andreaibs1593231720 An. Isabel Skibola

Andrés se dirigía a dar una clase de rapel cuando algo inesperado sucedió.


Cuento Todo público.

#accion #aventura #terror
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Camino al Puente

Andrés se levantó temprano a preparar el equipamiento. Llevaba años practicando rapel y ese día se disponía a dar una clase para un grupo de chicos principiantes. Era la típica persona activa y atlética que usaba sus ratos libres para practicar deportes extremos. Se reunía con su grupo de amigos para realizar el descenso desde el puente la Guairita. Desde arriba la caída libre tenía una altura de 120 metros, era un vacío que terminaba con una vegetación hermosa e hipnótica. Algunas veces se leía en los periódicos la noticia de un nuevo suicidio ocurrido en aquel puente. Aun así aquellas noticias no le perturbaban en lo absoluto y le gustaba ir en las mañanas cuando aún el sol no quemaba como una brasa ardiendo.


No solía dar clases a personas adultas, tenía malas experiencias en el pasado de toparse con principiantes desbordados de seguridad. Recordaba una de aquellas veces cuando un practicante de la policía nacional se antojó de saltar al vacío sin la compañía del instructor y como resultado tuvieron que subirlo entre todos en medio de gritos y llantos. Aquel día sería diferente, sería fácil. Era un grupo pequeño de cuatro jóvenes de entre 12 y 13 años de edad a quien enseñaría los aspectos más básicos del rapel. Era domingo y todos en la casa estaban durmiendo cuando cerró la puerta. Ya daban las 7:30 de la mañana cuando se encontraba dentro del bus dirigiéndose al puente. No había vehículos en la autopista y eso era bueno, de esa forma no tendría que preocuparse de los conductores imprudentes que amenazaban con atropellarlos.


Al bajarse del bus vio a los chicos de pie esperándolo justamente al lado del poste de luz en el que habían acordado el encuentro, al ver los rostros supo de inmediato que le iban a hacer caso y que la práctica discurriría sin pormenores. Sacó los cascos, los mosquetones, los guantes y estiró las drizas. Mientras procedía con la explicación se fue colocando los implementos, ancló driza al puente, revisó los nudos, se puso los guantes, el arnés y se subió al borde del puente. Los chicos lo observaban en silencio prestando atención a cada palabra que decía y cuando finalizó su explicación teórica les anunció que el siguiente paso era la demostración de cómo lanzarse del puente. Cuando despegó los pies del muro recordó que algo no estaba bien, su corazón se detuvo al darse cuenta que había olvidado por completo anclar el arnés a la cuerda. Ya era tarde. En un movimiento rápido intentó coger la cuerda con las manos, pero en medio del desespero se enredó y no pudo sujetarla. En un último intento de salvar su vida logró enganchar los dedos al bordillo metálico del puente; los chicos que lo observaban no entendieron el accidente que ocurría frente a sus ojos y Andrés paralizado por el terror no podía pensar en abrir la boca para pedir auxilio, así que intentó estirar el brazo derecho, éste no respondía, respiró un segundo. Las gotas de sudor frío le resbalaban por la espalda e intentó estirar el brazo izquierdo. Logró abrazar la baranda para impulsar su cuerpo hacía arriba y alzando la pierna escaló hasta quedar del otro lado. Todo había pasado en cuestión de segundos pero para él el suceso tardó toda una vida. Se dejó caer en el asfalto y el zumbido en sus oídos le hizo vomitar. Andrés no volvió a practicar rapel.

5 de Julio de 2020 a las 03:40 0 Reporte Insertar Seguir historia
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