dani_jess Dan G.B.

Vivir eternamente en el tiempo ¿Alguien alguna vez pensó eso? Veía a cada niño crecer y envejecer hasta morir en cada sitio al que iba. Solo había un momento feliz en mi vida y era cuando lo encontraba a él, la única persona quien merecía todo el amor del mundo y del que yo siempre estuve enamorado. Esta vez no voy a perderte. "Porque cuanto más te conozco, bueno, más siento que te conocía de toda una vida, hace mucho tiempo atrás" Saint Motel - Old soul ● Inspirada en Old soul de Saint Motel (Específicamente ese verso). ● Pareja: YoonMin. ● Género: Fantasía, romance, drama, slice of life (algo). ● Capítulos: Prólogo+15 capítulos+Epílogo. ● Advertencias: Actualizaciones lentas. ● Autor: Dani_Jess La magia del tiempo 2020© Créditos de la ilustración de la portada a su respectivo autor.


Fanfiction Bandas/Cantantes No para niños menores de 13.

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Prólogo: Rubí

No recordaba mi edad. Había dejado de contar hacía mucho tiempo si soy honesto, no me interesaba llevar un conteo, al menos no uno que sabía no tendría ninguna importancia. Había olvidado cuando había sido niño, quienes eran mis padres o por qué esto solo parecía ocurrirme a mí.


Los años, los días, los meses y las semanas eran como agua corriendo entre mis dedos. Los veía pasar, pero no los sentía. Creo que he sido así toda la vida.

Es extraño, solo he vivido una vida, pero he visto tantas vidas vividas.


Mis amigos los he visto nacer y morir una y otra vez, en todas ellas yo los busco y comparto con ellos. Sé que no recuerdan, pero sí sé que sus almas lo hacen. La conexión que ellos sienten conmigo y que yo siento con ellos lo explica todo.


Si me hubieran preguntado hace siglos si creía en las almas, en la vida eterna, en las reencarnaciones, seguramente te hubiera respondido un no tajante, pero luego de verlo por mí mismo, comprendía cuan real era todo lo que una vez leí.


Solía ser bastante estúpido también. Cometía muchos errores y lastimé a muchas personas en mis primeros años descubriendo esto en mí. Era cruel, estaba tan enfadado con el mundo.


Me había congelado en el tiempo.


Él corría y yo parecía andar como los cangrejos, no estaba ni en el pasado ni en el futuro, no iba hacia adelante o hacia atrás. Yo caminaba hacia los lados, girando con el mundo, manteniendo mi juventud, mi salud.


Era un viejo, un anciano atrapado en el cuerpo de un hombre adulto completamente saludable.


Había descubierto algo. Había leído e investigado mucho. Al parecer había algo en mí, en mi alma que me mantenía atado a este mundo. A este plano. Era la eternidad corriendo por mis venas, era el tiempo latiendo en mi corazón.

Era el rubí que no se desgastaba en mi reloj.


Con todo el tiempo que tenía, había conocido el mundo. Lo conocía completamente. Había vivido tanto tiempo que había podido viajar con mucha facilidad, tomándome mi tiempo.


Absurdo, por cierto, no tenía tiempo. El tiempo me tenía a mí.

Aunque, siendo honestos, y a pesar de cuan abrumado me sentía algunas veces, podía sacar un poco de provecho de todo esto. Seguramente muchas personas querrían lo que yo tengo, sin embargo, no es algo que les recomiendo, es un arma de doble filo.


Especialmente cuando lo conocí a él la primera vez.


Creo que habían pasado unos trescientos años desde mi nacimiento cuando apareció por primera vez. Me pregunté quién era y qué hacía allí, porque me pareció que lo conocía desde hacía mucho, sabiendo que nunca había visto su rostro ni una sola vez en todo lo que recordaba que había vivido.


Pero lo conocía. Él era precioso, podría decir que era el ser más hermoso que una vez había pisado la Tierra.


Esa primera vez él era un tallador de madera. Vendía sus piezas en la plaza cerca de la ciudad donde había decidido instalarme por unos años, al menos hasta que los niños que nacieron murieran.


Lo sé, es despiadado, pero era la única medida de tiempo a la que recurría para ubicarme, la vida de otras personas. Solo así sabía cuantas vidas pasaban y que, aun con ello, la mía se mantenía.


Era triste. Algunas veces pensaba que me ahogaría, pero era imposible, era eterno.


Como decía, él estaba allí en esa plaza vendiendo sus obras cuando lo vi la primera vez. Parecía un ángel. Tenía esta linda y adorable sonrisa rosada, sus dientes eran pequeños y su encía sobresalía, pero no de una manera horrenda, he visto ese tipo de sonrisas. No, esta era bellísima, era casi como presenciar la salida del sol por las mañanas. Era el alba en sí mismo.


La adoraba.


Las emociones que me abrumaron en ese momento fueron escalofriantes. No voy a negar que estuve con muchas personas, fueron casi trescientos años y era débil. Pero él era todo lo contrario, más que sentir esa conocida atracción sexual, fue algo mucho más allá lo que me llamó de él.


Sus brazos llenos de heridas viejas y recientes no arruinaban su belleza. Sus manos, seguramente rusticas por el trabajo, eran como la caricia de una flor en mi mejilla. Él era tan hermoso que nadie lo merecía, ni siquiera yo, pero él si merecía todo el amor del mundo y yo quería darle el mío.


La primera vez que me acerqué en esa vida, noté sus ojos. Eran particulares, nunca había visto unos colores como esos en una persona.


Sufría heterocromía, él me lo había comentado en una de nuestras charlas. Por muchos años se rieron de esto, pero para mí eran bellísimos. El que tuviera el mar y la noche en los ojos era alucinante.


Podía sumergirme en ese océano nocturno y disfrutar del brillo de las estrellas que él parecía tener eternamente sin importar la estación o la situación a su alrededor.


Yo me enamoré perdidamente de su persona. Pensé que, si él estaba mi lado, vivir congelado en el tiempo no estaría mal. No me sentiría solo y abrumado por las vidas que pasaban delante de mí sin tregua.


Pero… él no era como yo. Él era como el resto de los demás que venían a este plano a cumplir su karma y luego seguir.


Yo estaba atrapado aquí, parecía que el karma que cargaba era mucho más grande, trescientos años no habían sido suficientes para pagarlo, pero después de conocerlo a él supe que todo lo que había vivido no era de cerca el karma que me encadenaba a este mundo.


Era él.


Nosotros nos enamoramos. Lo amaba como nunca nadie amaría a otra persona por sus sentimientos egoístas. Yo lo adoraba, era mi todo, era mi universo entero.


Pero algo sucedió, algo que rompió completamente mi corazón.


Estábamos en nuestra cabaña. Él estaba tallando otra de sus obras mientras yo nos preparaba algo de comer. Estaba feliz, por primera vez me sentía feliz, pleno y lleno de alegría. Lo tenía a él en mis brazos, podía darle toda la atención que necesitaba, todo el amor que merecía, toda la dulzura de la que era digno y mucho más.


Era afortunado.


O al menos eso pensaba.


Llevábamos años estando juntos. Él se veía tan feliz y radiante, pero de un momento a otro comenzó a marchitarse. Yo no lo entendía, aún estaba joven, pero cada día su piel se tornaba más gris, las estrellas en sus ojos desaparecían y el azul de uno de ellos perdía aquella intensidad con la que me ahogaba cuando me miraba.


Yo estaba perdiendo la cabeza. Quería frenar el tiempo, quería que se quedara conmigo, pero se lo estaban llevando, me lo estaban quitando delante de mis narices.


Fue cuando terminaba de servir nuestra comida que escuché un gran estruendo proveniente de donde él estaba. Corrí hasta él con rapidez y lo sostuve entre mis brazos mientras llamaba su nombre. No quería que se fuera, era mi vida. La única vida que sentía perder.


Él me miró, sus ojos cristalizados mientras me sonreían. Su mano fría en mi mejilla y la otra en su propio corazón. Se estaba yendo, se estaba yendo justo frente a mis ojos y no podía evitarlo.


Podría vivir eternamente, pero no tenía el poder de hacer que otros lo vivieran conmigo. Mil veces me pregunté por qué, cuando él finalmente dejó de respirar, por qué esto me ocurría a mí.


Había perdido a mi vida. Era la primera vida que realmente me dolía ver partir. Era estremecedor, casi podría describirlo como ser roto en fragmentos. Como si alguien te tomara en ese momento y con sus manos rasgara cada parte de ti, haciéndote pedacitos. Pedacitos tan pequeños que no podrías reconstruir nunca más.


Aun teniendo todo mi tiempo sería imposible de lograr.


Lo lloré por años.


Él se había ido y yo me había quedado. ¿Por qué? ¿Por qué seguía aquí si él no estaba conmigo?


Lo intenté. Intenté mil veces acabar con mi vida, pero nada parecía funcionar. Era inmune a los venenos que tomaba, a las dagas que me encajaba en el corazón. Ni siquiera la primera arma de fuego inventada pudo matarme y acabar con esta vida eterna que se había convertido en mi propio martirio.


Sin embargo, fue en una de esas ocasiones que lo volví a ver. No era como lo conocía, esta vez su cabello era más largo y… era una mujer.


Pero era él, yo lo sabía.


Su alma estaba allí conmigo, pero en ella.


Estaba por lanzarme de un acantilado cuando ella apreció. Sus ojos seguían siendo de ese hermoso color, ese océano nocturno seguía ahí, esa sonrisa rosada nunca desapareció, solo que estaban en otra persona.


Me enamoré.


Entonces descubrí que no amaba a la persona, que no solamente adoraba su belleza física y su encantadora forma de ser.


Yo estaba enamorado de su alma, de su esencia, de todo lo que él representaba en cada una de sus vidas.


Ella era una camarera. Trabajaba en un bar por las noches donde muchos hombres siempre intentaban sobrepasarse con ella, pero era tan dulce, era tan amable que aun cuando cada uno de esos hombres le decían improperios, aun cuando cada uno de ellos no merecía nada, ella los atendía cuando necesitaban alguna medicina.


Ella era una sanadora durante sus horas libres. Ella salvaba vidas.


Yo estaba encantado, enamorado y estúpidamente cautivado por su esencia. Por su alma.


Ella me salvó, yo tenía que entregarle todo de mí. Quizás era una gota de agua de todo el mar que ella merecía, pero se lo daría.


Estaba dispuesto a amarla, servirle y adorarla tal y como se lo merecía.

Y nos enamoramos.


Ella me quiso y yo la adoré.


Pero sucedió lo mismo. Empezó a marchitarse y se fue cuando la sujetaba en mis brazos. El dolor que sentí esa vez fue mil veces peor. Quería arrancarme mi propia piel con tal de dejar de sentir tanto sufrimiento.


Fue imposible.


Muchos años pasaron cuando apareció de nuevo.


Era ella otra vez. Una hermosa mujer que se presentaba en la ópera de la ciudad donde había decidido vivir. Su alma me seguía o la mía lo hacía, la verdad no lo sabía, pero agradecía encontrarla siempre que la necesitaba.


Era preciosa, era exquisita.


La adoré y la amé en esa vida también. Pero se fue…


¿Por qué siempre se va cuando la sostengo entre mis brazos? ¿Cuándo creo que nadie podrá arrebatarme la felicidad que siento cuando la amo? ¿Por qué?


Entonces, lo decidí. Cada vez que le encontraba, siendo mujer o hombre, estudiaba lo que hacía. Cómo se alimentaba, qué comía, como había sido su vida. Si su familia había sufrido alguna enfermedad y si ella la heredaba, pero nada parecía funcionar.


Siempre se marchitaba y su aliento se evaporaba al tenerla entre mis brazos.

Entonces empecé a revisarme ¿Acaso era yo? ¿Yo era quien le arrebataba la vida?


Fue difícil, pero no me acerqué a él cuando volví a encontrarlo. Me mantuve lejos, amándolo, adorándolo y siendo su sombra, velando por su bienestar.


Pero ocurrió lo mismo.


Él se fue, pero su partida fue muchísimo más dolorosa que nunca. Su vida había sido arrebatada por otras personas, había sido asesinado delante de mis ojos y yo no pude moverme para salvarlo.


Lo habían atacado y eso había deshecho cada parte de mí.


Él se fue y yo no estuve esa vida con él creyendo que lo salvaría.


Por ello, cada vez que me lo encontraba, lo amaba y lo adoraba sin detenerme otra vez. Aunque mi corazón dolía cuando se iba, tenía la esperanza de encontrarlo en la siguiente. En otra ciudad, siendo mujer o tal vez hombre, siendo tallador o sanadora, encontraba su alma y la adoraba como lo merecía.


Había pensado, pensado mucho en esos años donde no le veía buscando una solución que me diera la oportunidad de mantenerlo conmigo, sin que se marchitase entre mis brazos. Sin que su aliento fuera arrebatado de manera misteriosa mientras lo amaba.


Entonces encontré la solución.


Había vivido con el tiempo, el tiempo daba la sabiduría y yo la tenía ahora.

Me desharía de ese rubí clavado en mi pecho. Haría que se desgastase.


Esta vez no le perdería, esta vez se quedaría conmigo.

24 de Julio de 2020 a las 16:34 4 Reporte Insertar Seguir historia
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Lizzy Watson Lizzy Watson
Dije que me crearía una cuenta, por eso estoy aquí :"3
August 16, 2020, 15:43
Asred Kid Asred Kid
Amo esta historia, estoy aquí para apoyarte siempre Dani ♥️
August 04, 2020, 00:40

  • Dan G.B. Dan G.B.
    Muchas gracias ;-; August 09, 2020, 01:03
𝓭𝓲𝓪𝓷𝓪 ⚙ G 𝓭𝓲𝓪𝓷𝓪 ⚙ G
(◍•ᴗ•◍)❤
July 24, 2020, 16:43
~

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