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Oscar Puissegur


Perry, un niño negro de Brooklin que logró más de lo que esperaba y su lucha por los valores familiares y la necesidad de su alma.


Cuento Todo público.

#etnico #familia #musica #raices #suburbio #valores #fama
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Nostalgias de suburbio.

Perry nació en Brooklyn, muy cerca del icónico puente que separa el barrio con Manhattan.

Negro e hijo de Alika Johnson y Derek Williams, era un niño despierto pero taciturno.

El departamento en donde vivían era pequeño y bastante pobre, de paredes altas y desgajadas,, ventanas chicas con celosías de madera y una cocina muy reducida, aunque el aseo y el orden lo hacía un lugar que daba la impronta de un verdadero hogar familiar.

El matrimonio había tenido un solo hijo, Perry, su madre dedicó su vida a educarlo y Derek solo vivía para trabajar, pagar la renta, comer y criar dignamente a su pequeño hijo.

Los tres se levantaban muy temprano por la mañana, era su ritual, desayunar juntos, hablar de los planes de la jornada, luego Derek se vestía y Alika lo abrigaba con esmero y amor. Las jornadas eran largas en la herrería donde trabajaba y llegaba al anochecer, cansado y con tremendas ganas de estar en su casa. Apenas abría la puerta aparecía corriendo Perry y se colgaba de su cuello, detrás venía Alika y tomaba su gorro de lana, su viejo abrigo, la bufanda y lo colgaba en el perchero de la entrada, Él se sentaba en su sillón preferido y una humeante taza de café ya descansaba en sus manos entibiando sus palmas.

Acto seguido y cuando su cuerpo se desentumecía, se levantaba, iba hacia la victrola, sacaba algún disco de Blues, apoyaba la púa y mientras volvía a sentarse se alcanzaba a oír el crepitar del disco viejo, gastado, y en segundos comenzaban a sonar los acordes de algún tema cadencioso y triste que explotaba en el corazón de Derek y en el alma de Perry, quien sentado sobre la alfombra al lado de su padre, se complacía al escuchar esa música con la que se había criado.

Los domingos, los tres, tomados de las manos, iban a la iglesia, el portal de la misma era amplio sus paredes de madera pintada de blanco, en su interior había diez filas de bancos de cada lado y el púlpito era pequeño, al lado había un escenario donde los coros y los músicos deleitaban con sus canciones a los fieles, quienes con sus ojos cerrados cantaban al unísono las canciones de fe que domingo tras domingo repetían.

A la edad de 10 años Perry se acomodaba junto a su padre y cantaba canciones que Él mismo había creado, Derek las oía, sus ojos se humedecían y unas pequeñas lágrimas le daban luces largas a lo largo de su rostro negro y cansado. Le gustaba tanto que pidió trabajar horas extras para poder ahorra y comprarle a Perry su primer instrumento, un banjo.

Noches enteras pasaban juntos, mientras Alika iba de aquí para allá cumpliendo sus tareas de aseo y cuidado hogareño, ella era pequeña de grandes ojos negros y cabello ensortijado, dulce y paciente, amaba a su familia y no había nada que ella no hiciera para verlos felices, Perry, solito iba aprendiendo a sacarle hermosos sonidos a ese instrumento, no solo le sacaba notas, hacía sentir, volar, el muchachito maravilla, como le decía su padre.

Amaban la música negra, la que sus antepasados le transmitieron, Derek le contaba historias de sus abuelos, el sufrimiento que debieron pasar, la desigualdad que sentían el desprecio al que eran sometidos, todo para que Perry no olvidara sus orígenes y la convicción que con el amor, todo era posible. Las charlas eran largas y en ocasiones Alika también participaba, luego juntos, los tres, cantaban y reían junto a la estufa de la sala.

Una noche de nieve eterna y a la edad de 56 años, Derek dejó de respirar, con su gorro puesto, su bufanda en el cuello y una manta que cubría sus rodillas, allí mismo, sentado en su sillón, escuchaba al joven tocar notas que se alojaron en su corazón y esos acordes que se marcharon con Él, impregnados en su alma.

Perry sufrió en silencio y a partir de ese momento comenzó a crear los blues más hermosos de los que se tenga memoria.

Su primer empleo fue en un tugurio del Bronx, al principio como mesero y luego comenzó a blusear junto a su primo Percy que tocaba la armónica, juntos silenciaban a todos mientras actuaban, el público escuchaba en absoluto silencio y solo podían hacer eso, sentir, disfrutar.

No había noche que el lugar no se llenara, todos trabajadores de clase baja que iban a beber sus miserias y a encontrarse con ellos mismos, tomaban whisky y cervezas en grandes cantidades y así poder olvidar un poco el dolor de sus ajetreados cuerpos y poder sentirse en casa solo por unas horas.

Lentamente su fama creció desde que Perry comenzó a ponerle letras a su música, su voz era cascada pero al extremo afinada y especial, todo redondeaba presentaciones inolvidables.

Al cabo de unos años, su renombre creció como por todo New York , venían a verlo de toda la ciudad y alguien poderoso logró que Perry accediera a grabar su primer disco, le pusieron a disposición a los mejores músicos del país y solo grabó con la condición que la dulce armónica de su primo Percy formara parte del disco.

Todo fue un éxito, notas, flashes, personalidades, cenas fastuosas y licor del mejor regaban las mesas donde Perry se sentaba, todos querían un autógrafo, una palabra, una foto.

Salían de gira y la gente ya los reconocía por la calle, le hacían propuestas de todo tipo, desde las más dulces hasta las más oscuras. Eran invitados a fiestas donde gordos blancos, con la servilleta en el cuello, hablaban con la boca llena escupiendo mientras reían como cerdos rodeados de aduladores, el alcohol era corriente y las putas de los burdeles le eran ofrecidas como mercancía para usar y tirar.

Cuando llegaba a su casa cenaba en silencio con Alika y comenzó a sentirse incompleto, fuera de lugar, desenfocado, cayó en la cuenta que no le gustaban las cámaras, ni los fans ni nada de esa vida le daba felicidad, es como que estaba viviendo la vida de otro, definitivamente la exposición no era lo suyo.

Habló con su representante, pero el contrato que había firmado lo obligaba a seguir tocando y recorriendo hasta terminar el mismo, había firmado su propia tortura y no volvería nunca más a meterse en semejante despropósito, y así fue, el tiempo pasó y dejó todo ese ambiente que tan lejos estaba de lo que Él realmente sentía.

Se recluyó en su casa y dejó de tocar para los demás, solo lo hacía para Él, para su madre y para Derek que, al cerrar los ojos, lo veía a su lado.

Percy, después de largas charlas y sesiones de música introspectiva, finalmente lo convenció de volver a tocar donde comenzaron, sintió ganas y fue. Bajó los cinco escalones que separaban la vereda de la entrada del lugar, abrió la puerta y cerró los ojos, el olor a tugurio lo envolvió y lo hizo sentirse en casa, muñido con su banjo original, el que su padre le había comprado, entró, miró a su alrededor y vio las paredes de ladrillos, las viejas mesas con sus sillas bien acomodadas, la barra de tragos con una tenue luz y el corazón volvió a latirle.

De a poco la gente comenzó a llegar, ahí estaban todos, los viejos amantes del blues, los antiguos amigos, los que se emocionaba con sus acordes, los que lo respetaban, los que Él amaba, Su gente, su verdadera vida.

Llegó Percy y juntos subieron al pequeño escenario, se sentaron en don baquetas altas, acercó el micrófono y la luz que llegaba del techo los iluminó, mansa, parecía que resbalaba sobre ellos y caía lánguida hasta el piso.

Perry acarició el banjo, cerró sus ojos y se dejó fluir, su música era emocionante, las notas chorreaban hasta el suelo, rebotaban y volaban por todo el lugar, algunos la podían ver, otros hasta las olían, el ambiente quedó parado en el tiempo, los acordes eran pausados, pero el carácter que lograban era delicioso.

Perry finalmente se encontró, reconoció su voz, se sintió melancólico, que era su estado natural, y junto a su música volvió a ser aquel pequeño, cantando en la diminuta sala junto a su padre.

Hoy sigue allí. Dicen que en el fondo del bar, en una mesa con poca luz y debajo de un cuadro de BB King está escondido su padre, con gorro de lana azul, una bufanda descolorida y unos grandes ojos brillosos que iluminan el lugar.

FIN

27 de Septiembre de 2020 a las 00:13 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Continuará…

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