación de que no me estaba escuchando. Su mirada se perdía en el infinito y su rostro estaba lleno de lágrimas. Luego de unos instantes me acerqué a ella. Palmeándola en el hombro intenté hacerla reaccionar. Lo que sucedió después jamás lo habría visto venir. Por un momento fue como si el tiempo se hubiese detenido. La niña me observó eternamente sin ninguna expresión en su rostro, Su mirada no reflejaba absolutamente nada. Después todo se me vino encima como una catástrofe arrasando con todo a su paso. De un rostro inexpresivo cambio a la mirada más aterradora que jamás había visto, en menos de un segundo. Era como un animal-demonio. Como si una bruja hubiese tenido hijos con el mismo diablo.

No tuve tiempo a reaccionar. En un instante, lo que una vez había sido una niña, se abalanzó sobre mí impidiendo defenderme. Mi corazón martilleaba con fuerza mis pobres costillas. Sin embargo eso no era nada comparado con el terrible dolor que me provocó el ser lanzada contra la pared del otro lado del callejón por aquella bestia despiadada. Colocándose sobre mí pronunció muy rápido palabras en un idioma que yo no conocía. Cada palabra, cada frase, brotaba de su boca como una retahíla de locura. Inmovil en el suelo pedía a un ser universal que viniera en mi ayuda, sin embargo nunca llegó. Así que me quedé allí para siempre a merced de la bestia. Entonces, la cosa abrió su gigantesca boca dejando salir un espantoso enjambre de bichos que se apoderó de mi cuerpo entrando por todas partes; boca, ojos, nariz, oídos, incluso la piel. No hubo nada que pudiera hacer para evitarlo. Me retorcí como loca pero eso no ayudó para nada. La sensación de ser invadida de esa manera fue horrible, me creí enloquecer. Era como estar en llamas. Busqué mi voz sin poder encontrarla.

Mi garganta se abrió de tantas veces que intenté gritar. Aun así de ella no salió ni un simple gemido. Como “la niña” anterior lloré sin consuelo ni ayuda. Irónico ¿no? El demonio que se aprovechaba de mí no tuvo contemplación alguna, se adueñó por completo de mí cuerpo. regodeándose en mí miseria.

Después de lo que me pareció una eternidad, la bestia con un terrible grito terminó de verter todo de sí en mí. Llenándome con su vida, su ser, su espíritu. Al final ya mí cuerpo no quemaba, ahora era mi mente la que sufría. Comencé a nadar en un mar infinito de tormentosos recuerdos. Donde pude ver todo de él. Desde el principio de todo. Su caída, pasando por todos los actos injustos que cometió hasta el momento en que me encontró.

Para mí sorpresa no fue en el callejón cuando me halló por primera vez. El demonio ya me había visto y marcado antes de ese momento. Días antes. Incluso me dejó pistas con el fin de alejarme de la ciudad para poder tener la oportunidad de atacarme. Sí, él había dejado pistas, aun así fui yo quien tomó la decisión de ir sola a un lugar tan alejado. Para mí desgracia nada había acabado, mi sufrimiento apenas comenzaba. Al cerrarse, el demonio se dirigió a mí y despidiéndose me aseguró que era mi turno entonces se deshizo en cenizas dejándome dolorida, confusa, asustada, horrorizada y sola en ese desolado callejón. Después de su partida mi mente seguía vagando en sus recuerdos, transitando en la memoria de cada mínima cosa que él había hecho. Débil me dejé vencer por el profundo sueño que me invadió dejándome tragar por una oscuridad total.

Cuando reaccioné ya no estaba en el callejón. Me encontraba en una habitación desconocida pero acogedora. En una cama envuelta en unas cómodas sábanas que me hacían sentir a gusto. No lo podía creer, me sentía tan confundida. Por un momento pensé haber imaginado todo. Ya no sentía dolor, solo estaba cansada hasta el agotamiento. La habitación era irreconocible para mi por lo que no podía ser de alguien a quien yo conociera. Así que ¿quién me había salvado?

Inquieta me moví para levantarme pero unos fuertes brazos me detuvieron.

—Tranquila, no te esfuerces necesitas descansar —.Dijo el alto hombre.

—¿Quién eres tú?

—Todas las preguntas serán contestadas en su momento. Por hora necesitas descansar —.Respondió el hombre secamente.

—¿Qué mierda me quieres decir con eso? ¿quién carajo eres tú y que estoy haciendo aquí?— Grité enojada.

—No estoy autorizado para responder ninguna de tus preguntas.

—Entonces tráeme a alguien que sí lo esté—. le reté. El hombre me lanzó una mirada de desprecio luego se marchó dejándome sola en aquella inmensa habitación. Una vez estuve sin vigilancia salí de la cama tan rápido como pude a pesar de mi agotamiento, en busca de una salida. Pero solo encontré decepciones. La maldita habitación ni siquiera tenía ventanas. En el baño creí ver un rayo de luz proveniente del exterior, así que me subí a un armario para ver si se trataba de alguna ventana. usando las gavetas a modo de escaleras fui escalando poco a poco. Casi llegué a la cima cuando una voz femenina me hizo perder el equilibrio. Rodando caí al suelo aterrizando en mi trasero.

—Por allí no podrás salir —.Ahogué mi susto. Mi corazón bombeando a mil por hora. Enojada me levanté del suelo sacudiendo mi trasero.

—¿Me puedes explicar quién rayos eres y qué hago aquí? —ella carraspeó. Como el hombre anterior parecía exasperada.

—Deberías estar agradecida. Te encontramos tirada en medio de un callejón oscuro —.Me sonrojé.

—Lo siento —dije apenada.

—Sé que tienes muchas preguntas, sin embargo todas serán respondidas en su momento.

—El otro hombre, tu compañero, me dijo lo mismo ¿que significa? —la mujer arrugó la cara, luego dijo:

—Significa que estás pasando por un proceso y que debes descansar.

—¿un proceso de que?

—Por el momento solo te puedo decir que perteneces aquí ahora y ya no te puedes marchar, jamás.

—¿Qué ? Yo tengo una vida, una familia, unos amigos, un negocio.

—Ya no, ahora eres parte de nuestro aquelarre, la marca en tu antebrazo lo indica —Sorprendida por sus palabras revisé mis brazos buscando la fulana marca, y allí en mi antebrazo izquierdo se hallaba invadiendo mi piel.

—¿Qué... es esto?

—La marca de lo que eres.

—¿Qué es lo que soy?

—Una bruja.

12 de Octubre de 2020 a las 22:25 6 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Nataly Calderón -Soy una chica casi normal que vive al norte del sur, soñadora a la que le encanta el romance. Me gusta leer de todo un poco. Escribir es una de las cosas que más me apasionan. Tengo un hermoso e inteligente hijo con el cual comparto mi delirio por los chocolates. Me gusta cantar pero odio que me escuchen. Soy bastante solitaria, no sé cómo hacer amigos pero puedo ser una gran amiga cuando me dan la oportunidad. Luzco muy joven a pesar de que tengo 29 años ( cosa que siempre he odiado).

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Elly Castro Elly Castro
!Es muy única historia!
May 11, 2022, 15:04
𝐂𝐇𝐄𝐑𝐈𝐄 𝐀𝐑 𝐂𝐇𝐄𝐑𝐈𝐄 𝐀𝐑
¡Muy buena historia! Me gusta la originalidad de sus inicios como ''bruja'' ¡Sigue así!
October 19, 2020, 20:54

  • Nataly Calderón Nataly Calderón
    Me alegra mucho que te la encontraras agradable. Muchas gracias por tomarte tu tiempo para dejarme comentario, Saludos. October 19, 2020, 22:41
Jancev Jancev
¡Oh! Me parece muy interesante el inicio de tu bruja, siendo marcada por un demonio, ¡buen relato Nataly!
October 14, 2020, 04:19

Jancev Jancev
¡Oh! Me parece muy interesante el inicio de tu bruja, siendo marcada por un demonio, ¡buen relato Nataly!
October 14, 2020, 04:18
~