srablablabla ces yeux

No hay manera de que el sufrimiento que me causaste fuera descrito sólo con palabras, pero aquí estoy. De nuevo, intentando superarlo, sin pensar en tu cara, tu risa, ni todo lo que me hiciste sentir. Pero lo nuestro ya terminó, y siempre hay alguien más que viene para hacernos volver a vivir, no olvidar, simplemente recordar que el mundo no se termina por algo así.


Fanfiction Comics Todo público. © todos los derechos reservados

#dolor #melodrama #angst #separación #homestuck #258 #davekat #bl
4
3.2mil VISITAS
En progreso - Nuevo capítulo Cada 30 días
tiempo de lectura
AA Compartir

Ya no te amo

Reaccionar bien no era una de sus virtudes, y tampoco evitar llorar por estupideces. Simplemente no podía evitarlo, su cerebro no era capaz de —o quizás no quería— procesar del todo las palabras que Terezi había dicho, y todavía no podía recordarlas sin que una punzada profunda y dolorosa le atravesara el pecho.


«Karkat, creo creo que deberíamos terminar con esto»


Maldita sea. Mierda, ¡mierda! Las lágrimas comenzaban a saltar con sólo pensarlo, el escozor en su garganta volvía a hacerle querer gritar de impotencia e insultarse. ¿Qué es lo que había hecho mal? Fue su carácter odioso, lleno de críticas, desconsiderado y sus gestos groseros, ¿verdad? Lo sabía, todos lo sabían, pero ahora... Ahora, es donde quería verse en el espejo, mirar fijamente sus ojos y desear que fuera diferente.

Era totalmente desagradable, vil. Se preguntaba cómo es que había podido ser tan inútil. Las lágrimas de furia salieron a borbotones, con una fuerza torrencial y desconsuelo genuino que le hacía retorcerse de dolor en su cama, mientras se preguntaba si no sería buena idea morir por el momento, al menos hasta que hubiera superado todo.

Pensó en todas las cosas que pudo haberle dicho para evitarlo, a pesar de la extraña situación en la que habían estado ambos, pues no estaban en una relación oficial, pero tampoco eran "amigos". ¿Es que había sido demasiado posesivo? ¿Meloso? ¿Insistente? El pensar que había sido así con Terezi le dio asco de sí mismo. Incapaz de darse cuenta de lo más importante, muy característico de ti, Karkat.

Y por eso ella se fue. Sin previo aviso, ni advertencia alguna, nada. Es lo que más lo había desgarrado: la había dejado ir frente a sus ojos, sin percibir mínimamente las señales que daba, sin una oportunidad para poder remediarlo. Porque no sabía si había sido su culpa, pero vamos, era lo más probable.

No sabía si había sido un tonto o simplemente hacía todo mal. Pero ahora que pensaba sobre todo eso, tal vez había sido demasiado ingenuo pensando que eso duraría para siempre, como si fuera un sueño, y como consecuencia ahora su recipiente de cariño y ternura se había vaciado por completo por alguien que lo había engañado.

Pensó en todas las cosas que pudo haber hecho para evitarlo. Podía imaginarlas, tocarlas, presenciar la expresión que ella ponía cuando las hacía.

Pero ya no había más oportunidades. No más.

Repentinamente el timbre de una canción «irónicamente irónica» resonó en el cuarto. El llanto se interrumpió por un segundo, ubicando el sonido y reconociéndolo después de unos segundos. No quería responder, y el tono personalizado que cierta persona había puesto era demasiado molesto: estaba en un momento de angustia emocional pleno y parecía como si se burlara de él.

Karkat no tenía idea de si estar agradecido o molesto. Por su complejidad emocional quizás una mezcolanza de ambas, pero no pudo parar de quejarse de dolor. Sabía muy bien a quién pertenecía esa inoportuna interrupción, y sabía aún mejor que si no descolgaba ahora seguiría sonando hasta que rompiera el celular o respondiera.

Con resignación se obligó a dejar de llorar. Inhala profundo, y haz como si nada hubiera pasado, se dijo. No podía dejar entrever con su voz que había caído de nuevo por ella. Como siempre, una, y otra, y otra vez.

Sorbió su nariz y alejó su cara de la almohada que ahogaba su llanto. Se arrastró hasta poder alcanzar la mesita de noche, y un instante de duda lo asaltó. Si por un mínimo error Dave descubría que había estado llorando se preocuparía, y él no era un bebé como para necesitar de alguien que lo cuidara.

—¿Qué quieres? —preguntó cuando descolgó con enojo. No le gustaba que lo interrumpieran en medio de una crisis, pero también le alegraba un poco que él lo llamara y así pudiera distraerse un poco.

—Hey, Karkat —saludó con indiferencia Dave al otro lado de la línea. Podía visualizarlo con sus lentes, llamando sólo para ver si estaba "sufriendo como un imbécil por alguien que no vale la pena", según Dave; y no quería admitir que lo estaba haciendo. Porque él no debía enterarse, estaba perfectamente sin su ayuda.

—Sólo quería saber si... estás disponible ahora para salir a algún lugar —dijo con el tono displicente que de alguna manera se mantenía dentro de los estándares de «cool» por ser monótono, pero sin esa cadencia sarcástica que usaba cuando hablaba en público—. Quizás al cine, vi que hay una película que podría gustarte y-

Karkat miró la pantalla del teléfono: veinte para las siete. Era muy tarde, pronto oscurecería y no le agradaba la idea de estar a solas con Dave de noche, además de que tendría que esperar a que sus ojos llorosos regresaran a la normalidad para pretender que nada había pasado.

—No, ahora no puedo —respondió secamente, sin muchos escrúpulos—; tal vez otro día —Hizo su mejor esfuerzo para que su tono de voz fuera el más normal posible, fallando rotundamente, y pensó que debería tener un poco de consideración después de que Dave se había molestado en llamarlo—. L-Lo siento.

Dave guardó silencio por unos segundos, notando el repentino tono abatido de Karkat y el esfuerzo para arreglarlo después—: Está bien; ¿entonces otro día?

Karkat no respondió, pues su mente no estaba ahí y no procesaba las palabras que oía, por lo que su cerebro activó el modo "piloto automático"—: Lo que sea —exclamó con la voz cortada; debía terminar con eso rápido—, sólo déjame en paz por una vez, ¿quieres? —No estaba seguro de poder seguir con la conversación en ese momento, con la voz nasal, quebrada y a punto de estallar en llanto de nuevo.

Colgó y volvió al ciclo infinito de llorar y lamentar su existencia después de percatarse que no podía evitar sus respuestas ásperas, ni con la persona a la que le tenía más confianza.


«Si yo fuera tú, tampoco me querría», pensó con desdén.


—☔💦

Había llorado tanto que sus ojos no podían abrirse del todo ahora y tenía sueño como para dormir un año entero. La razón: despertar en medio de la noche cada vez que tenía pesadillas, para luego tener un ataque de ansiedad que duraba lo que Dios quisiera.

La definición de una buena noche de sueño, claro que sí.

Era un martes, por lo que no podía darse el lujo de faltar al colegio por una ridiculez como el mal de amores, y con sólo pensarlo sabía que estaría enfadado todo el día por no poder cumplir sus caprichos; sin mencionar haberse desgastado emocionalmente la noche anterior. Si usualmente su humor era uno bastante gruñón, ahora era más que insoportable.

No quería comer, sólo terminar con ese día de mierda y distraerse durmiendo para apaciguar el dolor. No tenía ganas de hablar con nadie, ni pensar en nada además de todos sus malditos errores.

Para salir se vistió con algo aburrido: sudadera negra, pantalones grises y su cara enfurruñada de todos los días como accesorio. No se molestó en cepillar su cabello, pues le parecía inútil en ese punto. Simplemente pasó sus dedos a través de él y pensó que se veía horrible.

Se sentía como la mismísima mierda, y no sabía si podría sobrellevar el ver a Terezi con su mejor amigo juntos, como si nada, en el pasillo, tomándose de la mano, mientras él... ugh. Él, bueno; él estaría llorando en el baño cuando no lo vieran.

Recordaba perfectamente a Gamzee Makara, ése maldito hipócrita. No podía creer que alguna vez lo había considerado un amigo. Le vino a la mente cuando Kanaya le había mencionado alguna vez que a ella no le agradaba del todo, y que en un principio le había dado mala espina, pero él había pensado que era sólo otra de sus corazonadas. Ahora se daba cuenta del por qué.

Demasiado tarde, como siempre.

Era una putísima mierda. Mal, mal, todo lo hacía mal. ¿Por qué todo no podía acabar de una buena vez? ¿No podía caerle un rayo encima, o alguna cosa igual de ridícula?

Ugh. Frunció el ceño e hizo una mueca.

—Karkat, espera —le llamó una voz familiar con preocupación acercándose a él. Pasando desapercibido, Dave Strider lo había seguido hasta la entrada de la escuela, y ahora que estaba cerca podía hablar con sutileza—. ¿Estás mejor?

—¿Tú qué crees? —espetó Karkat con veneno y hartazgo. Quería estar solo, sin ninguna distracción que pudiera causarle más inseguridad y vergüenza de la que ya tenía. Al fondo de su cabeza podía escuchar el susurro de un "Se está burlando de ti", como si ahora no pudiera confiar en absolutamente nadie.

Dave suspiró con pesadez y empezó de nuevo—. Quería hablar contigo sobre eso, pero... —Hizo una pausa para escoger sus palabras, sabiendo que Karkat podía ser muy impulsivo y que debía tener mucha paciencia con él.

—No quiero ni siquiera tocar el tema, ¿vale? —repitió con irritación y el ceño fruncido—. Y mucho menos contigo.

Dave comenzó a exasperarse por la terquedad de su amigo, sin tener idea de cómo encaminar la conversación sin que Karkat se pusiera a la defensiva—. Si me dejaras explica-

—No quiero saber nada de eso, ¿me oíste? —dejó de caminar y enfrentó cara a cara al rubio.

—Maldita sea, Karkat —Dave dio un paso atrás en un intento de calmar su humor, pero un súbito resentimiento se apoderó de su boca, como si todo lo que nunca recibió, esa paciencia no recíproca y la rabia acumulada salieran repentinamente.

—¿Sabes? No me sorprende el que ella se haya ido —dijo en un arrebato de enojo, harto de insistir, harto de soportar las palabras hirientes del azabache sin una disculpa cuando únicamente trataba de ayudar y que él no hiciera caso a ninguno de sus consejos sólo por ser testarudo.

Sólo cuando los ojos grises de Karkat lo observaron con una sorpresa dolida y decepción fue que se dio cuenta de que lo había arruinado todo.

Hizo su mejor esfuerzo para arreglarlo, inhalando profundamente y lamentando no tener la sensibilidad suficiente para dirigir la conversación de manera adecuada. Pensó en alejarse rápidamente de ahí, sin embargo, ya había metido la pata. La culpa habló por él entonces, ahora inseguro—: M-Me refiero a que siempre tienes esa actitud irritada no es agradable, y sé que es difícil cambiarlo, pero si lo hicieras tal vez...

—Cállate —espetó en un susurro el azabache—. Cierra la puta boca, Strider, no quiero oírte decir una palabra más —lo calló con una amenaza tangible en su voz.

Sin poder controlarlo comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos, frunciendo el entrecejo por lo doloroso que era, porque era verdad, pero viniendo de alguien en quien recién había comenzado a considerar un amigo y creía nunca le diría algo así le causó una decepción profunda.

—¿Podrías calmarte... por un segundo? —preguntó con molestia Dave, molestia de dejar que sus emociones intervinieran y mandaran todo al carajo, pero aún con una calma desanimada y culpable. Hizo una mueca y suspiró—. No quiero que lo malinterpretes, ¿vale? Sólo-

—¿Por qué debería calmarme, si tú eres quien empezó con esto? —contraatacó Karkat, un tono agrio saliendo de su boca. Estaba cegado por la furia, impotencia y desesperación de no poder contemplar que Dave le había dicho lo impensable.

Karkat le dio la espalda, un ataque de ansiedad y miedo saliendo desde el fondo de su alma. Ella lo había dejado por su forma de ser, por ser un cretino, por no ser lo suficientemente considerado, por el solo hecho de ser Karkat Vantas.

—Karkat —le llamó Dave desde atrás, pero no se molestó en voltear. Estaba retraído en sus pensamientos, muy ocupado pensando en cómo hubieran sido las cosas si hubiera actuado de esa forma y sin poder contener el llanto para más tarde—. Karkat, ¿me estás escuchando...?

—Vantas —le llamó por su apellido con severidad y lo tomó de sus hombros para que lo viera a los ojos—. Escúchame, por el amor de Dios —suplicó, y cuando vio sus ojos llorosos suavizó su expresión. Karkat se alejó rápidamente de su agarre y frunció el ceño cerrando los ojos para que las lágrimas no salieran.

—Aléjate, Strider —murmuró en un hilo de voz—, no quiero verte.

Dave no dijo nada, soltó su agarre y dio media vuelta, no sin antes mirar el semblante débil de Karkat con lástima.


—☔💦

Desde el incidente de la mañana no había vuelto a hablar con Dave, pero no era de mucha importancia ahora que tenía en frente a Terezi. Era extremadamente difícil mantener a raya el impulso de hablar con ella o buscar al menos la más minúscula de sus miradas.

Química era la única clase que compartía con ella, y eso se había convertido en un martirio. Estar ahí sin poder mover un dedo por la ansiedad de haber sido reemplazado o de darse cuenta de que en realidad no le había importado lo suficiente, y la prueba latente de que no era un sueño era Gamzee a su lado.

Su respiración se entrecortaba al reconocer su semblante sereno e impasible ante el hecho de que él estuviera algunos asientos atrás. Quizás ya sabía que él estaría esperando el momento apropiado para acercársele, pero estaría demasiado aletargado por la tristeza como para hacerlo y sólo se limitaría a observar.

Alejó la mirada de ellos, pero la garganta se le cerró lentamente. Un nudo de tristeza lo sofocaba, y no quería mostrarlo, pero era incontrolable. Tu culpa, fue tuya y de nadie más. Ella sólo quería a alguien en quien confiar, y no fuiste suficiente. No fuiste suficiente.


De sus párpados goteaban lágrimas, y los cerró.


Siempre había sido de esa manera, siempre has sido así.


Su ceño se frunció, y su corazón paró.


Siempre estarás solo, porque no puedes cambiarlo.


Dejó de respirar y un pequeño sollozo salió, tan débil como él lo era.

Una opresión enorme hizo que su pecho se retorciera, como si no pudiera respirar. Como si buscara desesperadamente algo que aliviara su dolor en algo que ya no estaba. Su cabeza se hizo pesada, sus emociones se congelaron y recordó.

Cuando había entrado a clase y tenía miedo, pero lo ocultó con una mala cara porque no le gustaba esa sensación. Cuando había hecho pareja con Terezi para algún proyecto y habían comenzado a hablar seguido. Cuando la había invitado a tomar el almuerzo y habían pasado un buen rato compartiendo sus gustos.

Cuando eran felices sin cuestionarse nada, ignorando las dudas que ambos tenían sobre el pequeño secreto que ocultaban y del que nadie debía enterarse. Porque ambos estaban cegados ahora, y a pesar de que Karkat alguna vez se había cuestionado si había algún problema en decir que eran pareja, no cuestionó la voluntad de Terezi.

Recordó cómo con el tiempo se había aferrado a su presencia.

Deshizo el nudo que apretaba su garganta en un sollozo lastimero. Quería reprimirlo, el sentimiento de culpa que le invadía cuando estaba frente a ellos. Trataba con todas sus fuerzas de mantenerlo a raya, pero se desbordaba. De sus ojos, de las paredes, el eco ruidoso de la naturalidad de los demás mientras él sufría.

No podía hacerlo por mucho más, pronto llegaría a su límite y sería algo mucho peor. Pero no era capaz. El dolor lo inmovilizaba y atrapaba en el bucle de recordar, sufrir, recordar. Se sentía solo, una soledad mordaz que lo lastimaba.

No quería sufrir más, se negaba, pero estaba fuera de su alcance controlarlo; o eso parecía. Pensaba sin parar. Pensaba que tal vez era el idiota del cuento, que la princesa había sido salvada de la bestia, que ahora estaría mucho mejor con su príncipe verdadero. Que a pesar de ser el personaje incidental pudiera suplicarle un poco más.

«Por favor, no me dejes» hubiera querido decirte, rogarte, pero quizás no era el momento adecuado. Quizás era sólo una impresión momentánea, el que Terezi estuviera incómoda junto con su presencia, y que los gestos que se habían vuelto cotidianos ahora estuvieran fuera de lugar. Pero después de todo lo que habían pasado no podría hacerle algo así... ¿verdad?


«¿Qué hice mal?» quería preguntarte, para intentar cambiar y que todo volviera a ser como antes.

«¿De quién fue la culpa?» quería saber, para evitar que pasara de nuevo en alguna ocasión.

Quizás te habría preguntado todo eso si no tuviera tanto miedo de dejarte ir. Quizás lo hubiera dicho, mencionado, sutilmente para no molestar con cosas inoportunas como eso... Quizás, pero ahora ahora sólo seré un recuerdo. Porque vine para contemplarte sólo por un pequeño rato, tan corto como una exhalación.

Me hubiera gustado que en este momento pudiera dejar de llorar, y en vez de estar solo y apartado, estuviéramos teniendo una charla como las de siempre, antes de que el profesor llegara y tuviéramos que comunicarnos con miradas.

Extraño esos detalles, cuando con sólo una mirada me llenaba de confianza para hacer lo que temía, o las risas que me llenaban de alegría al pensar que aunque no compartiera el sentimiento, si te hacía feliz yo podía serlo también. Pero ahora por favor, perdóname.


Lo siento, no puedo salvarme ahora.

Has hecho lo imposible para terminar conmigo, y nunca lo hubiera pensado. Ahora no sé cómo vivir.

Perdóname, ya no sé cómo hacerlo.

¿Cómo lo dejamos ir? En manera y situación, ¿o es que las circunstancias no habían sido las adecuadas para que te mantuvieras a mi lado?

Creo que esto sería lo mejor.

Eso quería pensar. Tú lo creías, yo no. Quizás porque éramos diferentes en corazón y alma: tú versátil, con una agitación que te llevaba a todos lados. Era la energía incandescente con la que actuabas, pero a la vez te arrastraba. Y yo, con una voluntad tan débil, que no sabía cómo reaccionar, cómo superarlo, porque ya me había aferrado al pensamiento de que pertenecía a alguien. Que alguien me amaba.


«Lo siento; de verdad lo siento.»


«Ya no te amo.»


3 de Julio de 2020 a las 05:21 0 Reporte Insertar Seguir historia
0
Leer el siguiente capítulo Perdón

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~

¿Estás disfrutando la lectura?

¡Hey! Todavía hay 1 otros capítulos en esta historia.
Para seguir leyendo, por favor regístrate o inicia sesión. ¡Gratis!

Ingresa con Facebook Ingresa con Twitter

o usa la forma tradicional de iniciar sesión