asteriabridget Asteria Bridget

Serie de relatos que muestran acontecimientos historicos y que al mismo tiempo dan un vistazo a la vida cotidiana que llevan los mexicanos en tiempos modernos. Historia participante en la Copa de Autores para el reto "El Macro País".


Histórico Todo público.

#reto #no-ficcion #TheMacroCountry #TheAuthorsCup
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Batalla de Chapultepec



Siempre era lo mismo todas las mañanas, levantarme tarde a pesar de haber colocado la alarma del despertador el día anterior. El cual, por cierto, ya había sonado como unas diez veces avisándome que ya debía despertarme para ir a clases. Estaba cansado de la misma rutina, así que simplemente retrasé la alarma unos cinco minutos más y me volví a acostar cubriéndome con la cobija. El tiempo como siempre, pasó más rápido de lo que quisiera.


Mi madre no dejaba de repetir mi nombre cada vez que pasaba cerca de mi habitación, pero yo solo quería dormir, estaba muy cansado después de las partidas en el Fortnite con mis amigos. Eso me pasaba por haberme desvelado jugando hasta muy tarde en la PlayStation, pero sabía que era algo que valía la pena, así que no me arrepentía de ello. Simplemente lidiaba con las consecuencias.


—¡Pedro, ya levántate! que vas a llegar tarde a la escuela. — Volvió a pasar una vez más cerca de la puerta de mi cuarto. Cuando observé mi reloj me fije en la hora, ya estaban por ser las 6:30 am. Era realmente un fastidio ¿Por qué las clases en México tenían que empezar a las 7:30 am? ¿Por qué no podían empezar a las 8:00 am como en otros países? Eso era al menos otra horita más descansando en la cama.


—¡Pedro, ya está el desayuno, se te va a enfriar! —dijo mi mamá tocando la puerta con insistencia. Recordándome que se hacía cada vez más tarde.


—¡Ya voy a bajar! ¡Ya casi terminó! —Entonces me levanté de golpe antes de que se le ocurriera entrar a mi cuarto y ver que aún no estaba ni siquiera vestido.


Rápidamente me bañé y vestí colocándome el horrible uniforme que teníamos que usar en la escuela. Cuando terminé de arreglarme, bajé al comedor y tomé mi lugar en la mesa, donde había un par de molletes con huevos fritos y jugo de naranja, esperándome. Aunque como dijo antes mi madre, ya se habían enfriado. Aunque eso no me importó, agarré de la salsa verde que estaba en el centro de la mesa y bañe los huevos. Cuando terminé de desayunar estaba por apurarme, pero mi mamá me interceptó.


—¿A donde va sin lavar sus trastes? Lléveselos al fregadero y lávelos que no tenemos “chacha”.


—No, pero ¿para que queremos una si la tenemos a usted? —dije con un tono juguetón.


—Miré no más, chamaco grosero, ahorita le voy a enseñar.


—Era broma má ¡no, esperé! ya se me hace tarde para el colegio. —Me tuve que disculpar cuando la vi a punto de quitarse la chancla del pie y con ella comenzó a apuntarme.


—No corras que te va a ir peor.


Tras recibir varios chanclazos y terminar de lavar los trastes, alisté mi mochila y llaves para salir de la casa.


—Ya me voy, Ma.


—Cuídeseme hijo.

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Después en la parada de autobús me topé con una compañera de clases “Juana”. La salude chocando los puños. Tomábamos la misma ruta hacia el colegio, aunque era extraño que se le hiciera tarde, pero al verla cargar una cartulina algo en mi memoria se empezó a activar.


—Qué raro encontrarnos en la parada del camión a esta hora, siempre llegas primero que yo.


—Es que el camión anterior no se quiso detener porque ya estaba muy lleno y ya sabes como son. Si se te pasa la ruta tienes que esperar un buen, ya que pasan casi que cada hora.


—¡Ah, si tienes razón! que mala onda ¿Y esa cartulina? ¿Cuándo encargaron una cartulina?


—La encargó la maestra de historia, para el proyecto de hoy ¿lo olvidaste?


«¿Porque siempre tenía que faltarme algo a último momento?» Me reclamé


—No como crees, solo te estaba probando. Lo que pasa es que yo apenas la voy a comprar en la papelería que está a una cuadra de la escuela, solo no quería andar cargando con ella en el camión, ya vez que siempre va bien lleno y luego se me arruga toda.


—No, pues sí. Mira ahí viene. —Ella hizo la parada extendiendo el brazo al igual que las otras personas que esperaban. Y aunque este camión también estaba lleno no estaba a reventar por lo que nos fuimos abriendo paso entre los demás pasajeros hasta la puerta trasera. Los choferes realmente debían creer que eran conductores de latas de sardinas.


Después de un viaje ajetreado como todas las mañanas, cuando estábamos por llegar a la escuela tuve que bajarme una cuadra antes para poder comprar la cartulina que había olvidado.


—Te veo al rato. —Me despedí de ella y toqué el timbre para que me dejaran bajar.


 Desafortunadamente la papelería estaba a reventar, no era el único alumno que a último momento necesitaba algo. Por fortuna estaba cerca y siempre abría desde temprano, previniendo que alumnos como yo llegarían a comprar oportunamente. Una vez le pedí al encargado la cartulina, le pagué con una moneda de diez y me dio una de cinco de cambio. Ahora solo tendría que ir corriendo hasta la entrada de la escuela.


Todavía no cerraban la puerta de la entrada, ya eran alrededor de las 7:35 am, pero contaba con que siempre daban diez minutos extra antes de cerrarla. Después caminé hasta el patio central, ya todos mis compañeros y los demás grados de secundaria estaban formados en forma de “L” ya que era un lunes normal y ese día siempre hacíamos los honores a la bandera. Además, la escuela estaba super decorada porque estábamos en septiembre el mes patrio y era tradición ver el papel picado con los colores verde, blanco y rojo, más la bandera de México ondeando por todos lados.


Y por supuesto, no podían faltar los personajes importantes del país tales como Miguel Hidalgo, Morelos y los niños héroes, adornando con sus imágenes las paredes del edificio.


Me coloqué en mi lugar y salude a mis amigos haciendo un gesto con el rostro ya que tanto los maestros como y la directora estaban ahí, y vaya que no querías llamar la atención de la directora. Era una mujer muy gritona y bastante malhumorada que hasta los padres de familia buscaban evitar. Vi a la escolta, dirigida por una alumna de tercer año, colocarse en medio de patio.


—Ahora recitaremos el juramento a la bandera —comentó la directora y todos tuvimos que recitarlo de memoria.


Al terminar, el himno nacional comenzó a sonar fuerte y yo lo entoné como siempre. Vi a Juana cantar muy orgullosamente el típico “mexicanos al grito de guerra”. De todos los himnos del mundo el nuestro debía ser el más bravo. La verdad, sí me gustaba nuestro himno, pero a veces los profesores me hacían odiar los lunes con tanto protocolo y regaños. Finalmente, terminamos diciendo todos juntos la promesa estudiantil y solo entonces pudimos entrar a nuestros salones dando por iniciadas las clases de ese día.

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De todas las materias que tenía la que mas me aburría era la de historia, por lo que fingía tomar apuntes, mientras la maestra dictaba.


—Muy bien alumnos, el día de hoy vamos a continuar con lo que vimos la clase pasada sobre la Batalla del Castillo de Chapultepec. Quedamos que en el año de 1847 el ejército norteamericano invadió nuestro país bajo el pretexto de violaciones territoriales en la zona de Texas, cuando aún pertenecía a México —explicó la maestra, yo ya estaba cansado de escuchar la misma historia de siempre por lo que no prestaba demasiado atención a la clase de historia.


—Todos los francos habían sido tomados y solo se interponía en el cerro del chapulín el batallón de San Blas comandado por Nicolas Bravo. El cual combatió valientemente perdiendo 800 soldados en su defensa.


—Maestra yo escuché que los niños héroes que participaron en esa batalla eran un mito y que en realidad no existieron ¿es verdad? —dijo Cristina luego de levantar la mano.


—Buena aportación, Cristina. Es un dato muy curioso y controvertido en verdad, pero lo que si podemos afirmar es que los cadetes del colegio militar que estuvieron participando en esa batalla, en lugar de retirarse, ofrendaron sus vidas por la defensa del castillo.


Yo seguía distraído con mi libreta, ya me había puesto a hacer algunos dibujitos con la pluma incluso, cuando la maestra termino con el tema.


—Muy bien ahora hagan equipos de cinco, ¿todos trajeron la cartulina? Con ella van a hacer entre todos los integrantes, una línea cronológica con los acontecimientos y la quiero bien decorada o les quitaré puntos.


Todos nos pusimos a trabajar, luego de pasar por la tediosa tarea de tener que elegir integrantes, por suerte yo quedé con mis amigos y ya que nos sobraba un espacio. Juana terminó uniéndose a nosotros. Lo cual era bueno, porque necesitábamos a alguien responsable y que pudiera hacer las decoraciones que quería la maestra Lourdes. Usamos los 20 minutos que quedaron e hicimos nuestra línea del tiempo la cual calificó y toda la clase terminó pegando con cinta en las paredes del salón los trabajos. De todas formas, antes de que el timbre sonará anunciando el cambio de clase, la maestra empezó a dictar la tarea.


—Para el miércoles me van a hacer un ensayo de seis páginas donde fundamenten y expliquen con sus propias palabras todo lo que sepan de la batalla del 13 de septiembre. Incluyendo su propia visión con respecto a los “Niños Héroes”.


Los alumnos y yo nos quejamos.


—¿Maestra, no lo podemos hacer mejor por equipos? —preguntó Jorge.


—Si, profe, no sea mala —intervino Erick.


—No. Los veré hasta la siguiente clase del miércoles.


La maestra se retiró. Las demás asignaturas también nos encargaron sus tareas.


Siempre me pregunté si los maestros alguna vez habían considerado que la materia que impartían no era la única que cursábamos ya que siempre estaban saturándonos con deberes.


Tuvimos el descanso que no eran más de 20 minutos para poder comer o comprar el lonche. Pero yo agradecí cuando dieron las 12:30 pm que era cuando terminaban las clases y entonces pude volver a casa tomando la misma ruta.

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Ya en casa, la comida estaba preparada esperándome, tiré la mochila que pesaba como 10 kilos. El aroma de pollo en mole inundaba la casa, mi mamá estaba terminando de cocinar y ya tenía la comida lista.


—Ya llegué má —avisé.


—Vaya a cambiarse el uniforme y lavarse las manos, ya es colmo que se lo esté recordando siempre.


—Si ya voy.


—Y no me deje la mochila tirada por ahí.


Tomé mi mochila, la cual tiré en mi habitación, ahí me quité el uniforme de preso, y después me fui a lavar las manos. Entonces, volví a bajar, para comer con mi mamá. Ella tenía que irse a trabajar, debido a que a la 1:30pm comenzaba su turno en el supermercado.


—Bueno mijito se me porta bien y hace la tarea, no lo quiero ver jugando hasta que terminé


—Sí má.


Cuando mi mamá se fue yo me tiré en la cama, pensé en dormir un rato, pero luego recordé que tenía que hacer el ensayo que había encargado la profe Lourdes sin mencionar las demás tareas. Por lo que me tuve que levantar y me fui a sentar en el escritorio. Empezaría haciendo lo que me aburria más y me tomaría mayor tiempo. Así podría jugar en la tarde ya estando más libre.


Tomé el libro de historia, pero con tan solo leer unos cuantos párrafos consiguió aburrirme. Así que empecé a revisar en wikis en la computadora, lo malo es que no podía copiar y pegar. La maestra siempre quería que escribiéramos todo a mano, como si viviéramos en el siglo antes del internet y las computadoras.


Varias veces me distraje con las redes y chateando con mis amigos.  Por lo que no me di cuenta de cuando terminé recostado en mi cama y con la computadora encima.


Al final terminé viendo un video de la batalla, cuando recordé lo que estaba haciendo. Después de todo, este tipo de cosas es más entretenido aprenderlas con películas. Me trajé una libreta para tomar apuntes sobre los hechos que pudieran servirme para mi ensayo. Seis hojas no se iban a llenar fácilmente. Esa mujer estaba loca. Poco a poco, fui escribiendo un esbozo de lo que me parecían los hechos más relevantes.


Hasta que el cansancio me venció y acabé dormitando, dejándome llevar por lo suave y cómoda que era mi cama. Cerré los ojos, ya los tenía cansados, pero si seguía escuchando el film ¿contaba cómo que estaba prestando atención? ¿verdad? Así que solo escuché la película, no tenía intenciones de quedarme dormido, así que no sé cuándo fue que me deje llevar por el sueño.


A fin de cuentas, decían que después de un pequeño descanso, todos se volvían más productivos

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Cuando me di cuenta, estaba vestido con un uniforme militar, también me extraño verme a mí mismo, dentro del famoso heroico colegio militar. La ciudad estaba bajo bombardeo, podía escuchar los gritos y disparos desde donde me encontraba. Eso me alarmó y me hizo ponerme en movimiento de inmediato. Los estruendos eran sorprendentemente fuertes, haciendo que me sobresaltará en cada instante. Lo que era peor, las bombas caían por doquier destruyendo todo a su paso.


Poco después, me di cuenta de que estábamos rodeados, por lo que, junto a otros cadetes, decidimos ir a la batalla, luchando con los rifles y defendiendo el fuerte. Entonces, me dirigí a campo abierto, ahí es donde la acción principal se encontraba. Todo para que los norteamericanos no tomaran la ciudad. Era una escena devastadora, había muerte por doquier, soldados de ambos lados se masacraban los unos a otros, incluso jóvenes de mi edad sacrificaban sus vidas, todo por proteger la patria.


Repentinamente, alguien comenzó a perseguirme, y yo empecé a disparar, pero como mi puntería era terrible, no conseguía darle, por lo que empecé a correr.


No quería entregar mi vida, parecía una muerte inútil que en realidad no contribuía a nada. Siempre escuché que el proceso para construir el país que ahora era México había sido largo y estaba lleno de sacrificios. La sangre de muchas buenas personas se derramó para que nuestra nación tuviera un futuro mejor. Pero de haber sido necesario ¿hubieran elegido la muerte? La guerra realmente era muy injusta, tantas personas luchando y siendo asesinadas ¿con el fin de obtener qué? ¿Mas tierra? ¿De qué iba a servirles tener mas territorios? ¿Solo para hacerse llamar la nación mas poderosa del mundo? Parecía una broma que alguien mandará a un grupo enorme de soldados para que se matará luchando contra otro grupo de soldados. Ellos, antes de ser militares, seguían siendo personas. No habían venido al mundo solo a causar muerte y destrucción. Algo realmente estaba muy mal con esta situación.


Otro de los cadetes me vió huyendo hacia el edificio y me salvó disparándole al soldado, lo supe porque lo escuché caer. Entonces, mientras me internaba en el castillo, me pareció ver a Juan Escutia, solo fue un instante en el que nuestras miradas se cruzaron, pero fue suficiente. Podía ver el miedo en él, pero por sobre todo la determinación de sus ojos. Esos jóvenes, todos y cada uno de ellos, sabían que esa batalla estaba perdida, que los refuerzos no llegarían a tiempo, pero no por eso iban a rendirse ante el enemigo. En su lugar, solo seguían avanzando con paso firme y se mantendrían en pie hasta el último instante.


Repentinamente, uno de los soldados que había conseguido abrirse paso hasta el interior me disparó en el pecho y yo caí.


—¡Salva la bandera! —le grité a Juan ya que yo no podía continuar a su lado. Entonces el soldado se detuvó para rematarme con la espada que tenía su rifle.


Y yo comprendí porque Juan debía hacer lo que estaba destinado a hacer. Era preferible caer con ella desde lo alto en su defensa, que ver la bandera en manos del enemigo mancillada. Burlándose de nuestra gente y patria. Proteger el honor era mucho más importante, así tuviera que ofrendar su vida, una vida que igualmente iban a tomar esos soldados.


La sangre brotaba desde mi herida, era una sensación aterradora y sentía un peso enorme en mi pecho, todo empezó a ponerse oscuro y cuando creí que había muerto. Vi a Lola, mi gata, acostada encima de mí.


La película ya se había acabado y el video se había puesto en pausa. Vaya sueño que había tenido, seguramente influenciado por el film. Pero por alguna razón me inspiró lo suficiente para terminar de escribir mi ensayo.


El miércoles siguiente, lo presenté frente a mis compañeros. La profesora me puso un 80 de 100 de calificación, a pesar de que había elogiado la buena exposición y todos los hechos históricos que nombre de manera tan detallada. Todo por un par de comas y unas tildes. Era una bruja, aunque después de aquella experiencia una nota no parecía ser tan importante. La lección que aprendí era más valiosa.


Muchos han luchado por proteger al futuro de los ciudadanos y a esta tierra que es ahora México y aunque ahora estamos en tiempos de paz, gozamos de estos privilegios gracias a todos esos sacrificios.



8 de Octubre de 2020 a las 00:03 1 Reporte Insertar Seguir historia
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Cami Bengoa Cami Bengoa
Hermoso! Me encanta el mensaje que transmite, y además estoy aprendiendo más de México :D
November 02, 2020, 17:15
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