regnier Regnier P.

Madyson, una mujer que perdió a su esposo, debe de buscar una solución por el bien de sus hijos. Pero no está sola, tiene a un acompañante, uno no muy agradable, uno que vive, palpita y respira en su mismo cuerpo. Esta es una historia ligada con "La habitación" (no necesitas leerla para entender esta historia).


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#terror #muerte #asesinos #sangre #historia-fuerte #atevete-a-leer-esto
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El día que perdí la cordura


El soportar la pérdida de un ser amado es demasiado difícil en sí para cargar uno solo, pero el compartir ese dolor, es aún más difícil (en especial cuando muere de una forma tan horrible), en algunos casos esa tristeza y soledad que se siente, puede perdurar por un tiempo indefinido, todo depende de que tan fuertes fueron nuestros lazos con esa persona.

La mayoría de nosotros (por desgracia) nos dejamos llevar más por nuestros impulsos que por nuestra más grande capacidad, pensar. ¿Cuantos de nosotros no hemos cometido una acción (en algunos casos es incluso no haber hecho nada) y luego arrepentirnos de ello? Por desgracia es así, es imposible no dejarse llevar por nuestra propia naturaleza, no importa que tanto estemos acostumbrados a llevar una forma de vida, siempre nuestro cuerpo va a exigir acciones primitivas, como responder con violencia cuando alguien nos ataca. Pero cuando realmente influyen esas acciones en nuestra vida es cuando nos arrepentimos de la acción que cometimos en nuestro "momento natural". Y eso es justo lo que le pasó a Madyson, ella se arrepentía de las acciones que hizo y que no hizo, ya que ella pensaba que esas decisiones fueron tan importantes que pudieron no haber acabado con la vida de un hombre.

«¿Que le diré a mis niños?- Pensaba Madyson de camino a casa-. ¿Que yo fui la responsable de la muerte de su padre?».

Pero ella sabía muy bien que no tenía nada que ver ella en la vida de su esposo, él fue quien tomó la decisión de seguir trabajando aun cuando le dijo que no tenía que hacerlo, él solo quería que no le faltara nada a su familia, e iba bien en ello, tenían comida, un hogar, salud, pero ahora, lo que más querían en ese momento, no era nada material, Madyson y sus hijos solo querían que él estuviera con ellos, y al final, terminaron sin volver a verlo.

Nadie recordaba sus últimas palabras.

Madyson intentaba recordar que fue lo último que su esposo le dijo, pero no lo lograba. Tampoco sus hijos e hijas.

Al llegar a casa Madyson tenía la boca seca, sentía como si alguien la estuviera ahorcando, la sensación cuando quieres llorar pero no lo haces y lo único que sientes es un nudo en la garganta, tú piensas que no se nota, pero hasta un niño de 5 años sabe que estas triste y quieres llorar, y eso es lo que le pasó a Mady (un apodo poco original que le decía su esposo) cuando llegó a casa.

-¿Estas bien mami?- dijo Charli.

Ella ni siquiera respondió, pasó de largo y subió las escaleras. Al llegar a su habitación cerró la puerta y se recostó sobre la cama. Necesitaba estar un momento a solas, además que necesitaba pensar en lo que había ocurrido y en lo que iba a ocurrir. Porque cuando una persona muere tiene más influencia en las personas de lo que uno cree. No siempre las cosas se quedan como estaban, ni lo quedaran. La muerte de su esposo influiría mucho en el futuro de sus hijos y ella lo sabía, él era el único que podía dar sustento a su familia, y ahora que él no esta es muy probable que su familia se valla con él, como si él les dijera:

-Oigan, es mucho mejor aquí arriba, ¿porque no vienen conmigo?, allí abajo es una mierda, impuestos, gastos, predial, todas esas mierdas aquí no están, no me fui para joderlos más, lo hice para que ustedes también vengan y nos la pasemos mejor aquí.

Es posible, puede que ahora este mejor, puede que ahora está bailando Jailhouse Rock con Elvis Presley y nosotros decidiendo de qué madera queremos el ataúd (como si pidiéramos un helado, ¿lo quiere en cono o en vaso?).

-Si vienen conmigo estarán mejor- y sin que Madyson supiera, esas serían las palabras que se estarían repitiendo constantemente en su cabeza por los siguientes días. La voz que ella escuchaba a partir de ese día, no era la de su esposo, ella creía que era de su esposo pero realmente no lo era.

Esa sería la maldita voz que terminaría con su cordura.

La primera vez que la escuchó solamente creyó que estaba muy cansada, que con un café se iría, pero no fue así. La voz siguió en su cabeza todo el tiempo, un día creyó que la voz se había ido, fue un martes, el martes que salió a la calle para comprar unas cosas que necesitaba en Home Depot.

El segundo día que la voz le habló, ella creía que estaba loca, sus hijos también lo creían, la escuchaban hablar sola en el baño, mientras cocinaba, cuando hablaba con ellos, mientras subía las escaleras, en todos lados, pero más cuando el silencio dominaba el aire, ella solía romper ese silencio con gritos como:

-Cállate. Vete de aquí- sus hijos se espantaban mucho cuando decía esta última a las dos de la noche. De hecho se espantaban con todo lo que gritaba.

El conjunto de la voz y la reciente muerte de su esposo fueron los detonantes que causaron que la cordura de Madyson se fuera perdiendo poco a poco hasta que llegó al punto en ser un sujeto desesperado que no contaba con la capacidad de raciocinio, si algún día estaba enojada por algo (sea lo que sea, cualquier estupidez como que alguien movió la mesa) lo mejor era no molestarla o debatir con ella, y sus hijos sabían muy bien eso mejor que nadie.



{Extracto de diario de Joseph Harper, hijo de Madyson Harper, 8 años de edad}

(Se han corregido algunos errores ortográficos pero el texto es copiado.)

*Parece que mami hizo algo malo hoy, hace 3 días que Michel me dijo que papá murió, y desde entonces mamá actúa muy extraña, pero no se compara a lo que creo que hizo hoy. Mark dijo que la comida estaba seca o algo así, el punto es que Mark dijo algo que hizo enojar mucho a mamá, mamá no dijo ni hizo nada, pero cuando todos terminamos y estábamos a punto de salir, mamá dijo algo, le pidió a Mark que se quedara en la cocina pero que nosotros subiéramos a nuestras habitaciones y cerramos la puerta. Yo creí que le tenía una sorpresa a Mark y que le daría pastel, tal vez helado, porque la comida que dio estaba horrible, y tal vez con el helado estaría mejor y Mark no le diría nada para la próxima. Yo no quería que le diera helado solo a él, yo también quería, así que yo me quedé abajo con mi oreja pegada a la puerta para escuchar si le daba o no helado. Hubiera preferido no haber pegado mi oreja a esa puerta.*



Día 1

La puerta se abre y Madyson entra en la obscuridad, paralizada por lo que acaba de pasar. No puede salir de su mente la imagen de su esposo muerto. Uno de sus hijos la saluda pero ella no le hace caso, no porque ella no quiera, sino por la conmoción que está teniendo. Asimila todas las consecuencias y causas que tiene la muerte de su esposo, porque va a causar y está causando un gran impacto ya.

«Los niños ahora no tendrán que comer, tampoco verán de nuevo a su padre» pensaba mientras caminaba a su habitación «¿Es mi culpa? ¿Y si no hubiera varillas en el lugar donde cayó, y en su lugar solo estuviera el suelo? Puede que hubiera muerto de igual forma, la altura era demasiada, pero tal vez y solo tal vez solo se hubiera roto la espalda. De igual manera, no existe el "hubiera"» llegó a la habitación y cerró la puerta «Si tan solo me hubiera hecho caso... si le hubiera insistido en que dejara el trabajo y se quedara en casa» volvió a su mente la frase "no existe el hubiera “«no tenía que morir, no tan joven y con una vida por delante. Él tenía que ver a sus hijos crecer y luego morir de viejo con su esposa a un lado o en el peor de los casos de cáncer, pero no de esa manera. No se lo merecía».

El reloj marcaba las seis de la tarde.

Madyson abre los ojos, la lámpara de mesa la deslumbra, se sienta en la cama, sabe que sus hijos no han comido hace siete horas, deben estar hambrientos. Baja a la cocina y hace su deber como madre. En ese momento se da cuenta de lo agradecida que debe estar con sus hijos ya que ellos comprenden que su madre está cansada, no saben por qué ni como, solo saben que está cansada y no la molestan. Los llama a comer cuando la comida esta lista y todos bajan rápidamente.

-Gracias mami- dice uno de sus hijos mientras Madyson le sirve.

Ella no contesta.

Se sienta junto con ellos y toma la mano de los hijos que están a su lado, sus hijos hacen lo mismo con su hermano de al lado. La madre ofrece la oración y agradece por los alimentos dados. Cuando termina y antes de que todos den el primer sorbo a la sopa dice.

-Papa murió- sin despegar los ojos de la mesa. Quería llorar, en verdad quería, quería llorar con sus hijos y abrazarlos, pero ella sabía que ellos debían ser fuertes, tenían que superar las adversidades del mundo.

Algunos rompieron en llanto, otros solo se quedaron en shock, y otro dejó caer su rostro contra la mesa, como si hubiese perdido en control de su cuello.

«Mira como sufren al no estar su padre con ellos» decía la voz, «sin él la vida no será igual para ellos, tendrán una vida llena de decepción y lamentos y bien sabes que lo mejor es que vallan con él, que vallan con su padre». Madyson terminó su sopa cuando sus hijos lloraban aun, consolándose a sí mismos. Probablemente después de tal noticia no tendrían hambre por lo que Madyson recogió las sopas y vertió el líquido en la olla. Salía de la cocina cuando algo la jaló del delantal, volteó y vio a su hijo con lágrimas en las mejillas.

-Todo estará bien- dijo seguido de un abrazo. Madyson meditó lo que le dijo su hijo. Ella sabía que no era cierto. Nada estaba bien, ni lo estaría.

Subió a su habitación y durmió hasta el día siguiente.



Día 2

Madyson despierta por unos gritos que se escuchan fuera de la habitación, sale a averiguar cuál es la causa. Entra a la habitación proveniente de los gritos y ve a dos de sus hijos peleando.

-Es tu culpa- dijo el que estrangulaba al otro.

Madyson estaba helada, no sabía que era peor, que uno de sus hijos estrangulara a su hermano, o que uno culpara al otro por la muerte de su padre. Tardó unos segundo en reaccionar y separar a sus hijos antes que se mataran.

«Debes de llevarlos con su padre para que estén en paz, aquí van a pelear toda su vida contra ellos mismos» dijo la voz cuando Madyson iba a tomar a sus hijos de los brazos.

-¡Cállate!- dijo mientras se tocaba las sienes.

Todos se callaron, los hijos que peleaban se detuvieron y todos voltearon a ver a Madyson.

-Dejen de pelear y bajen a ayudarme a hacer el desayuno-

-Si mamá- respondieron todos.

El desayuno fue sencillo, huevos con puré de papa, los niños tomaron agua pero Madyson necesitaba un café. Todos desayunaron en silencio. Nadie dijo nada. Solo los hijos compartían una que otra mirada extraña pero nadie se atrevía a romper el silencio.

Terminaron y cada quien se fue a su habitación. Madyson lavaría los platos más tarde.

Todo fue tan rápido que no tuvo ni tiempo de ver la hora, la casa es tan obscura que no se sabe si es de día o de noche ya que no entra ninguna luz natural ahí por lo que no tenía idea de que hora era. Miró su reloj de mesa y se dio cuenta que eran las tres de la madrugada.

Durmió sin importarle aquel acontecimiento.

Volvió a despertar esta vez mirando la hora. Eran las once de la mañana.

Era un nuevo día (para ella), tenía la oportunidad de poder buscar un trabajo, buscar algún sustento para su familia y tal vez después de todo, las cosas podrían...

«No buscaras trabajo porque no puedes tener uno, ya sabes que es lo que tienes que hacer, no busques darle más vueltas al asunto» dijo la voz.

Puede que si, tal vez la mejor forma de solucionar esto es más simple de lo que ella cree. Siempre las dudas más complejas tienen respuestas simples. Eso no le cabía duda, su esposo le había dicho esa frase muchas veces, y ahora que él estaba muerto, que mejor manera de honrarlo que aplicando sus enseñanzas. En realidad era simple, solo tenía que pensar en un plan para que sus hijos murieran... Ahora que lo pensaba, la idea "pensar en un plan para que mis hijos mueran" se escuchaba descabellada.

«Por qué lo dices de esa manera suena raro, pero que pasa si mejor dices "para que sus hijos estén con su padre"».

-Sí, para que mis hijos estén con su padre- Madyson estaba sentada al borde de la cama con las manos entrelazadas sosteniéndose en sus piernas (un gesto que usaba mucho su esposo cuando pensaba).

Tenía que pensar en un plan para que sus hijos estén con su padre, un plan que fuera humano, no planeaba matarlos a sangre fría (eso sí que sería inhumano), si no hacerlo de una manera sutil, una manera que ellos pudieran digerir, para que cuando estén en el cielo, su madre pueda estar con ellos, porque ese era el punto de todo este plan, hacer que toda la familia pueda estar junta de nuevo, y como revivir a su esposo era algo imposible tenían que aplicar el plan B. Si Roma no va a ti, tu ve a Roma (una frase que le dijo su esposo cuando le explicó como la conoció). Era la única opción.

Pero que podía hacer. ¿Qué podía hacer para que "sus hijos estuvieran con su padre"? Tenía que ser de manera sutil, sin dolor para ellos... ¿Decapitarlos en el jardín de atrás? No no, nada que fuera inhumano. Pero el simple hecho de matar a tus hijos es inhumano, da igual como los mates, igual van a morir, solo depende que tanto sufrimiento van a tener antes de morir, y quien va a ser la última persona que van a ver antes de morir. Esa es la única diferencia.

Ahora que sabía cómo lo iba a hacer llegaban otras preguntas. ¿Con que lo vas a hacer? ¿Cuándo lo vas a hacer? Esas preguntas se le hicieron muy complejas a Madyson en un principio pero la voz le ayudó un poco diciéndole la respuesta a ambas preguntas.

«Con un machete, hoy»

Ahora lo tenía todo claro, el machete estaba en un armario en el que su esposo guardaba todas sus herramientas y... ¿Por qué no comenzar hoy?

Se levantó de su cama y se dirigió al armario que estaba frente a la cocina, bajó las escaleras haciendo el menos ruido posible. Llegó al armario y no fue muy difícil encontrar el machete, lo tomó y para su sorpresa estaba muy afilado, su esposo lo había cuidado más de lo que ella creía. Ahora solo faltaba una cosa, el señuelo. Tenía la idea perfecta. Sacó la pala que estaba en el armario y salió al jardín.

Cuando terminó volvió a entrar para buscar a uno de sus hijos, no importaba quien, tarde o temprano todos tendrían el mismo fin. Encontró a Kevin (su hijo menor con tan solo tres años de edad) bajando las escaleras.

-Hijo, necesito que vengas a ver algo que tengo en el jardín-«Es una sorpresa» dijo la voz- es una sorpresa.

-Claro mami- Kevin iba a preguntarle por qué tenía un machete en la mano pero lo último que su madre dijo lo emocionó y olvidó lo que le iba a decir.

Kevin siguió a su madre al jardín, cuando estaban afuera su madre se quedó en la puerta mientras que le señaló a donde tenía que ir.

-Ahí está tu sorpresa hijo

Madyson veía como su hijo se acercaba al hoyo poco a poco, cuando el daba un paso ella también lo hacía, intentando estar a un lado de él para cuando llegue. Lo veía atentamente, miraba lo más que podía de él, porque en un futuro ya no lo vería jamás, ni a él ni a ninguno de sus hijos.

-Hola vecina.

Madyson y Kevin voltearon a ver al vecino que les hablaba desde la ventana de su habitación del segundo piso.

-Ya hacía tiempo que no salían, oiga lamento mucho lo que le pasó a su...

-Gracias- respondió Madyson- como puede ver estoy con mi hijo así que le agradecería que no hablara de ese tema- ni que me vuelva a hablar jamás, pensó.

-Oh, claro, una disculpa, pero si puedo hacer algo por usted, algo en lo que pueda ayudar con mucho gusto lo haré

-Estamos bien, gracias

-Como usted diga, no los molesto más

El vecino cerró su ventana.

-Sigue en lo que estabas hijo

«No, no puedes seguir, no sabes si otro vecino puede estar mirando por la ventana, y si te viera...»

-Sabes que, mejor no, ven vamos a entrar y ayúdame a hacer la comida.

Ese día Madyson pensó en opciones para que "sus hijos estén con su padre".



Día 3

Madyson entraba por la puerta principal del edificio, "Lake Town Hospital" decía arriba de estas. Madyson llevaba el lunch de su esposo, un simple emparedado con una manzana, no era mucho, pero era lo suficiente. Madyson olvidó la botella de agua de su esposo en la casa por lo que tendría que pedirle agua a uno de sus compañeros.

El edificio era enorme, todo el exterior estaba recubierto de un hermoso blanco con algunas líneas verdes. Entrando había un largo pasillo que conducida a una gran sala que era para alojar a los pacientes que estaban a punto de pasar con un doctor, aun no tenía techo por lo que se podía ver el cielo si se alzaba la vista.

Madyson le preguntó a uno de los trabajadores que estaba en el pasillo si sabía dónde se ubicaba su esposo.

-Me parece que está en el piso siete o algo así, suba por las escaleras que están al final del pasillo hasta llegar al sexto piso y pregunte ahí.

Madyson le agradeció y fue a las escaleras, al final del pasillo estaba la sala enorme al frente y a su izquierda las escaleras. Subió el primer escalón cuando algo la espantó, un ruido. Volteó su cara rápidamente a sus espaldas por reflejo y lo vio. Vio a su esposo en el centro de las varillas que estaban sujetas al suelo, parte de su intestino grueso y delgado quedó en la punta de una varilla, le pasó lo mismo a uno de sus ojos y a uno de sus testículos, mientras que los huesos de las piernas, brazos y el cráneo se podían ver a simple vista. Todo eso mientras la sangre escurría lentamente por las varillas de metal.

Madyson despierta exaltada.

Voltea a ver el reloj. Marca las tres am.

Sabe que no va a poder volver a dormir, en cuanto cierre sus ojos volverá a ver esa imagen. Baja a la cocina con un libro que su esposo le regaló el cumpleaños pasado, ella olvidó decirle que detestaba leer y no le atrae para nada cualquier cosa que conlleve muchas palabras. Pero si había un buen momento para leer, era ese. Además puede que el libro contenga información que su esposo le quería dar, porque cuando regalas un libro no le regalas cualquier libro a cualquier persona, le reglas un libro que le pueda ayudar en una situación difícil, o porque le quieres transmitir un mensaje indirectamente. Madyson estaba de acuerdo en que el mejor regalo que le puedes dar a alguien es un libro, aun que a ella no le gustara leer.

Se sentó y miró el titulo (ni siquiera había visto el titulo cuando su esposo se lo regaló), "Balas en los ojos", por el título ya se podía dar una idea de que trataría el libro, quería ver como un sujeto creado por la mente de un autor se las arreglaba para suicidarse, puede que eso quería decirle su esposo, quería decirle como podía suicidarse y también matar a sus hijos.

Leyó por una hora y su mente estaba a punto de explotar, no había digerido tanta información desde hace mucho tiempo. Le estaba gustando el libro pero era casi una incapacidad la que no le permitía leer tanto, no era que no quisiera, si no que no podía.

«Debes terminar el libro, hay debe haber información que te va a ayudar» otra vez la voz.

-Que no vez que no puedo- dijo en voz baja.

«El único impedimento que tienes esta en tu cabeza, tu puedes terminar ese libro».

-No, no te haré caso, la última vez que te hice caso terminé muy mal- y Madyson lo hizo, dejó el libro y preparó café (aunque se dio cuenta que hubiera sido mejor si lo hubiera preparado antes de leer).

Algunas personas toman café para despertar, para tener más energía, pero a Madyson le daban síntomas completamente diferentes, cada vez que ella tomaba café le daba sueño y se relajaba. Así que gracias al café ella pudo conciliar el sueño.

Cuando despertó eran las siete am.

En lo primero que pensó Madyson fue en que hacer de desayunar para sus hijos, ellos suelen despertar temprano por lo que tenía que hacer el desayuno, pero no sabía que hacer, el refrigerador estaba vacío y no tenía nada más que harina y agua. ¿Salir a comprar comida? No, eso ni de broma, no quería bajo ninguna circunstancia convivir con ninguna persona, no quería dar lastima, salir no era una...

Tocaron a la puerta

Ella no quería salir pero aun contaba con la mirilla que le permitía ver quien estaba afuera. Fue a la puerta y puso un ojo en la mirilla (se sentía como si fuera un pescado que mira fuera de la pecera), no había nadie, tal vez un mocoso que quería molestar. Iba a retirar el ojo de la mirilla cuando por accidente fijo su mirada al suelo y pudo notar una cesta en el suelo. Abrió la puerta esperando que no fuera un bebe. No lo era. Era una cesta repleta de comida enlatada, vegetales, carne y todo tipo de provisiones. Parecía un milagro, lo era de hecho. Madyson quería agradecerle a cualquiera que le haya dado la cesta. Pero ese pensamiento desapareció.

«Con que no quieres que sientan lastima por ti, y mira nada más, aceptando las sobras de otros» No son sobras, es una ayuda «Eso es como ellos quieren que tú lo veas pero en realidad te dieron que estaba a punto de pudrirse lo que tenían en su nevera» No es verdad.

Madyson revisó la fecha de vencimiento de una botella de jugo de naranja, se vencía en una semana.

«¿Ahora me crees? ¿Por qué no dejas eso en el suelo y les dejas una pequeña nota?».

Madyson hizo caso a todo lo que le ordenó la voz, dejó la comida, dejo una nota en la cesta, y posteriormente salió al jardín trasero para buscar una ardilla (aunque no encontró pero descubrió una segunda opción).

No tenía comida, pero si agua, gas y electricidad. No había pasado tanto tiempo como para que se acabara el agua, o el gas y no les habían cortado la electricidad por que aún no llegaba el fin de mes (aunque no usaban mucho la electricidad más que para uno o dos focos). Lo que tenía era todo lo que necesitaba para hacer de comer a todos sus hijos. Aunque no sabía muy bien qué hacer con dos ratas, mucha harina, agua y aceite, la voz le ayudo en ese sentido y juntas pudieron hacer el desayuno.

A partir de ese día, solo comerían una vez en todo el día, tanto ella como sus hijos. Ese día comieron un "caldo de chefsito", nombre que le dio la voz al platillo, que consistía en una caldo que tenía sabor a la cabeza de una rata y sal, y para comer, piezas enteras de partes de la rata como patas y pecho. Eso sería el desayuno.

Madyson llamó a sus hijos para que bajaran. Todos bajaron en manada. Cuando Madyson terminó de servir y todos estaban sentados oraron. Terminó y sus hijos veían el platillo como cualquier otro, no se les hizo nada raro que las piernas estuvieran más pequeñas de lo que suelen estar, nadie noto nada raro, no sabía mal, incluso a Madyson que nunca había comido rata le pareció rica la carne, por desgracia solo a uno de sus hijos no le tocó el caldo, a Mark. A Mark nunca le ha gustado el caldo, de cualquier platillo, cuando su madre le sirve sopa lo hace sin caldo, también en el pozole, albóndigas etc.

-Mami, como que el pollo esta algo raro, el que me das esta jugoso, pero este está seco- no necesitas ser un profesional en la gastronomía para saber cuándo una carne esta seca y cuando no, y Mark a pesar de su corta edad demostraba tener un gran gusto culinario, él podía decir cuando un platillo estaba salado, o necesitaba más de un ingrediente. Algo muy raro en un niño.

Madyson no le prestó atención a lo que dijo su hijo, pero no por eso no lo escuchó. Ella estaba pensando en lo que acababa de leer no hace mucho: "Me gusta la historia de suicido de mi madre"(ella esperaba que si uno de sus hijos llegaba a vivir no le dijera esas palabras a nadie, por lo mismo no tenía que dejar a ninguno vivo). Cuando se dio cuenta estaba a penas a la mitad de su plato cuando todos sus hijos ya habían terminado.

-Gracias mami- dijeron todos.

Madyson se levantó para dejar los platos en el lavaplatos. Pero vino a su mente el comentario de su hijo, más bien, la voz le recordó lo que debía hacer.

«Dile a Mark que venga, él será el primero, un hijo malagradecido y quejumbroso debe ser el primero que debe estar con su padre»

-Mark, quédate por favor- dijo mientras llevaba los platos.

«Ahora deja los platos», Madyson lo hizo, «dile a tu hijo que cierre la puerta», Madyson lo hizo y su hijo cerró la puerta, «Ahora toma el hacha de cocina», «Ocúltalo en tu espalda y cuando se acerque ya sabes que hacer».

Ya sé que hacer, pensó Madyson.

-Hijo ven, te tengo una sorpresa-

-Claro mami, ¿qué pasa?-

-Sabes que tu padre murió, y...- asimilaba las consecuencias de matar a su hijo mientras veía su inocente rostro- es algo difícil que tú y tus hermanos están pasando, pero él me dio un mensaje, un mensaje que es muy directo y que debo hacer-.

-¿Hablas con él?-

Ella no hablaba con él pero debía de darle esperanza a su hijo.

-Así es hijo, solo yo puedo hablar con él, pero tú puedes tener la oportunidad de verlo, solo debes de cerrar tus ojos-

-¿En serio puedo verlo?-

-Sí, solo cierra tus ojos- cada vez que ella decía algo apretaba el mango más fuerte. Era incontrolable, ese gesto no era suyo, no estaba teniendo control de su cuerpo.

Mark cerró los ojos, Madyson también quería cerrarlos pero no pudo, nunca pudo.

Madyson colocó su mano en la nuca de su hijo, mientras que la otra mano se deslizaba poco a poco sobre la yugular justo encima de la laringe del niño.

En se momento Madyson se preguntaba «¿que estoy haciendo?», mientras veía el hacha avanzar lentamente. Ella no haría eso, ella terminaría rápido con su hijo para que no sufriera, pero lo que estaba haciendo era exactamente lo contrario a lo que ella quería.

Su hijo abrió los ojos cuando sintió el filo el cuchillo deslizarse por su cuello, su reflejo natural fue retroceder pero la paró de Madyson que estaba en su nuca se lo impedía.

-Tranquilo hijo, duele un poco, pero es el precio para poder ver a tu padre- esa ya no era la voz de Madyson, ahora se tornaba más gastada, áspera y desapacible.

Mark quería llorar pero no podía, su pequeño forcejeo le había causado la pérdida de su tráquea, lo único que hacía era un intento por respirar, tampoco podía respirar, su boca estaba llena de sangre. Su cuello estaba divido en dos. No hubo un solo momento en el que Madyson no haya visto algo, ni siquiera parpadeó.

Madyson quitó su mano de la nuca de Mark para ahora ponerla en el cuello de la playera. Dejó el hacha en la mesa y puso su mano en la frente de Mark, poco a poco empujaba su mano que estaba en la nuca mientras que con la otra mano lo jalaba, lentamente el cuello de su hijo se abría. Cuanto su tráquea ya era visible, quitó sus manos de donde estaban para ahora sujetar el cabello del niño. Alzó el rostro de Mark, lo vio a los ojos, ya no tenían vida, ya no eran los ojos de Mark ahora solo eran... ojos, ojos marrones que no tenían esencia. Madyson golpeó el cuello de Mark contra la mesa, lo restregó al borde de la mesa haciendo que la traquea raspe la orilla, alzó de nuevo su rostro, vio sus ojos, lo volvió a azotar... la cabeza de su hijo estaba desprendida de su cuerpo.

Madyson por fin podía sentir control de su cuerpo, pero ya era muy tarde. Ahora la cabeza de su hijo estaba en sus manos y el cuerpo en el suelo.

Calló de rodillas al suelo y también calló en llanto.

«Yo no lo hice, la voz lo hizo» ese pensamiento rondaba en la cabeza de Madyson como la luna rodea la tierra. Ella estaba convencida en que el responsable de la muerte de su hijo era la voz, ella no sería capaz de matar a su propio hijo, fue la voz. «Yo no lo hice, la voz lo hizo» ahora tenía una respuesta para todo lo que ella hiciera y no fuera "moralmente correcto", podía justificarse, incluso cuando ella sabía que en algunas acciones la voz no tenía nada que ver. Pero lo que ella no sabía, es que todo lo que hizo, lo hizo ella. Nunca existió una "voz", todo era un producto de su imaginación. Un producto de su imaginación que terminó acabando con su vida y la de uno de sus hijos.

Madyson se levantó confiada en la creencia de ese pensamiento.


El reflejo del espejo de la cocina mostraba a Madyson con lágrimas de sangre en las mejillas y ésta con los labios caídos. Y a su esposo a sus espaldas con una gran sonrisa en sus labios.






























June 9, 2020, 10:57 p.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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Regnier P. Gracias por leer mis historias. En verdad lo aprecio, si te gusta alguna de ellas por favor déjamelo saber. Siempre son bien recibidos los comentarios

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