Como traductor ha sido un honor haber trabajado en "EL RETORNO DE LOS DIOSES", quizá el libro más apasionante de von Däniken sobre la presencia de extraterrestres en la Antigüedad. Erich von Daniken, he de decir, alcanzó la fama con sus célebres libros acerca de la teoría de los astronautas de la antigüedad y prima hermana de la más grande obra, Los "Dioses del Edén". En la actualidad continúa sus investigaciones desde su residencia en Suiza, y sigue defendiendo ardientemente la realidad de visitas extraterrestres en la Antigüedad. Por cuestiones de copyright, debo anotar aquí donde pueden adquirir estos libros hermosos en físico y en ebook:
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QUERIDO LECTOR, antes de abordar el tema principal de mi libro, te presentaré un relato breve, aunque algo fantasioso, que (como espero que quede claro) tiene cierta relevancia para mis tesis. El relato transcurre en el futuro, después de alguna catástrofe inmensa en la que ha perecido el mundo que conocemos. Los descendientes de los supervivientes intentan comprender las épocas pasadas de la civilización, estudiando restos tales como un sencillo ordenador traductor Berlitz, y crean una mitología y una religión inevitablemente equivocadas. Como todas las ideas religiosas, las suyas se sustentan en un núcleo de verdad, pero están tan cargadas de supuestos falsos y de interpolaciones basadas en su propia experiencia y en su propia ignorancia, que la verdad sencilla y evidente queda velada cada vez más en el misterio. En el monasterio del Sagrado Berlitz, los muchachos ingresaban como novicios a los quince años de edad. Aquel año concreto sólo asistían a la ceremonia ocho chicos y diez muchachas. El abad se refirió con preocupación al número reducido de «nacimientos». La mayoría se habían criado en el recinto del monasterio; sus padres trabajaban allí, sirviendo al Sagrado Berlitz. Aparte de los hermanos y hermanas legos, había también recogedores de bayas, cazadores y artesanos de todo tipo, además de comadronas y curanderos. Todos trabajaban juntos en la maravillosa tarea de traer al mundo tantos niños como fuera posible y de criarlos sanos y fuertes. Desde la Gran Devastación, las comunidades humanas de la zona eran pocas y dispersas; el abad sospechaba que sus antepasados habían sido quizá los únicos supervivientes. Nadie, ni siquiera el propio abad, que era un erudito, ni su Consejo de Sabios, sabía qué había sucedido en la Gran Devastación. Algunos opinaban que las gentes de aquellos tiempos habían poseído armas terribles y que se habían aniquilado los unos a los otros. Pero esta opinión no tenía muchos partidarios. Era difícil imaginar la existencia de unas armas tan devastadoras. Por otra parte, la tradición afirmaba que aquellas gentes de la Antigüedad habían sido felices y habían disfrutado de gran abundancia y prosperidad. ¿Por qué iban a hacerse la guerra, entonces? No era lógico. Una posibilidad más probable, que se discutió en el Consejo de Sabios, era que alguna enfermedad misteriosa hubiera diezmado a la humanidad. Pero esta teoría tampoco se mantenía en pie, pues estaba reñida con las tradiciones que se remontaban a las primeras generaciones posteriores a la Gran Devastación. Los tres padres antiguos y las tres madres antiguas que lograron sobrevivir a la Gran Devastación habían contado a sus hijos que la catástrofe les había caído encima de manera repentina una tarde tranquila. La veracidad de estas relaciones era incuestionable. Las habían escrito los hijos de los antiguos en el santo Libro de los Patriarcas. Todos los niños del monasterio del Sagrado Berlitz conocían la Canción de la Perdición, que cantaba el abad todos los años en la Noche del Recuerdo. Era el único texto que se conservaba de los tiempos antiguos:
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