1566617928 Francisco Rivera

Una reconstrucción de vida de vez en vez, no hace daño... Jenna Black lo sabe y lo aplica con sistemático acierto, aún ante el mundo de ellas, tan impredecibles, como fatalmente hermosas...


Acción Sólo para mayores de 18. © Autoría propia

#interactive
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Algo en su vida

Espera en demora


"Cintura Pequeña", de reloj de arena, es una chica de abdomen plano.

Interesada en la muestra gratuita y generosa de esa área corporal, muestra orgullosa el tatuaje de almendra que cubre el perfecto ombligo, adornado éste con una perla blanca y diminuta, semejando la última gota de rocío a punto de evaporarse con gracia y desenfado desde ella.


Evoca, para todo mirón irredento, cifrado de mensaje subliminal a manera de método de afirmaciones simétricas, delicadeza e inconsciencia consciente, que estudia con cautela y voluptuosidad desde ese insistente mirar ante el espejo que la recrea de cuerpo entero, desnudo y fiel, cada mañana que despunta o no, el sol de todos nosotros.

Observa la concentricidad de ese orificio donde en regresión de tiempo, en ese proceso de partenogénesis, está atenida al alimento de la madre vestal que la pare a la usanza rarámuri, dieciocho años atrás...


En modo subliminal, ella es, entre otras consideraciones, lo siguiente:

Ese curvado ser, que Jenna Black "topa" aquella incierta mañana en la calle de Bolívar.


Aparece en una de sus aceras, y muestra silencio cómplice en sedicente mirada.

Un sempiterno olor corporal desprende desde ella, proveniente de un ignoto fenómeno que abre su compás femenino para romper el tedio y el silencio de quienes transitan de modo inusual, en ese rumbo.


Entonces, a lo Jenna Black, quien está en fuga desde el oriente de la ciudad capital, busca en la región norte o bien, indeciso, supone regresar al Zócalo para propiciar, ante los dioses ancestros, un permiso especial con qué atenuar la furia de la vida trágica, que, de vez en vez, le envía el terrible numen de la incertidumbre y la mortificación... el mismísimo Tezcatlipoca.

Su reverenciado temor a bajar al submundo inmediato de la estación del metro Zócalo o tan sólo pensar en un ingreso inevitable, lo pasma:


La gente, los herederos de esa anterior realidad, sólo ven la sinuosidad de concreto y del piso por donde caminan, con propósitos tan diferentes, como baladíes...

¿Por qué extraña razón, yo sí veo la estilización de las fauces de dicha serpiente emplumada, en cuya boca de ingreso-salida de transeúntes, los hace ascender y descender para alimentar su cavidad ventral? —, concluye con un mutis ruin en su rostro escarificado.


Tal sierpe, adosa luces interiores de escaparates y muestrario de lo diverso citadino y contiene algo más: la exhibición de libros.

Y, el área de presentación de autores o la colocación de objetos y afiches que, incluso, en la toma de alimentos, resulta un modo de presenciar comer y volverse actores en ingestas rápidas de comida chatarra.


Luego, hace acto de acompasar lo que fluye en rememoración inconsciente de antiguas aguas subterráneas representadas en riadas humanas que discurren en todas direcciones...como en el meandro imaginario de la Catedral Metropolitana de esta ciudad capital, cuya interferencia religiosa monta sobre el antiguo centro ceremonial, y tapa sus construcciones para negar y sepultar la fuerza "demoníaca" de las deidades mexicas a través de la acción cristiana defensora de la cruz, del rosario, del agua bendita y de la sangre, a todas luces "opuestas y antagónicas" contra esos dioses tutelares del panteón tenochca y mesoamericano, como ocurre con el terrible, temido y reverenciado Tezcatlipoca.

Así, esa mañana memorable, la "Reina" aparece magnífica, poderosa en su centro sexual y su radiante voluptuosidad, y donde la carne de hembra en estado de gracia arrebata mirada a este Jenna Black, mediante electrizante andar que frena los pasos de su desgarbada figura de macho irredento.


"A mi lenta y montuna indiferencia, espeta en rostro pleno, lo que ella es ante cualquier sujeto como yo: y no veo ni puta, ni santa y sí, en cambio, toda ella, mujer de hechura milimétrica por la mano creadora del universo, destellando femineidad en sinuosidades impredecibles, con rostro agraciado y tentaciones corporales ante ojos vistas...

Ahí nace su leyenda y el diario vivir desde ella, donde el serpenteo ondulado en el vaivén del regazo, de las caderas y del sostenimiento hermoso de pies, piernas y muslos, acompañan la serenidad de su incógnita de mujer, no apta para ser dilucidada por cualquier varón e incluso, ante todo el género opuesto desde ella...


En esto y algo más, ella es la "Reina"...

Siempre algo más, de lo más e insondable... en el ser femenino y su ignota esencia..."


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Jenna Black en solitario


Jenna Black parece de nueva cuenta sobre una cuadra de la calle de Bolívar.

Desde la acera derecha se dirige en silencio hasta la intersección distante de Doctor Río de La Loza.


No regresa hacia la Avenida Chapultepec por causa del horario y para hacer tiempo al tiempo, emprende sus pasos furtivos hasta José María Izazaga.

Duda en ingresar a la entrada-salida de la estación del metro Isabel La Católica.


En cuestión de segundos opta por caminar desde ahí a Veinte de Noviembre.

Una vez hecho esto, dirige la continuidad de sus pasos hasta una de las entradas-salidas de la estación del metro Zócalo.


Aún vuelve a dudar si ella, la "Reina Cintura-Pequeña" le ha solicitado su espera en la entrada, sin ingresar a ese corredor de submundo o apostarse también afuera, en ese egreso-ingreso heterogéneo que comunica al exterior de la Catedral de la Ciudad de México.

Claro, siempre ateo, prefiere apostarse dando la espalda a la fachada próxima de Palacio Nacional.


Si la suerte es propicia, deleita su vista con el ondear de la inmensa bandera nacional y aprecia el atisbo de turistas locales y extranjeros, que siempre le resulta sedante...porque, con dicha "Reina", las circunstancias saltan como conejos salidos de chistera de mago ante presencia de incautos o azorados niños imaginados, dispuestos a ahorcar a esos peludos animalitos o cuando menos, zarandear los para saber si esconden algo más que sus bolitas de excremento y terminar de explicar ese movimiento nervioso de sus hocicos y cuerpo de felpa... y que a él tranquiliza por completo.

Tras avistar grupos de turistas franceses, españoles y japoneses que se integran en un compacto contingente, el guía explica en esos idiomas, lo cual agrada a Jenna Black, pues se progresa en la formación de recursos humanos políglotas, contestando cortés a preguntas de viajeros y dejándoles admirar las dimensiones perimetrales del Zócalo, de sus construcciones alrededor y sobre todo, de los vestigios del Templo Mayor, donde la "Regina" sugiere alcanzar la muerte, abriendo el pecho y arrancando el corazón bullente.


En un salpicar con su sangre de moza, rostros, adoratorio, escalinatas y a los mismísimos sacrificadores en tales historias.

En esos deslices sanguinolentos, Jenna Black la ama, extasiado, confiesa debilidad de Drácula, mientras besa su cuello con ardor tal que, combustiona la pasión de ambos, entregados al sexo duro y sin reparo, muy en el tono de The Dance of Death en "Montsegur", con Iron Maiden de testigos auditivos extremos...

Él, dispuesto a sacar provecho de la experiencia, decide probar por su cuenta, la tentación del gimnasio.

Ahora, como empresario y promotor de la salud de mujeres en comunidad.


Junto a la "Reina", se encuentran en estado de "ahorro, hasta lo indecible", cuando en verdad, complace de manera total y frontal a la "Regenta Cintura Pequeña", al impulsar la instalación de un "Gym".

Ella, por sobre todo es entrenadora, terapeuta, psicóloga y socia comercial.

Este, además de la plata en juego administra el inmueble y se encarga de llevar los aspectos contables, los estados financieros y aún los trámites de validación del negocio, sin objetar licencias y en particular el unto de manos a los inspectores que, de vez en vez, se presentan para dar fe de que, todo marcha "viento en popa".

Una tarde de abril, cuando se encuentra con ella en un seminario de emprendedores, recuerda ese conocerla, quien por entonces cruza sus dieciséis años y ya se interroga sobre cómo llegar a montar un negocio de gimnasio comunitario para mujeres madres de familia e hijas, así como buscar una alternativa para introducirse al medio de los gimnasios de aeróbicos.


Debido a que tiene práctica en el alto y bajo impacto, motiva, dos años después, a las mujeres de su comunidad a formar un grupo para atender la obesidad, el sedentarismo y la inercia de sólo estar en casa, y no, ante la única solución de problemáticas hogareñas interminables.

En aquel el seminario, hace relación con varias personas y en particular con Jenna Black, quien se muestra dispuesto a cambiar de giro de actividades por su cuenta.


La idea de independizarse en lo económico y de trabar relaciones de amistad incipiente con la que entonces no es aún la "reinita suya", motivan su atención inicial, a: "como no quiere la cosa", para avanzar a grado tal, como: "querer la cosa, y como no queriendo que eso se enfríe".

Ambas almas en desamor, pleitos con sus parejas y familiares inefables, inician una inusual amistad donde él sólo aventaja a la adolescente que fue hace diez años pasados.


Antes de concluir ese seminario, deciden juntar sus ideas para dar rienda suelta a un gimnasio de aeróbicos como negocio independiente y hacer relación estrecha, que más tarda en fintar a una y otro y viceversa para terminar en confesión de deseos carnales que dejan en plano secundario cuanto anteriormente no sucede y que preludia un conocerse en afectos, entregas de confianza y finalidades de negocio y dinero, como parte de una meta a cumplir antes de llegar ella a los veinte años justos.

Por su parte, él, sabiendo que está a un año de los trágicos veintisiete calendarios, está dispuesto a sobre pasarlos, pero a realizarse antes de llegar a los treinta años, que ya le muerden ciertas salvas partes, tanto del cuerpo, como del alma.


En las estrategias convenidas en dueto, la chica debe perder el miedo a la sala de pesas y empezar a cambiar su cuerpo, dada la anatomía que despunta desde sus doce años.

Él, por su parte, vence un estereotipo de separar mujeres de hombres, en razón de mirar, desear y desnudarse ocularmente.


Y llevan en esta pareja dilucidar si todas deben estar separadas de ellos.

Convienen que no, debido a no contar con suficientes metros cuadrados en el local.


Así, andaderas, pesas y máquinas lleva a cada cual a "diseñar" proyecciones imaginarias, dónde ubicar áreas exprofeso para la "sala de pesas y máquinas" respecto del "área de andaderas eléctricas".

Dado un consenso generado entre mujeres y hombres en calidad de clientes de membresía, se conviene que los ejercicios físicos pueden ser, tanto para varones como para varonas y así, no pocas féminas toman con filosofía cambiar sus cuerpos, tornarse más fuertes, verse más atractivas y rebosantes de salud.


Los menos intrépidos mironean las flexiones de los cuerpos de las chicas y con tiento algunos más afortunados empiezan a participar en las clases de aeróbicos, bien sea por la gradual transformación de la "Reina", bien sea por vencer inhibiciones y pensar con mejor razón si dichas sesiones también sirven a la tonificación muscular de ellos.

Algo que marca diferencia en el gimnasio de aerobics es la determinación de la "principesa a punto de dejar de serlo", para poner en capilla ardiente los prejuicios de género, sin tener claro que no lo lleva a cabo por una línea feminista, sino realista y en términos de ingresos económicos.


Por parte de Jenna Black, secunda a "su chica secreta", aun cuando a voces generales se sabe que, si no son novios declarados, lo de ser amantes compulsivos no incomoda a nadie.

Luego, se da a la tarea de desarrollar estrategias de marketing para contrarrestar los prejuicios de las madres de familia, con el siguiente San Benito:


— ¡Señoras! ¡hacer pesas no, en nada las hace ganar volumen corporal! ¡y sí, en cambio, bajar de peso! — .

Dadas las tendencias de consumos de excesivas calorías o carbohidratos acumulados en sus cuerpos, recomienda tonificar sus volúmenes y perder grasa depositada e inerte, de modo gradual.


O bien, las alienta a cuidarse de lesiones, y está pendiente de evitar hacer rutinas sin calentamientos previos.

Y, por, sobre todo, vencer el miedo a que las miren tal cuales son...


En tal sentido, Jenna Black se convierte en agente activo contra el prejuicio de las féminas.

Elabora volantes informativos de un cuarto de hoja para contrarrestar todo viso de desinformación y piedras mentales acumuladas en el cerebro...


Por parte de la "ya casi Reina", demuestra de modo persistente que el adecuado manejo de rutinas de pesas la hacen más delgada y atractiva.

Ella muestra y demuestra la reducción de su cintura y el moldeo de caderas.


Como también el redondeo de brazos, hombros y piernas.

Aún tiene entereza para corregir a su chico para modificar su idea de la "tonificación corporal" y del terror a la báscula.


Motiva a las señoras a constatar pérdida de grasa y ganancia muscular.

Con las más "rejegas", comelonas e irremediables, las lleva a reconocer que su peso no ha de cambiar, dado los hábitos alimenticios arraigados en ellas, pero demuestra, una a una, sentirse mucho mejor después de haber ingresado al "taller de aeróbicos", como finalmente aceptan en llamarlo.


Combatir ideas de raíz, como adelgazar alguna parte del cuerpo, cual aditamento, no es posible.

El ejercicio de todo el cuerpo con atención a músculos grandes, distribuidos en piernas y, aunque no lo creen "a pie juntillas", en el tronco, es demostrado una y otra vez.


Entonces, la "hora de gimnasio" empieza a ser atendida para hacer a cada participante, única y diferente.

Con ese paso previo, los ejercicios de pesas son sugeridos de acuerdo a las capacidades de las interesadas.


De manera progresiva se adoptan posturas correctas por parte de las madres de familia e hijas en edades atractivas, desde adolescentes a jovencitas próximas a los dieciocho años.

Menudean en las sesiones.


Abultan los horarios mañana, tarde y noche e incluso, protestan porque se abra, de ya, el turno sabatino entre nueve y doce del día.

Vencer el prurito de comezón del "qué dirán" entre quienes acuden al gimnasio y sentir las miradas al momento de ejercitarse en pesas, por ejemplo, convence a una mayoría de mujeres a sentirse de nuevo admiradas, envidiadas, deseadas y seleccionadas para integrar un grupo representativo que lleve la motivación propia ante mujeres de otras comunidades, no sólo para romper cercos de atavismos patriarcales, principalmente en familias de donde proviene cada mujer asidua ya de ese gimnasio.


En esa proyección, la pareja decide poner todo lo que está a su alcance para consolidar el negocio...

Como suele suceder en toda pareja, hay desavenencias, pues los criterios "machistas", denuncia ella, permean en usos de áreas en común, con mayor presencia preferente como si sólo se tratase de ser un gimnasio para hombres.


Por parte de él, cree que las sesiones deben combinar, por ejemplo, sesiones de salsa-zumba-e y funk-rock pop, con una hora de máquina elíptica, y ser así, de manera simple, suficiente.

Pero no faltan asiduas entusiastas que cuentan con un conocimiento propio, por encima del básico respecto de lo que hacen y pagan, "... menos que en establecimientos de hasta cuatro y cinco estrellas...", dicen así quienes esgrimen derechos paritarios entre ellas y los hombres: pesas y ejercicios de varias calistenias aportan el propio peso corporal.


Resultan de mayor efectividad para cambiar cuerpos.

A su vez, demuestran que dichos asertos en una hora bien invertida dejan resaltar a la vista lo que, en el doble de tiempo se emplea sólo brincando en la actividad de cardio.


Acepta esto, él extiende sensibilización a las mujeres para que pierdan todo temor a los equipos como, por ejemplo: máquinas para empujar.

Ejercitar pechos, piernas, hombros y gemelos.


Pero también, con máquinas de tirar, provistas de poleas y aún de aquellas adaptadas para ejercitar espalda, bíceps y de aquellas otras más de peso libre a base de barras y mancuernas, puestas a disposición de esa grey del ejercicio, sin pagar más que lo que pagan.

Si bien, el negocio marcha, la relación entre ellos, no.


Y como al mal tiempo buena cara, cierta tarde revienta lo inevitable: la "Reina", en un dejo de mal humor, decide dejar a Jenna Black, sobándose el aire del palmo de narices plantado.

Entonces, él decide dejar a la "Reina" no sólo sin él, sino del gimnasio... así las cosas, ambos obtienen lo merecido, pero la grey del ejercicio no, sólo un vacío difícil de volver a contar con lo que hasta ese momento es parte de una acumulación de experimentaciones, ejercitaciones y retribuido en dinero pagado.


Dispuesto a modificar su experiencia, decide compensar a ambos sexos para que participen de su continuidad en el gimnasio.

Y se promueven los ejercicios de pesas entre ellas.


Se les "habla" con verdades enteras antes que embolsar sus dineros, pero nunca de reembolsar suscripciones hechas sin ton ni son...

La ejercitación de pesas pronto gana adeptas de manera exponencial.


Difunde el ejercicio de calistenias a partir del peso corporal que presentan las interesadas.

Es el argumento del peso libre lo que promueve él, y ese valor agregado repercute de manera rápida.


Cuida que nadie tenga lesione e instruye de modo sencillo, directo y accesible a las principiantes para aprender a sacar rendimiento físico.

Optimiza gastos en instructores y prevé hacer falsos pagos potenciales por lesiones, aunque reserva el asunto de pólizas de seguro por accidentes y actitudes negligentes.


Luego, ofrece una propuesta módica para ejercitarse mediante el recurso del peso libre, lo que demuestra efectividad, gracias al manejo adecuado de pesas de dos tipos: barras y mancuernas.

Provisto de discos de distintos pesajes, inculca a las mujeres a demostrar sus beneficios, accediendo a vencer estereotipos, fobias o miedos sin fundamento.


Da en un clavo certero, cuando promueve también, entre ellas, las sentadillas, sosteniendo ya, una barra vacía.

Como a su vez, una barra provista de pesos adecuados.


Las chicas que prueban en modo inicial: "sin" y después: "con" discos, cambian de modo sorprendente: piernas, caderas y cinturas.

Tras ese hecho, muchachas jóvenes en flor de edad, prueban sus beneficios y empiezan con un ejercitarse haciendo sentadillas en el gimnasio, a la vista de otras mujeres y principalmente de hombres...


Esa fama minúscula atrae a muchas personas e incluso de quienes acuden al gimnasio, cuando él y la "Reina" se recuerdan como pareja.

Pronto, todas quieren hacer ejercicios con pesas, pues quieren ganar músculo y perder grasa donde el peso libre ideal para sentadillas hace cundir el ánimo de féminas distintas.


Por entonces, él tiene la buena estrella de creer en una chica que ofrece información de dietas recomendables, sin esteroides consumidos "al a'i se va...", siendo recomendable desayunar proteínas que realmente provean resultados esenciales.

A su vez, reducir gradualmente la ingesta de azúcares y harinas blancas...


De sal y de productos "chatarra", pero sobre todas las cosas: aprender por reaprender a regresar de nuevo a desayunos y comidas a horarios convenientes, y en el caso de las cenas, éstas, lo más frugal posible.

Jenna Black con Gym pero sin "Reina", no resulta del todo satisfactorio, pese a todo.

Ahora gana plata, pero no amor.

Ahora tiene una fracción de comunidad, pero no, en nada, el corazón de la "Reina".


Ahora goza de consideración e invitaciones sin fin a eventos relacionados e intenta dar sus primeros pasos en la elaboración de rutinas a partir de la colaboración de chicas más aventajadas y con ideas de difundir técnicas, consejos, seminarios y un sin fin de ideas derivadas de las ejercitaciones en barras y mancuernas...

Pero le falta, esencialmente, el mayor motivo para trascender su vida, antes de llegar a sus treinta años de edad...


FIN DE LA HISTORIA


La historia ha llegado a su fin con esta decisión.


Gracias por leer.

FIN DE LA HISTORIA




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Jenna Black en Solitario


Aquí me tienes de vuelta, querido lector, comento con cierta confianza, tras pasar largo tiempo inactivo y algo deprimido por lo sucedido:

— ¡Hola!

Aquí me tienes de vuelta, y ahora me encuentro ante decisiones hechas en días pasados —, expreso a mis interlocutores que me observan con curiosidad.

Uno de ellos me pregunta de inmediato:

— ¿Cómo decides tú, decisiones importantes... después de todo ese asunto?


Contesto con algo de titubeos:

—Mira...


En este momento, el silencio hecho durante pasados meses es producto de un largo proceso mental que la "Reina Cintura Pequeña", me recuerda esa voz y gestos, abriendo sus interrogantes habituales:

¿Amor...?


¿Te das cuenta de que volvemos a dormir juntos y ahorita estamos haciendo plática de sobre cama?

Es más, debes saber que todo cuanto me ha estado sucediendo, es parte de mi karma, y eso, antes de conocerte.


Es decir, estoy en la búsqueda de un conocimiento específico en la vida...y, entonces...

¡Zaz!


Luego...

¡Apareces en mi vida...! —, dice así, impulsiva como yo, y no me pregunta, sino que me lleva al siguiente round de sexo duro, prolongado y harto, hartísimo placentero...


Claro, me quedo en idiota, y para evitar confirmarlo, le contesto, que:

"¡Oh, sí, sólo un poco...!" —, respondo sin más.


Y dentro de mí, me pregunto:

"¿...Un poco de qué, güey... de que...?" —, y de nueva cuenta, cuestiono:


"¿Por qué?" —, sin entender de ella, ni madres... —, y entonces, te pregunto, a ti:

— "¿Tú, sí... entiendes qué pasa...?" —.


Tras expresar esto, me muerdo un labio y pongo cara de circunstancias absurdas, idiotas y frontales por tratar de entenderla, pero no sé, qué deba entender de ella... y me rehago y alcanzo a decir:

—Pero, Bueno...


Entonces yo... digo, contesto cada vez que tomo una decisión importante y que creo resulte conveniente... pero me doy cuenta de que, sólo hago rodeos, y no voy al grano, pues lo hago así, nada más por ser el tipo de persona que soy...

De inmediato ella, sorprendida, me ataja:


— ¿Qué dices?

¿Cómo qué, qué tipo de persona me consideras...?


De inmediato esbozo una sonrisa canallita y le digo:

— Bueno, un cabrón y medio...


Me vuelo, después de ti, ahora, por chicas de cintura pequeña y algo más: senos prominentes...


Caderas poderosas...

Y traseros duros y levantados.


También, piernas largas, bien delineadas.

Pies pequeños con empeines regios rematados en talones sin descamaciones y dedos lindos arriba y abajo...


¡Eso sí!

¡Bien cuidados, aseados y pintados de florería o banderas o lo que se les antoje, entre otras cosas...!


Tras esa perorata, mientras ella se ríe y mueve su cabeza a ambos lados, sale a relucir su sonrisa fresca, pícara, sugerente, y luego me dice:

— ¡Oye, mano!


¿No te parece algo exagerado o exigente, verdad...?

¿Pues ya no leas más 'El Libro Vaquero'!


Enseguida me disculpo entre risas comunes:


— ¡No, que va...!

¡No lo es... en verdad!


Ella me coloca sus brazos sobre mis hombros y me reta con su hermosa manera de mirar:

— ¡Y, ni madres desmadres: la "Reina Cintura Pequeña" reúne eso y más...!


¡Y, a las pruebas me remito...!

¿O, no...? —. Y enseguida se levanta del leco y se coloca de res cuartos de perfil, para regalarme una pose al natural, como viene al mundo y me muestra lo espléndida que es: sin ropa y con algo de ella...


En ese momento, me pasmo en medio de una delicia de tocar con un recorrido milimétrico ese cuerpo duro, compacto, regio y bien conservado, trago saliva y alcanzo a decir sólo lo indispensable:


— ¿Cómo dices...?

— ¡Órale!


Entonces, ella me acota en esa observación cuidadosa y agrega que yo, como Santo Tomás: hasta no verla en lo que es, por sólo un rato más... expresa:


— ¡Y, tú, no te la vas a acabar...!

¿O, sí?


A lo respondo mientras la atraigo hacia mi:

— ¡Sí!


Y ella me devuelve una afirmación, mientras entreabre sus labios, el compás de sus piernas y separación de los muslos, y me aprieta en medio tronco de ella, hasta sentir su vello público y ese olor de durazno que me lleva a la posesión de nueva cuenta, sin importar el paso de dos horas subsecuentes de amor vasto entre nosotros.

De amor sexual, erotizado por el ambiente de esa recámara, el deseo fundente del abrazo y de los besos que no cesan y se prolongan hasta casi la tarde noche de esa ocasión.


Entonces surgen los monólogos:

— ¡Sí!, dese ella.


El mío:

— ¡Ya sé...!


Su nueva respuesta, ante una posible presentación de una de sus mejores amigas de los últimos momentos:

— ¡Y aunque tengas oportunidad de verla no te la presento!


¡Porque sé bien cómo eres de canijo!

¡No, y ni te hagas ilusiones!


Reviro, como si en verdad me hubiera enfadado, pero no es así, por lo que, le aseguro lo siguiente:


— ¡No malinterpretes!

¿Qué pasó... porqué esas desconfianzas?


Y, adivinando mi curiosidad, ataja con lo siguiente:

— ¡Sé que te mueres de ganas de verla:


¡Te-conozco-bacalao; te-conozco...!

¡A tí-teres, no se te va una, aunque sea escoba con "fardita", de ésas de falda escocesa, de cuadritos color verde Oxford!


¡O de tonos azules-grisáceos!

¡Porque te flipan!


¡Y mucho...!

¿O, no...?


Al escucharla, la abrazo y pasamos a hacer toda clase de posiciones, y, en el misionero, le digo con cierta vanidad despechada, lo siguiente:

— ¡A verdad, ya viste qué ojóna que eres!


¡Y bien, trucha chencha... a lo que nos traje truje... y no quieres desembuchar, de una vez!

¿Qué te molesta que no quieres que vea?


Tras decirle esto, ella, con una sonrisa lúbrica, entorna sus ojos y alcanza a decir lo siguiente, mientras reposamos de los orgasmos logrados y de mi derrame leal, sobre su matriz aún infecunda:


— ¡Está bien!


Mira, como bien sabes, esa mañanita, después de la junta inglesa cuando nos conocimos y decidiste llamarme "la Reina", esa vez primera, sí que nos dimos como Dios manda...

Me pediste que eligiera, de modo consciente, el consultarte tu opinión, para llevar a cabo una acción... de inversión, y todo eso, pues te diste cuenta de que hice lo exacto y, no sólo invertimos juntos, sino que seguimos dándole a todo: ¡Aquí me tienes, enteramente tuya!


En ese otro intervalo de preguntas y respuestas, le confieso lo siguiente:

— ¡Exacto escucho para darte mis sugerencias!


Es una alternativa que se acerca a mi modo de ser: cabronca, decidora y accionadora relámpago---

Como para dar dos madrazos anticipados con cada mano, en lugar de: "...quien pega primero, pega dos veces..."


Ella se incorpora para dirigirse hasta el tocador y toma la cajetilla de cigarrillos, enciende dos, al mismo tiempo y me ofrece uno, cuando regresa hasta donde me encuentro, también como Dios me traje al mundo:

— ¡O sea que...!


¡Bueno... dime de una buena vez, no sólo me tienes en pelota, pero aquí sigo!

¡No te tardes, porque en este momento me dan muchas ganas de pasar al sanitario, pues no me aguanto...!


Nuevamente, mientras la dejo pasar hasta ese lugar, me dice con voz alta que le hable fuerte para escuchar y responder desde ese sitio, y entorno la voz para volver a expresar lo de hace un momento atrás:

— ¡Y, como te vengo diciendo, pues... ¡tú sabes que debo siempre aprovecho los factores de sorpresa y agilidad mental, ya sabes cóm soy!


Ella, desde cierto eco y resonancia del cuarto de baño, contesta y agrega algo más:

—¡Para hacer frente a la realidad impuesta por el Sistema, en el día a día... ¿no es así...!


¿Y qué estás haciendo, en este momento?

¡Dime de una buena vez!


De momento no sé qué responderle y sólo acierto a decir lo primero que me viene a la cabeza:

— ¡Mira, cielo!

¿Pues, cómo te lo digo...?


Ella se encuentra a punto de salir semi vestida en tanto yo me encuentro desnudo y despreocupado, tras abrir la puerta y verla cómo se pasa el cepillo para darle caída natural a su cabello.

Aprovecho decirle que, no hay problema alguno cuando me comenta que tiene que atender un asunto de mujeres, por lo cual, se adelanta y me pide que esté atento a cualquier llamado de ella a por el móvil.

Entre broma y broma, le comento lo siguiente:

— ¡'Tá bien...!

¡Mucho silencio de tu parte, eh!


Pero si no me lo quieres decir, no hay pex...

¡Allá tú, y así estamos... en comunicación por cualquier cosa!


Ella responde, mientras se arregla el sujetador y se coloca la braga satinada.

Coloca su falda y hace ajuste pulcro al calarse las medias, arreglarse las zapatillas y pasar al tocador para la aplicación del carmín en los labios, luego, colocarse las arracadas, el anillo de zafiro y aplicarse rubor toda vez que observa la correcta aplicación del delineador de cejas, la sombras en los párpados y el manejo del rizador de pestañas, donde surge una transformación inédita de su estampa femenina agraciada.


En el toque de aromatizar su cuerpo, muñecas, pliegue de sus rodillas, evanesce ese olor tan propio en ella, que me deja pasmado.

Enseguida, ya con el bolso de mano y el celular con carga suficiente, la cajetilla de cigarrillos y el encendedor, las llaves y el monedero a punto, me esboza una última sonrisa, mientras se coloca el blazer negro que la realza en más, para decirme con ese juego travieso de su mirada:


Vale, nos miramos en tres o cuatro orejasVale, nos miramos en tres o cuatro orejas, ¡allá por el barrio...!

¡Cincho y sin relincho, ahí la vemos...!


FIN DE LA HISTORIA


La historia ha llegado a su fin con esta decisión.


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Jenna Black en el reencuentro



Tras esa salida del lugar donde me deja, me vuelve su imagen fuerte, de otra ocasión:


—"Los minutos en transcurso para volver a ver a tú "Reina", quizá te van a dejar un sabor áspero en boca y lengua.

"Si bien, vuelvo a pisar el ingreso a tal submundo de concreto en ese corredor sinuoso, atiborrado de personas de todas condiciones sociales, me hace pensarlo más de dos veces... saber que no te he de encontrar por alguna parte.


Y, antes de despedirse, alcanzo a decir lo siguiente:

— "¿Y, si cambio de parecer y no entro...?

O bien... ¿Espero en esa entrada-salida del lado de Palacio Nacional y no, del lado de Catedral pues soy bastante ateo y no me interesa cambiar mi sino...?


No parece escucharme y vuelvo a decirle:

— "¿Será mejor quedarme en esas fauces de acceso-salida de la escalinata que me ingresa al corredor, llamado: "Pasaje del Libro"...?


Finalmente, la escucho bajar las escaleras ante el sonido de su pisar fuerte y sonoro sobre los mosaicos de granito de ese acceso de subida o bajada de pisos superiores, y me auto interrogo en silencio impertinente, lo siguiente:

— "Conque ella, "Cintura Pequeña" demore un poco más, no tengo inconveniente.

Puedo constatar, además, ese mirar la heterogeneidad de cinturas extremadas y pequeñas, sin que la "Reina" se moleste...


Y, a las horas convenidas, más tarde, en el mismo lugar, pero ante gente distinta, heme aquí, como al principio

—"En cualquier momento está por llegar, mientras que, en mi alrededor, la libido constata en este mirar el movimiento de ir y venir de fragmentos de masas, andando en direcciones opuestas.


"La "Reina" por llegar, quizá se encuentra varada en las estaciones próximas al andén de descenso de esta estación.

En mi acto de mirar a mujeres de abdomen plano o de abdomen marcado, resultan sutilezas corporales respecto de quienes poseen caderas anchas o espalda cargada de pliegues ante maternidades sucesivas que deforman lo que ella no desea que le ocurra a su edad en flor de juventud.


"En esta distracción que, por ahora no es penada, continúo atisbando con discreción monacal a mujeres de hombros pequeños.

De cuerpos que recuerdan clepsidras o de quienes, al despertarse alegres y aún vestir casualmente cualquier tipo de ropa, demuestran dedicación sentida a su persona.


Armonizan en alma, vida y sentimientos de ser mujeres.

Seres difíciles de discernir su naturaleza y esencia femenina... a no dudar de ello.


"Entonces, desde ese regalo visual de transeúntes femeninas, dejo espacio de desincorporación de cuerpos de mujeres, pues estoy sintiendo que ella está por arribar al sitio donde la espero.

"Sorpresa tácita, adivino si está enfundada en esos jeans de antología o bien, en ese vestido corto, "mini métrico", que hace lucir muslos, pantorrillas y piernas esbeltas...


"Ese regalo sorpresivo y sorprendente viene bien y sobre todo, al dejar descubierta su cintura pequeña.

Pues, pensando en ella, evoca las veces en que cada presencia, en cualquier lugar, detiene la marcha de varones de todas las condiciones de edad.


Como también, la de los faraones de autos particulares y, sobre todo de la riada de mujeres y hombres salidos de todas partes a manera de cardúmenes de gente, de humanidad heterogénea, abigarrada y siempre presurosa por diseminarse en todas direcciones...

Ataviada como sólo ella puede hacerlo, para pasar a sonreír y abrazar a mi persona, de Jenna Black.


Espero la entrega de un beso tronado en señal de tan largo tiempo transcurrido desde esa separación de amantes y empresarios de gimnasio.

De inmediato la he de tomar de sus muñecas para rodearla con mis brazos.


En esa sabia certeza, sabe que ambos disipamos el prolongado estrés y las caras malhumoradas por la demora del reencuentro.

Es indispensable el roce tácito de los cuerpos y del volver a, olerse como de costumbre.


Posicionar su trasero a la altura exacta del miembro que reconoce cómo ese aparato reproductor estilizado en ideas e imágenes en esa posición erguida se abulta con firmeza y la hace temblar más de lo conocido y de cuanto le conoce: ser ese matón escrupuloso en sus ocupaciones particulares.

Un justiciero dispuesto al reparo de ofensas, intrigas, vendettas y demás ocupaciones gremiales, ofrecidas al mejor postor...


Tras verla en ese atuendo casual, donde da los primeros pasos, como tantas otras mujeres solas, ya en compañía de oras mujeres o en pareja, se desplazan para salir o entrar según sus recorridos y desplazamientos.

Ese pasillo subterráneo los decide, en el caso desde ella, a salir hacia ese acceso-salida que comunica a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.


Con ese andar dual, ya la imagina estar adosado él sobre ella, ceñir su cintura pequeña y apretarla para sentir su trasero.

En tanto, él acomoda su virilidad ahíta, despreciando las miradas desaprobatorias de beatas, comulgantes de último arrepentimiento o bien, de desempleados y paseantes ocasionales, principalmente internacionales.


En ese andar sexuado, un sujeto, salido al paso, dirige su mirada a la chica que va tras de Jenna Black.

Ambos, no obstante, a minutos de reencontrarse no parecen percatarse de aquél sujeto y continúan caminando.


Jenna Black, buen entendedor y de pocas palabras, se alista cuando, de un lado equivocado el hombre vira sobre su derecha.

Se adelanta seis pasos a la pareja y queda de frente, de súbito.


Ya los apunta con un arma calibre 22.

Solicita dinero y celulares.


La "Reina" hace su habitual cara de espanto.

Él, en cambio, sonríe y se detiene tres pasos antes, con ella y ante el sujeto.


Suelta el cuerpo abrazado con fruición donde, un minuto antes, ella ya se desabotona la corta blusa, mostrando los soberbios senos cubiertos por el brassiere a lo "Victoria Secret".

Distrae segundos determinantes al asaltante, y para cuando éste vuelve la vista a los dos, Jenna Black acciona una muñequera falsa, cuya sobreimposición levanta en ángulo de cuarenta y cinco grados y hace sendos disparos silenciados por su aditamento especial, y para ese tipo de ocasiones.


Hace blanco tras el escáner visual de ella, anticipatorio para casos de riesgo inminente y vital, sólo útil en distancias no mayores a diez metros.

Sendos tiros entran por la región occipital derecha en ese cráneo de dueño impertinente.


Lo hacen desplomarse sin vida y salvan la entrega de los bienes de comunicación móvil, bastante en uso por aquellos días, a los cuales ella es, quizá, más que él, asunto irrenunciable de su personalidad y actividades de gimnasio.

Nuevamente percibe un arcano rumor de tragedia y una obsidiana con la negrura total de su intensidad propia, reverbera en el aire, al punto de cimbrar los sentidos de la pareja.


Para huir de la escena inusual de esa molicie ciudadana en calidad de transeúntes que no están en instantes de entender lo que acaba de ocurrir, Jenna Black toma a la "Reina" y la tira al piso.

Ambos ruedan para luego, incorporarse a la acera baja y tomar un taxi que trae dentro un pasajero inesperado.


Ella, sin abotonarse la blusa exhibe aún el espléndido busto, ritmado de modo frenético por la situación que recién experimenta a escaso medio minuto de lo ocurrido...

Y, en un abrir y cerrar la portezuela del vehículo de alquiler, ella queda casi montada en el hombre que, con sorpresa no, da crédito, a lo que sucede.


Enfático y con voz decidida y tono frío, pero cortés, Jenna Black solicita al conductor a que siga una ruta que indica, a punta de cañón, en las costillas del taxista, quien en rápida maniobra abandona la escena del crimen.

El derrotero incierto del vehículo no queda establecido pues entonces, la Ciudad de México atraviesa el déficit de cámaras de vigilancia ciudadana que en otro momento político es sólo un hecho promesa desde el jefe de Gobierno de Coalición, cuya espera aún dilata en tiempo y forma esa promesa, a como suelen ocurrir las promesas de campaña...


Es claro que la deidad de lo trágico y de lo incierto veda a este chico la paz humana, social y ciudadana, pues sus saltos de mata continúan dentro de lo que hace o deja de hacer, mientras él está en la vida.

Su interrogante de raíz aún reclama avatares, mientras no ocurra su cita con el manto de tierra y en el escaño descendente a tres metros bajo ésta.


Entiende ese silencio arcano y continúa su periplo de vida en compañía de la "Reina", quien deja de ser "Cintura Pequeña", pues lleva su preñez en ciernes.

Modifica los factores de trascender en esa actividad de gimnasio...


En cambio, el minúsculo ser que va a formar, se encuentra en futuro estado de promesa, cuando su progenitor es llamado para atender un importante negocio de un postor inconmensurable en poder, riqueza y ambiciones múltiples, bastante acorde a los momentos de vuelta de tuerca que se viven en México...

Lector, lectora, queda de ustedes el favor ó lo contrario para saber en otro momento, lo que se continúa en el suceder con el personaje.


Hasta aquí, permite dar a conocer algo de sus pormenores, de sus anhelos y sus retrocesos.

De sus luchas y de sus motivos de correr por los lugares característicos de este país, al que se debe tanto, pese a vivir con propios, extraños y con una pareja como la que ustedes tienen contacto a través de estas líneas...


FIN DE LA HISTORIA


La historia ha llegado a su fin con esta decisión.


Gracias por leer.

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└─ Espera
29 de Junio de 2020 a las 18:52 4 Reporte Insertar Seguir historia
5

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Roberto R. Roberto R.
Muy bien!
July 25, 2020, 04:55

  • Francisco Rivera Francisco Rivera
    Gracias amigo Roberto R. Estamos en contacto y, una disculpa por mi tardía atención. July 25, 2020, 06:01
Nicolás Alejandro Nicolás Alejandro
Francisco como estas ! me encanta la forma en que generas espacios y cómo los llevas para que los personajes puedan interactuar y tener diálogos tan certeros. Maestro, estoy escribiendo también una historia y me encantaría su opinión en especial en mis últimos capítulos, para seguir aprendiendo. Te seguiré para estar en contacto , también eres bienvenido a seguirme maestro !
July 02, 2020, 21:33

  • Francisco Rivera Francisco Rivera
    Gracias, Amigo Nicolás Alejandro, desde ahora, con gusto estaré atento a tus palabras. Pese a diferencias de edades, entre amigos dedicados a crear historias, tratemos como tales la confianza: te reitero mi lectura a lo que escribas. Adelante y esperemos a leernos de inmediato. Saludos Nicolás Alejandro... July 25, 2020, 05:59
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