1566617928 Francisco Rivera

Situaciones encontradas en el proceso de creación, sus avatares y productos...


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Diario de Frics...

1.- Durando, agosto de este siglo y milenio


Son las 6:48 de la mañana y mi vista se topa con una liebre de pensamiento de Ernesto "Che" Guevara, que dice lo siguiente:

"El deber de los intelectuales es suicidarse como clase"

Recuerdo que debo apresurar la aventura de mis sentidos mientras leo, en otra pare de un libro de poesías, donde se destaca el nombre de Sylvia Plath.


Pienso en un silencio cómplice ante otra cita textual que me toma por sorpresa, tras hojear las últimas líneas de otro poema que deja paso libre a otra liebre de conciencia, por parte de Emily Dickinson, quien señala rápidamente un sentido de la vida, vitalicia y nutricia, de un complemento sobre la muerte:

"La vida es una muerte que nos lleva tiempo"

¿Premonición?


¿Coincidencia?

No lo sé.

Lo que haya de ser, será.


No quiero darle mayor importancia a tan certeras y últimas líneas.

Así, me dispongo para invocar viejos pensamientos, partiendo de rancias herencias del abuelo, a propósito de hacer más venidero agosto.

Para lo cual, ahondo un poco en Todo Ser Ahí y afirmo en acto mental instantáneo, lo siguiente:


"El hombre consigue lo que quiere cuando lo quiere"

De esta manera, interrogo sobre el mar y su sentido de honduras abismales que también llevo en la holgura de mi conciencia.

Lo considero un arcano asunto de dualidad salada y principio de lo que existe...


Así, llega hasta mí, una evocación añeja de la memoria, según la cual, dicta lo siguiente:

En un jardín se encuentra un pálido poeta y es hijo de la orfandad de sus padres creyendo enamorarse en amor de subterfugios surgidos.

Canta en silencio el nombre de la madre, un amor fallido de su hombre en pasado.


Ese progenitor es autor en parte del hijo de nueva carne, huesos y nervios, alma y reproducción de esa pareja amante en noches de luna y estrellas del firmamento rutilante.

Ese chico, ahora joven maduro es fruto de soledad anticipada al futuro que en él se representa.

Como pensamiento activo es pensamiento abstracto de progenitores evocados ante el sol, desfalleciendo sin calor ni haces de luz furtiva en ese acto de abrazos y cuerpos trenzados.


Es amor de mirada airada, intensa trabazón del alma de ella, bajo su alma que solloza cual torrente de agua que rebrota de la tierra y la recorre en inundación seminal como un río triste, sin música que la prenda del hijo desprovisto de propio mañana.

Ahora recuerda, sin otra diferencia de propio vacío, que padece un sin amarse entre ellos, cuyo rumor recorre hasta ese joven para desproveerlo de música divina, con mala suerte de besos y tibieza de caricias en nostalgias envueltas.

Así suspira con indiscreta felonía y memoria de olvido donde no hay confesión de los antiguos latidos cimbrando el mar amniótico dentro de aquella bóveda ventral guarecido.


Y, así, la madre trina y es alondra bañada en brisa fina sin el encanto de moza que deja de ser la dama enternecida por un arrebato lisonjero.

Y, este la despoja del vestido de encaje fino y aún arrebata esa perla íntima para volverla rara y sola en promesa rota de cuidarla ante el sólo suceso del producto del vientre, con depósito de abrupta simiente derramada.

Ya no revive la esperanza rota, ya no alumbra el sol en la siguiente mañana, pues se pierde con mirada serena y torna inmensa la desconfianza que ahoga el amor en fuente de agua aceda.


Y, sin agua clara donde se refleje la delicada silueta de la joven moza que ya pierde la silueta virginal donde, a poco se advierte la comba del vientre al correr el tiempo gestante, mientras anida meses venideros en hojas de calendario sucedidos.

En ese lento proceso de inventario femenino la tentación de la carne trabaja para conformar el nuevo ser que lleva dentro., cual primicia.

Crece ese testigo de la luna buena, que de manera silente reserva el discreto ser que bulle y se transforma en nuevo sucedánea oportunidad de vida con destino a cuenta anotado.


Con su perjurio de soledad y llanto, sin sol que lo caliente en ese acto inmaculado, sale de donde flota para promover el llanto y dejar observar el brillo límpido de su mirada inmensa.

Entonces, más recuerda la gota de agua, el oro reluciente o el crepúsculo de la violeta ante el estertor de la sola rosa, que hace quimera e inquieta a tal madre de anterior estampa, cual azorada hurí se torna inquieta por aquella ansiosa caricia del vencedor de su entera honra.

Y transforma su revelación gozosa en la mirada del embrión que agita la nueva vida, una iniciática experiencia sin la mejor sonrisa ante la caída de la inmensidad del alma que refleja herencia hacia ese hijo de futuro en orfandad creciente de padres, sin entender lo que le pasa bajo una palidez poética en tinte de tristeza profunda y sin remedio humano, tanto parcial como total acaecer inesperado.


En ese santo sin seña, en ese ser con silencio donde se ciñe oprobio salobre, ahonda total ausencia del amor filial en sendos caminos entrecruzados, pues la muerte de la madre no rehace el amor del padre y deja al abandono al tierno infante en postrero instante.

Así, sin alas y con luto permanente, constante en solitario jardín, queda inerte el drama de pequeña con abismal ausencia, sin aves del paraíso, sin brisas del mar extendido en que olea un viaje de calma traicionera y una sequedad proverbial de castrada felicidad.

Y siente cómo le acecha la muerte junto a la decrepitud del recuerdo, del vacío cómplice en eternidad horrible y con total presencia de una Nada envolvente, que lo mismo provee que desprotege lo existente y lo no existente.


Ya no canta el amor merecido y sólo pausa la soledad extensa, el sitio sin ese sol de la mañana, donde no se advierte tampoco la persistencia de la mirada, contrita y luego, pulverizada.

Al fin comprende que en el alma muerta toda agua de vida se torna turbia y helada con olor de abandono y clamor vacío, por ser ese hijo indeseado y sin jardín aireado.

En la interrogante al Dador Eterno siente la carga de tan pesada orfandad, donde sus padres en silencio largo lo tornan hijo único, quizá adoptado por antiguos astros que a sus oídos reverberan el canto de las gemas, de las miradas ausentes y del amor sin amor presente.


Vedadas las protecciones, todo en él alienta la sola impronta de tan grave soledad, por la antigua esencia de una madre vacía hecha quimera por causa del padre desconocido.

Y sin memoria de ser retrato fiel lleva en su apariencia de varón la herencia de ambos seres, como también ser a un mismo tiempo hijo de descendencia perdida en la ruta de la memoria, mientras transcurre el tiempo en total insensibilidad cernida.

Y ese olvido de quien en el pasado se entrega confiada a la prueba de amar, torna mentira la historia del verdadero sentido por nunca recibir, primero, todo el amor por entero...


Sin nunca arribar el amar en verdad, con toda la fuerza del amor humano que no llega a sentir ante el siguiente vientre de nueva mujer que con él se junta.

Para así, al infinito, repetir la gesta sin impedimento de toda usura y vuelta a la simiente del padre en su solaz felonía.

Reiterada posesión de un vientre virginal que activa esa mala herencia, y toda ausencia de íntima querencia e historia replicada, al infinito repetida.


CONTINUACIÓN

2. AGOSTO Y EL MAR

March 31, 2020, 11:53 p.m. 2 Report Embed Follow story
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Juan Henríquez Juan Henríquez
Excelente ✨
December 26, 2020, 01:01
Francisco Rivera Francisco Rivera
Continuidad de este blog con temas diversos y encuentros de creación y creadores consumados...
April 01, 2020, 00:04
~

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