ciamar Ciamar

Comenzó una semana antes de la noche de los muertos. Dolor. Sangre. Visiones. Al comienzo, Emilia creyó que se estaba volviendo loca. Lo que no sabía era que sus decisiones a partir de ese momento tendrían el poder de salvar o condenar a toda una ciudad. Historia participante de la copa de autores 2020, para el reto "El show del horror"


Horror Horror adolescente No para niños menores de 13.

#interactive #thehorrorshow #theauthorscup
6 / 15 CAPÍTULOS Historia interactiva
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♢ El comienzo ♢

Emilia corrió bajo la lluvia, aferrando las bolsas de compras con una mano y el impermeable con la otra. Estaba muriendo de frío, con las piernas desnudas bajo la falda y los pies solo cubiertos por unas sandalias abiertas.

Llegó a la puerta tiritando y la golpeo con los puños, intentando hacerse oír por encima de la lluvia.

Por suerte, la puerta se abrió rápidamente. Empujó a Nina a un lado para refugiarse en el calor de la casa.

El alivio fue inmediato y Emilia dejó salir un profundo suspiro. Nina se rió.

—Vaya Em, pensábamos que te habías ahogado.

Emilia le dirigió una mirada furiosa y se quitó el impermeable mojado, al igual que las inútiles sandalias. Estaba consciente de que debía estar hecha un desastre, con el cabello corto empapado y aplastado contra el cráneo y el maquillaje corrido.

Ni siquiera su vestido había podido salvarse del todo de la lluvia.

Nina tomó una de las bolsas que había dejado en el suelo y se puso a revisarla en detalle.

Emilia recogió la otra bolsa y juntas las llevaron hasta la cocina.

—¿Lo encontraste todo? —preguntó Nina.

—Si, aunque tuve que ir hasta el centro.

—¿Fuiste hasta el centro? ¿Caminando? ¿Con esta lluvia? —Marco apareció en el umbral que separaba la cocina de la sala y recorrió a Em de arriba a abajo con la mirada.

Emilia se limitó a encogerse de hombros y comenzar a sacar las cosas de las bolsas. No había nada que no hubiera podido esperar: aperitivos, dulces, pan, gaseosa…

—En mi defensa, era solo una llovizna cuando salí.

—Para que veas en lo que te estas metiendo —Laura eligió ese momento para entrar a la cocina—, Em nunca deja pasar un desafío.

—Me debes una salida —dijo Em.

Era un juego que ella y Laura habían comenzado hacía años. Se desafiaban la una a la otra a hacer todo tipo de cosas, y la que perdía debía pagar por la próxima vez que salieran a algún lugar.

Entre los cuatro sirvieron los aperitivos y los llevaron a la sala, donde se instalaron para ver una película. Había dos sillones, Laura y Nina ocuparon el más grande y Marco y Emilia fueron a sentarse en el otro.

Al comienzo, Marco se mantuvo alejado de ella, sus piernas apenas rosándose. Llevaban un mes saliendo y él aún no se atrevía a tocarla con libertad. Por suerte, no parecía importarle que ella tomara la iniciativa. Se acurrucó junto a él, estirando las piernas sobre su regazo. Marco la abrazó contra sí inmediatamente, alejando los últimos rastros de frío.


- ❃ -


Emilia se despertó con el cuello adolorido, aún acurrucada contra Marco. Todos estaban dormidos, y la televisión hacía tiempo que había quedado en negro.

Con cuidado de no despertarlo, apartó el brazo de Marco y se levantó.

Fue hasta la cocina para buscar algo de tomar. A pesar de no estar en su casa, encontró el camino con facilidad. Esa no era la primera vez que se quedaba dormida en el sillón de Nina.

Ni la décima.

Sacó un vaso a ciegas y lo llenó de agua. En ese momento, un fuerte dolor de cabeza comenzó en sus sienes y se expandió por todo su cráneo. Dejó caer el vaso, que se quebró al estrellarse contra la baldosa, salpicando agua por toda la cocina.

Ella ni siquiera lo notó.

El dolor era insoportable, peor que cualquier cosa que hubiera sentido antes. Se aferró a la mesada en un intento por mantener el equilibrio, pero sintió algo viscoso. A través de su vista borrosa pudo distinguir sangre, de un color rojo que parecía brillar en la oscuridad.

Gritó e intentó apartarse, pero resbaló y calló al suelo.

La sangre brillante estaba en todos lados, goteaba del techo y por los muebles, se acumulaba en charcos en el suelo. El dolor de cabeza se hizo aun peor y ella gritó de nuevo. Intentó cerrar los ojos, protegerse de alguna forma de ese macabro espectáculo, pero le resultó imposible.

Mira.

Susurró una voz en su cabeza

Presta atención.

Intentó pararse, escapar, pero era como si hubiera perdido por completo el control de su cuerpo.

Por favor. No huyas.

Emilia no se dio por vencida, siguió intentando moverse, luchando contra la fuerza que intentaba detenerla y finalmente consiguió liberarse. No se creía capaz de levantarse, por lo que gateó en dirección a la puerta.

Algo afilado se le clavo en el estómago, y el dolor que sentía en la cabeza se expandió a todo su cuerpo.

No huyas.

Repitió la voz.

Alguien encendió la luz, y entonces, tan repentinamente como había comenzado, todo terminó.

La sangre, la voz, el dolor de cabeza… Se encontró a si misma en el suelo de la cocina, con un trozo de vidrio enterrado en el estómago y lágrimas corriendo por su rostro.










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11 de Octubre de 2020 a las 20:05 0 Reporte Insertar Seguir historia
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