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Año 2014

- ¿Pero es que no piensas dejar de perseguirme!? – exclamé al ver al chico rubio entre dos de las estanterías de la biblioteca.

- ¿Sinceramente? – yo asentí y él pareció quedarse pensativo – No – dijo finalmente con una sonrisilla de medio lado.

- ¡Qué cruz! ¿Pero es que no hay chicos de tu edad o qué? – me estaba cansando de que me persiguiera por todas partes.

- Si hay, pero no son ni la mitad de interesantes que tú. – me respondió mientras se acercaba más a mí.


Instintivamente, yo retrocedía con cada paso que él avanzaba. Una de las bibliotecarias apareció muy oportunamente para colocar unos cuantos libros en las estanterías del pasillo en el que estábamos. Eso pareció frenarle un poco, ya que la bibliotecaria le miró algo mal. No en vano estaba apoyado en la estantería con una pose algo chulesca. Aproveché la situación para escapar de allí. Me fui cargado con los libros hasta la mesa dónde estaban mis cosas y me dispuse a buscar información para hacer el trabajo.


Un rato después terminé con el trabajo, me levanté de la mesa y dejé los libros en la estantería. Fui al baño, ya que me pillaba de paso, antes de irme. Entré en uno de los cubículos y segundos después oí como entraba otra persona en el baño. Cuando abrí la puerta, lo vi.


Estaba de pie apoyado en los lavabos. Me miraba fijamente.


- ¡Tío, lo tuyo es de psiquiátrico! – le dije mientras me dirigía a la puerta de salida.


Me interceptó antes de que llegara. Le miré con paciencia, aunque se me estaba agotando por momentos. Él parecía divertido, pero a mí no me hacia ni pizca de gracia. Nos miramos por un momento, observándonos. La verdad es que para tener 16 años no estaba nada mal. Era alto, rubio, ojos profundos, una carita muy mona y una sonrisa que derretía a cualquiera. Que se hubiera fijado en mí, en vez de en cualquier chico de su edad… decía de él tres cosas: una: era abiertamente gay y no le importaba lo más mínimo que lo supieran, dos: era demasiado maduro como para estar con críos de su edad o tres: estaba tan adelantado que necesitaba probar cosas nuevas, como por ejemplo estar con chicos mayores que él.


Mientras intentaba adivinar sus intenciones, se acerco a mí y me besó. Me pilló por sorpresa, pero besaba tan bien que le seguí el juego. Me metió en el cubículo del que había salido y allí las cosas fueron subiendo de temperatura. Tanto, que casi ni nos da tiempo a sacar un preservativo y el lubricante. Al menos iba bien preparado. Después de dilatarme con rapidez, mientras le ponía el preservativo, le llamaron al teléfono. Colgó y seguimos a lo nuestro.


Después de eso no le volví a ver el pelo en dos semanas.


Iba mal con el inglés así que mis padres me mandaron a clases particulares, pero como no andábamos muy bien de dinero, contrataron a una chica mayor que yo. El primer día estuvo en mi casa, pero los demás días fuimos a la suya ya que quedaba más cerca del instituto.


- ¡Hey, hola! – me dijo cuando abrió la puerta. – Siento decirte que no estaremos solos, mis hermanos andarán por aquí. Hoy no tienen entrenamiento de baloncesto pero ninguno quiere salir a dar una vuelta, así que espero que no molesten. – suspiró.

- Bueno, no pasa nada – reí.


Nos fuimos a su habitación, como siempre. Estábamos enfrascados en lo nuestro cuando de repente se abrió la puerta y aparecieron dos chicos altos y delgados muertos de risa.


- ¡Chicos! ¿No podéis ir a molestar a otro lado? – preguntó su hermana.

- Déjame que lo piense… - exclamo uno de los chicos – ¡No! – y los dos empezaron a reírse otra vez.


Al oír aquella voz me quede blanca. Era su voz. ¿Dos semanas sin verle y me lo tengo que encontrar en su casa? ¡Vaya suerte la mía!


- Bueno, ¿y no nos vas a presentar a tu amiguito? – dijo el otro chico.


¡Mierda! Esa otra voz… me di la vuelta poco a poco y los vi a los dos. Juntos se parecían bastante la verdad, pero por separado, eran bastante diferentes. ¡Genial! ¡Mi peor pesadilla era hermano de mi profesora y mi acosador! ¡Qué pequeño es el mundo!


- ¡Taehyung! - exclamaron los dos.

- ¿Conoces a mis hermanos? – me preguntó la chica.

- Claro, yo voy a clase con él… - dijo el mayor de los dos antes de que yo pudiera contestar – pero no sé de qué conoce al enano… - nos miró a los dos intermitentemente como intentando adivinar algo.


Yo estaba rojo y su hermano no sabía a dónde mirar. De repente el mayor abrió los ojos como platos. Agarró al pequeño por uno de sus brazos y se lo llevó a rastras cerrando la puerta de la habitación tras ellos. Nosotros volvimos con el inglés y no nos volvieron a molestar.


Al día siguiente, me levanté sin ganas de ir a clase. No sé por qué la reacción de mi compañero no me gustó ni un pelo. A saberse que me haría esta vez. Nunca nos hemos llevado bien. Bueno espero que su hermano no le haya contado nada, sino… ¡estoy muerto!


Entré en clase y lo primero que hice fue sentarme en mi sitio sin mirar a nadie. Quería que las horas se me pasaran rápido. Aunque sólo había tres horas hasta el recreo, se me hicieron eternas y eso que me había librado de mi compañero.


En el patio, me senté en las gradas. Vi un poco más abajo a un grupito de chicos fumando. Elegían ese sitio porque desde allí los profesores no les veían, tenían delante a chicos jugando al baloncesto o al fútbol, dependiendo del día.


Saqué uno de mis libros y empecé a leer. Estaba tan enfrascado en la lectura que no me di cuenta de que alguien se me había sentado al lado.


- Vaya, vaya… ¡pero mira a quien tenemos aquí! ¡Si es mi cuñado favorito! – ¡Mierda! ¡Lo sabe! Eres un puto bocazas Jihoon… cuando te pille…

- ¿Qué coño quieres Yoongi? – le dije con toda la sangre fría que pude. – ¿Has fumado? – le pregunte cuando un olor a porro me llego a la nariz.

- ¡Estoy fumando! – se rió.

- ¡Apártate de mí! No quiero que me vean con alguien que fuma porros.

- Oh, no quiere que lo vean con alguien que fuma porros, pero no le importa tirarse a un crío de 16 años… - dijo levantando la voz.

- ¿Quieres callarte y dejar de fumar? No sabes las gilipolleces que sueltas cuando estas fumado… vas a acabar idiota perdido. – me reí – ¡Ah, no! ¡Que ya lo eres!

- Si, intenta hacerme quedar mal – se rió él – pero sé la verdad.

- Es tu palabra contra la mía – le dije seguro de mí mismo.

- Yo diría que no – sacó su móvil, buscó algo y me lo pasó para que lo escuchara. – El idiota de mi hermano en vez de colgar, le dio a descolgar la llamada. – me miró con una sonrisa maléfica.

- ¿Que es lo que esperas conseguir con eso? – le dije nervioso.

- Bueno, ya veré que se me ocurre. Pero hasta entonces… no te cabrees conmigo. – dijo mientras me daba un beso en la mejilla.

- ¡¡Gilipollas!! – le grite mientras se alejaba.


Dos días después, Yoongi se volvió a acercar a mí en el recreo. Durante estos dos días no había logrado dormir esperando ver que es lo que tendría que hacer para que no se enterara todo el instituto. Tampoco había visto a Jihoon, así que no había tenido oportunidad de hablar con él.


- ¿Sabes? Ya sé que es lo que quiero… - me dijo mirándome. – Dejar de fumar. Tienes razón no hago más que decir tonterías. Deberías ver las cosas que escribo… - se empezó a reír solo.

- ¿Y qué tengo que ver yo con eso? – levanté una ceja.

- Oh, todo, Taehyung, todo. – le miré sin entender – Verás, voy a necesitar tener la boca ocupada cuando me entre el mono…

- ¿Vas a discutir conmigo? ¿Más todavía? – él se rió.

- No has entendido nada… vas a fingir ser mi novio.

- ¿Qué? ¡Tú estás loco si piensas que voy a hacer eso! – grité.

- Bueno es eso… o… que todo el instituto se entere de que te tiraste a mi hermano… Sopésalo y ya me dirás. – se levantó y se fue con sus amiguitos.


Yo me quedé quieto pensando si sería mejor hacerle caso o aguantar las risas y comentarios de los demás chicos del instituto. Está claro que eso le daría mucha fama y popularidad a Jihoon, pero a mí me hundiría aún más. No es que yo fuera el más friki del insti, pero sí de los más empollones. No porque me gustara estudiar, sino por la beca. Viendo lo que me esperaba, tomé mi decisión seguro de que me iba a arrepentir toda mi vida.


- ¡Yoongi! – le grité, él se dio la vuelta sonriendo. - ¡Tú ganas! – se acercó otra vez a mí.

- Sabía que ibas a escoger la mejor opción. - se rió – Bueno entonces a partir de ahora tendrás que estar conmigo. ¿Qué tal si empezamos ahora? – me agarró de la mano y me arrastró con él hacia sus amigos.


Cuando llegamos allí y nos sentamos, todos nos miraron con caras raras. Normal, no pegábamos ni con cola. Él era alto, rubio, de ojos oscuros, guapo (lo tengo que reconocer, el imbécil es guapo) y con la misma sonrisa que tiene su hermano. Eso sí mucho más macarra que Jihoon. Yo por el contrario, soy castaño, con los ojos marrones, llevo gafas, estoy algo rellenito, no soy excesivamente alto y soy un empollón. Vamos es lo más normal del mundo ver a un porrero con un empollón.


- ¿Qué está haciendo este aquí? – preguntó uno de los chicos.

- Es mi novio – dijo Yoongi como si eso fuera lo más evidente del mundo.

- Ah, vale. – dijo otro de los chicos.

- ¿Y tiene nombre tu novio? – preguntó la única chica que había allí.

- Taehyung, me llamo Taehyung. Encantado. – dije lo más falsamente que pude. Estaba claro que no me apetecía nada estar allí con ellos.

- Igualmente… ¿un porrito? – me preguntó un chico que parecía el más fumado.

- No, él no fuma. – dijo Yoongi.

- Si, ¿por qué no? – respondí solo por llevarle la contraria.


Me pasaron un porro y le di una calada. Fue lo más asqueroso que había probado en toda mi vida. Pero para no quedar mal me lo fumé entero. Me sentó como una patada en el culo y eso a Yoongi le pareció divertido. Hasta a mí me lo pareció, no hacía más que reírme solo. Les miraba y los veía distorsionados y de color amarillo como a los Simpson. También veía dragones y elefantes rosas volando. Por un momento me olvidé de por qué estaba allí. Tanto que hasta besé a Yoongi delante de todos por voluntad propia, bueno en realidad, porque me sentía demasiado contento por la fumada que llevaba. Ni siquiera recuerdo si me gustó aquel beso. Ni ninguno de los que siguieron.


Durante el año que siguió, Yoongi me obligaba a besarle cada vez que él quería. Yo fumaba para no ser consecuente con mis actos. Está claro que mis notas bajaron muchísimo, perdí la beca y mis padres se enfadaron conmigo.


Mi físico también cambio, dejé de llevar gafas porque Yoongi me lo pidió. Adelgacé bastante porque casi no comía a consecuencia de los porros. Me pasaba el día fumado. Cambié mis pantalones de vestir y mi ropa formal por vaqueros ajustados y camisetas cómodas.


De Jihoon no supe nada, pero Yoongi me dijo que no quería saber nada de mí. No es que yo quisiera algo con él, pero al menos me hubiera gustado hablar y dejar las cosas claras.


En este tiempo Yoongi dejó de fumar y empezó a componer canciones. La música le gustaba y además se le daba bien. Tocaba la guitarra, el bajo y el piano. No le gustaba demasiado cantar y ni siquiera sé por qué lo hacia delante de mí, pero las canciones eran buenas y su voz preciosa. Me jodía reconocerlo, pero me encantaba oírlo. Quizá fue lo único bueno que salió de ese año.


Cuando un día que estaba lúcido, me di cuenta de que no podía seguir así, pedí ayuda a mis padres. Me cambiaron de instituto y pasé mi último año de bachillerato lejos de Yoongi, los porros y lo que me hacía daño. Recuperé otra vez las buenas notas y la beca. Vivir en Seúl me sentó bien.

27 de Mayo de 2020 a las 17:42 0 Reporte Insertar Seguir historia
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