–...
–Hola, tía.
–...
–Sí, yo sé que es raro que venga a visitarte.
–...
–La verdad es que me sentía un poco solo.
–...
–Bueno, pues por todo eso de la escuela y el trabajo y todo eso, no he dormido nada.
–...
–Ahora, cuando me caigo dormido en casa, todos me llaman vago, y la verdad es que es todo lo opuesto.
–...
–No lo sé... creo que el problema es que nadie sabe que tengo un trabajo.
–...
–Bueno, tenía. Renuncié hace unos días, y eso me ha traído mucho estrés y ansiedad, porque aunque no ganaba literalmente nada, era lo único que sé hacer.
–...
–Lamentablemente no puedo volver, porque si vuelvo, no voy a dormir literalmente nada y eso empeorará mi vida, pero realmente quiero volver.
–...
–Lo sé. Sueno tonto diciendo que quiero algo pero no puedo tenerlo porque me hace daño. La verdad es que siento que el trabajo en sí no es lo que me hace daño.
–...
–Siento que es más como... no lo sé... como si yo estuviera alejándome de mi familia por el trabajo.
–...
–La verdad es que eso no me molesta mucho. Es decir, mi familia y yo nunca fuimos cercanos. Siempre hay peleas y discusiones con todos.
–...
–Dicen que yo soy quien no ayuda a reparar la relación, aunque no se dan cuenta que ya no hay una relación que reparar.
–...
–De toda nuestra familia, tú siempre fuiste con quien más hablé y con quien más me entendí. Es por eso que hoy te vengo a visitar. Quería contarte todo esto.
–...
–Suelo sentirme más escuchado otras veces que vengo. No sé por qué sea...
–Oh, lo siento querido. Estaba distraída con algo más. ¿Me decías?
–¿¡Qué carajo?!
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