He caminado en la vida por bosques en noches sin luna, he atravesado túneles en la penumbra de un foco, me he internado profundo en las cavernas. Y en algún momento de esos días por cosas del destino se me ha apagado mi fuente de luz; o por voluntad y "valentía" lo he hecho adrede. Pero he conocido la verdadera oscuridad, en el contraste de la luz, mientras el sol refleja sus rayos en la silueta de la nubes, que observé privilegiadamente sobre ellas durante un vuelo. Esa verdadera oscuridad se ve en el contraste, mientras como simple humanos miramos desde la tierra al cielo nublado y de pronto un rayo de sol se asoma por un hueco entre las nubes, en oposición quien vuela sobre esa ventana de luz observará una inmensidad blanca y brillante, un espectáculo único, un blanco puro, interrumpido de pronto por un hoyo negro, negro azabache, negro profundo. He ahí cuando realmente te das cuenta que el sol es la luz y la tierra un opaco espejo que como prisma refleja esa luz en colores durante el día y en grises durante la noche.
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