1566617928 Francisco Rivera

Visión en tres tiempos de un personaje quizá, singular, no por ser mujer, sino por la perspectiva que asume ante sus lectores; ante las decisiones de éstos y por el resultado final.


Historias de vida Sólo para mayores de 18.

#interactive
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Janna En Presente

Esta historia interactúa con el lector o con la lectora para proporcionar lo que el personaje experimenta en su día a día.

Sus decisiones son del conocimiento de quien lee lo que ocurre a su amiga, en un Aquí y en un Ahora.

En este capítulo el personaje y quien lo lee, son juez y parte y el resultado de esto sólo es responsabilidad de uno o de otra.


Se advierte, con respeto, que no se aceptan excusas, ni se dan disculpas ante el sentido de las palabras que ambos encuentran en esta parte de la historia.

El habla es referencial y el desarrollo de situaciones o escenas de vida no está exento o libre, de cierto lenguaje soez cuando se requiere; irónico o mordaz, violento o prejuiciado también sólo para mostrar el presente de Janna.

Por lo cual dejamos hasta aquí lo dicho; lo restante lo deben apreciar en lo inmediato... Gracias.


Para continuar, escoge una decisión entre las siguientes opciones:


Janna: ¿Quién es?

Y decide si debe aceptar lo que le ocurre en su diario vivir y convivir.


Janna en su presente revela, sin ser su propósito, el desarrollo del naciente busto: sus tiernos senos vistos en un momento de juego infantil dentro del proceso lúdico de los encantados.

En un instante son palpados sin mala intención por las manos de uno de los primos con que juega cada fin de semana.

Sin dar lugar a malicia, un exceso de impulso la atrae hacia éste por ser la más próxima a sus demás hermanas y primas, mientras transcurren las rondas en el patio grande de la casona familiar.


Son juegos de desgaste de energía libre de preocupaciones e inseguridades de ninguna especie.

En esa fracción de segundo, ella piensa en ese abrupto toqueteo: brusco, divertido y bullente entre risas y gritos y siente el peso de dos manos regordetas del primo Braulio, alias El Tetas, por ser esta cualidad corporal más sobresaliente dentro de su gran estatura, volumen de cuerpo y fisonomía adquirida entre el paso de niño a púbero.

Un siguiente tras pies de otra prima, muestra por error de juego, sus blancos calzones y todo mundo estalla en risas: la primada en general al verla cómo es que se incorpora de una media vuelta, da la impresión de suspenderse unos segundos, cual toma de cámara lenta en el aire, al lograr librarse de un certero golpe de cabeza y evitar caer de costado como cualquier fardo o costal de papas.

Esa evolución del cuerpo deja estupefactas a las hermanas de Janna, como al resto de primas y primos.

Un voceo de niñas se deja escuchar y sobresale entre ellas sin duda alguna, la de Lana, quien repara en que ella va a acabar algún día o de teibolera o en acto de streap tisse completo, como ocurre en bares de medianoche y, por lo que observa en cintas de estilo americano, pasar a sr una chica a la que se le colocan billetes en bragas, sujetadores de sostenes o gorros siameses de la indumentaria de mujeres que ya no son niñas, como ellas.

En ese mostrar con frecuencia lo que visten interiormente, la vista censora de las madres, tías y particularmente Janna, se aprestan a denunciar, encarar y reprender a quien se llega a detectar cuando, desde sus perspectivas de vergüenza inmediata no se contempla la falta de recato para mostrar de más, siempre de más y, por encima de todo, lo que cubre las partes íntimas de las mujeres-.


Pero sobreviene la acción del primo Braulio, simplemente desde su ser el Tetas quien se muestra gracioso, regordete u obeso al bromear y dejar al descubierto su pecho, tras esa voltereta de Lana para mostrar al unísono de coros de primas y primos que lo animan a exaltar la acumulación de grasa en prominent pecho.

Entonces Janna le grita:

— ¡Miren a Melvin! ¡Miren a Melvin! —, e indica así, por encontrar parecido con cierto personaje paquidermo de una firma de cereales industrializados que degusta una mayoría de niños, adolescentes y jóvenes, porque casi todos son afectos al sabor del chocolate en esa presentación de arroz inflado.


Y tras ese estruendo hiriente, su recurso furioso contra ella es el de mostrar sus pechos y gritar, como desaforado:

— ¡Si la tiña fuera envidia, serías más perra que una perra…! ¡Estos son pechitos, no como los tuyos! ¡Escurridizos y apenas visibles! ¡Apenas, si tienes…! ¡Apenas, si se ven…! ¡Apenas… de penas! —, y así, deja sonrojada de ira a Janna, quien le hace muecas, saca su lengua y grita que él es sólo un pobre: ¡Chichón de marca!

En respuesta, el primo Braulio se pasea otra vez en círculo.


Vuelve a descubrirse y lo hace resaltar más, al mismo tiempo que propone a la primada de mujeres, y aún a sus propias hermanas, a que lo toquen, para constatarlo:

— ¡Del dicho, al hecho...este es mi pecho! —, y se pasea ufano con cabeza erguida, ojos en blanco y contoneando el cuerpo para detenerse un momento y combar el trasero redondo que le hace fama a su, casi figura de paquidermo irremediable.

Para acallar ese vocerío, ocurre un intervalo de burlas de las primas, principalmente dentro de ellas, las hermanas de Janna reclaman la intervención de la hermana mayor, pues, además, lo es también por edad entre las primas.


Actúa como jueza y sentencia con característica ironía: levanta su brazo derecho para hacerlos callar, luego, da su sentencia a todos los reunidos en círculo, pues los divide en dos bandos: primas y primos, hermanas y hermanos en justa mitad, para expresar lo siguiente:

— ¡Señor Jamón, Braulio Tetas! ¿Cómo están sus pechos, hoy? —, y provoca la risa escandalosa de todos, incluida Janna.

Y en el acto se vuelve a dar rienda suelta a que todos jueguen una ronda más, mientras el rechoncho primo torna a dirigir, con burla chispeante a Janna, diciendo que él, sólo él, siempre ha de tener más pecho que ella… lo que genera divisiones de risas y burlas por doquier.


Así, en ese tono, la primada, en todo momento apuesta a su familiar hilaridad, ahora convenida, tolerada y no menos escarnecida a propósito.


└ Conoce algo de Janna:


¿Quién cree ella ser lo que es, y cuánto, lo que no es...?

Y decide si debe aceptar lo que ella cree que es...


Janna tiene un soliloquio inveterado:

—Soy Janna, acabo de cumplir diez años. Tengo un crecimiento físico y un desarrollo motriz hasta cierto punto normal. Creo ser, como toda niña de mi edad, una inminente persona de diez años.

Dicen que me encuentro en estado de inocencia y que, además, poseo nivel intelectual, social y emocional muy precoz, que sorprende a la familia.

Ser la menor entre todas las mujeres y de mis hermanos y primos, contribuye a que todos me reconozcan talento, liderazgo y decisión.

No en balde, Braulio Tetas dice de mí que soy una perra

La verdad es que sí, pero no, de nadie me dejo, y ante nada me detengo.

Siendo muy pequeña, aprendo a caminar sola.

A momentos acopio para mí los juguetes con los que deseo llevar a cabo las aventuras que cuento a voz en cuello.

Cuido de intentar quitarme la burla de alguno y, por si se atreve, no respondo…

Pero también tengo y retengo para dar a quien ose importunarme o contradecir lo que hago: no, en verdad, le ha de faltar horas del día para que atosigue yo, a quien sea, pues se me dá de manera rápida tener a mi alcance cualquier recurso útil con qué, aporrear e incluso golpear a milímetros cualquier cabeza o amoratar no uno, sino los dos ojos…


Recuerdo al instante cualquier ofensa hecha en hora, día, mes y año, y no olvido, a mi modo, si hay lagunas mentales entre mis perpetradores mujeres u hombres, que, por cualquier cosa, se pasan de mi raya, y entonces les reparto en sus rompecabezas mentales cada pieza olvidada por error, y eso representa un golpe aquí, otro golpe allá y así, en sucesión punitiva…

Saben cuán rápida soy para correr y lo ágil de mi cuerpo, complexión y estatura a la hora de sortear golpes, patadas, manotazos, cabezazos y demás…

Acepto sin orgullo lo perra que soy, pues soy Janna y hasta ahora han creído que mi busto es innoble… pero ignoran la sorpresa que conservo en este lienzo que ato a mi pecho, pasando un par de vueltas como tal, y, así, se dice que soy: una sin tetas, pero cuidando en silencio la sorpresa que voy a darle a Braulio Teto-paquidermo que, pese a ser un burlón de primera, es al único que más quiero, por ser diferente a todas mis hermanas y hermanos, y sin duda, a casi toda la primada…


Siempre he sido equilibrada desde, por ejemplo, decidir caminar sola y, además, andar encantada con pie descalzo por toda la casa.

Me gana la emoción si ando en puntas de pies; no en balde la primada se sorprende ante mi golpeteo de la pelota, con ambos empeines.

Cuando siento estrés, subo hasta la azotea provista de mis diminutos shorts y empiezo a dominar la pelota, el balón de fútbol y el golpe incesante del balón de basquetbol con los empeines.

Así alterno empeine derecho y empeine izquierdo y luego regreso desde el izquierdo al derecho, hasta un punto de enrojecimiento y algo de dolor intenso, pues así constato mi resistencia a cierto límite, fuera de lo normal.

Entonces descanso apenas y se me dificulta dar paso, pero en el ejercicio constante cada vez me duelen menos los empeines y los balones de fútbol son para mí como simples pelotas de tenis…

No sólo sé golpear el balón o la pelota del material de que se trate, sino que además puedo imprimirle fuerza temeraria y lo hago con dirección y tino…

De esto, la primada da cuenta de los descontones surtidos a la primera afrenta hecha a mi persona, pero cuando molestan de más, me atengo a códigos personales siempre y cuando exista algo con qué golpear a quien se pasa de rayita de tigre.

En otras ocasiones también lo hago con latas de cerveza; de preferencia, vacías y, acaso, con botellas de plástico, a las que agrego una cantidad necesaria de agua para salir disparadas como proyectiles que chocan con testas, genitales, senos, muslos, caras o lo que se muestre de cualquier cuerpo, a modo y ante mi vista.

¿Estamos…? ¡Algo de perra soy…! ¿Alguna duda…?


Mis queridos padres afirman sorprendidos que soy quien más los imita en rasgos internos y hasta ellos no se atreven a declararse, uno ante otra y viceversa, lo que piensan de mí.

Es decir, encuentran rasgos en comportamiento diferenciado de cuando eran los niños que ven en mí.

Pero también de cuánto importuna a mi madre respecto de lo que revela mi padre, cuando asegura que en algo rebaso a lo que no es, ni alcanza a ser mi progenitor.


Entonces, para dejar de evidenciarlos, solicito siempre quién me ayude a barrer o trapear los pisos... y como cada cual se niega a una u otra faena, argumentan por separado, que, si soy la menor, no debo hacer lo que como adultos les corresponde hacer a unos u a otras, y desde ese momento en delante surge una cantaleta adversa en relación a lo que sentencia mi madre:

―...espera, no, para eso están las hermanas y los hermanos mayores...

Y eso genera mi obsesión de aseo y limpieza e inmediatamente las molestias de ellos y de ellas cuyas miradas y mascullando entre dientes, me dicen su sarta de leperadas que van a caer en cascada ante mi necia inocencia, pero genuina en su afán por limpiar y relimpiar lo que no amerita limpiar, ni asear...

Otras veces, solicito lavar platos y toda la vajilla de que se trate, pues de continuo se acumula en el fregadero y nuevamente algo semejante ocurre en materia de lavar la ropa o sacudir los muebles… pues siempre recibo negativas instantáneas... caras de contrariedad y golpes contusos y pellizcos por lo bajo de ellos o de ellas.

Entonces sobreviene la cargada general desde cualquier bando de sexo con objeto de reprimir mis intenciones de auxilio doméstico para mi madre, para su causa y trabajo de que nunca acaba en esta casa de todos bien enfadados por el robo de tiempo de vida, según eso dicen...


También sostienen, que hago evidencias de atender quehaceres que no me corresponden por edad, al dejar las iniciativas forzadas a mis hermanas y hermanos y sobre todo, cuando mis padres se encierran a entregarse como Dios manda, pues como familia open mind, así juzgan principalmente las primas, a mis padres, en sus horas de amor, que resultan incesantes, furiosas, arrebatadas, escandalosas sólo silenciadas con música de rock ácido, tecno spice o trans deep cósmic, que me hacen dudar desde estas dos últimas corrientes, que quizá lo sean, o bien se las ingenian para escudar sus estertores de placer lobuno…


Sea o no lo sea, la manera en que todo mundo debe atender deberes domésticos revienta a todo mundo.

Y, pese a mi buena intención de auxiliar a mis padres pero no, a mis hermanas y hermanos, todos, sin excepción, me mandan, a ver si la puerca ya puso su puesto, y me vetan sin boleto de regreso a la tierra de Ver Suit Vergara Bat, y sin escalas…

¿En verdad, soy la perra que soy…?


└ ¿Es ella lo que cree ser?

Y decide si debe aceptar lo que ella cree ser.



—Creo Ser Lo Que soy. Una niña con historia de diez años, como cualquiera que conozca todo lector o toda lectora.

Me refieren como esmirriada, de cabello lacio y con aire enfermizo crónico.

Algo molesta desde mi incesante tosecita de verano.

Principalmente ante quienes me tratan no sólo en casa, sino fuera de ésta.

La tosecita recurrente, no, tampoco da buena imagen a la familia, pues en los corrillos de vecinos es común escucharlos decir:

— ¿O toses o toses, Janna? —, sin quitar la vista de recriminación ante mis padres, hermanas y hermanos.


En cierto día, en conversación casual hecha en plena calle y en tránsito de acera, declaran con voz y cuello erguido y con alta sonoridad vocal para ser escuchado por peatones en circulación de hora, día y lugar circunstanciales ser una enfermiza.

En tales casos, ni me toman en cuenta y nunca falta que alguien, acaso un extraño de último momento tome en cuenta mi estado de salud y molesto, reprenda, a cierta distancia ya hecha pasos acumulados, lo siguiente:

— ¡Pinche tísica! —, sin que mi padre alcance a escucharlo; no así mi madre, quien molesta, mejor nos persuade de no mirar al maldiciente.


Precisamente en esa ocasión, quizá pasa desapercibida para algunos hermanos y hermanas, pero no para mí.

En un acomodo de circunstancias, ya visualizo el rostro del quejoso y desde mi esmirriada figura sólo acierto a mirarlo un par de veces.

Me regresa un gesto muy poderoso: el dedo índice erecto, como su miembro y los dedos infaltables, plegados, como sus testículos.


No hay inconveniente por ahora y ya busco en mi archivo mental lo que debo hacer en otro momento…

Es, si se permite decirlo así, un hato de instantes de ráfaga mental cuando me cuestiono y revaloro lo perra que, no creo, pero sí ser que lo soy…

Antes de llegar a una esquina, y atravesar una avenida, volteo y de ya, visualizo al sujeto.


Le devuelvo un recordatorio materno con mis dos brazos, en ángulo preciso y puños apretados…

Alcanzo a verlo.

Sonríe mientras me avienta cazuelas que ya no me alcanzan porque, justo en el instante en que doblamos esa esquina a pasos de la parada del transporte público, subimos rápido, en orden y como si nada ocurra, lo pasamos como una mera ocurrencia que no se ha de quedar huérfana por mi parte.


Sólo en mi cabeza coloco las piezas necesarias y me veo armando mi cubo mágico: termino colocando cada color en sus respectivas caras planas, seccionadas en cuadros más diminutos.

Mi intención procesa un ajuste en esa área de tránsito peatonal.

Sé dónde sitar la fuente de trabajo del maldiciente y con quienes se reúne a diario, y también las horas convenidas de la tarde en que su trabajo, por demanda pública, disminuye de manera harto notoria...


Para eso y más, el Creador me ha dado lo que poseo…

Y, sí, soy la perra que soy y eso lo pongo en primer término, porque cuando concibo la manera en que muerdo sin misericordia lo más preciado de ese sujeto, creído y soez, vulgar e insolente; metiche y fanfarrón, sé lo que debe ocurrirle.

Así, trabajo en el presente y luego resuelvo y lo torno en pasado: para más adelante concibo la prospectiva correspondiente y afirmo, desecho, confirmo, niego y hago silencio de Janna para ser esa perra que soy…


Esto: ¿Te molesta, amigo lector; amiga lectora?

Como deben de saber, mi madre toma conciencia de mí, desde muy pequeña.

Principalmente por ser la hija menor y actuar demasiado independiente, sabe que en mi caso tampoco gusto de recibir ayuda de hermanas y hermanos en ese orden.


Dice mi padre que tengo otro rasgo más: el de entusiasmarme con la compañía de otros niños, a como no parece serlo. hacerlo ni demostrarlo ante mis hermanas o hermanos.

Hoy, por ejemplo, sin que mi madre me pregunte, encuentro los aretes de mi hermana mayor.

Nadie sabe cómo fue esto, pues al sobrevenir un momento de distracción de ella –justo cuando después regresó su regla-, yo, sin menos duda, duermo en apariencia y mi oído de tísica capta esa recriminación materna, si por acaso, no llega Andrés.


Escucho comentar a mi madre que su mayor apuro no son esos pequeños pendientes, un regaló de mi padre a nuestra progenitora antes de florecer a tal estado materno, como al crecimiento de familia desde ese vientre mucho más joven que el de ahora.

Ahora, en ella se ahonda la preocupación de género, pues para esta hermana mayor no resulta lógico querer casarse a la siguiente semana cuando recién acaba de conocer a su patán novio: un tipo sin idea, ni con posesión de todos los vellos y cabellos del cuerpo.

Que se ha metido con él o deja que éste haga en aquella, es otra vaina, mientras sólo es un asunto de amigos y una pareja más en el mundo.


¿Eso es ejemplo de perra no pensante y sí en cambio, extralimitada...?

Como sea que sea, su periodo y sin aretes no parece posible forzar al patán novio a llevar a cabo un matrimonio sin sentido, por lo que, en ese momento, resultan malas y pésimas noticias.

Por si fuera poco, mi padre se entera de esto y actúa en reserva, con estudiada aparente ignorancia de lo que ocurre en la sucursal de la matriz de mi hermana.


Si acaso, la molestia del día es ese anuncio suicida de casarse para ocultar sospechas y de que a los meses subsecuentes deje de ser en mi caso, la más pequeña de la familia, eso, en verdad, me incomoda sobremanera.

Ser la menor y ser la perra que soy, me lleva a un estado de sorpresa respecto de saber que ser tía primeriza me hace envejecer en lo anímico y como que algo de mi perruna condición se encuentra comprometida de golpe… y sin previo aviso.

Pero la sola fortuna se asocia al encuentro de esos aretes en un momento en que los ha colocado en la parte superior del librero, y olvida dónde los deja ante ese trastorno del período, debido a la sospecha de confirmación de embarazo, pues queda de una sola pieza y la intranquiliza como antes ni siquiera imagino en ella.


Sin estar a la vista tan diminutos accesorios de arreglo de mujer, se encuentra en un estado de tensión por el extravío de su reloj biológico, nada coincidente con esa retracción de hembra ante el olfato, presencia y cercanía de un soez varón y un simple macho dispuesto a tomar a mi hermana para hacer física y química amorosa, cuantas veces lo requiere.

Destapar su libido y amar con delirio a lo hard core es algo en ella que se torna y trastorna como algo más fácil que difícil de evitar.

Tan acostumbrada al sexo duro sin cortapisas, ahora atenúa ese pesar mensual por atravesar sus veinticinco años y estar más cerca de la primera vejez a las puertas de los temidos primeros treinta años, aún no cumplidos.


El momento en que ella se introduce el baño para hacerse la prueba del Predictor, les la espera de angustia de mi madre.

Afuera de esa área de retrete y aseo con agua, en ese momento me permito intentar escalar el librero de la familia sólo para demostrar mi habilidad de trepar desde cortinas de ventanas, puertas de alcobas y cocina y subir por sus niveles magníficos para constatar el olor agradable del roble desde sus dos por tres metros cuadrados, al mismo tiempo que otear como marinero en cabrestante, la sala y el comedor y aún también el exterior de la calle en tránsito de vehículos y gente con prisas inciertas.

Al intentar bajarme, un tras pies mío cimbra el mueble, pero lo único que cae sobre mi cabeza son los aretes que, por fortuna, se encuentran entrelazados.


Bajo en el acto y al darme cuenta de esos pendientes los meto en bolsa secreta de la blusa que porto.

En un silencio tal me deslizo hasta mi cuarto donde duermen siesta mis hermanas, casi en paños menores, pues atravesamos un calor de verano de infierno pronosticado.

Sin hacer mayor ruido, traspaso piernas, caderas, bustos y me coloco en un rincón, donde saben que es mi espacio y de nadie más.


Ahora semi duermo, pero escucho, un:

— ¡Gracias, Dios Mío! —Y, también: — ¡Ya está, madre, tendré más cuidado para la próxima vez…!

Sólo resta esperar a que ella recuerde dónde puso los aretes y que mi hermana los porte como de costumbre, evitando dejarlos en otro lugar privado, como un cuarto de hotel impersonal que resulte corolario ante ese otro período, al que evita nombrar en su costumbre y lo rebautiza como el regreso de sangrés, expresado sin espacios o intervalos de ninguna índole.


Ahora elucubro para mi interior, a lo Janna:

¡Esto pasa, ahora que soy niña!

¿Qué deberá ocurrir en lo futuro, cuando me aproxime -cuando menos, a los veinte años…?


¿Dejaré de ser la perra que soy...?


FIN DE LA HISTORIA


La historia ha llegado a su fin con esta decisión.

Gracias por leer.



Para continuar escoge una decisión entre las siguientes opciones:

Quiero saber más



JANNA EN SU PASADO.


Esta historia interactúa con el lector y/o con la lectora para proporcionar lo que el personaje experimenta en el día a día de cada tiempo: ahora en su Pasado.

Las decisiones de ella son del conocimiento de quien lea lo que ocurre en este Aquí y en Este Ahora, que ya no es presente.

Es parte concluida, pues aún queda algo de vida a lo Janna.


En cuanto al tiempo en sí, presenta lo que ocurre desde un ocurrir, de donde se sustrae lo que se evoca en presente...

Cabe decir lo siguiente;

Lo que ocurre al personaje se toma de conversaciones recurrentes e ilustra lo que acaece, no lo que debiera acaecer.


Recuerda tonos y contrastes inevitables donde se colorea la marcha de los días de Janna en su pasado propio.

Que gusten o no es asunto secundario, pero para lectores y lectoras, eso es decisión de continuar leyendo en conciencia, sin obligación alguna.

Cuánto se recorre en tiempo y se experimenta en espacio y/o contexto, no resulta condescendencia personal de esta mujer protagonista de la historia.


Lo que hay ya, es lo que es.

No recupera en posibilidad humana otras repercusiones donde se moldea lo que ella trata de evitar.

Eso es, si se acepta, el pasado de lo que recuerda...


Gracias por esta antecámara y su amable paciencia para comprender la presente narración.



Para continuar, escoge una decisión entre las siguientes opciones;



└ ¿Cómo es su Pasado?

Y decide si debe aceptar lo que le ha ocurrido desde su diario vivir y convivir.




Recuerda aquellos momentos en que su madre, tías y algunas primas ven telenovelas a través de ese aparato analógico, cuando una de las hermanas de la madre tranquiliza a Janna, pasando la palma de la mano derecha sobre la cabeza de ella, al mismo tiempo que dice lo siguiente:

—Sí… estate tranquila que las niñas como tú, en nuestro continente, alcanzan pubertades precoces a como no ocurre, por lo general con las niñas de raza blanca… —, y vuelve a sonreír, para luego, agregar lo siguiente:

—Te acuerdas cuando Antonia te decía: ¡Órale, te están creciendo parejitos tus senitos...! —


Y tú sólo sonreías y te preguntaba:

— ¿Ya menstruas?… ¿Todavía, no…? —, y ella sostiene esa sonrisa.

Dao muestra fina a tez morena: pareja, perfecta desde esa dentadura bien alineada que confiere un dejo de admiración de todo mundo…


Luego, ante otra tía, yo apunto lo siguiente:

— ¡Claro, que no, tía Mary! ¿Cómo olvidarte? ¡Si nomás te la pasas apretando mis pezones en flor y a la menor distracción mía…! —, declaro entre risas maliciosas, a lo Janna, para luego encoger el cuerpo ante otra tía más llevada que la primera:

— ¡Órale, tía Olga, nomás sin hablar de bulto…! —, y ella, bien que suelta esa carcajada contagiosa, de cabrona y malilla, pero nunca matrera, sino todo desmadre, pues… literalmente, sin inmutarse ni preocuparse en ese momento de ya no tener madre viva de por medio..., ríe y ni yo, desde hace diez años, la nuestra.


En la familia de Janna no se tiene preferencias para las hermanas y los hermanos.

Todo es relucir para la Chapis; la Benjamina… la perra, dicho esto sin ofensa, y siempre para concelebrarme como Janna, sin falsa modestia.

Claro, me han visto como una boca más que siempre como por dos ó tres más, dentro del concierto de qué y cuánto alimentar a todos por igual.


Por ejemplo, a la hora de comer, ellos, los hermanos y los fines de semana, sin exclusión del número de la primada que se encuentre en ese momento de reunión y toma de alimentos, Janna propone convivir en familia, siempre, siempre y siempre, pues lo mejor de todo es la familia y en la vida se agradece al Creador por contar con una, que sea solidaria al paso de los años.

Por ejemplo, mucho ayuda cada quien con lo que traiga hasta la mesa, por mínimo necesario que resulte y colocarlo en la mesa familiar, en medio de todos los presentes.

Que siempre es bueno traer a dicho lugar común un mejor momento para compartir y degustar en familia, sin importar la mezcla de sangres y las derivaciones de apellidos.


Sí.

No resultan días de fiesta, nada más.

Más bien, son de apuros constantes que en grupo se sortean, pues el dinero se escurre antes de verlo dos veces.


En el fondo, todo guiño de tías hechas madres ya, recuerdan en Janna una manera alternativa y sorprendente de facilitar la vida en común.

De compartir la vida problemática del existir, aunque de manera tardía, sin dejar de sentir que, en esa medida de hermanos y hermanas, de primadas y de tías hadas, tal exceso de auxilio excede ese calificativo burdo de mi progenitora, al llamarme: tacita de té, un eufemismo chocante, coreado entre hermandad y parentela en segundo y tercer grados, que desde siempre repudio en todo lo alto.

Es un tipo de confesión abrupta que se deriva desde la hermana mayor:

— ¡Ora, ! ¡La apendejas! Y cuando crezca, cualquier hijo de vecino te la áan a ensartar, y ya panzona, qué más querrás hacer por ella…! —, dice así delante de cuanta familia se encuentre en ese momento…


A veces como Janna, recuerdo en años pasados el momento de ingreso a la universidad y mi torcida decisión para abandonarla en medio del desmadre, pese a que mi retoño cursa la escuela secundaria.

Cuando Janna regresa por segunda vez a la universidad, media una distancia temporal entre la primera vez y el pase automático, por el cual vuelvo a instalarse en una carrera humanística hasta que ocurre que mi hija adolescente, ala bendición del hombre que todavía dice que me ama y paso a ser madrina de su vástago, esa bendición que le deja la prima tercera. desde el momento en los dos se entienden y se animan al estudio de una carrera técnica. mientras hago lo propio en una que corresponde al área humanística, con especialidad en literatura mexicana.

Janna yo, animada hago tramitología e ingreso mediante examen y luego, en otro momento soy aceptada como madre de esa primera hija y después del advenimiento espaciado de una segunda bendición, que tengo con un pintor abstracto, un buen sujeto para hacer esa otra hija distinta en padre respecto de la primera.


A lo Janna, cierro el proyecto de concebir más familia.

Ahora trabajo por mi cuenta y sostengo con parte de ingreso propio y de lo que aporta ese extraño ¿esposo? y de la manera eventual proveniente del apoyo de la familia nuclear y extensa.

Pero el carácter lobezno mío, más temprano que tarde me lleva a djar la carrera, para ya nunca más volver a las aulas universitarias…


Así, guardo una parte de querer lo que deseo ser, y demostrarme los alcances esperados, sin que resulten como lo espero.

Nuevamente vuelvo a ser cuanto aborrezco de esa horma de mi madre…

Desde ella misma sé que ser la perra que soy, me permite resolver la vida que decido sobrellevar entre mis hijas,
con ese marido a modo y mi ser: mordiente, rabioso, cánido...


FIN DE LA HISTORIA


La historia ha llegado a su fin con esta decisión.


Gracias por leer


Para continuar escoge una decisión entre las siguientes opciones:

Quiero saber más



JANNA EN SU FUTURO.



Respecto a lo porvenir:

¿Tendrá futuro?


Ante el panorama en idea, incierto y prefigurado, el momento a construir desde la realidad de lo que soy, debo ser la manera en que establezca prioridades que transformen lo que debo ser ante quienes me conocerán en otro momento cuando en lo venidero conforme ese siguiente presente, promisorio y adecuado para instalarme en nueva vida.

No excluiré lo experimentado en aquel pasado compartido con ustedes en relación a dónde y cómo deberé proyectar mi futuro.

Si acaso cuente con éste… y no otro.


Janna, en ideal del proceso vislumbrado, es ella, en tanto personaje inmediato.

Sabe que tú, lector o lectora, aceptas o rechazas su suerte de alcanzar un porvenir de mediano plazo.

Amistades lectoras de ambos sexos, es humano pensar muy bien lo que cada ser deba decidir hacer en su vida.


Sobre todo, cuando no hay una manera clara de forjarse destino, pues a la letra, deberán leer sin que quede tiempo para excusar nuevas disculpas, como también sin especificar de qué índole sean los problemas que debo sortear.

Gracias por esta entrada y su amable paciencia para consentir leer esta narración.

Para continuar, escoge una decisión entre las siguientes opciones;



└ ¿Cómo debe ser en este futuro?

Y decide si debe aceptar lo que le deberá ocurrir en su diario vivir y convivir.



Janna se proyectó en idea de madre amorosa desde el momento en que habrá de enterarse que llevará en su vientre un hijo o hija…

No importará quién de su descendencia llegue primero, pues una sola intuición le brotará respecto de cuánto querrá a dicho ser que deberá germinar en sus entrañas…

Viéndose adulta, feliz y conservando figura, genio y mortaja de sepultura, verá cumplida esa imagen, aún joven pero madura, pues concebirá un ser extraño antes de cumplir treinta años...


Ideando rutas de traslado al trabajo, de índole no precisa, hará conciencia de que trabajar fuera de casa también le permitirá cursar una carrera universitaria, a como lo visualiza en regresión a su pasado de altibajos, debido a que nadie hasta antes de ella, ni después de sí misma, habría cursado tantos estudios hasta ese nivel en la familia nuclear.

Tampoco nadie tendrá ninguna posibilidad de hacerlo, ni se atreverá a rebasar esa vieja barrera de superación, podrida la raíz en cada miembro de la familia extensa.

Sabe que acumulará toda la experiencia posible para valerse por sí misma, pues intuirá que deberá rebasar la perspectiva de su madre.


A diferencia de aquella, imaginará ese papel dentro de un rol que aparecerá resolviendo su vida en todo, no en parte.

También reducirá de manera significativa su rol materno y se opondrá a que su hijo o hija tengan que ser apoyados en exceso.

En cambio, en esas tardes de soledad proyectará su figura materna a propósito y creará lenguajes de comunicación tales, con los cuales resolverá situaciones que deberán orillar a los hijos por mejores senderos que los suyos.


Ya sea hija o hijo dejará de pasar esfuerzos denodados para alcanzar lo que ella, seguramente, tomará como su reto con el que lidiará en ese estado de futuro.

No permitirá que se cuestione el hecho de querer ayudarles en problemas de vida a cómo cuando le ocurría en su presente anterior, y desde este, vuelto pasado mediato, ahora pondrá su atención para no cometer errores en lo porvenir.

Esa lección de tiempos y velocidades del existir le perecerá ser asunto de llegar a un momento por ley de vida, en el que deberá plantear a una u otro descendiente suyo, recrear malas imaginaciones propias, cuando cada porvenir humano deba presentarse en el escenario real, siempre diverso, por ejemplo, en el de ya no deberá angustiarse para superar los anteriores momentos pre-natales pues ya no parirá más semillas de sucesión de su carne.


A su vez, tampoco deberá aterrarse por el transcurso del embarazo de su futura progenie, siempre sombreada en interrogantes respeto del hombre que no sólo la deba inseminar en medio de compartimentaciones de amor y ternura, con esa mezcla de sexo salvaje, casi despiadado en su cuerpo y en cada zona erógena que deberá estallar e inundar en el irse orgásmico de su vuelo negro, de espiral ascendente-descendente y en requiebros de paroxismo, sudor y fluidos corporales diseminados por todas partes…

En otras circunstancias, ya sentirá el conflicto de si aceptará llegar a ser madre de acuerdo a la fatídica tradición que parece esperarla: o en desgarrar ese velo de impudicia que la lleva a desear ser madre soltera, o pasar a ser un trámite estadístico de unión de su ser y persona, sin iglesia ni contrato civil ante el Estado.

Como tampoco supondrá para ese momento, contar con una pareja que deberá estar al tanto de cuanto ocurra en lo porvenir.


De sus convicciones de arraigo – a lo perra que deberá continuar siendo- nunca abandonará el estado de embarazo en perspectiva para ser una mujer en estado de embaraza miento dual a partir de su propia naturaleza:

Ella, en esa gestación que vislumbrará como factor gestor de nuevos seres.

Él, quien deberá desear tener disposición de pareja primeriza para conjuntar y elaborar el producto en estado de embrión que tendrá que aportar entereza, mucha entereza para sortear incertidumbres resultantes como pater familia.


¿Acaso, Janna colocará más futuro en su cabeza y vislumbrar dentro de ésta a como lo pensará en otro momento por llegar, que así habrá de ser... como la perra que es?


FIN DE LA HISTORIA


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13 de Julio de 2020 a las 01:36 2 Reporte Insertar Seguir historia
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Francisco Rivera Francisco Rivera
Marco Campos: Gracias por el comentario.
December 12, 2022, 15:58
Marco Campos Marco Campos
Interesante un buen comienzó para el lector.
December 12, 2022, 01:25
~

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