Ahora que estoy en otra etapa de mi vida, cerrando esta historia me permito en contar ese instante,
deseando que en algún momento hagas un vistazo y leas mi versión. A mis 18 años te llegue a ver por
primera vez, un hombre alto y delgado como me gustan, con unas pestañas largas que siempre he
llegado a envidiar y una mirada triste de la cual parecía pedirme ayuda, me hacia sentir especial, la
persona que podría sacar ese dolor en tu mirada. No le daba importancia saber que eres una persona
mayor y sobre todo que en ese momento eras mi profesor.
Quizás sea muy tarde pero aclaro que todos los días era pesado asistir a la preparatoria,
necesitaba tener en la mente un motivo para asistir o algo de interés para ir de mala gana. Me parece
que todo fue diferente desde ese día en la sala de informática, no lograba entender porque me quedaba
dormida a mitad de clase, lo que si recuerdo es tu mano acariciando ligeramente mi cabello, no pude
contener un bostezo que cortaba mi sueño, levante la mirada y no puedo describir la expresión de tu
rostro cuando me hiciste la pregunta
--¿Acaso tu eres Michelle?
Sonrió por la cortesía de darle una oportunidad, así que mientras lo miro fijamente le dije
-No ¿Es neto? ¿No identifica a sus alumnas?
--Disculpame, aún no logro reconocer a los alumnos, mi nombre es William. Dijo en un tono
nervioso mientras me mira y sonríe con poca confianza.
Cortamos la conversación porque tenia que ir a otra clase pero mi corazón parecía tomar un ritmo
alterado porque quería decirte lo mucho que en ese momento sentía por ti. Quiero estar mas cercas de ti
y saber todo, hasta el porque de tu mirada triste.
Al paso de los días, con la ayuda de mis arreglos y mi nueva sonrisa al llegar esa clase, William llegaba
a sonreír con más seguridad, con una mirada penetrante, incluso se atrevió a verme lujuriosamente y si
llegaba a verlo me congelaba esa situación, en ese instante donde esta paralizado mi cuerpo quería que
tu me tomaras en ese momento, solo puedo decir que eran de las primeras experiencias sexuales que
quería experimentar, esa parte que todos guardan celosamente a esa edad. Caso contrario a tu mirar que
parecía tratarme a tu edad, para ti solo podría ser así, una mujer que vestía de colegiala para
satisfacerte.
De verdad no te importaba, todo el salón sabia tus intenciones al mirarme y dirigirte de esa
forma hacia a mi, las salidas a desayunar y nuestras conversaciones que eran mas personales, ahí fue
que entre platicas recurrentes pude entender que tu amiga Jéssica también es estudiante y son buenos
amigos, aunque a diferencia de mi tiene un bebé que cuidar y mantener lo cual es económicamente
costoso por lo que muchos podrían decir que era pobre.
No pude saber que pasaba, mi felicidad le ganaba mi ansiedad, todo derrepente estaba desordenado y
no sabia quien podría ser Jéssica, bueno en cierto receso una chica con un cuerpo mas desarrollado que
el mio, con una estatura alta y su cabello largo y negro se acercaba para saludar y platicar. Desde
entonces mi mente sabia que Jéssica había estado con él.
--Hola, me llamo Jéssica ¿Eres amiga del Prof William?
Ehhh, si pasamos tiempo juntos ¿porque? Pregunte intrigada
--lo que pasa es que los mensajes que me manda son muy pervertidos, quiero ver si a ti también
te manda esos mensajes donde te quiere… coj
-OH! Jajaj no, no somos así. No entiendo como ella puede recibir lo que yo sueño, no hay otra
cosa que deseara tanto como eso, quería verle.
– Bueno, te lo digo porque a mi ya no me hace sentir cómoda ser su amiga. Disculpa mejor me
voy. Mientras se va no dejo de sentirme celosa por haber recibido esa atención.
Desde entonces pase las noches sin dormir bien tratando de olvidar esa mirada, las palabras de Jéssica,
no quiero pensar que William es una mala persona, al contrario quiero que sea una buena persona
conmigo. No podría seguir así, no me queda de otra que hablar con mi mejor amiga Alejandra Soto.
Cuando la conocí no sabia que Alejandra seria esa persona en que confiar, me gustaba cepillar su
cabello castaño y sorprenderme de su delgadez a pesar de no estar fijada por su dieta, al igual que sus
pechos siendo mas grandes que el promedio. No tuve miedo al confiarle todo lo que pasaba entre
William y yo, mi celo por Jéssica y mis dudas. Alejandra no dijo mucho lejos de un “tenemos que
saber si Jéssica recibe cosas de William sabes ¿que tal si es el papá?
No, no es correcto que me duela el pecho por estas noticias, que sienta un nudo en la garganta, que mis
ojos quieran llorar, no puedo desesperar y correr a pedir que esto no sea verdad, no lo dejo de pensar, es
esa mirada que me cautiva, necesito una salvación, quiero caer, pierdo la voz cuando le quiero explicar
a Alejandra porque eres buena persona y tu recuerdo esta ahí, esa mirada podría ser un reflejo de lo que
necesito, siento que terminare a tu voluntad y no se si me pueda gustar.
27 de Agosto de 2022 a las 23:51 0 Reporte Insertar 0
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