lotusvowmoon Kimberly García

Cuando pensé que todo iba a ser lo acostumbrado, llegaste tú y le disté luz a mis días, mi nueva razón, mi canción, mi vida. En poco tiempo me diste mil motivos para sonreír. A pesar de que tu ausencia me diga que ya no estás conmigo, y el silencio colma mi corazón... me has hecho pensar que nos podemos volver a ver, en alguna otra vida, llenando otra vez mi alma de esperanza. "Aún si nos volvemos a separar, sé que me volverás a encontrar"


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Capítulo único

Las palabras del doctor resonaban en mi cabeza una y otra vez - "no tiene cura", "no hay nada más que se pueda hacer"-.

Siempre fui alguien optimista y feliz. Aún después de su funeral mi corazón sonríe al darse cuenta que él, pudo llegar a ver la felicidad.

Ya no podía volver el tiempo atrás, el día de su funeral fue tan alegre como él lo había deseado. No lloré, él no lo hubiera querido, Diana, me miraba con tanta pena, yo ya había aceptado su muerte.

Jorge Celedón resonaba en todo el sepelio, sonó nuestra canción, mi corazón le dedicaba sus lágrimas, a pesar de ser italiano, Adriano, vivía conforme en Clidea, aquel archipiélago, lugar de las mil tierras por donde extranjeros se cruzaban; destinos, vidas y corazones.

Aquel Vallenato fue el testigo de nuestros encuentros, nuestra canción, nuestras vidas enteras. Sonreí de lado, que irónica fue la vida, probablemente no pueda obviar el llorar.

- "Te quiero decir... Que aún tenemos tiempo para dialogar. Que ya paso el dolor y puedes regresar, que todos tus errores he tirado al mar"-.

Que injusta es la vida, el corazón dentro de mí se hizo pedazos, seguía resonando y moviéndose por todo mi cuerpo.

Ya era demasiado tarde para si quiera intentar despedirnos, habíamos hecho tanto en poco tiempo, intente cerrar tus heridas con dificultad, me cambiaste, me hiciste llorar, ¿por qué?

- "Que si tengo más de un millón de recuerdos felices contigo. Porqué tengo hoy que aguantarme las ganas de que estés conmigo"-.

La primera vez que te vi quería que el tiempo se detuviera, la segunda, solo quería que mi tiempo fluyera junto al tuyo. Cuando te vi en el hospital, quise regresarlo hacia atrás, deseé haber estado junto a ti desde mucho antes de conocerte.

¿Y ahora?

Ahora ya no puedo desear nada, porque la nada se ha vuelto contra mí. Tu muerte fue inminente, y de pronto ya no quise desear algo más tentando a mi suerte. Ya no podía ni si quiera mantener el mísero deseo de regresar atrás.

- "Te quiero decir... Que mi amor es más grande, que el cielo del cielo. Te quiero enseñar que tu error no es más grande que lo que te quiero"-.

Pensar que puedes volverme a ver, en alguna otra vida, llena mi alma de esperanza.

Seis meses atrás.

Iba tarde al trabajo, la parada del autobús se me hacía lejos, corrí.

De un momento a otro estaba en el suelo, mi traje blanco se ensucio, el relevo de la lluvia no ayudaba mucho y a pesar de que el cielo lloraba con todo el sentimiento que podía tener, no había ni una pisca de neblina, allí lo vi.

Él estaba frente a mí, en el suelo, no entendía porque la gente llevaba gafas de sol en un día lluvioso y él no era la excepción. Ahora debía disculparme con aquel sujeto, bueno no debería salir tan mal.

Mal pensado.

- ¡Idiota!, ¿acaso no ves por dónde vas? –

- Discúlpame, no era mi intención, voy tarde al trabajo y pensé... -

- Ese es el problema, no debieron darle cerebro a un idiota. ¿Sabes por qué? Porque los idiotas con cerebro no piensan con claridad.

Vi cómo se alejaba torpemente lejos de mí, creo que aún estaba embobado por el golpe, le reste importancia.

¡Pero, qué carácter se mandaba encima!, mi autobús llegó, hice el mayor esfuerzo por llegar a tiempo, si marcaba tarjeta después de la hora, mi salario sufriría las consecuencias.

No es fácil trabajar en un hospital, no cuando eres del área de emergencia, yo diría que, en vez de enfermeros, parecemos palomas revoloteando por todo el lugar, casi ni tiempo para almorzar nos dan, y cada día siempre están allí. Las heridas más grandes, aberturas de piel, apuñalados, paros cardiacos, esto y de todo.

Creo que hay heridas mucho más grandes, que ni si quiera, un enfermero como yo, en el área de emergencia, ni aun con todos los títulos que tenga podría curar, las heridas del corazón.

- ¡¿Buenos días Dalek?!, corre aún quedan cinco minutos. Una de mis compañeras de enfermería me guiñó un ojo, yo solo me apure a marcar. Supe que desde ese día por alguna extraña razón mi vida iba ponerse difícil.

La jornada de trabajo iba terminando, 6 de la tarde.

Hoy toco un paciente difícil, tenía Alzheimer, era una mujer de tercera edad. El caso es que la señora había estado escapando y llego al hospital en busca de ayuda, cuando se le pregunto qué de quien escapaba señalo hacia una mujer adulta que efectivamente andaba tras ella; cuando los guardias la interrogaron, explico que realmente la señora era su madre y que debido a que tenía Alzheimer, había llegado a creer que alguien la seguía más no reconoció a ese alguien que la seguía, como su propia hija.

La mujer indicó que su madre se escapó de casa, y tuvo que seguirla hasta Clidea tratando de que no se diera cuenta de que la seguía. Todo un caso, ¿verdad?

- ¡Dalek! –Me llamaba Valentino con un brazo entusiasta, solo voltee a verlo –Vamos a las favelas de Clidea en el Islote 46, ven con nosotros.

Intente negarme, para viajar entre Islotes debíamos alquilar un transporte acuático, y realmente ese no era el problema, el problema real era que las favelas no me gustaban mucho, eran muy ruidosas y siempre hacían grandes fiestas, y aunque nadie lo notara, en la frente de Valentino yo siempre veía algo así como una marca que decía "de fiesta en fiesta".

De una manera u otra me convenció, Valentino arrastro a Orlando, a Yuri y a Máximo, ya sabía por dónde iba todo esto, pero ¿Qué tenía que ver yo con todo el asunto?

Ese día, parecía ser especial, había sido como los cotidianos, pero desde el repentino choque que tuve esta mañana, supe que algo cambiaria.

Cuando llegamos me limite a observar las luces, no pensé que una favela fuera tan bonita. Una sonrisa se pintó en mis labios, había cosas muy absurdas como, por ejemplo: ¿Qué hacia un restaurante italiano en medio de tanto bullicio?, la música no necesariamente era escandalosa, pero entre las estrechas calles la gente, estaba llena de felicidad y algarabía.

Nunca me preocupe necesariamente por las relaciones entre las personas, siempre me lleve bien con todos a pesar de que particularmente estuve solo, eso no me impedía sonreír, ya me había perdido en mis pensamientos, Orlando y Valentino fueron los únicos que alcance a terminar de ver al doblar una esquina del Islote.

Mierda me quede solo, sabía que no había sido buena idea venir. Me senté en una de las mesas de aquel restaurante italiano, la música se metió dentro de mí, al menos era más tranquila que el resto de los lugares, que tenían un ambiente escandaloso.

Pasé el rato acariciando mis manos, observando los alrededores y lo vi, él mundo se detuvo alrededor de nosotros dos...

- "Puedo imaginar, pero no sé cómo se siente. Que el mundo se detenga cuando acaricia mi piel..."-

Caminó hacia mi mesa, su pregunta fue cordial.

- ¿Qué desea ordenar? –Me sorprendió que no se acordara de nuestro inconveniente de esta mañana, ¿o solo estaba siendo amable? - ¿Y bien?

Él estaba esperando mi respuesta, yo solo me embobe por el bonito acento que tenía y sus horribles gafas, ¿por qué demonios las tenía?, era de noche, ni si quiera había sol, aunque pensándolo bien, ¿qué hacía yo aun con mi uniforme de enfermero?, el tiempo no corría para mí.

No desde que lo vi.

– Si no va ordenar nada entonces no entiendo que hace aquí. –Aún con lo descortés que era yo seguía cautivado.

- "Que las manecillas del reloj no giren si no está presente. Dicen que es tan suave, dulce y fluye como miel"-.

Se dio la media vuelta, claramente enojado, la sangre se me helo al sentir que se alejaba, instintivamente lo tomé de la mano.

– Espera... yo, ¿puedo saber tu nombre?

- ¡¿Qué demonios?! –

- Se llama Adriano.

El tiempo volvió a correr, una mujer de cabello negro se introdujo en aquella acción.

–Disculpa a mi hermanito, tiene poca paciencia. Somos los dueños de este restaurante. Soy Diana, su gemela. Este es su número de teléfono. ¿Tu nombre es...?

Mis ojos saltaron ante el atrevimiento de aquella mujer, me puse nervioso.

–Dalek Novák –Adriano intento protestar, siendo esto en vano, esa mujer parecía tener dominio total sobre él.

Escuche claramente "su pequeña discusión" cuando se adentraba a la cocina, la música seguía fluyendo y yo pensaba que hasta su nombre era bonito.

- ¿Tenías que darle mi número? –reprochaba a su hermana el menor, a quien poco le importaba este hecho.

- ¿¡qué!?, está muy guapo. –Eso hizo que me atragantara con el agua que me había brindado la mayor. A su vez este acto los interrumpió y Diana se dio cuenta de su imprudencia.

El nunca volteaba a verme, eso de cierta forma me hacía sentir que no le caía bien. ¿Por qué? Siempre le caí bien a todo el mundo, pero con él era diferente.

El cielo se fundió en un negro profundo, la mayoría de los locales en la favela se mostraron inertes, yo seguía allí, no había ni rastro de Valentino y los muchachos. Estaba sentado, contemplando lo hermoso que era.

La música se apagó, fue el último local en cerrar, Diana salió primero y me guiño un ojo.

No entendí.

Después de media hora Adriano salió y se dispuso a tomar su camino ignorándome. No sé porque lo esperé. Lo tomé del brazo antes de que se alejara de mí.

- ¡Adriano! –Volteo hacia mí.

- ¿Qué rayos?, ¿aún sigues aquí?, ¿qué quieres?

- Bueno, ya es muy tarde, si quieres puedo llevarte a tu casa.

- No soy una mujer, se cuidarme y tú no me agradas.

- Solo quiero que seamos amigos, ¿es mucho pedir?

El castaño suspiro pesadamente. Asintió luego de meditarlo un rato, caminamos en silencio, el sonido de los autos pasar era lo único que nos hacía compañía.

Otra vez el tiempo se detuvo, ojalá y ningún taxi se ofreciera a llevarnos a los muelles.

- ¿En qué Islote esta tu casa? –Pregunte incrédulo.

– Esta aquí. No es necesario viajar a otro Islote, está a unas cuantas cuadras – probablemente fue la frase más larga que me dedico en toda la noche.

Decidí acompañarlo. Ya no importaba si al día siguiente tenía trabajo o si llegaba tarde, algo en él me hacía dejar todas las preocupaciones atrás.

De camino a su casa el tropezó y sus gafas cayeron al suelo, vi sus ojos...

Estaban muertos.

No había ni una pizca de vida en ellos, eran oscuros plomos, un profundo vacío estaba sobre ellos, aunque no dejaban de ser grandes y bonitos.

Estaba ciego.

Ahora lo entendía todo, pude darme cuenta del porque nunca me miraba directamente. Todo vino a mí como si una fuerte explosión estuviera poseyéndome. Todo el rato que había estado observándolo, él no a mí.

– ¿E...estas ciego? –No pude balbucear una pregunta más estúpida que esa. Él no respondió, vi su cara de preocupación y luego retomo el pasó dejándome atrás lo llame.

Sus pasos eran rápidos, ni si quiera parecía estar ciego, pero conocía bastante bien el camino. Traté de alcanzarlo y seguí apelando a su nombre, pero no parecía querer escucharme.

Cayó al suelo tras tropezarse con una baldosa del pavimento descolocada, ya no parecía conocer el camino, estaba perdido y desconcentrado. Aproveche la oportunidad para acercarme a él.

– Adriano, ¿estás bien?, ¿te lastimaste? –me preocupe.

- ¡Déjame en paz! ¡Así son todos, me tienen lastima solo porque estoy ciego! ¡No soy un maldito inválido!

Entendí lo que había hecho mal, había manifestado de manera incorrecta mis intenciones, él no era como los demás, era diferente y por muy dura que fuera su personalidad, su interior, era como las plumas de un ave blanca que representan paz.

Lagrimas corrían por su rostro con todo el pesar que podrían haber caído. Me sentí mal, no le dije nada.

A pesar de que forcejeo conmigo durante varios minutos al final se dejó abrazar, se desahogó en aquel encuentro. Luego de reincorporarnos y cerciorarme de que Adriano estuviera más tranquilo. Seguimos de camino hasta su casa, en silencio.

– Llegamos... -dije casi en un susurro temiendo que le dé un ataque de ira ante mi habladuría.

No escuche respuesta, solo el sonido de la puerta de su casa cerrándose. Me quede ahí parado un rato, pensando en muchas posibilidades, ¿por qué estaba tan interesado en aquella persona que acababa de conocer?

La puerta se abrió, mis ojos se desilusionaron a no ver la silueta de aquel chico. Era Diana...

- ¡Dalek! ¿Por qué no te quedas con nosotros hoy?, ya es tarde, son las 11:00 p. m. y no encontraras transporte que te lleve hasta el Islote donde vives.

No tardé en aceptar.

Su casa era bonita. Y pensaba que esa noche no tendría más sorpresas. Diana dijo que debía dormir con Adriano. Él no protestó esta vez, se lo veía más calmado.

Diana me arrastro hasta la cocina y me abrazó, me agradeció por haberme acercado a su hermano. Luego confesó que lo había dejado tirado a propósito en el local para que hablara conmigo.

- ¿Sabes?, Adriano nunca tuvo ningún amigo, por su condición. Siempre estuve con él. Aún si le decía que ya no iba a estar cerca de él y que por eso debía conseguir amigos, él nunca hizo el intento. Era como si...

-Se encerrará en su propio mundo

Termine la frase, Diana asintió, podría ser que Adriano, además de la ceguera, pudiera tener algo de autismo en muy pocos porcentajes, cuando me disponía a hablar de ese tema con ella, ya había caído rendida ante el sueño, no me costó mucho llevarla a su cama, su casa era muy sencilla pero agradable.

Luego de arroparla, me dispuse a ir al cuarto de Adriano para ver cómo se encontraba, pero cuando me volteé él está detrás de mí. No me dio tiempo de reaccionar.

– D...discúlpame por lo de hoy. No quise ser grosero.

- ¿Podemos ser amigos?, ¿de humano a humano? –

- ¿No importa que sea ciego?

- ¿Ves algún ciego por aquí?, porque yo solo veo a mi amigo Adriano.

Adriano rió por lo alto, era la primera risa que me dedicaba, solo a mí.

Estoy seguro de que mis días no iban a ser lo mismo desde el día en que lo conocí. Esa noche conversamos sobre el mundo, sobre la vida, nuestros intereses, malos ratos, nos conocimos.

A la mañana siguiente me levante como cualquier otro día, pero había algo diferente, Adriano estaba aferrado a mí y yo tenía una notable erección. Ese día falte al trabajo. Diana entro en la habitación de Adriano, nos vio en una situación comprometedora y el resto del día se la pasó molestando a su gemelo.

Aquel 1 de octubre fue espectacular.

Conocí a alguien, alguien que me hizo reír con naturalidad. Mucho más allá de la cordialidad y las apariencias, ese alguien pudo meterse en mí. Su hermana, me hizo sentir acogido en familia. Ciertamente cada persona que es residente en el archipiélago Clidea tenía su historia. De entre muchos inmigrantes...

Mi historia no era bonita.

Fui huérfano, estaba en la calle, el frío abundaba, intentaba trabajar de lo que fuera. Un orfanato me acogió, pero nunca esperes que adopten a los más grandes. Cuando cumplí la mayoría de edad, no quedó más remedio que independizarme.

Aquel 1 de octubre, mis penurias se hicieron cenizas. Volví a nacer, a partir de ese día durante los dos próximos meses iba al restaurante de los hermanos De Rosa. Invite a Adriano a salir todos los días, lo llevaba a su casa y conversábamos.

Para diciembre, yo ya no quería que Adriano solo sonriera, quería poder agarrar su mano, quería poder ser todo en lo que soñará, no podía esperar más.

Aquel fin de año lo invité a cenar como de costumbre.

- ¿Diana consiguió una cita? –Pregunte asombrado.

- Si –Respondió tímidamente al ver que coloque mi mano sobre la suya.

– Hoy no regresará a casa. ¿Quieres quedarte a pasar la noche?, Diana dejó haciendo chocolate y rompope. –Habló más tranquilo ante la acción.

–Adriano, quiero decirte algo importante –el nombrado dejó a un lado su porción de comida en el tenedor y me dedico atención.

–Hace algunos meses, mi vida era monótona y hasta podría decir que sin sentido. Ese día que nos chocamos supe que pasaría algo especial. Más no imagine que no era algo, sino alguien, y hoy quiero que sepas que ese alguien eres tú. Con el tiempo empecé a comprenderte, a que se debía tu mal carácter, tus respuestas cortantes y por todo lo que habías pasado debido a tu condición.

Mi corazón palpitaba como loco, mi respiración estaba acelerada, mis piernas temblaban, mi lengua se trababa, balbuceaba era una mierda total en ese mismo momento; l Lo que más temía era que Adriano no sintiera lo mismo que yo, o peor aún, que todo el avance que tenía con él se hiciera trizas en cuestión de segundos.

-"Quizás un día, no cantaré nada sobre ti. Cantaré una canción sobre alguien nuevo. Pero aquí, ahora estás en mi mente, y pienso en ti todo el tiempo. Estoy enviándote un mensaje, y espero que te llegue"-

La música del restaurante ya no entraba por mis oídos, me volví sordo, me encerré en mis propios miedos, me sentía aturdido, mis palabras resonaban en mi cabeza con temor de no ser las correctas.

-El tiempo siguió pasando delante de nosotros dos, y yo ya no podía mirarte sin que me sudaran las manos, o no podía salir de mi casa al restaurante italiano, sin mirar al menos mi apariencia en el espejo. Sé que es estúpido, sé que, aunque no puedes verme puedes sentir. Y yo, quería que sintieras que me importas. Todo ese huracán de emociones, y de sensaciones, hacían que me volviera loco, colocaba mal las inyecciones. Valentino y los demás, llegaban a cubrirme turnos enteros por mi estupidez. Quiero decir, bueno este... yo, tú. Estoy enamorado de ti.

Parecía haberme quedado sordo, pero lo siguiente que salió de sus labios, me hizo ir y volver de la muerte.

– También estoy enamorado de ti –mi corazón se embruteció mi boca se abrió de par en par y Adriano se preocupó.

- ¿s...sucedió a... algo?

-"En caso de que escuches esto, quiero que sepas que eres el amor de mi vida"-

La música entró por mis oídos, por fin podía escucharla.

Mi corazón volvió a latir, volvió a circular la sangre. Esa noche me aferré a Adriano, nuestros corazones danzaron hasta que nuestros pies estuvieron cansados.

Adriano y yo empezamos algo especial.

Él estaba un poco ebrio, cuando llegamos a su casa quiso probar el rompope. Reímos mucho esa noche, me conto muchas anécdotas de cuando estaba pequeño, un niño una vez le agarró el trasero y lo golpeó con el bastón hasta que se cansó. Lo llamaban Daredevil, desde ese acontecimiento dice que ya no usa el bastón.

La conversación, pronto empezó a cambiar de rumbo, era más tranquila y pronto acortamos la distancia.

Tome el primer beso de Adriano.

Él se aferró a mí, sus labios eran tan suaves, tan dulces. Ese beso, fue el mejor de todos.

Adriano, jadeo ante la falta de aire, pero yo no lo dejaría escapar esa noche.

Nos encerramos en su cuarto, Adriano estaba claramente nervioso, le susurre dulces palabras en el oído

–Tranquilízate, jamás te haría daño –Adriano se estremeció.

Entre besos y caricias, cole mi mano por debajo del suéter, acaricie su piel morena, y él me regalaba dulces gemidos. Manosee su pezón derecho y Adriano se sobresaltó, lo despoje de sus pantalones y metí mi mano bajo su bóxer.

- ¡Ahh!, a...allí no.

Bese su cuello, su piel era tan suave. Su miembro ya se notaba por sobre su ropa, empecé a acariciarlo sin piedad, regando suaves mordiscos en la extensión de su cuello.

Quite su ropa. El balbuceó mi nombre.

– ¡Dalek!

Paré para tomarle atención, no quería enterarme de que lo estaba lastimando.

- ¿Qué sucede bebé?

Su jadeante respiración era excitante, sus labios estaban entreabiertos y su espalda ligeramente arqueada, sus manos apretaban las sabanas, verlo así me enternecía.

– Es... es que s...se siente raro. Nunca he hecho esto con alguien

– Si quieres puedo parar...

- ¡No!, no, no es eso, es que yo... ¿no me lastimaras?

– claro que no, jamás lo haría, eso ya lo sabes. ¿Puedo seguir bebe?

Adriano asintió, no sin antes pedirme que ponga música.

Se avergonzó después de haberlo pedido, y lo tranquilice haciéndole saber que no me molestaba. Quite mi ropa, y la música relajaba el ambiente.

-"Y cuando la gran rueda empiece a girar, nunca podrás saber las probabilidades"-

Fundimos nuestros labios apasionadamente, yo estaba sobre Adriano, acariciando cada centímetro de perlada piel. Mi boca se apodero de su pezón izquierdo y mis manos, traveseaban en su miembro y su otro pezón, él solo suspiraba y mordía sus labios por el cálido contacto.

Deslicé mis labios por su vientre, dejando suaves besos a mi paso, marcando su piel, él ahora era mío, solo mío.

Vi los bellos oscuros debajo de su ombligo y pasé mi lengua por esa parte de su cuerpo, jadeando desesperado

- ¡Ah!

Yo reí por su reacción, y bajé hasta llegar a su miembro, engulléndolo con mi cavidad bucal, y sus sonoros gemidos no se hicieron esperar.

"Si no juegas, nunca ganarás. Estábamos en el paraíso, vos y yo,"

Adriano se corrió en mi boca y derramando el líquido en mis dedos, sin pensarlo mucho, hundí uno de mis dedos en su entrada, comenzando a moverlo lentamente, en un vaivén suave, me detuve, y vi una mueca de dolor en su rostro, me detuve, iba a acariciar su rostro, pero me detuvo.

–No, no pares.

Alcanzo a decir. Lo besé para distraer su atención, ¡Dios!, sus labios eran un delirio, por largos minutos estuvimos en lo mismo, y después de haberlo preparado, giré su cuerpo de espalda hacia mí, levanté sus caderas mientras mi miembro rosaba su palpitante entrada, verlo en cuatro fue lo mejor de la noche.

Con voz gruesa y calma, susurre a su oído

– Abre más tus piernas para mi bebé.

Adriano, por primera vez, fue obediente conmigo, ya que siempre se mandaba un carácter del demonio, una vez me tiró una silla por hablar con Valentino. Vamos todos sabemos lo coqueto que es. Hasta que le aclaré que solo éramos amigos. Sentí que debía darle explicaciones, a pesar de que en ese tiempo solo éramos amigos.

Sin más, introduje mi miembro en él, sentí que casi dio un grito al cielo, y para calmarlo, afinque mi peso sobre su espalda, repartiendo besos y caricias sobre su piel, hasta que se acostumbrara.

Cuando ya no podía escuchar sus quejas, sentí que su cuerpo se relajaba, y poco a poco comencé a mover mis caderas, chocando contra su pelvis, el choque de esto se unía a los guturales gemidos de Adriano, haciéndome perder la cordura.

Mis embestidas se volvieron erráticas, aceleradas y salvajes, y mi amado gritaba mi nombre, excitándome de infinitas formas, hundía mi ser en él con fuerzas, mientras se aferraba a las sábanas lilas de la cama que acompañaban nuestra unión, yo besaba sus labios, arrebatando su aliento, todo él era mío, y la larga noche lo confirmaba.

Nuestras respiraciones agitadas y nuestras caderas aún unidas avistaron lo que me suponía, el clímax llegó a nosotros varias veces esa noche, nos extasiamos el uno al otro, nos conocimos piel a piel, ya no éramos el y yo, éramos uno solo.

Nos quedamos dormidos. La música seguía fluyendo.

- "cuando me acosté con vos y cerré mis ojos, nuestros dedos tocaron el cielo"-

El tiempo pasó volando, fin de año, y año nuevo de seguro serian mis fechas favoritas.

Adriano yo compartimos momentos inolvidables.

Nuestra relación se fortificaba cada día, me llevaba comida cuando mis turnos se ponían difíciles en el hospital; nuestra primera y última discusión, fue en San Valentín, Valentino me arrastró de viaje y en ese viaje hubo de todo.

Alcohol, mujeres bonitas, gays, de todo.

Ese no fue el principal problema, Valentino, habló solo una que otra incoherencia con tonos exagerados sobre lo que habíamos hecho, y Adriano no me hablo una semana entera.

Tuve que prácticamente acosarlo para que me escuchara.

– No tenemos de que hablar Dalek, ¡lárgate!

Ante aquel rechazo de Adriano, Valentino quiso arreglar el problema.

–Esas mujeres ni si quiera eran bonitas -Muy mal hecho. Pase mi mano por mi cabello en señal de estrés.

– Valentino, no me ayudes tanto.

– Hagan lo que quieran, yo tengo que atender a los pacientes, no tengo tiempo para perder con ustedes.

Mi paciencia se colmó, tome a Adriano como un saco de papas, con su uniforme de camarero, pataleo y grito fuertemente durante el trayecto, lo lleve atrás del local.

Empezamos a gritarnos mutuamente.

- ¡Suéltame idiota!

- ¡Adriano, regresa aquí no me dejes hablando solo!

Mi mundo empezó a cambiar en un pestañeo, Adriano estaba retorciéndose de dolor en el suelo, sostenía su cabeza, yo estaba desesperado, me olvidé de nuestra "pequeña discusión" y empecé a gritar histérico.

– Adriano, bebé ¿qué tienes?, ¡¡Diana!!, ven rápido.

Diana y Valentino salieron conmocionados, Diana empezó a llorar desesperada.

De un momento a otro Adriano se calmó, parecía aturdido, así que lo tome en brazos, el abrió sus ojos y lo baje para que pudiera espabilarse.

- ¿Adriano cariño estas bien?

No recibí respuestas. Adriano volteo su cabeza y luego me miró fijamente y me hizo una pregunta un tanto extraña.

- ¿Tu eres Dalek?

No lo note, y vagamente respondí que sí.

Adriano sonreía, no entendía porque, me agarro de la solapa de mi uniforme de enfermero y me beso.

– Dalek eres un maldito idiota y además pendejo. ¡Puedo ver!

No supe que responder, Adriano podía ver, Diana y Valentino se quedaron, igual o peor que yo.

Gracias a que Adriano pudo ver, nos olvidamos de nuestro "problemita".

Esa semana decidimos jugar carnaval e ir a la playa. Después de esos días Diana y yo lo llevamos al médico. Le hizo algunos exámenes para la semana siguiente.

Marzo, llego en un abrir y cerrar de ojos. Las hojas de los arboles eran folclóricas, Adriano y yo estábamos tan enamorados, a la primera semana de ese mes, nos reunieron en el hospital para una fiesta de despedida.

Podíamos invitar a nuestros familiares, yo invite a Adriano y a Diana, porque ellos me habían acogido, vivía con ellos, Diana dijo que la casa era grande y yo era bienvenido.

El evento se llevó a cabo en el patio más grande del hospital, todos llevábamos nuestras galas, jamás habría pensado que un mes con tan bonitos colores fuera el más catastrófico de mi vida.

Ese día iba a tener una severa discusión con Adriano después del evento, se saltó la cita con el doctor. No lo haría en la fiesta pues conociendo el carácter de Adriano, era capaz de destrozar el lugar.

Una tarima esta acomodada a lo largo del patio. El evento comenzó, Diana llego, pero Adriano no. Me asuste, varias veces le pregunte a Diana por Adriano, pero me dijo que no sabía dónde estaba.

El evento ya había avanzado bastante. Hasta que me nombraron por micrófono.

Estaba aturdido, todos aplaudían, pero yo me sentía intranquilo sin Adriano ese día.

Me premiaron como el mejor enfermero.

El siguiente número atrajo toda mi atención, era mi Adriano y estaba cantando para mí. Mi corazón se tranquilizó, Adriano era capaz de llenar mi alma con tan solo dedicarme su sonrisa.

- "Hoy vengo con mis manos llenas de sinceridad, llena de verdades"-

Mis músculos se relajaron.

Pronto mi sonrisa afloró y yo no despegaba la vista del escenario, estaba interpretando a su cantante favorito.

Era una de nuestras canciones favoritas. Incluso cuando hacíamos el amor, él ponía esa canción. La tarareaba cuando cocinaba y cantaba muchas canciones de Celedón antes de irnos a dormir.

¿Por qué se metió tan dentro de mí?

- "Porque el hombre cuando es noble se arrepiente. Te quiero con las fuerzas que no tengo, y por nada de este mundo yo te pierdo. Pero no voy a dejar todo por nada"-

Estoy casi seguro que quiso matar dos pájaros de un tiro, para que no lo regañe por faltar a su cita con el doctor.

Él siempre fue tan hermoso, tan dulce y algo violento, pero eso se le quita en la cama.

- "Por eso traigo Cuatro rosas en mis manos,

Una por cada tristeza que te he causado.

Perdona por ocultarte cosas que eran importantes.

Perdona yo no quería entender que no podía olvidarte.
Perdona haberte pedido que nos diéramos un tiempo. Perdona mi locura más grande solo a ti te quiero"-

Mi felicidad duró muy poco. Aun cuando habíamos tenido tantas sonrisas. ¿Por qué estaba llorando?, las lágrimas salían por mi rostro sin poder detenerse. Vi su rostro desde la tarima palidecer. Ya no había tiempo. Muy pronto su voz se apagó, estaba en la tarima inerte.

Los paramédicos que se encontraban allí lo auxiliaron, ¿Por qué sentía que iba caminando en el bosque tomado de su mano y que él me soltaba?

Corrí hacia él y aunque estaba a su lado no podía sentirlo.

Él no estaba conmigo.

Pasé muchas horas en la Diana de espera en "cuidados intensivos", hasta que el doctor salió. Diana había estado dormida en mis brazos, fue difícil consolarla, aun cuando yo estaba peor o igual que ella.

El doctor salió y lo que salió de sus labios pareció no tener sonido.

– No podemos hacer nada más por él, el paciente morirá. Padece cáncer y está en la última etapa.

Tome la camiseta del doctor. Con mis puños apretando sus solapas quería gritar, las palabras salían en desorden.

– Pero, ¡él pudo ver!

Mis lágrimas caían derrotadas.

Jamás había llorado por algo y menos por alguien.

– Pudo ver porque, de cierta forma las células cancerígenas en su cuerpo se estaban terminando de esparcir al haber pasado por una serie de cambios hormonales, o simplemente una gran explosión de neuronas en el cerebro. Estas células que se estaban expandiendo mataron o eliminaron de manera parcial a las células que cubrían la capa cornica del ojo. Haciendo que pudiera recuperar la vista temporalmente. Actualmente el paciente, está ciego. Pueden pasar a verlo, para despedirse.

Mi mundo se cayó a pedazos.

Si tan solo lo hubiera sabido, Diana, estaba destrozada, pasamos juntos a su habitación.

Cada uno agarro una de las manos de Adriano. El despertó y balbuceo.

– Diana ¿voy a morir? –La mayor solo asintió llorando desconsoladamente.

– No llores, yo te amo. Parece que ya no voy a poder estar obstruyendo tu camino –Diana intento interrumpirlo, pero Adriano no la dejo.

– Espero que cuando me vaya no llores mucho tiempo. Sara es muy bonita se feliz con ella. Y después, en algún momento nos volveremos a reunir.

Adriano, agarro mi mano fuertemente, yo no estaba listo para despedirme de él.

Su respiración se volvió errática. La máquina sonó como loca.

Adriano solo dijo en su último suspiro...

- ¡Dalek te amo! Nos encontraremos en nue...stra próxi...ma vi....

El pitido resonó en toda la habitación, dejando en blanco mi cabeza.

El doctor corrió, sin embargo, a mí no me parecía suficiente.

- ¡También te amo! –Gritaba desesperadamente mientras Máximo, me halaba fuera de la habitación.

Esa fue la última vez que pise el hospital.

El funeral había sido devastador para mí. Renuncie a mi empleo de enfermero.

Me quede algunos días con Diana cuidándola. Ella estaba peor que yo. No abría el restaurante por días.

Me habría gustado tener una vida con él. Ya no sonreía como siempre. Ya no era yo mismo. Lo que daría por haber evitado el momento en que choque con él.

¿En qué estoy pensando?

Adriano fue mi único y primer amor.

- "Amar puede hacer daño, algunas veces, amar puede hacer daño, pero es la única cosa que conozco. Y cuando se pone difícil, sabes que algunas veces se puede poner difícil, es la única cosa que nos hace sentir vivos."-

La última vez que hicimos el amor, Adriano puso una canción triste, marzo me había dado muchos indicios de que algo estaba mal en mi vida, me senté en el sofá y deje que la música fluyera una última vez, porque probablemente sería la última vez en la que me sentaría a recordar los mejores seis meses de mi vida.

Vi la estantería de los libros. Teníamos tres volúmenes de Álbumes en tan solo seis meses.

Su sonrisa siempre será perfecta pensé.

Lástima que ya no la pueda ver.

El agua salada volvió a correr por mis mejillas. Grité su nombre, pero el ya no podía escucharme. Ya no podía insultarme y decirme "idiota, aquí estoy".

Mi alma estaba muerta de alguna u otra manera.

Adriano se la había llevado.

Recordé que Adriano fue feliz igual que yo. Seis meses de nuestras vidas borraron años de heridas.

-"Guardamos este amor en una fotografía, construimos estos recuerdos para nosotros mismos, en donde nuestros ojos nunca se cierran, los corazones nunca se rompen, y los momentos quedan quietos, congelados para siempre."-

Pensar que puedes volverme a ver, en alguna otra vida, llena mi alma de esperanza.

Aún si nos volvemos a separar.

Sé que me volverás a encontrar.

3 de Octubre de 2020 a las 00:47 6 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Kimberly García ¡Bienvenidos! Amante de los libros por supuesto que sí, las series, los animes, los mangas y los doramas, ¡Que viva la generación Z! ¿Entre perros o gatos? ¡Me quedo con los dos! Ya que estas aquí, te invito a leer alguna de mis historias y si prefieres, ¡todas! ¿Salir o quedarse en casa? ¡Definitivamente me quedo en casa! Estudiante de derecho, odio las injusticias y sabes que otra cosa también odio ¡El plagio!

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Prince Gómez Prince Gómez
Recuerdo que tengo una amiga que lee este tipo de historias e igual se emociona! Voy a recomendársela para que la lea, porque en realidad está muy emotiva!
January 11, 2021, 04:51

  • Kimberly García Kimberly García
    Me alegra mucho que sea así, y quedo agradecida por la recomendación January 12, 2021, 00:47
Prince Gómez Prince Gómez
Acabo de terminar de leer y créeme que llego un momento en el que me emocioné. Me dolió mucho que Adriano haya muerto, pero es una experiencia que muchos hoy en día viven. No e a fácil hablar de la muerte cuando se ama a esa persona. Estuve cerca de 25 minutos leyendo sin poder quitarle ojo d encima a la lectura. Muy linda historia a pesar de todo. Las historias LGBT me llegan al corazón, y está a sido una de ellas. Muchas gracias por compartir tu arte con nosotros aquí en Inkspired. Espero que sigas subiendo muchos más libros, porque tienes mucha calidad y originalidad a la hora de escribir. ¡Felicitaciones!
January 11, 2021, 04:47

  • Kimberly García Kimberly García
    Muchas gracias, Me alegra mucho que te haya gustado. January 12, 2021, 00:46
Gabri .... Gabri ....
Me encantó tu historia, me da pena que muera Adriano pero se notaba se Dalek de verdad lo amaba, me encantó amé la historia
October 16, 2020, 00:20

~