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C15

Probablemente si Marciana no hubiera subido a ese c15 antes que yo, mientras entraba por el torniquete y la puerta del bus se cerraba, no estaría contando esta historia. Y realmente desearía no estarla contando. Relataré esto desde el momento llegando a la estación de transmilenio. Estaba lleno de gente y oíamos música, minutos antes bailando una canción que a ella le encantaba, cuando ya íbamos a entrar ella pasó primero que yo, y en ese momento, lamentable, pasó el transporte a su casa totalmente solo, ella entró, y bueno yo aún pasaba por el torniquete, así que cuando llegué a la puerta del transporte, cerraron y ella me hizo una mueca de "lo siento". Lo que viene ahora es lo que me vine a enterar después, exactamente un día después. Cuando Marciana entró al bus se sentó, ya que había muchas sillas vacías. Al frente de ella estaba un señor ambulante cantando a grito herido, ella normalmente se quedaba escuchando a los que cantan en el bus, pero ese no le trajo buena espina y se puso sus audífonos. Cuando el señor terminó de cantar se acercó a ella y le empezó a hablar, ella se quitó un audífono y le puso atención, pero él sólo decía cosas sin sentido, vulgaridades fuera de lugar, ella se sentía insegura de decir algo (si yo hubiera estado allí) y en la siguiente parada decidió bajarse y esperar un transporte igual, con tan mala suerte que él se bajó con Marciana. Ella tomó el siguiente bus y el ambulante la siguió pero no dijo nada más. En el trayecto ella se olvidó del señor y cuando llegó a su parada, se bajó. Él sigilosamente bajó tras ella. Tenía que pasar por un bosque un poco oscuro, aunque eran las seis de la tarde, ya se había oscurecido. Marciana, aún con su música, no sintió la respiración fuerte y excitada del hombre tras ella, sin pensarlo él, la tomó por el cuello, ella tan asustada y él respirando cerca de su cabello, ella le dijo que se llevara sus cosas, pero no le hiciera nada. Él no quería sus cosas, no quería tampoco tocarla a ella de una manera sexual, él tenía un ansia de algo diferente, tal vez era su placer casi sexual. Ya en el parque, bosque oscuro, le tapó la boca con un trapo, un amarre extraño y sucio, le ató los brazos a un árbol, ella gritaba demasiado (¡Por qué no estaba allá!), así que él le dio un golpe en la cabeza y la dejó inconsciente. Lentamente le quitó la ropa, empezó por los zapatos, medias, falda, ropa interior, hasta que la tenía desnuda. La admiro por un momento y sacó su navaja, sin cerrar los ojos le dio tres puñaladas, una en el pecho y dos en el abdomen. Saboreó visualmente cómo surgía la sangre y el tacto tibio que tenía. Agarró una de sus manos, la acarició y en un movimiento rápido, arrancó su meñique derecho, nadie nunca supo por qué, su delicado dedito meñique. Cortó, además un mechón de cabello y se lo llevó al bolsillo, se fue y la dejó allí tirada. Dos horas después, alguien anunció su encuentro y acudió lo más rápido posible su madre, destrozada, igual que yo. Marciana, aunque no te oí gritar, escucho tus gritos en mi cabeza imaginándote sufrir. Lo siento. Siento no haber entrado a ese bus, no haberte llevado a casa, a mi lado. Los recuerdos, tus recuerdos, mis recuerdos contigo, tu voz, retumba en mi mente, un eco, tus movimientos de baile, aunque siempre dijiste que no sabías bailar, la manera en que echabas tu cabello hacia atrás, tus besos Marciana y tus historias, todo lo perdí en un segundo.

29 de Agosto de 2018 a las 02:56 0 Reporte Insertar 0
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