*Basado en una historia real, los nombres de los personajes fueron cambiados para proteger la identidad de los sujetos descritos*
Esta es una historia algo graciosa (más bien penosa), de amores y desamores, verdades y mentiras, pero sobre todo con momentos tristes y alegres (más tristes que alegres). Sinceramente esta es una historia como cualquier otra, en un lugar normal y gente con una vida normal, pero a veces las historias comunes son las que más nos hacen falta, nos hacen creer que algo puede pasar, o siquiera que alguien más comparte nuestra forma de ver el mundo.
Todo comenzó un día que hablaba con una amiga llamada Daniela, comentábamos cosas al azar como el sol y el color verde (un lenguaje extraño y secreto que inventamos para referirnos a algo que no mencionaré ya que, después de todo, uno a veces debe guardarse secretos), de repente lo vi, diferente a cualquier otro, alto con piel relativamente pálida, cabello corto y marrón, aquel protagonista de esta historia.
Pasó el tiempo y hasta el día de graduación de 1° de secundaria pude saber su nombre, Vicente, lo triste era que, en mi familia, todos nuestros conocidos “Vicente” no habían hecho bien y por lo tanto temía que eso llegara a ser problema (aunque en realidad mi familia nunca se enteró de que ocurrió nada).
Comenzó un nuevo ciclo escolar, ahora 2° de secundaria, tenía tantas ansias por saber en qué grupo me tocaba y con quién pasaría los recreos; me tocó con una “amiga” llamada Teresa que por razones de la vida (supongo que yo era muy obvia) se enteró de que Vicente me gustaba y para desgracia o ventaja mía (tómenlo como gusten) resulta que Vicente era de los mejores amigos del hermano de Teresa, lo que en teoría facilitaría nuestros encuentros.
Poco a poco supe más sobre él, sabía que clases tenía, su número de locker y sus actividades deportivas, cuando me doy cuenta parecía acosadora pero la verdad me enteré por casualidades NO porque lo estuviera espiando (por favor créanme, no soy así). Por ejemplo, sabía que tenía clase de historia después que yo porque era el mismo salón, incluso él tenía el mismo asiento asignado que yo (lo que Teresa interpretó como una señal del destino... de hecho, si es bastante curioso). Aquello era algo cruel, me daba tanto miedo que acabara la clase y él estuviera ahí viéndome, juzgándome con aquellos ojos cafés mientras esperaba a que me moviera.
Gracias por leer!
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.