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El monstruo gris. (ansiedad)

Hola: Soy Carolina, tengo 31 años y vivo con el monstruo gris desde hace ya 8 años, solo que ahora es muy incómodo tenerlo en mi vida y quiero que se vaya.

8 AÑOS ATRÁS:
Después de un largo día de trabajo en la cafetería, lo único que quiero al llegar a casa es darme un largo baño con agua caliente, tomar una gran taza de té y dormir. Mientras camino y pienso en todo lo que quiero hacer, el miedo comienza a invadirme.

El azul y rojo de las fuertes luces empieza a cegarme, corro al ver una ambulancia, bomberos, policías y todas esas personas curiosas… ¿pero que paso? ¿por qué todo esto? ¿por qué hay fuego? ¿es esta mi casa? Mis pensamientos no son claros, todo paso tan rápido o lento, no lo se. Una persona se acerca y me habla, pero no escucho lo que dice, solo veo que mueve la boca y las manos, pero mi atención está en la casa, no puedo pensar claro.

Alcanzo a escuchar a alguien decir, -la anciana estaba adentro. -Justo después de eso mi reacción fue correr, correr adentro, alguien me detiene y solo pude gritar – ¡es mi abuela...!

La mañana del día incendio, mi abuela cantaba mientras alimentaba a sus aves, le gustaba escuchar cantar a sus pájaros de colores, platicaba con ellos y decía que eran los únicos que realmente la entendían. Me despedí de ella con un beso en la frente, y salí como todos los días, a la misma hora y con la misma prisa. Ni siquiera le tome importancia que mi abuela estaba más feliz de lo normal, que cantaba la canción que el abuelo le dedico cuando se casaron y que ya hacía tiempo no la cantaba, decía que no la recordaba. Ahora sé que están juntos, que se fue feliz.

Pero me quede sola, con una casa destruida y mis recuerdos perdidos en cenizas. Ahí, fue que lo conocí, pero venia de vez en cuando. Solo aparecía cuando mi llanto era desesperado, cuando no encontraba consuelo, cuando recordaba que mi abuela era la única persona en mi vida. Por las noches, me seguía cuando salía del trabajo, entraba a casa conmigo y yo ya no podía darme duchas largas, ni tomar té, y de dormir ni hablamos. En las mañanas no estaba por ningún lado, mientras trabajaba no aparecía, y recuerdo que después de un tiempo decidí hacer yoga después del trabajo y dejo de seguirme cuando caminaba por la calle, pero aparecía en casa, allí estaba, esperándome con las luces apagadas postrado en el sofá.
Una noche decidí que ya no atendería a mi nuevo huésped, que lo ignoraría y salí a correr, al regresar tome una gran taza de té y una larga ducha. Esa noche dormí como hace tiempo no dormía. Al día siguiente platique con una compañera de mi trabajo y me recomendó unas terapias de relajación. Yo encantada fui, pues ya no quería vivir con él. Y funciono, se fue. Yo podía llegar a casa y ya no estaba.
Pasaron seis años y no había vuelto, creo que se olvidó de mí. Pude reconstruir la casa de la abuela y mudarme, otra vez estaba en mi hogar, adopté unos pájaros y todas las mañanas antes de ir a trabajar, los alimentaba y les cantaba como lo hacía mi abuela.

Justo cuando lo había olvidado, volvió y no volvió amable, ahora no solo eran insomnios, también pesadillas, no solo me seguía del trabajo a mi casa, ahora se quedaba a trabajar conmigo. Era parte de todas mis actividades, o mejor dicho de las que me dejaba hacer, pues empecé a llegar tarde al trabajo y eso me causo muchos problemas, sin mencionar que hacía mal las cosas cuando trabajaba. Ya no podía salir a correr sin que estuviera a mi lado. Me hice esclava del miedo y la desesperación. Comencé a ir a las terapias de relajación otra vez y no funciono, platique con personas a mi alrededor lo que estaba pasando, pero nada de lo que hacía era suficiente para que se marchara.

Es más fuerte que yo, quiero que se vaya y no sabía qué más hacer. Una mañana los pájaros estaban raros, no cantaban; me asome al patio y observe las jaulas por un largo rato, hasta que caí en cuenta que no cantaban porque no los alimente, no les cante y se murieron por culpa de él. Llore, llore como nunca y grite, grite que se fuera. El monstruo gris está acabando con mi vida. Ya lleva varios meses viviendo conmigo y aun no sé por qué, si ya se había ido, por que regreso.

No fui a trabajar y me dirigí al consultorio de una especialista en trastornos, creo que es mi última opción. Al platicar con ella, me dijo que el monstruo gris, se llama ansiedad y que no se va a ir sin la ayuda de algunos medicamentos y terapias.

Hoy después de años de vivir con ansiedad, por fin puedo hacer una vida normal, por fin mis pájaros cantan por las mañanas y puedo llegar a casa sin el temor de que vuelva a aparecer. ¡Se fue, por fin se fue!
Mi peor error, fue creer que yo podía sola en contra de este monstruo, me resistía a pedir ayuda. La vergüenza que me causaba el explicar las reacciones o pensamientos que tenía. El miedo a no saber vivir de otra manera. Ahora ese monstruo esta dormido, solo se asoma de vez en cuando para recordarme que le tengo miedo a las alturas, o a hablar en público, cosas muy pequeñas que una vez que lo supero, él se vuelve a ir.

Autor Lizeht Lira

5 de Mayo de 2021 a las 21:51 0 Reporte Insertar 0
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