—¿Que fue ese ruido? —preguntó el niño aterrorizado—. ¿Un fantasma?. —Fue solo el viento, amor —contestó el papá despavorido—. Ahora vuelve, tu mamá te está esperando. A lo lejos, se podía ver a la madre en la salida del cementerio.

Fugazmente, pasó una estrella y la pequeña niña hizo una mueca de alegría al verla desde su ventana. Luego, conmovida, cerró los ojos y en un suspiro se dirigió a su cama. Esta vez, su deseo había sido peor que cuando su perro dejó de respirar. Su tedioso abuelo no se levantaría por la mañana.

Misteriosamente, los niños del pueblo empezaron a desaparecer. Los alienígenas se multiplicaron y hacerse pasar por ellos, resultó ser la tarea más difícil.

Enma entró a la habitación, exhausta y temblorosa. El primer hombre la miró conmovido y se acercó para besarla. Cuando su respiración estaba cerca de su pecho, la mano de Enma lo sorprendió con una navaja. La sangre brotó como una fuente de vida que se escapa de su cuello. Mientras Enma se alejaba, atónita por la escena, un extraño placer la invadió. Su tío era el primer hombre que asesinaba.

Andres ha terminado de bordar el oso de peluche, el cual su hijo anhelaba mucho. Con el corazón roto y lágrimas en los ojos, se dirigió lentamente a la habitación. Una vez allí, colocó el peluche en la cuna vacía. Había hecho un gran esfuerzo al acomodar el pequeño esqueleto dentro.

Lo vi caminando por la calle, un niño solitario y tembloroso. Aparentemente abandonado, como yo. Me acerqué con curiosidad siguiéndolo hasta que llegó a una esquina. Allí se detuvo y me miró a los ojos. Me conmovió su mirada triste y supe que tenía que ayudarlo. Lo guié hasta mi refugio. Se acurrucó a mi lado y se durmió al instante. Yo me quedé velando su sueño, sabiendo que lo había salvado y moviendo frenéticamente mi cola... —Alvaro López.

La novia imploró con voz arrebatada que la soltara, porque ya era tarde y no había marcha atrás para el perdón. El muchacho, con los ojos vidriosos, sintió cómo sus dedos se soltaban suavemente. Ella abrió los brazos como si quisiera volar. La luna, testigo impasible de todo, se tapó los ojos para no ver lo terrible. Cuando su cuerpo impactó contra el suelo, la muerte suspiro emocionada, como una amante en la noche, saboreando el final de una historia de amor.

La chica estaba ebria y aún así lanzaba tierra con una pala. Las mentiras de un hombre la habían hecho pedazos. Intentó rezar mirando el cielo pero recordó que no debía hacerlo. De todas formas, sintió gran alivio cuando terminó de tapar a su novio.

Sus pesadillas siempre trataban de lo mismo: las manos de un hombre que parecían pulpos oprimían su boca y sus muñecas. Cada vez que ocurría, sentía que su mente se desmoronaba en un mar de lágrimas. Despertó desesperada, sola y temblorosa. Su corazón latía a toda potencia, y el miedo la llenaba de terror. Las secuelas de un pasado le habían hecho una mala jugada. Ella estaba segura, sin embargo, todos preferían creerle a su hermano mayor.

Mañana mi cumpleaños será único, porque se reuniría toda mi familia. Les pondré una nota de bienvenida. Mi mayor miedo era que la sorpresa los asustara o destrozara sus corazones. No es porque no estaría con ellos. Es que ahora estoy dentro de una tumba.

—Señorita Lupes, creo que se le cayó algo. —Oh, gracias. —Espere, déjeme ayudarle. Está muy lastimada. —Muchas gracias. Sin ti, no lo hubiese logrado —dijo ella con profunda tristeza. —Yo solo hago mi trabajo —respondió el tiempo levantando un trozo de su corazón.

Mientras dormía, sentí una delicada caricia en mi pierna derecha. Entre la oscuridad y el silencio, quise creer que fue solo un sueño. Pero una respiración cerca de mi nuca hizo erizar mi cuerpo. Pateé la sabana, entonces corrí para encender la luz. Caí muerta de pánico cuando toqué otra mano cubriendo el interruptor.

Nuestro hijo empezó a llorar de madrugada. Mi frustrada esposa arrugó los ojos. Se levantó adormecida, exhausta y temblorosa. Fingí estar dormido y la observé mecer la cuna. En mi cabeza se estrellaron un sinnúmero de ilusiones, ideas, sueños y una familia. Creer que todavía estaba allí hacía que mis ojos se quebraran. Cada vez era más difícil superar su muerte.

Él apoyó un cuchillo en su pecho, entonces hizo un largo y profundo corte. Le encantaba hacer ese tipo de cosas, estaba inquieto al ver el sujeto agonizando. Y mientras trataba de arrancarle el corazón, alguien pronunció su nombre con un fuerte grito. Era su madre aterrada. El niño dejó caer el cuchillo, y el perro dejó de respirar. Tenía los mismos gustos que su padre.

A mi nueva novia le pasa algo, la noto rara conmigo hace días. Hoy amaneció malhumorada, irritable e inquieta. Espero que le guste el desayuno que he preparado para ella. —Nunca imaginé que fueras así —me gritó pateando la bandeja. Yo solo sonreí mirando sus ojos y actué diferente. —Como tú quieras, amor —le respondí apretando sus amarres a la silla...

El vagabundo se alegró de ver por primera vez una estrella fugaz. Acto seguido, unió las manos, entrelazó los dedos y deseó volverse famoso de la noche a la mañana. Su sueño se cumplió, aunque no pudo divertirse mucho. Al día siguiente, se podía ver su foto en la prensa con una sorprendente nota: " Joven fue aplastado por un meteorito en lo más alto del cerro".

Me desperté a las 3 de la madrugada, iba por un vaso con agua. Finalmente cuando llegué a la cocina, mi abuela se encontraba allí, sola, en la oscura noche y cada vez más fría. El rostro se me decoloró cuando ella me miró fijamente y empezó a acercarse despacio. Tomé mi celular temblorosa, llamé a mamá. —¡Mami, mami!, —le dije en voz baja— mi abuela tiene comportamientos raros, ¿que hace despierta tan tarde?. —¡Hija, huye de ahí! —me respondió asustada— yo estoy aquí con tu abuela.

Y que tal si cuando nos volvamos a ver te lo digo de una vez. Y que tal si sigo esperando el 31 de diciembre para borrar tus miedos con besos. Y que tal si te sigo amando en secreto y el silencio no se resiste a pronunciar tu nombre. Y que más te puedo decir yo que no te hayan dicho mis ojos.

Yo la amaba como a ninguna. Sabía perfectamente lo que era el amor, y era por ella. De no ser por ese hombre que se interpuso, lo hubiese seguido haciendo. Los celos y la rabia me dominaron cuando vi que él le pegaba. Traté de defenderla, pero lo que logré fue matarlo. Nunca nadie pudo entender mis ladridos.

Me dirigí a mi cuarto exhausta. Había tenido un largo día de trabajo. Pero para mi sorpresa, el niño estaba en mi cama, tembloroso, muerto de miedo. Y con una voz entrecortada, me dijo. —Hola, mami... no quería dormir solo...mmm... ¿puedo acompañarte hoy?. —Claro nene —le contesté—. Ahora vuelvo, necesitamos más cobijas, vale. Cuando salí de la habitación, rápidamente el pánico mordió mi cuello y el rostro se me decoloró. Yo vivía sola, no sabía que podría ser esa cosa...

En mi pueblo se rumoraba de una temida bestia que cazaba de noche... Ya era tarde cuando regresaba para mi casa. Las calles estaban desiertas, y eso me ponía muy nerviosa. Apresuré el paso para llegar a tiempo, pero con la suma de mis años no pude caminar tan rápido. La luna comenzó a mirarme con pésimo gusto. Entonces intenté esconderme, en serio lo intenté, pero no pude evitar mi transformación...

Cuando él abrió los ojos. De repente ella se tumbó en la cama junto a él. —De todas tus novias soy la que más te ama —dijo ella observándolo fijamente—. Siempre te apoyé y fui sincera contigo. Tus ojos brillan ahora más que nunca Él atendía la oportunidad de cruzar miradas en son de paz, estaba sin ropa y las esposas en el tubo de la cama le impedían moverse. Ella le aseguró que nunca más iba a estar con una mujer. Le besó el cuello fervientemente, y acarició su muslo con una navaja.

Entró de prisa, había llegado minutos tarde a la cita. —Creí que no vendrías —le dijo Mauro aliviado de verla. —Aveces, suelo llegar tarde —contestó ella rugiendo de placer—. Pero siempre cumplo con mis clientes. El anciano se acomodó en la cama contento y murió instantáneamente, sin exhalar siquiera un gemido. La muerte tomó su guadaña y se marchó, su trabajo ahí había terminado.

El príncipe estaba nervioso durante la cena, pero nadie más que su novia notó su indiferencia. Ella lo pateó por debajo, y con una seña lo invitó a salir de allí rápidamente. Justo cuando marcaron las doce, la muchacha no pudo hacer nada más que despedirse de un rugoso y aspero sapo. Ambos se arrepintieron de asesinar a la princesa.

Mi mamá me besó la frente, lo hizo de manera tierna para desearme dulces sueños. Hoy cuando desperté, lo primero que vi en el espejo fue la marca roja que me dejaron sus labios. Eso me puso muy feliz, pero a la vez sentí pena cuando noté su ofrenda detrás de mi cama.

Querían abrazarse pero solo se podían tomar de las manos. —Gracias, mi amor —dijo ella besándole la frente—. Por amarme como nadie lo ha hecho y entregarme tu corazón. Él solo la vio alejarse y de sus ojos brotaron ríos de tristeza. La anestesia empezaba a hacer efecto para el trasplante...

La noche me lanzó en cara sus recuerdos, eran como palomas y ahora se vuelven cuervos. De consuelo tuve a las hadas es más la cama quiso tragarme, el sueño fue a abrazarme con lágrimas desveladas. La noche me rindió tributo con criaturas de pesadillas. La muerte me arrojó pastillas Y la luna se vistió de luto.

Laura viajó desde muy lejos para poder ver a su madre, pero no sabía cuál iba a ser la reacción de ella cuando la viera. Había cambiado demasiado su aspecto. Ya no era aquella niña. Finalemnte, llegó a la casa y su mamá quedó atónita cuando la vio. Descubrió que su hija podía salir de la tumba.

La mujer embarazada despertó sudorosa a plena madrugada. Un dolor punzante hizo que se alarmara urgentemente. Despavorida, sola y temblorosa, se colocó las manos en la bariga. Nadie quería creerle, pero ella estaba segura de sentir los rugidos y patadas que provenían de su vientre. —Sea lo que sea, esa cosa anda suelta — le dijo la forense a sus familiares mientras tomaba otra foto al cadáver...

La mujer estaba exhausta de hacer todo lo que ese hombre le viniera en ganas. Lo odiaba con todas sus fuerzas. Una noche, mientras él dormía ella se levantó y con un suave silencio tomó un arma. Quería acabar con su historia de una vez. El rugido de un disparo hizo que señor despertara. Rápidamente se colocó los lentes y con miedo giró la cabeza hacia el velador. Pudo ver la sangre de ella goteando de un libro. El escritor nunca lo superó.

En los ojos de aquel hombre se podía observar el universo. Entonces ella se volvió astronauta, amaba viajar al más allá.

Él colocó un sobre encima de la almohada con la cara seria. Y mientras tomaba sus cosas, la tristeza lo venció cruelmente. El señor monstruo se marchó para siempre. Su trabajo ahí había terminado.

El doctor se asustó mucho cuando examinó mi cuerpo. Llevaba días sin alimentarme. Una extraña sensación se apoderaba de mi. Mi ritmo cardíaco aumentaba y se me dilataron las pupilas, mi situación era preocupante. Comencé a notar aleteos, las mariposas de mi estómago se estaban volviendo gusanos.

Mientras la niña dormía, un hombre se acercó con la cautela de un gato hasta su cama. Me daba odio ver a ese hombre acercarse, traía el rostro repleto de malicias. Rodeó la cama con un águila a su presa y, cuando estaba a punto de tocarla, le agarré los pies y lo arrastré violentamente. Cuando cayó, el impacto hizo que la niña se austara, la cual llamó a su madre a gritos. Y, antes que ella viniera, el extraño desapareció conmigo debajo de la cama. Esa noche no pasé hambre.

Su mejor amigo le dijo que la empujara, y la niña no lo pensó dos veces para hacerlo. La abuela resbaló abruptamente rompiéndose los huesos, las esquinas de las escaleras parecían conducidas por un asesino. Cuando cayó, su cabeza mandaba sangre a toda potencia. Ellos observaron el cadáver envueltos en silencio. Luego, la niña tomó de la mano a su amigo imaginario y se dirigió hacia la sala. Ella fingió no haber visto nada...

Cuando el hombre murió, sus recuerdos fueron desapareciendo borrosamemte. Estaba abrumado o confundido, y de forma inesperable, la capacidad de su organismo volvió a funcionar de un todo. Ahora solo tenía la necesidad de que lo lleven en brazos y lo abracen. Tenía la facultad del llanto, que era una forma de comunicarse durante un tiempo...

Al despertarse, Laila sonrió. El día era precioso, había sol permanente y un cielo vestido de azul. Éste cumpleaños sería único. Se reuniría toda su familia, eso la pondría más alegre aún. Sin embargo, cuando llegaron sus padres, se podía escuchar el llanto desde afuera del cementerio.

Había llegado Halloween. Todos estaban alegres, amigos y familiares se reunían cada año para compartir. Las personas bailaban, reían, y vestían con disfraces de todo tipo de monstruos. A pesar de ello, el guardia del cementerio quedó paralizado toda la noche.

Mi padrastro vino cariñosamente hasta mi cama para darme las buenas noches. Tuve una impresión repentina causada por miedo o espanto. Pero él se sorprendió cuando decoró mis sábanas con sangre de su cuello. A no ser por la tijera que descansaba ansiosa debajo de mi almohada, hubiese sido otra amarga noche.

El hombre hacía locuras por ella, estaba enamorado en vano. Se paró encima del edificio más alto y, con con una voz conmovida, le recitó un hermoso poema de amor que él había escrito. Desgraciadamente, luego se dejó caer. La luna lo atendió lastimosa, pero no pudo hacer nada para evitarlo. El hombre se volvió poesía en el viento. Desapareció entre los edificios, entre las calles, se volvió una fecha, una melodía de octubre. La luna se vistió de luto y lloró toda la noche.

Alain es un padre perfecto, amaba a su hijo incondicionalmente y le dedicaba mucho tiempo. Jugaban fútbol en el patio de la casa hasta el anochecer y, sinembargo, a la hora de irse el hombre siempre se ponía triste. —¿Papi, el próximo domingo jugamos, verdad?. —¡Sí! —contestó el padre llorando. Finalmente, la cruz de madera en el césped de su casa lo llevaba siempre a la cruel realidad.

Me desperté con un intenso dolor de cabeza. Estaba muy oscuro y había un olor desagradable. Fue horrendo no sentirme el cuerpo. Estaba completamente inmóvil dentro de aquel basurero.

Él empujó a la niña y la pateó cruelmente hasta el cansancio. Ella se movió durmiente y, sin tomar conciencia, asfixió al ratoncito Pérez.

El náufrago agarró una botella con un agónico esfuerzo. Entonces rompió en llanto tras reconocer su propia letra.

Todas las personas sabían que era ella quien lo mataba a él, sin embargo, la satisfacción lo trajo de vuelta con el orgullo arrastro. Esta vez, él la asesinó a ella de la manera más cruel. La curiosidad terminó muerta y el gato siendo el listo, el que todo lo sabe.

Él enfermo regresó a su casa ebrio y pateó la puerta. Al ver la mujer que lo esperaba, se arrodilló. Ella no pudo volver a perdonarlo por tercera vez. Entonces, enterró de golpe la guadaña en su corazón.

Le arrancó las alas y el arco lo guardó como trofeo, luego quemó el cuerpo y a su lado esperó serena hasta el próximo día. El 14 de febrero llegó puntualmente frío, ese día fue fatal.

La pareja esperaba el tren de las doce. Se habían escapado para alejarse lo más posible de sus padres. Entonces, se acostaron juntos ahogados en pena, y observaron las estrellas por largo rato. Una de ellas bajó fugazmente con los brazos abiertos. El tren se acercaba a toda potencia y ya no quedaba tiempo, ella rompió en llanto, y él la abrazó con la fuerza de mil osos. El chófer quedó paralizado cuando vio una luz proveniente del universo tragarse dos cuerpos debajo del tren...

Estaba viendo la televisión entonces uno de los personajes disparó. Sentí algo cálido en el pecho. Vi la sangre antes que la vista se me apagara.

La princesa se hartó de ser siempre la sumisa del cuento. Y como por arte de magia, se levantó con un gélido silencio. Mientas él dormía, ella se acercó despavorida y rodeó la cama como un águila a su presa. Trató de situarse lo más cerca posible para ser más precisa. Le enterró un cuchillo en la garganta y su nuca se movió lentamente sobre la almohada. Antes que la vista se le apagara, el escritor logró ver a la princesa sumergirse dentro del libro.

Ella le gritó de la manera más fría posible con un gesto patético. —Todos te odian, y es con razón, no eres más que un maldito gusano que no sabe donde ocultarse. No significas nada, no mereces nada, y ahora mírate, llorando. La muchacha no pudo reprimirse con las ofensas y el alma se le desgarró. Se acomodó un arma entre las cejas y, tras presionar el gatillo. El reflejo del espejo arqueó una ceja con desdén, dio media vuelta y desapareció.

Él se limitó a enamorarse, así que decidió apartarse para no terminar derrotado. La mujer vivía más allá su alcance, y ni siguiera sabía que existía. Era inútil para el hombre, aceptarlo fue luctuoso y sobre todo, un amor imposible. Él era un lector apasionado. Ella un personaje fantasmagórico.

Me asusté mucho mucho ver a mi hijo jugar con su perro en el jardín. Sobretodo porque enterramos al perro hace tres días.

Después de la muerte de su hijo. Sintió un dolor bien adentro, como una aguja pinchando. Su comida favorita se volvió imposible de tragar. El dolor continuaba, la tristeza se hizo un vicio en su vida y nadie lo notaba. Los días pasaron de pésimo gusto. Solo su almohada podía limpiar sus lágrimas. La cama se tragó la voluntad de levantarse, era su único consuelo. Llegó su cumpleaños. La soledad le hizo compañía mientras escribía, antes de colgar de la viga del techo, una nota hizo llorar la luna.

Todas las noches, cuando estoy por dormir mi abuela me canta una canción de cuna. Lamentablemente no me gusta como lo hace y me parece incómodo. Lo curioso es que ella siempre lo supo cuando estaba viva.

El hombre de los helados tragó saliva y esperó los niños con una sonrisa amplia. Todos corrieron sincrónicamente y llegaron al mismo tiempo. Armonía, amistades, inocencia, era una tarde acostumbrada con el sol de lujo. Él trató de distraerlos y que todos estuvieran lo más cerca posible. Sintió latidos en su pecho. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando dirigió los ojos al cronómetro. Faltaban segundos...

Desesperadas, llegaron al punto de encuentro a plena madrugada, tal como lo habían planeado aquellas adolescentes. Clavaron sus pupilas ansiosas, y mientras se besaban, la muerte fumaba entretenida. Colocaron los pies en la orilla del puente, luego se abrazaron con increíble fuerza. La noche recitó un poema adornada con fuegos artificiales. Dejaron caer sus cuerpos apretados, hubo silencio, solo se escuchaba el violín que tocaba la luna, ellas juraron amor eterno cuando descendían.

Quiero ver la lluvia caer, anhelar tu sonrisa junto a la brisa y el atardecer. Quiero ser la arena venturosa que pisan tus pies, y el agua del mar vestida con tu mirada. Quiero ser tu latido y empaparme con tu pensamiento, ser la musa que te corre por dentro, y el néctar de tus labios que he ejercido como placer.

Quería decírselo ya de una vez, que me contará sus miedos y secretos. Quería aliviar sus heridas y llevarla a la cima. Descubrí que fue mejor hacerlo desde aquí, mientras dormía.

A mi mamá no le da vergüenza besarme y hablar conmigo en la calle, eso me hace felíz, aunque sus compañeros la miran con dolor y es una pena, que solo ella me pueda verme después de mi funeral.

Su compañía es agradable, es la mejor que puedo tener todos los días. Solo cuento con él, especialmente cuando converso frente al espejo.

Y allí estaba él en su esquina del bar, con un cigarro moribundo quemándose los dedos, con la mente sagaz pateando desde adentro frenéticamente. Dibujó un corazón incompleto en la mesa de madera e imaginó que era el suyo. La tristeza le besó la espalda y el vino bajaba por su garganta al mismo tiempo que caían lágrimas. Entonces entró un anciano, con una barba exagerada y una bolsa blanca llena de recuerdos. Se dirigió sigilosamente para no ser escuchado, iba a por los suyos.

Ella lame tus huellas anciosamente, observa cada detalle, cada acción y movimiento en falso. Espera la oportunidad de vencer con su frenética arte. A veces viene, te mira, y se retira sigilosamente. No te desesperes si aparece de repente. Abre los brazos y deja que hunda la mano en tu corazón, que tiemble cuando te encuentre.

Cerré los ojos, di un giro y me dejé resbalar desde la orilla con los brazos abiertos, el viento corría en dirección contraria pero nada podía detenerme, la noche se vistió de gala y la luna lloraba impotente. Todo se volvió oscuro. Jamás descubrí un final o algún impacto. Justo cuando desperté, fue como abrir los ojos en otra vida.

Su padre seguía suplicando que lo sacara de allí. Ella arruñó la tapa del ataúd hasta destrosarse los dedos.

Entró al cuarto como un felino. Se acercó a la cama en silencio. Se montó encima de mí, despacio, sin despegarme la mirada. Sonreía, lo estaba disfrutando. Entonces reaccioné y me incorporé sobre la cama. Me toqué el pecho. Era la primera vez que vencía la parálisis del sueño. Santiago Pedraza

Pase tiempo sin verla, demaciado, la había dejado en el tintero y lo creí así. Pero las mariposas en el abdomen, el trancazo en el corazón fue algo q me ablandó cuando la vi. Yo seguía enamorado de ella.

Ardió el donjuan con su infierno, él terminó derretido a sus bonitos pies. Mientras ella lo seduce, yo delicadamente estiro el arco colmado de pasión.......Era un cliente difícil.

Jamás olvidé tu rostro, me llevabas en el pecho cubierto en telas. Yo nunca pude expresarme porque solo tenía cinco años, mis piernas torcidas me obligaban a estar así. Supe que necesitabas urgente a alguien compatible. Siempre quise morirme y la soledad nunca me dejó solo. Tampoco llegó esa persona especial para mí, es arduo vivir aquí en el orfanato donde me dejaste hace seis años. Ahora siempre estaré contigo, yo te devuelvo la vida. Espero que halla salido bien el trasplante de corazón...

Esa anoche ocurrió una masacre en aquella casa. Él hombre los asesino a todos de un golpe. No toleró ver sus personajes besándose con la protagonista del cuento.

Él despertó alzando la cabeza rápidamente, pateó la sabana y colocó los pies en el piso. Luego, se levantó despacio y sintió algo arrancarse de su espalda. Miró hacia atrás, pues aún seguía dormido junto a su esposa. Asustado, corrió en busca de algún reflejo, el espejo del baño tragó saliva cuando se paró de frente. Él quedó aterrado cuando se vio...

Sus recuerdos bailan a mi alrededor, en todas partes. Su nombre se quedó calcado en las paredes de mi cráneo. Ahora estoy sentado en una orilla de su tiempo, esperando mi turno como un cliente en una cola. Me lancé a ella como un pez, sin mirar lo que había dentro. Los monstruos me comieron el cuerpo, masticaron cada pedazo de mi orgullo. Ella, siguió su destino con un bestido corto parada debajo de un farol. Yo, seguiré el mío refugiándome en la profundidad de un bar.

Carezco de vigor para amarte, al no ser como tú quedo muerto en tus entrañas, desecho en tu mente libre, que ya me olvidas, que me aceptas como monstruo y te espanto sin saber por qué. ¡Maldita sea!.

Se sentó frente a ella, le sirvió vino y la contemplaba de hito en hito. Él gozaba de la cena ya que siempre fue su amor prohibido, la mujer se su vida. —Me hiciste llorar —dijo él—. Me trataste como felpudo, mordí el polvo de tu tierra y aún así te amo. Se acercó sin quitar la mirada obsesa, recogió y besó la fotografía el psicopata enamorado.

Recostado miré la luna como por treinta minutos. Tuve una rara sensación de caer encima de ella, el mundo se alejó de mí y me sentí único, estaba por cumplir mis sueños lejos de la humanidad. Luego, tres extraños interrumpieron mi plan sujetándome bruscamente, traté de defenderme como pude pero la inyección me inhabilitó. Sonreí moribundo cuando sentí la tierra temblar, el ruido se acercaba cada vez más. Los psiquiatras aterrados, rápidamente me desataron de la línea del tren.

No existe la magia ni ángeles, ni espíritus, ni dioses ni nada. Solo existe la guadaña y la vida. Las personas somos tan inteligentes que nos cuesta creer que la muerte es el final, já. Somos invisibles basuras en el universo que si estalla el planeta, nadie se entera.