jaimega27 Jaime Galobart

En un día como éste, Eric conmemora el fallecimiento de su mejor amigo enviándole una carta al cielo para que pueda leerla, contándole todo lo que a él le ocurre y sus preocupaciones. Durante la noche, un travieso demonio se meterá en sus sueños para transportarlo a Oniria. El mundo de los sueños.


Fantasía Épico No para niños menores de 13.

#fantasía #Humor #mejores-amigos #muerte #fantasma
1
338 VISITAS
En progreso
tiempo de lectura
AA Compartir

Prólogo

28 de Julio de 2009.

–¡Eric!–mi madre me llamaba desde la otra punta de la casa.

Yo me encontraba jugando a la nintendo, concretamente a un juego de pokémon como solía hacer cuando era pequeño. Levanté la mirada y respondí:


–Dime–esperé a que respondiera, pero enseguida volví a bajar la mirada a la consola.

–¿Al final llamarás a tu amigo Carlos?

Al oír esas palabras enseguida me levanté del asiento y dejé la Nintendo a un lado.


–¡¡Sii!!–me dirigí a ella emocionado. Era la primera vez que un amigo se quedaría a dormir en mi casa ya que siempre era yo quien iba a la casa de Carlos. Mi madre ya estaba preparando la cena para los cuatro.

–Pues llámalo y dile que se venga, que vamos a cenar.

–¡Genial!–dije dando saltitos de alegría hasta llegar al teléfono de mamá.

Cogí su teléfono y llamé a mi amigo Carlos. La espera se hizo algo larga. Siempre que llamaba tardaban bastante debido a que su teléfono se encontraba en otro salón de la casa. Por fin su madre me atendió al teléfono:


¿Sí?

–Hola, señorita Sandra–saludaba así debido a que ella era profesora, me dio clases en un curso y me había acostumbrado a tratarla así.

Hola, Eric–dijo con su característico tono agradable–. ¿Llamabas para que Carlos vaya a dormir a tu casa?

–Sí. Al final he convencido a mis padres. Por cierto, ¿Está Carlos disponible? Quiero decirle algo.

Lo siento, pero ahora mismo está duchándose. Ya se lo dirás cuando vaya.


–Bueno, vale.–me sentí algo decepcionado pero no me sentó muy mal.

Venga, hasta pronto–ella colgó el teléfono y yo dejé el mío sobre el marcador.

Me senté sobre el asiento y continué jugando a la Nintendo por un tiempo. Esta vez no iba a perder ese combate pokémon. Carlos iba a morder el polvo, estoy 100% seguro. Comencé a preparar mi estrategia para el combate cuando nuevamente mi madre me interrumpe pasados unos minutos.


–¿Eric?–alzó la voz.

–Dime–esta vez respondí sin levantar la vista de la Nintendo. Hasta que ella se acercó a mi posición.


–¿No viene Carlos?

–No sé. Está tardando un poco, pero vaya no creo que tarde mucho más de 15 minutos. Yo a su casa suelo tardar eso.

–Pues lleva cerca de media hora sin venir.

Fruncí el ceño y me levanté de mi asiento a llamar nuevamente a la señorita Sandra. Ella me respondió que había tenido un ligero retraso, pero que el chico había salido corriendo hacia mi casa. En sus palabras se notaba que estaba algo preocupada y que la llamase en cuanto llegara a mi casa. Me asomé por la ventana y no vi a nadie. Decidí esperar un poco más hasta que mi madre me ordenó dar una vuelta a ver si se había perdido. Solía ser yo quien se quedaba a dormir en su casa. Por tanto, puede ser que se haya perdido o que no haya llegado a mi casa sino a otra.


Rápidamente me puse mi camiseta y pantalones cortos y bajé a la urbanización. Estaba todo muy vacío. Generalmente había gente en el bar tomando algo. Eso me extrañó bastante en un principio.


–¿¡Carlos!?–pregunté sin mucho éxito. Salí del bloque de pisos en dirección a su casa.


Nada más cruzar la esquina sobre la cual había una estación de autobuses, vi al fondo una enorme multitud de gente y un coche estampado contra una tienda de la calle. Me acerqué corriendo a ver qué pasaba cuando alguien me apartó de aquello. Era un amigo de mi madre.


–¿¡Qué haces aquí!?–me miró sorprendido. No me acuerdo exactamente qué vi, pero recuerdo oír llantos y más llantos de mujeres y hombres que habían allí lo cual alimentó mi curiosidad a acercarme a aquel lugar.


–¿Qué ha pasado?–pregunté atemorizado al ver tanto llanto.

–Un accidente–suspiró–. La ambulancia está en camino. No es lugar para ti, chico. Vuelve a tu casa anda.

En ese momento alcancé a ver que alguien estaba levantando un cuerpo. Parecía el de un niño y eso hizo darme una terrible sensación. Tiré con fuerza de mi brazo que se soltó del amigo de mi madre y entré corriendo al coro de gente.


–¡¡Eh!! ¿¡Qué haces!? ¡¡Vuelve aquí!!

Ignoré al amigo de mi madre y continué corriendo. El camino se me hizo un bucle infinito. Quería ver qué había pasado, quién era el herido, doliera o no quería saberlo. Hice a una señora al lado y fue cuando vi la terrible escena. Mi corazón dio un vuelco del que no se recuperaría en años.


Allí se encontraba Carlos, tumbado en el suelo, con sangre brotando por la cabeza e inconsciente. Solo me dio tiempo a verlo unos segundos debido a que me sacaron de allí inmediatamente. Mientras tanto yo me quería zafar de ellos con todas mis fuerzas para estar con él.


–¡¡Soltadme!! ¡¡¡Soltadme!!! ¡¡Es mi mejor amigo!! ¡¡¡Carlos!!! ¡¡¡Carlos!!! ¡¡¡No!!! ¡¡¡Dejadme!!!

–Eh–el amigo de mi madre me colocó las dos manos en la cara. Mientras, unos lagrimones y una profunda respiración hicieron presencia en mí–. Tu amigo estará bien. Volvamos a casa y dejemos que la ambulancia haga su trabajo.

No pude reaccionar, ni siquiera salieron palabras de mi boca. Simplemente lloré en silencio.


El amigo de mi madre me llevó a casa, yo no paré de llorar por todo el camino y no... no podía quitarme la imagen de Carlos de mi mente. Por el camino llegó la ambulancia, yo volteé la cabeza a ver si llegaba a verle. Pero debido a la multitud no pude ver nada. En su lugar vi lo que parecía ser su nintendo tirada en la carretera. Una vez en casa, el amigo de mi madre le contó lo ocurrido y ella enseguida le hizo saber la noticia a Sandra.


Pasados algunos minutos conseguí que mi madre me tranquilizara. Se sentó a mi lado, me abrazó y me quedé con ella por un buen rato. No dije nada durante todo ese tiempo, solo llorar e intentar calmarme un poco. Mi padre salió para el hospital tras la ambulancia. Se quedaría allí toda la noche y yo decidí dormir esa noche con mi madre en la misma cama.


Sentía mucha impotencia por no poder estar con mi mejor amigo mientras estaba pasando por algo así. Siempre nos prometimos que estaría en lo bueno y en lo malo, pero en aquel entonces no podía hacer nada. Solo esperar.


***


Al día siguiente, desperté nuevamente con la imagen de mi mejor amigo brotando la sangre de su cabeza y con la noticia por parte de mi padre de que Carlos se había quedado inválido, en silla de ruedas. De por vida.

Supliqué por ir al hospital a verlo, pero aún era muy pronto. Por tanto me dijeron que no. El resto del día lo pasé con altibajos. No tenía muchos más amigos por tanto me sentí muy solo. Aún así tenía esperanzas ya que al menos no había sucedido en una muerte. Inválido es mejor que nada... pensé.


***


Pasó una semana. En la cual estaba en vilo por las operaciones que le estaban haciendo a mi amigo. Había conseguido convencer a mis padres de visitarlo hace 2 días. El chico no hablaba, solo podía verme y escucharme. Al ver en el estado que se encontraba no pude continuar en aquella sala y comencé a llorar con bastante nerviosismo. Me sacaron de allí y no pude decirle nada. El sábado me animé a coger la nintendo por primera vez después del accidente. Pero millones de recuerdos me vinieron a la mente, junto a la imagen de mi mejor amigo herido.


Rompí a llorar como nunca. Se suponía que íbamos a tener un combate pokémon, pasar una noche de risas y películas en mi casa, y dormir mientras contábamos historias de cuando éramos pequeños. También le encantaba mirar las estrellas y pensar cual estrella seríamos nosotros. No pude jugar a la nintendo. La apagué y me fui al cuarto a dibujar entre lágrimas.


***


A los dos días, le dieron el alta a Carlos. En seguida mi madre me llevó a su casa con el coche, me tiré toda la tarde hablándole aunque él aún no podía hablar nada. Solo emulaba algunos sonidos.


El resto del verano, iba cada día para estar con él junto a sus padres y hermana pequeña quien también se notaba muy afectada.


Un día me animé a llevar la nintendo y enseñarle mis progresos jugando. Decía tonterías y el chico se reía bastante. Por lo tanto la llevé cada día jugando a distintos juegos. Siempre volvía a casa jodido porque no podía estar con él como verdaderamente me gustaría.


***


Llegó el mes de septiembre y decidí comenzar el curso en Barcelona, Carlos empezaba el instituto y yo quinto de primaria. Empezamos bastante bien, Carlos era sorprendentemente cuidado por sus compañeros de curso y defendido siempre del bullyng que pudieran hacerle. Eso me relajó bastante.


Me acostumbré a la nueva normalidad de ver a mi amigo en silla de ruedas. Cada día iba a la salida del instituto a esperarlo ya que yo salía 20 minutos antes. Lo empujaba hasta llegar a casa mientras le iba hablando sobre qué tal me iba en el colegio. Me molestaba que no pudiera hablar bien. Me gustaría que tuviéramos esas largas conversaciones que teníamos antes.


Lo dejaba en la puerta de su casa y luego llegaba a mi casa a comer. Pensando en qué iba a hacer por la tarde con él.


Conseguí ingeniármelas para reconocer sus sonidos y también para hacer que hablase. Le compré una pizarra y un rotulador, de esa forma me podía pedir lo que quisiese. Llegamos a jugar a dibujar animales en poco tiempo y conseguimos reírnos de algunos dibujos que hacíamos. Había veces que me quedaba allí a dormir con él y nos íbamos al patio a mirar las estrellas como a él le gustaba.


***


El día 7 de octubre, Carlos tuvo un problema repentino de espalda, y tuvo que ser ingresado en el hospital y sometido a una operación muy difícil de vida o muerte. Tras tres días en coma y los médicos intentando reanimarlo, Carlos no pudo soportar más.


Murió el día 10 de octubre de 2009 y con él, toda mi razón de ser.


Desde aquel día, caí en una depresión profunda que fue tratada por numerosos psicólogos, medicado por un tiempo con antidepresivos. Y me negaba a hacer amigos por miedo a perderlos.


El funeral fue al día siguiente, en el cual acudió muchísima gente del pueblo. Mis padres y yo nos acabamos mudando a Extremadura como forma de escape para poder superar mis traumas y poco a poco me fui abriendo cada vez más a la gente.


CAPÍTULO 1 DE:

📷

EL DIA 10 DE OCTUBRE

2 de Julio de 2021 a las 13:15 0 Reporte Insertar Seguir historia
0
Leer el siguiente capítulo Capítulo 1: El aniversario.

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~

¿Estás disfrutando la lectura?

¡Hey! Todavía hay 2 otros capítulos en esta historia.
Para seguir leyendo, por favor regístrate o inicia sesión. ¡Gratis!

Ingresa con Facebook Ingresa con Twitter

o usa la forma tradicional de iniciar sesión