u16005833111600583311 May Ordoñez

Una boda fallida Secretos que revelar. Una hija a quien cuidar. Un protagonista al cual amar. Una empresa llena de Adonis habrá. Y con las chicas no se queda atrás. No te emociones de más, muchas cosas pasarán. Eso y más encontrarás si te quedas en este lugar. Parejas S.A. es una empresa destinada para ayudarle a las personas con sus asuntos amorosos brindándoles la oportunidad de tener su pareja ideal. Liam no tenia ni idea de que este tipo de empresas existía, pero ahora que se encuentra dentro de ella ira descubriendo toda clase de cosas interesantes, acompaña a Liam en su travesía por este amoroso y dramático lugar.


Romance Chick-lit Todo público.

#comedia #intriga
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Prólogo

3 de noviembre de 2018

11:00 p.m.

En algún lugar en las lejanías de Berklins dos jóvenes se encontraban gozando de la privacidad que el etéreo manto de la noche les brindaba, se demostraban su amor de una forma sumamente antigua, una forma que todos (o bien, la mayoría) conocemos, así que no entraremos en detalles por mucho que tú, mi estimado testigo lo desee.

Seguro te preguntaras ¿Por qué me llamas testigo, eh? Pues bien, tú serás mi preciado público mientras dure esta historia, ya sea de amor, drama, fantasía o misterio.

Pronto sabremos de que va todo esto, por el momento continuemos con nuestros jóvenes amantes y su noche de lujuria.

La habitación habría estado en completa oscuridad de no ser por la luz de la Luna que lograba filtrarse por las ventanas, pero no era la única que peleaba por hacer acto de presencia.

Había un fenómeno astronómico esa noche, el planeta Saturno había optado por acercarse a nuestra solitaria luna, acontecimiento que duraría 3 días y se veía cada 5 años.

Nuestros amados protagonistas se encontraban cubiertos por una fina sábana de Satén color rojo, el color de la pasión que se había desatado momentos antes pero que se quedaría como un secreto entre ambos.

La joven se encontraba dibujando círculos invisibles en el pecho de su amado, mientras él acariciaba su sedoso cabello con finos movimientos, ambos exhaustos pero completamente felices de estar juntos en esa fría noche de noviembre.

Ella se mordió los labios, haciendo notar que se encontraba nerviosa de hacer aquella pregunta que rondaba en su cabeza desde noches atrás, o más bien permanecía ahí desde que se habían comprometido.

Juntando el valor suficiente alzo la vista y se levantó apoyándose en sus palmas, para observar los ojos del chico y soltar la causa de su tormento— ¿alguna vez te aburrirás de mí?

Él se rio como respuesta, pero al notar la seriedad de la joven tosió leve apoyándose en sus codos para luego soltar un suspiro— ¿miedos pre-matrimoniales, cariño?

—No son sólo miedos es… tú… yo… nosotros… una vida juntos ¿no te aterra? ¿No te preocupa que un día despiertes y de la nada desees cambiarme por alguien más bonita, joven o simpática? ¿No lo has pensado?

Como respuesta el susodicho se colocó una mano en la barbilla simulando pensar, acto que sólo provoco que la chica se impacientara mucho más rápido de lo usual. Al no obtener respuesta tomo una almohada para empezar a golpear a su prometido y luego cruzarse de brazos ¿es que acaso no entendía sus temores? ¿No le daba miedo perder lo que tenían? Tenían historia, años de noviazgo y ahora… ahora planeaban dar el siguiente paso.

El silencio reino en la habitación y lo próximo que se vio fue al joven abrazando a su prometida por la espalda, dejando un suave beso en su cuello y viéndola con una intensidad que expresaba de todo.

—Hey, cariño, mírame. —pidió el chico.

Ella volteo mirándolo de reojo, su pareja no era la persona más romántica del mundo así que se preparó mentalmente para un largo discurso psicológico sobre él porque debía confiar en su palabra.

Su pareja se arrodillo en la cama justo frente a ella, el colchón se hundió bajo su peso, luego prosiguió a acariciar su mejilla de forma cariñosa y, asegurándose de que la joven tuviera toda su atención puesta en él, exclamó— escúchame bien porque no lo repetiré ¿de acuerdo, cielo? El día de hoy se está dando un acontecimiento que durara muy poco y tenemos la dicha de estar juntos para gozar de él, y quiero que esa sea nuestra primera tradición, anhelo desde lo más profundo de mi corazón que cada año cuando Saturno decida reencontrarse con nuestra bella Luna nosotros podamos estar así, unidos viendo algo tan maravilloso y efímero, —se acercó a la joven y luego de depositar un beso sobre su frente, luego continuo:— justo en este momento mi amada, te prometo que… no, te juro que cuando este fenómeno vuelva a ocurrir estaremos así, te lo juro con la Luna de testigo, con el luz de Saturno bañándonos la piel y con el fino apoyo de las estrellas que estaremos juntos, por los siglos de los siglos hasta que el destino dicte que es hora de ir al paraíso, te lo juro mi amada.

Y con esa bellísima confesión ella se lanzó a sus brazos para unir sus labios en un beso que carecía de malicia, uno tierno e inocente.

La noche siguió su curso sin problema alguno, dándole paso al resplandor del día que proclamaba su lugar en el cielo, ahuyentando la oscuridad y las estrellas consigo.


____4 de noviembre de 2018 ­­____

Los días inolvidables tienen un concepto diferente para cada persona. Para algunos puede ser su cumpleaños, navidad, su graduación, su primer beso o el día en que un amigo cercano se cayó.

Sí, todos tenemos un día que ni con Alzheimer podremos olvidar.

Y este era uno de ellos.

Teníamos boda señoras y señores.

¿Saben que significa eso?

Flores, decorados de blanco, un exquisito banquete que podría degustarse luego de que los novios dieran el “sí” justo frente a Dios.

La iglesia se encontraba repleta, cada persona había optado por lucir sus mejores galas y, para que negarlo, sus joyas más costosas.

Todos se encontraban ya listos para presenciar la misa que se daría antes, el sacerdote se encontraba radiante al ver su iglesia repleta.

El novio, qué decir del novio. La palabra “nervioso” se quedaba corta para describir como se encontraba en ese momento, lucia impecable con su traje que, sólo de vista se notaba carísimo, una pequeña capa de sudor hacia que su frente brillaba y el temblor de sus manos era notorio.

Pero aquí faltaba algo: la novia.

No es secreto para nadie que la novia se haga esperar, es una tradición ¿no?

Es su día, su momento para impactar y dejar a más de alguna jovencita llena de envidia, presumir el costoso vestido blanco que significaba pureza.

Ahora bien, es de lo más común esperar a la novia por segundos, minutos. Pero… ¿horas? Eso ya daba de que hablar ¿cierto?

Y vaya que el cotilleo no se hizo de esperar al pasar la primera hora, murmullos que trataban de pasar desapercibidos por el novio que seguía mentalizándose “llegara, en minutos llegara”.

Y esos minutos se convirtieron en horas, el reloj parecía ser enemigo de nuestro aún esperanzado novio.

Conforme las agujas del reloj avanzaban las personas igual y de los chismes mejor ni hablemos. Poco a poco los invitados fueron marchándose con una sonrisa apenada en el rostro, oh vaya que tendrían de que hablar por mucho mucho tiempo.

El sacerdote observó al novio con pesar, y cuando la noche cayó tuvieron que cerrar la iglesia. El joven salió de ella con la cabeza baja y una expresión de derrota en su rostro. Se supone que él tendría que salir de la mano de su esposa, con un anillo en su dedo anular y el cabello repleto de arroz gracias a los invitados. Pero en lugar de eso tuvo que abandonar el lugar solo, derrotado y con una botella de whisky medio vacía en la mano, acercó dicho objeto a sus labios dando un gran sorbo, necesitaba olvidar el fracaso, los murmullos, las personas, pero en espacial a ella.

Muchos habían intentado acercarse y consolarlo pero los había alejado, detestaba la idea de transmitir lástima.

Los padrinos lo observaban con lástima, el chico apretó los nudillos pensando: “¿Por qué le habían hecho eso a su amigo?” por mucho que pensará y pensará la respuesta no llegaba a él, la dama de honor tomó su mano sacándolo de ahí luego de que el novio exigiera que se fueran, ellos obedecieron sin rechistar.

Abatido y con ganas de que el tormento cesara elevo su vista al cielo, notando que Saturno seguía al lado de la Luna tal y como ayer, cuando probó sus labios y se juraron amor eterno ¿Dónde había quedado ese juramento? ¿Le habría importado? Él había abierto sus sentimientos hacia la chica que amaba y ella sólo… había desaparecido al día siguiente.

Su dolor era tan grande que el universo lo notó y envió nubes grises para cubrir el cielo nocturno. Gota a gota fue cayendo hasta convertirse en una tormenta, una tormenta igual o peor que la que se desataba dentro de nuestro joven novio.

Esa noche el cielo lloro por él.

Y él lloro por ella.

El reloj siguió avanzando.

La luna se fue despejando.

Las lágrimas siguieron brotando.

El corazón de nuestro joven estaba destrozado.

Y la novia, nunca llegó a su boda.

Capítulo 1

4 años después

Lugar: Capital de Berklins

Oh desempleo, mi querido compañero, hemos pasado por tan malos momentos juntos pero es tiempo de decirnos adiós. He conocido algo llamado “trabajo” y fue amor a primera vista.

¡Ay que nervios! Ya estoy practicando para cuando me contraten.

Si es que lo hacen, claro.

Tampoco tengo muchas opciones, sino me dan este trabajo tendré que aceptar el puesto de cocinero en el restaurante de comida rápido llamado “La hamburguesa feliz”.

En estos momentos me encuentro en una pequeña sala rodeado de muchas personas igual o más nerviosas que yo por la entrevista final.

La mayoría de hombres sale de la oficina echando humo por las orejas, de no ser porque estoy consciente de la situación en la que nos encontramos apostaría que su equipo favorito de futbol perdió un partido.

Sí, así de afectados salen de esa oficina.

Y de las chicas ya ni hablamos, la mitad sale llorando a mares mientras que las otras lanzan insultos a diestra y siniestra.

Presiento que necesitare un psicólogo o un exorcista luego de salir de ahí. Casi podría apostar que da mucho más miedo que ir al baño, sentarte y notar que no hay papel.

Se me pone la piel de gallina sólo de pensar en esa posibilidad.

Pero más que miedo siento intriga ¿Qué tipo de ser sin alma alberga ahí, en espera de consumir los sueños y las ilusiones de estos pobres samaritanos?

Hasta ahora nadie ha salido confiado de obtener el puesto, eso en parte es un pequeño alivio para mí.

Lo único que logro ver son personas perfectas físicamente, me pregunto si serán tan hermosas en su interior como lo aparenta su físico.

—Liam Danswell. —Una suave voz se alza sobre el resto de murmullos dentro de la sala de espera, la secretaria de tez canela comienza a observarnos a todos en busca del mencionado que, vaya casualidad, soy yo.

—Aquí estoy—respondí mientras me ponía de pie avanzando con tranquilidad, hice mi mejor esfuerzo para no mostrar cuan nervioso me encontraba en ese preciso instante. Le acerque mis papeles y los sello al instante luego de revisar mis datos principales.

Me extendió los papeles brindándome una sonrisa tranquilizadora—Te ira bien, no es tan mala como piensas—pese a sus palabras pude notar que ni ella misma se lo creía del todo —, solo debes lograr que firme sobre el sello y date por contratado. Buena suerte.

Con cada paso que daba mi corazón se aceleraba arduamente. Puse una mano sobre el pomo de la puerta mientras cerraba los ojos, eche la cabeza hacia atrás y eleve una corta plegaria: Hola, Dios, soy yo de nuevo.

Bien, llego la hora de sacar el macho pecho peludo, espalda de gladiador y puños de acero.

Sin darme tiempo para arrepentirme abrí la puerta y, de no ser porque mi mandíbula estaba sujeta a mi rostro ya estaría en el suelo.

Tenía ante mí a una mujer sacada de una revista de ejecutivas.

Su cabello me recordaba al color del chocolate, lo llevaba en un moño desarreglado lo cual me impedía saber a ciencia cierta cuál sería su verdadero largo, algunos mechones se escapaban de forma rebelde pegándose a su frente. Los lentes que llevaba eran del tamaño justo pero me impedían poder denotar el color de sus ojos, sus pómulos se encontraban ligeramente marcados.

La mujer se encontraba escribiendo velozmente sobre el teclado de su computadora. Lo cual me dio una pequeña ventaja para observarla más detalladamente.

Usaba una falda que según mis cálculos le quedaba a 3 dedos arriba de la rodilla, era ajustada y combinaba a la perfección con su saco color gris, bajo este llevaba una camisa blanca, apenas dejo 2 botones libres.

A simple vista podía notar el aire de seriedad y profesionalismo que destilaba con cada sutil movimiento.

Pero mi verdadera perdición eran sus labios.

Desde mi posición podía tener una vista perfecta de ellos: no eran demasiado rellenos y tampoco eran muy finos, tenían el tamaño ideal para volverte loco, eran de un tono rosa y parecían invitarte para poder perderte en ellos durante minutos, horas, días, semanas o si tenías suerte; durante toda la vida.

Me aclare la garganta y le ofrecí una de las mejores sonrisas que podía tener. A esta la llamo “La quita bragas”

Finalmente se giró para poder analizarme, poseía una mirada tan intensa que logro hacerme sentir incluso más incómodo de lo que ya estaba.

La chica le dio una mirada a mi sonrisa sin siquiera inmutarse. Movió su mano derecha señalando la silla frente a ella invitándome a tomar asiento mientras ojeaba mi hoja de vida con una lentitud casi agonizante.

¿¡Nada!? ¿¡Le mostré una de mis mejores sonrisas y su respuesta es nada!?

Me senté tratando de normalizar mi respiración, este empleo significaba demasiado como para perderlo a causa de una de mis armas mortales fallidas.

—Así que… Liam ¿no? —Me pregunto sin levantar la vista de las hojas, parecía tan ensimismada en la lectura que me cuestione por un segundo si le prestaría atención a mis palabras.

Ignorando ese pensamiento me anime a responderle—Sí, mi nombre es Liam Danswell. ¿señorita...?—al instante en que lo dije me arrepentí ¡no sabía su jodido nombre! Ella podría ser mi próxima jefa y yo ni siquiera me preocupe por aprenderme algo tan básico como su nombre.

Adiós empleo de mis sueños.

Hola uniforme de “La hamburguesa feliz”

Casi puedo verme cocinando hamburguesas por el resto de mis días.

—Hallswil, señorita Hallswill—Respondió poniéndole fin a ese horrible futuro en el cual terminaba oliendo a cebolla y a condimentos al final de cada día.

—Es todo un placer conocerla señorita Hallswill. —suspire aliviado, quizá no era tan mala persona como había imaginado.

—Veo que careces de experiencia en el área de teatro y modelaje—comentó mientras finalizaba de leer mi documento. ¿Qué? ¿Tan rápido? ¡Eran más de 10 páginas!

—Pues tal vez no haya completado mis estudios pero le aseguro que aprendo de forma rápida, dispongo de los horarios que usted necesita y además logre terminar la carrera de Contaduría con una especialidad en…—iba a continuar con mi bellísimo discurso sobre él porque soy la persona ideal para el empleo cuando su estridente voz corto la inspiración que tenía.

—Ya contamos con un excelente contador, señor Danswell, lo que necesitamos es a un actor con un físico impecable, referencias y mucha experiencia en este mundo, no a alguien que sepa de números y como preparar hamburguesas —sin darme tiempo a refutar me regreso mi documento y se giró sobre su silla prestándole atención a su computadora—, si es tan amable dígale a mi secretaria que haga pasar al siguiente interesado, muchas gracias por su tiempo y le deseo más suerte para la próxima.

Me quede inmóvil por un momento, alternando mi vista entre el folder en mis manos y la chica frente a mí ¿eso era todo? ¿Ni siquiera iba a decirme el clásico “nosotros te llamamos”? ¿Tan insignificante era mi necesidad ante sus ojos?

Había pasado horas de estrés antes de venir, me cambie de traje constantemente, aguante el temblor en mi ojo derecho, el sudor que perlaba mi frente y como se agitaban mis manos al pensar en cómo me iría justo ahora, hice los malditos ejercicios de respiración para calmarme durante 5 minutos en cuanto note la masacre que ocurría una vez salieras de esa oficina ¿en verdad iba a acabar así? Incluso pise un charco de camino aquí y mi calcetín antes blanco ahora estaba cubierto de lodo.

Oh no.

No iba a acabar así.

Hice caso omiso de su petición y opte por quedarme justo donde estaba. No me iría de ahí a menos que fuera con esa firma sobre el sello.

Pasaron alrededor de 15 minutos antes de que se dignara a mirarme de re ojo. Se impulsó con sus pies alejando su silla del escritorio y estirándose, masajeo su cuello mientras me escrutaba, quizá se preguntaba el por qué aún no me iba de esa oficina, de su empresa y claramente de su vida.

Pero no podía, así tuviera que recurrir a la huelga de hambre conseguiría ese empleo, aún si debía sacrificar mi inexistente virginidad.

—Señor Danswell, creo que me salte la parte de su expediente en donde decía que usted padecía de problemas auditivos, ya que no encuentro otra explicación del porque usted sigue en mi oficina, le está quitando tiempo al resto de aspirantes.

—Es imposible quitarles algo que no poseen, señorita Hallswill. Acompáñeme a contarle esta triste historia. —me puse de pie ajustándome la corbata, sonreí de lado al notar su mueca de desconcierto, alzo una ceja y puso toda su atención en mí, como si mi presencia fuera lo más interesante que había ocurrido en su día laboral—, como le decía, hoy decidí levantarme con el mejor ánimo del mundo, vine aquí con el pensamiento de salir y poder presumir que logre obtener un empleo fijo en esta prestigiosa compañía, y no soy de las personas que renuncian a la primera.

>> Tengo un coeficiente intelectual bastante alto, me sobran las ganas de trabajar y sé que puedo llegar a serle de gran ayuda si me permite quedarme en la empresa, soy completamente versátil y no dudare en ayudarle en lo que necesite. Lo que quiero decir es que… vine aquí para ganar ese puesto y no pienso irme de aquí con un “no” por respuesta.

Le di una rápida mirada y pude notar como elevaba su mirada, tal vez se preguntaba si yo había sido su regalo enviado del cielo o estaba tratando de obtener un poco de paciencia. Al final opto por soltar un suspiro, fijo sus profundos ojos en mí y hasta podría jurar que una diminuta sonrisa bailaba en sus labios.

Separo esos preciosos labios, batió suavemente sus largas pestañas y se inclinó ligeramente en mi dirección, yo permanecí impasible en espera de su respuesta.

Sus labios se abrieron a un ritmo doloroso, parecía que el tiempo estaba en mi contra ya que los segundos parecían ser eternos, pero finalmente hablo para decidir el rumbo que tomaría mi vida a partir de ahora: — No. —sentencio de forma rápida para luego sacarme a empujones de la oficina, cerró la puerta a mis espaldas mientras mi cara se distorsionaba por las distintas emociones que se producían en mi interior.

Vale. Eso no salió como yo esperaba.

La amable recepcionista me regalo una sonrisa de cortesía para tratar de calmar mis emociones, parecía que dedicaba esa misma sonrisa al menos 50 veces al día.

No es que sea la persona más orgullosa del mundo, pero sí que era optimista y terca.

El resto de personas me dedicaron miradas de pura curiosidad mientras me sentaba en una silla alejado de todos. Me quedaría aquí hasta que esa mujer saliera de su cueva.

>>>>

Pasadas 2 horas yo seguía en la misma posición, brazos cruzados, piernas extendidas sobre el suelo y hasta podría jurar que me dormiría en cualquier momento.

Justo cuando pasaba por mi cabeza la idea de renunciar a todo esto y volver a mi ridículo trabajo de adolescente, ocurrió un milagro.

Ella salió de esa oficina, volteé a ambos lados y me di cuenta de que me era el último aspirante en la sala de espera al lado de su secretaria. Me acerque a paso rápido y pude notar como se terminaba la poca paciencia que aún le quedaba.

—Usted ¿se puede saber qué hace todavía en mi empresa? Le dije que se fuera—espetó en tono serio mientras se cruzaba de brazos para encararme. La superaba en tamaño y me sentía ridículo al pelear contra alguien que parecía un hobby.

—Yo le advertí que no me iría a menos que usted me aceptara y me tendrá aquí hasta que me contrate—Advertí con un tono de voz serenada, tuve que inclinar ligeramente mi cabeza para poder sostenerle la mirada.

Soltó un bufido para nada femenino mientras se ajustaba su bolso. Carísimo, por cierto.

Estaba a punto de soltar alguna maldición hacia mi persona pero no le di tiempo, en un milisegundo yo me encontraba aferrándome a su pierna izquierda como si mi vida dependiera de ellos.

Cosa que no estaba tan alejada a la realidad, pero no voy a entrar en detalles.

Su boca se abrió formando una pequeña “O” a causa de la sorpresa, gruño con frustración mientras intentaba avanzar sin ningún éxito, apenas podía moverse unos pocos centímetros a causa de mi peso.

Ja, no contaban con mi plan maestro, el cual se trataba básicamente de humillarme.

Pero que es muy efectivo, eso sí.

Lo próximo que escuche fueron los incontables insultos provenientes de la jefa y la estruendosa risa de su secretaria.

Seguro me veía de lo más ridículo, pero si mi plan salía como había planeado sería un ridículo con trabajo.

De haber sido un espectador la escena me habría parecido de lo más cómica, hasta llegue a cuestionarme el por qué la secretaria no sacaba su celular para grabar y subirlo a Youtube.

Al menos yo lo habría hecho.

— ¡Ya contrátame! ¡Por lo que más quieras! ¡Te lavo el carro!

— ¡No tengo carro! ¡Ah! ¡Alguien quítemelo de encima!—pidió mientras veía a todos lados en busca de un salvador, pero su secretaria se encontraba doblada de risa y a duras penas conseguía mantenerse de pie apoyada en su escritorio.

Ni siquiera me hizo falta ver su cara para saber que debía estar echando humo por las orejas.

La jefa intento patearme, alejarme con sus manos y hasta sacudir su pierna como si imitara un terremoto, incluso tomo el vaso del escritorio y me lo echo encima en espera de que eso surtiera efecto. Pero todo fue en vano comparado a mi perseverancia para conseguir las cosas.

Al final pareció rendirse, bajo la cabeza para observarme mientras su entrecejo se hundía, si eso no denotaba su mal humor no sé qué podría hacerlo.

—Si firmo ese jodido contrato ¿me liberas? —pregunto mientras apretaba los puños, juraría que sus nudillos se encontraban blancos en este preciso instante.

—Sí—Afirme—, puedo jurarlo si hace falta, puedo jurarlo con una mano sobre la biblia si no me crees.

Por algún extraño motivo ella decidió creer en mis palabras. La chica de tez moreno le paso los papeles y ella firmo de manera rápida, me los paso para que realizara la respectiva revisión y, efectivamente acababa de ser contratado.

La libere al instante poniéndome de pie de un salto, una sonrisa genuina adorno mi rostro mientras delineaba aquella firmal con las yemas de mis dedos.

Muchas cosas cambiarían a partir de ahora. Y espero sean para bien.

Sin perder un segundo más la jefa salió corriendo hacia el elevador, pulso el último botón y me dedico una mirada al estilo “acércate otro centímetro y te arrojo mi tacón”.

Volví a alzar la comisura de mis labios ofreciéndole otra de mis sonrisas, sólo que esta vez no era una que hubiese practicado.

—Gracias —pronuncié suavemente justo antes de que las puertas se cerraran y pusieran fin a ese encuentro tan peculiar.

O brillas a tu manera o no brillaras nunca.

Al ver la cifra mis ojos se abrieron de golpe, seguro mi cara era un poema ya que escuche una pequeña risa proveniente de mi sexy jefa.

¿Por qué las personas pagarían tanto por un amor falso?

Ella sonrió en respuesta viéndome como si aún no entendiera de que se trata la vida, su mirada se suavizo de una forma casi tierna y exclamo:

-porque sin importar si es real o no, todos necesitamos del amor.

9 de Octubre de 2020 a las 15:12 0 Reporte Insertar Seguir historia
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