azurea-noctua1596667820 Azurea Noctua

Siempre es mucho lo que desconocemos de aquellos personajes que amamos. ¿Cómo fueron sus vidas antes de la primera página? ¿Qué sucedió con ellos luego de la última? A veces es imposible evitar que de nuestra imaginación surjan historias sobre sus vidas... Y esta es una de esas historias. Una joven estudiante de 5to año de Ravenclaw se escabulle cada noche a la Sala de los Menesteres, siguiendo los pasos del hombre que siempre quiso conocer. Para ella cada rastro de él es un tesoro invaluable.


Fanfiction Libros Todo público.

#fanfiction #harrypotter #severussnape #hogwarts #jkrowling #slytherin #ravenclaw #MagicWorld #secuela
Cuento corto
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La Sombra de Él

Un suave ululato me arranca de mi sueño, y la negra figura desaparece una vez más. El sonido debió formar parte de él también, ya que la escurridiza habitación en la que me encuentro no deja pasar ningún ruido del exterior, tal vez como parte de su magia, tal vez porque sabe que necesito concentrarme. Mi cara debe estar manchada de tinta de los pergaminos llenos de cálculos que estaba escribiendo. A simple vista parece una tarea de Aritmancia; cuando comencé no creí que fuera a ser tan complicado replicar el efecto de un simple artefacto muggle, pero esto probablemente no habría sido nada para él cuando tenía mi edad.

Miro el reloj que cuelga de la pared detrás de mí, son las tres de la mañana. Debo llegar al dormitorio antes de las cinco o el profesor Flitwick me matará, no creo que estos escritos me vayan a salvar del apuro. Termino la última ecuación (de paso reescribo la anterior que terminó solo en mi mejilla) y añado un par de vectores, es increíble cómo un poco de descanso puede hacer que todo encaje en su sitio como por arte de magia. Me pongo de pie por última vez esta noche, con un toque de la varita enciendo la radio y empieza a sonar el último single de Children of Wizard's Wars: If my father could see me now, se volvió mi grupo favorito desde que asistí a su Concierto de Fin de Siglo hace cuatro años. Me tiembla ligeramente el labio, mi abuela muggle suele decir que las coincidencias no existen, y aunque siempre se lo discuto, en este momento no puedo dejar de desear que tenga razón.

Aprieto brevemente la varita en un espasmo por los nervios, apunto con ella a mi oreja derecha y doy un pequeño giro a favor de las agujas del reloj, pronunciando claramente las palabras Sonitus itineris. La habitación queda en silencio, pero mi piel se eriza a la par que la música inunda mis oídos justo cuando empieza el solo de guitarra. La sensación es incluso mejor que la de esos incómodos cables muggles, parece que la música surgiera de dentro de mí. Comienzo a saltar y termino bailando de la alegría. ¡Lo conseguí! ¡No puedo creerlo! Me pregunto si él también se sentía así la primera vez. ¿Qué edad tendría? Seguro era más joven que yo, aunque ya no tengo forma de saberlo.

Termina la canción y el tic tac del reloj me saca de mi ensueño. Muevo la varita por tercera vez y los pergaminos se enrollan y van volando a acomodarse en su respectiva estantería. Saco de mi bolsillo un artefacto con forma de encendedor, y al accionarlo este absorbe las luces del candelabro que flotan hacia él de una en una. Es algo que construí a partir de unos planos que encontré en un viejo archivador que había en la Sala, parecía que alguien los había dejado ahí junto con otros escritos. No tenían nombre, así que durante un tiempo me emocionaba pensando que tal vez fueran de él. Es posible que viniera aquí también de madrugada a llevar a la práctica sus ideas, hasta que un día encontré una fecha que indicaba que quienquiera que haya sido el autor estuvo en Hogwarts mucho tiempo antes, y la luz se esfumó con la misma rapidez que apareció.

Me llevo la varita a la coronilla pronunciando el conjuro del encantamiento desilusionador más potente que conozco, y en un segundo me fundo con el aire, al menos en apariencia. Atravieso la puerta a la par que empieza a sonar Death's Master en mis oídos y llego al pasillo del séptimo piso, no puedo evitar sonreír de nuevo ante la vista de los trolls con tutú mientras camino en dirección a las escaleras. Mis pasos no rompen el silencio de la noche, nunca lo han hecho, mi madre dice que soy tan escurridiza como un zorro. La curva de mis labios aumenta al imaginar su cara cuando le cuente que ese es mi patronus. «¿Sabes? El suyo era una cierva» me diría, a veces olvida que ya lo sé. Cuando cumplí los once años le pregunté por quinta vez por qué él se había ido, y ella me respondió por vez primera y última: «Él nunca pensó en quedarse. Ni tú ni yo estuvimos en sus planes, cuando te vio su rostro se contorsionó de tantas maneras... ira, angustia, dolor, pero para mi sorpresa, y estoy segura que también la suya, la primera expresión fue de alegría. Después de eso solo volvió en una ocasión, sus ojos se abrieron como platos al ver cómo cambiabas de color al kneazle una y otra vez, cuando aún ni siquiera eras capaz de pronunciar bien su nombre. Antes de irse me dejó esto para ti». Entonces sacó un viejo cuaderno negro de debajo del colchón y me lo entregó, estaba lleno de anotaciones sobre hechizos, probablemente de la época en que estudió en Hogwarts.

Al llegar al primer escalón se me antoja tomar un desvío a otro sitio, hace varias noches que no voy y aún tengo tiempo. Así que bajo lo más rápido que puedo por la otra escalera sin hacer ruido, hasta que mis pulmones se inundan del aire frío de las mazmorras, quitándome el poco aliento que me queda. Dos pasillos más girando a la izquierda y uno a la derecha me conducen a una enorme puerta de madera negra encajada en el muro de piedra. La acaricio con mis dedos, mientras con la otra mano busco la varita. En ese momento un cubo de hielo me atraviesa el hombro y giro para encontrarme una figura traslúcida cubierta de manchas plateadas. Cualquier otro en mi lugar habría despertado a todo el castillo con sus gritos.

ꟷ Hola Barón ꟷdigo en un susurro.

ꟷ Otra vez aquí Srta. Anderson ꟷme responde con su voz ronca y profundaꟷ, le aconsejo que no entre ahí, Slughorn no volvió a su habitación esta noche.

ꟷ Debe estarse atragantando en sueños con una piña, ¿Por qué rayos las guarda en su despacho?

La comisura de sus pálidos labios se eleva un milímetro, y sus ojos grises se clavan en mi cabello. Acerca una mano sangrienta a mi rostro e intenta retirar con brusquedad un mechón negro y liso como el agua que me bloquea la vista, pero lo atraviesa.

ꟷ Sí ya sé que tengo que lavarlo por cuarta vez esta semana ꟷme burlo, pero no surte efecto. Luego de unos segundos de completo silencio me decido a preguntarꟷ ¿Solías verlo a él con frecuencia en el séptimo piso?

ꟷ Al igual que usted, solo cuando quería dejarse ver. Tenga cuidado al volver, acabo de ver a esa gata esquelética cerca del aula de Encantamientos ꟷme advierteꟷ. Filch no debe andar lejos.

ꟷ ¿Ese hombre alguna vez duerme? ꟷresoplo mientras pongo los ojos en blanco.

Una breve carcajada gutural rebota en las paredes mohosas, espantando tanto a vivos como a muertos, incluso a gatos. «Quién sabe» me dice mientras su espeluznante figura se retira flotando por el corredor. Nunca dice adiós, los modales son cosa de los vivos.

Subo corriendo los escalones de piedra en dirección a la Torre Oeste. Aunque desde que llegué a Hogwarts he intentado seguir los pasos de él, nunca lo hice desde su posición. Siempre supe que pertenecería a la casa de mi madre, y que como ella miraría desde la cima a las mazmorras, esperando verlo aparecer. La noche antes de entrar por primera vez al andén 9 3/4, cinco años atrás, se acercó a mi cama y pensando que estaba dormida comenzó a susurrar mientras acariciaba mi cabello: «Creo que, en su mente, el no volver a verte era por tu propio bien. Tú eras lo mejor de él, y no quería contagiarte con su oscuridad. Aunque, sin saberlo, te estaba condenando al mismo anhelo que lo llevó a encontrar su final».

Quedan solo veinte minutos cuando llego a mi destino. Doblada por el dolor del flato, estiro un brazo para tocar suavemente la aldaba con forma de águila, que cobra vida y me pregunta: «¿Cuánto dura encendida la llama de la vida del fénix?»

ꟷ Always. Un suave ululato me arranca de mi sueño, y la negra figura desaparece una vez más. El sonido debió formar parte de él también, ya que la escurridiza habitación en la que me encuentro no deja pasar ningún ruido del exterior, tal vez como parte de su magia, tal vez porque sabe que necesito concentrarme. Mi cara debe estar manchada de tinta de los pergaminos llenos de cálculos que estaba escribiendo. A simple vista parece una tarea de Aritmancia; cuando comencé no creí que fuera a ser tan complicado replicar el efecto de un simple artefacto muggle, pero esto probablemente no habría sido nada para él cuando tenía mi edad.

Miro el reloj que cuelga de la pared detrás de mí, son las tres de la mañana. Debo llegar al dormitorio antes de las cinco o el profesor Flitwick me matará, no creo que estos escritos me vayan a salvar del apuro. Termino la última ecuación (de paso reescribo la anterior que terminó solo en mi mejilla) y añado un par de vectores, es increíble cómo un poco de descanso puede hacer que todo encaje en su sitio como por arte de magia. Me pongo de pie por última vez esta noche, con un toque de la varita enciendo la radio y empieza a sonar el último single de Children of Wizard's Wars: If my father could see me now, se volvió mi grupo favorito desde que asistí a su Concierto de Fin de Siglo hace cuatro años. Me tiembla ligeramente el labio, mi abuela muggle suele decir que las coincidencias no existen, y aunque siempre se lo discuto, en este momento no puedo dejar de desear que tenga razón.

Aprieto brevemente la varita en un espasmo por los nervios, apunto con ella a mi oreja derecha y doy un pequeño giro a favor de las agujas del reloj, pronunciando claramente las palabras Sonitus itineris. La habitación queda en silencio, pero mi piel se eriza a la par que la música inunda mis oídos justo cuando empieza el solo de guitarra. La sensación es incluso mejor que la de esos incómodos cables muggles, parece que la música surgiera de dentro de mí. Comienzo a saltar y termino bailando de la alegría. ¡Lo conseguí! ¡No puedo creerlo! Me pregunto si él también se sentía así la primera vez. ¿Qué edad tendría? Seguro era más joven que yo, aunque ya no tengo forma de saberlo.

Termina la canción y el tic tac del reloj me saca de mi ensueño. Muevo la varita por tercera vez y los pergaminos se enrollan y van volando a acomodarse en su respectiva estantería. Saco de mi bolsillo un artefacto con forma de encendedor, y al accionarlo este absorbe las luces del candelabro que flotan hacia él de una en una. Es algo que construí a partir de unos planos que encontré en un viejo archivador que había en la Sala, parecía que alguien los había dejado ahí junto con otros escritos. No tenían nombre, así que durante un tiempo me emocionaba pensando que tal vez fueran de él. Es posible que viniera aquí también de madrugada a llevar a la práctica sus ideas, hasta que un día encontré una fecha que indicaba que quienquiera que haya sido el autor estuvo en Hogwarts mucho tiempo antes, y la luz se esfumó con la misma rapidez que apareció.

Me llevo la varita a la coronilla pronunciando el conjuro del encantamiento desilusionador más potente que conozco, y en un segundo me fundo con el aire, al menos en apariencia. Atravieso la puerta a la par que empieza a sonar Death's Master en mis oídos y llego al pasillo del séptimo piso, no puedo evitar sonreír de nuevo ante la vista de los troles con tutú mientras camino en dirección a las escaleras. Mis pasos no rompen el silencio de la noche, nunca lo han hecho, mi madre dice que soy tan escurridiza como un zorro. La curva de mis labios aumenta al imaginar su cara cuando le cuente que ese es mi patronus. «¿Sabes? El suyo era una cierva» me diría, a veces olvida que ya lo sé. Cuando cumplí los once años le pregunté por quinta vez por qué él se había ido, y ella me respondió por vez primera y última: «Él nunca pensó en quedarse. Ni tú ni yo estuvimos en sus planes, cuando te vio su rostro se contorsionó de tantas maneras... ira, angustia, dolor, pero para mi sorpresa, y estoy segura que también la suya, la primera expresión fue de alegría. Después de eso solo volvió en una ocasión, sus ojos se abrieron como platos al ver cómo cambiabas de color al kneazle una y otra vez, cuando aún ni siquiera eras capaz de pronunciar bien su nombre. Antes de irse me dejó esto para ti». Entonces sacó un viejo cuaderno negro de debajo del colchón y me lo entregó, estaba lleno de anotaciones sobre hechizos, probablemente de la época en que estudió en Hogwarts.

Al llegar al primer escalón se me antoja tomar un desvío a otro sitio, hace varias noches que no voy y aún tengo tiempo. Así que bajo lo más rápido que puedo por la otra escalera sin hacer ruido, hasta que mis pulmones se inundan del aire frío de las mazmorras, quitándome el poco aliento que me queda. Dos pasillos más girando a la izquierda y uno a la derecha me conducen a una enorme puerta de madera negra encajada en el muro de piedra. La acaricio con mis dedos, mientras con la otra mano busco la varita. En ese momento un cubo de hielo me atraviesa el hombro y giro para encontrarme una figura traslúcida cubierta de manchas plateadas. Cualquier otro en mi lugar habría despertado a todo el castillo con sus gritos.

ꟷ Hola Barón ꟷdigo en un susurro.

ꟷ Otra vez aquí Srta. Anderson ꟷme responde con su voz ronca y profundaꟷ, le aconsejo que no entre ahí, Slughorn no volvió a su habitación esta noche.

ꟷ Debe estarse atragantando en sueños con una piña, ¿Por qué rayos las guarda en su despacho?

La comisura de sus pálidos labios se eleva un milímetro, y sus ojos grises se clavan en mi cabello. Acerca una mano sangrienta a mi rostro e intenta retirar con brusquedad un mechón negro y liso como el agua que me bloquea la vista, pero lo atraviesa.

ꟷ Sí ya sé que tengo que lavarlo por cuarta vez esta semana ꟷme burlo, pero no surte efecto. Luego de unos segundos de completo silencio me decido a preguntarꟷ ¿Solías verlo a él con frecuencia en el séptimo piso?

ꟷ Al igual que usted, solo cuando quería dejarse ver. Tenga cuidado al volver, acabo de ver a esa gata esquelética cerca del aula de Encantamientos ꟷme advierteꟷ. Filch no debe andar lejos.

ꟷ ¿Ese hombre alguna vez duerme? ꟷresoplo mientras pongo los ojos en blanco.

Una breve carcajada gutural rebota en las paredes mohosas, espantando tanto a vivos como a muertos, incluso a gatos. «Quién sabe» me dice mientras su espeluznante figura se retira flotando por el corredor. Nunca dice adiós, los modales son cosa de los vivos.

Subo corriendo los escalones de piedra en dirección a la Torre Oeste. Aunque desde que llegué a Hogwarts he intentado seguir los pasos de él, nunca lo hice desde su posición. Siempre supe que pertenecería a la casa de mi madre, y que como ella miraría desde la cima a las mazmorras, esperando verlo aparecer. La noche antes de entrar por primera vez al andén 9 3/4, cinco años atrás, se acercó a mi cama y pensando que estaba dormida comenzó a susurrar mientras acariciaba mi cabello: «Creo que, en su mente, el no volver a verte era por tu propio bien. Tú eras lo mejor de él, y no quería contagiarte con su oscuridad. Aunque, sin saberlo, te estaba condenando al mismo anhelo que lo llevó a encontrar su final».

Quedan solo veinte minutos cuando llego a mi destino. Doblada por el dolor del flato, estiro un brazo para tocar suavemente la aldaba con forma de águila, que cobra vida y me pregunta: «¿Cuánto dura encendida la llama de la vida del fénix?»

ꟷ Always.

Noctua y este es mi primer fanfic y la primera historia que publico en Wattpad. Espero que les haya gustado y si es así les agradecería muchísimo que me dejen su voto y la compartan 🙏🏻.


5 de Agosto de 2020 a las 23:10 0 Reporte Insertar Seguir historia
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