A las 3 de la mañana, el sonido de la oxidada puerta de la habitación, despertó a mi esposa y a mi. En el antiguo marco de madera, gracias a la escasa luz de luna que se filtraba a través de la ventana, estaba nuestra pequeña hija, arrastrando su peluche favorito, mientras miraba fijamente el piso, tímidamente susurro. "¿Papá, puedo quedarme con ustedes?. Sin pensarlo un segundo, junto con mi esposa le dimos un espacio entre nosotros, a lo que ella rápidamente se trepo entre la ropa de cama, acurrucándose entre nosotros. Ya preparados para retomar el sueño, mi niña se acerco a mi oído y nuevamente susurro, "¿Papá, porque hay un hombre bajo la cama?"...
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