violetkaneko Marie Lefebvre

Si te digo que el destino no es casualidad, ¿Me creerías? ¿Y si te dijera que un simple error cambió completamente mi vida? Pensaba que nadie me amaría, sin embargo alguien se encargó de contradecirme, me enseñó que no tenía que ser buena para todos, si no ser perfecta para él tal y como soy.


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INTRODUCCIÓN

Después de que me gritara que era una idiota y se fuera de mi casa dando un portazo nunca volví a saber de Joan, el primer hombre del que me enamoré y el único que me hizo caso.

Esa noche sin querer rompí su nariz de un codazo mientras dormía, no lo hice a propósito es que tengo el sueño pesado y a veces no recuerdo que tengo compañía en la cama, después de todo estaba acostumbrada a dormir sola antes de conocerlo.

Lloré mucho tiempo, él había cambiado mi vida, me había hecho creer que podía ser amada que podía gustarle a alguien aunque no pudiera estar cerca de él en público por alguna estúpida razón. Sebastián siempre dijo que no le gustaba para mí —Sebastián es el hombre que me cuidó desde los trece años como si fuera su hija—, que merecía algo mejor, sin embargo, nadie antes de él había puesto mi mundo de cabeza, supuse que debía hacer todo por él incluso tener sexo con él, algo que no había hecho nunca, y regalarle cosas costosas aunque el dinero no me sobrara; lo que fuera para que no me abandonara.

Joan siempre estaba remarcando mis defectos, dijo que estaba obesa cuando pesaba cincuenta kilos, él me sugirió que dejara de usar anteojos porque me quedaban feos y que dejara mi trabajo como personaje de una tienda de animales, decía que no podía estar con una persona que se disfrazaba para ganar dinero, que hacía el ridículo y cuando dejé de darle cosas porque estaba en quiebra lo golpeé sin intención e igualmente me dejó.

Deambulé por la casa toda la semana como alma en pena, no quería comer, no dormía; Sebastián sugirió que saliera a buscar trabajo, él aún podía comprar comida instantánea o sopas Maruchan y pagar las cuentas, no obstante, yo ya era mayor y debía aportar con algo para mejorar nuestra precaria economía.

Con el portal de empleos abierto en el celular comencé a buscar, habían muchas oportunidades laborales, sin embargo ninguna era perfecta para mí. Ninguna empresa pedía una mujer tonta llegando a los treinta, que alimentara gatos callejeros y rompiera narices.

A mitad del día recibí la llamada de Sebastián preguntando si había tenido suerte y tuve que decir que no. La noche anterior una cliente de su peluquería había insinuado que mintiera un poco en mi currículum, que las grandes empresas esperaban que todos los candidatos lo hicieran así que decoré un poco mis aptitudes.

Terminado el maquillaje del documento me puse en marcha otra vez, ese día tenía que encontrar trabajo.

Asistí a varias entrevistas, pero en todas quedaron en llamarme. Tenía el ánimo a nivel del séptimo círculo del infierno, estaba otra vez soltera, quebrada y desempleada cuando lo vi. Pablo Castro, había empezado su empresa con un pequeño capital y en pocos años se había posicionado entre las diez más exitosas del país.

«Cualquiera con una familia adinerada y conexiones es exitoso» pensé.

La periodista descaradamente coqueteaba con el tipo que tenía enfrente, quién no lo hubiera hecho —Seguramente yo porque no tengo la suficiente confianza, al menos en ese momento no la tenía—, cruzaba continuamente las piernas, ponía una mano en su mejilla y lo miraba directamente a los ojos. No pude evitar reír a un volumen muy alto ante la actitud de la mujer que me pareció ridícula. Todos en el bar voltearon a verme y me escondí debajo de mi flequillo como siempre.

En lo que ella creyó era un tono muy sensual que me provocó otra carcajada le preguntó cuál era su mujer ideal a lo que él le respondió que una mujer trabajadora que nunca se diera por vencida.

—¿Dónde pongo mi firma? —mascullé.

Más adelante en la entrevista la mujer inquirió sobre su situación sentimental a lo que él respondió que estaba en una relación con una conocida escritora de libros de autoayuda, meditación, respiración y alimentación consciente.

—Pura mierda. —Sacudí la cabeza, esas cosas empeoran más de lo que arreglan pensé seguí tomando mi jugo.

Después de un rato dejé de prestar atención a la televisión y pedí a la camarera si me podía prestar el diario de ese día a lo que ella accedió. Ojeé la primera plana, una foto de la empresa donde mi hermana trabajaba captó mi atención inmediatamente, el epígrafe la posicionaba como una de las empresas de mayor crecimiento de los últimos tres años. Pasé las hojas hasta llegar a la sección de "Empleos", escaneé el código QR para descargar en el celular la lista, dejé la propina, me levanté de la silla y salí del bar silbando.

Mi pantalla mostraba una gran cantidad de pedidos de empleada, pero refiné la búsqueda con el filtro y solo dejó cuatro que se adaptaban a mis "aptitudes", una de ellas era "Digital travel", la empresa de Pablo


Oct. 22, 2020, 11:39 p.m. 0 Report Embed Follow story
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