«Vaya así que ahora estoy en un cuarto oscuro...».
Pude ver que había una puerta blanca en medio del cuarto oscuro, al abrirse entraron dos humanos, precisamente dos hombres, traían consigo a una... niña.
—Tranquila, si tus padres siguen todos los pasos, seras libre— Le dijo uno de los hombres a la niña.
La niña estaba llorando desconsoladamente.
El otro hombre tomaba en su mano izquierda lo que los humanos llaman celular.
«El hecho de que yo esté aquí significa que alguien va a morir hoy...».
«Siempre voy a todo tipo de lugar, muy rara vez tengo que descansar, debo llevarme las almas de los muertos, todas al purgatorio, de ahí se decide si van al cielo o al infierno».
—Hey, sus padres aceptaron el trato por dos millones de dolares, mañana en la tarde se hará el intercambio— Le dijo el hombre del celular al otro hombre.
—Bien, nos vemos niña— Le dijo a la pequeña niña el otro hombre mientras se despedía dándole un beso en la frente.
«Así que esto es lo que se llamaría repugnancia, a pesar de que no puedo sentir emociones, sé en que circunstancias se darían».
La niña empezó a llorar, no podía hablar por el pañuelo que traía en su boca.
«Ya va siendo hora de que alguien muera... ¿quién será? ¿esta niña a lo mejor?», pensé mientras la miraba llorar.
La niña intentaba sacarse las cuerdas que la sostenían a la silla bruscamente.
De pronto, alguien entro a la habitación oscura, era aquel hombre que le había dado un beso en su frente.
—Veo que estas bien, no puedes hacerte daño, no aún— Le dijo al oído con unos ojos llenos de lujuria.
«Así que eso es lo que va a pasar... es la sexta niña que va a morir hoy por un abuso sexual...», pensé mientras miraba aquella escena.
El hombre se quitó los pantalones y le frotó su miembro por todo el cuerpo de la menor, la niña mostraba un rostro de asco, y a su vez de miedo.
«Si tan solo tocase al hombre, este moriría, pero... es una regla de no intervenir en el mundo humano, solo debo hacer mi trabajo, además... no siento la necesidad de salvar a la niña... ¿esto es ser la muerte?», pensé mientras miraba mis manos esqueléticas.
Finalmente la niña se desmayó, la presión fue tanta que no soporto tal situación y perdió el conocimiento.
«Parece ser que su alma a salido y... me puede ver».
—¡Ah!— Gritó asustada al mirarme.
—Me presento, soy la muerte, es hora de irnos, no volverás a despertar en ese cuerpo, ahora posiblemente esté en estado vegetal— Le dije mientras le extendía mi mano.
La niña se asombró al ver mi mano esquelética, por lo que, empezó a desconfiar.
—Desconfiar de alguien no servirá de nada, después de todo, estas muerta, no hay vuelta atrás— Le dije mientras le acercaba más mi mano.
La niña finalmente agarró mi brazo y la lleve hacia un portal.
—¿Qué pasará con papá y mamá?— Me preguntó.
—Ambos morirán en tres años, por un accidente en la carretera— Le dije sin dudar.
—¿En tres años los podré ver?—Me preguntó.
—Puede que mañana, o a lo mejor ya están en el cielo o infierno, el tiempo no es algo que mueva el cielo o el infierno— Le dije.
Cruzamos el portal y la dejé en la cola del purgatorio mientras yo me alejaba lentamente hacia la siguiente víctima.
—Espera— Me dijo la niña.
Volteé a verla —No tengo todo el tiempo— Le dije.
—Me dijiste que el tiempo no mueve el cielo o el infierno— Me dijo con... una sonrisa.
—Esto es el purgatorio, aquí si hay tiempo, ¿por qué sonríes?— Le pregunté interesado.
—Debe ser un trabajo duro, ¿no es así?— Empezó a llorar desconsoladamente mientras trataba de no perder la sonrisa.
Me fui del purgatorio y me dirigí a la siguiente alma.
«¿Realmente es un trabajo difícil? ¿Será que los humanos ahora sonríen para luego llorar?».
Salí del portal y me encontraba en una balsa, en la balsa solo había una persona.
«Un anciano... ¿morirá por vejez o por otro acontecimiento?».
—Es hora de irme, la noche esta por ponerse— Dijo el anciano mientras colocaba los remos a cada extremo de la balsa.
«Aún sigo pensando en lo que me dijo la niña... este trabajo es algo normal que es necesario para evitar que las almas se queden en el mundo humano... ¿realmente es difícil?», me preguntaba mientras miraba mis ambas manos.
—Parece que uno de los remos se quedo atascado con algo— El anciano empezó a forcejear el remo.
De pronto, la balsa empezó a romperse poco a poco.
—¡¿Qué demonios?!— Se preguntaba el anciano mientras buscaba una manera de arreglar la balsa.
Empezó a entrar agua lentamente, el anciano dejó de intentar salvarse, simplemente se arrodilló y empezó a rezar.
—Dios, si es mi momento, llévame; no me arrepiento de nada, puede que mi finalmente vea a mi esposa en el cielo, te dejo al cuidado de mis nietos— Dijo el hombre mientras miraba el cielo, curiosamente tenía una sonrisa en el rostro.
La balsa se hundió en el mar, un tiburón había ocasionado el accidente, empezó a comerse al anciano con una gran ferocidad.
«Creo que esta es el segundo humano que muere por un tiburón en toda esta semana».
—¿Q-Quién eres?— Me preguntó mientras me miraba muy asustado.
—Creo que tienes una mala idea de lo que soy, no represento el mal, simplemente llevare tu alma al purgatorio y se decidirá si vas al infiero o al cielo— Le dije mientras le extendía mi mano.
El anciano agarró mi mano sin dudar —¿Mi esposa esta ahí?— Me preguntó.
—No tengo idea, puede que tu estés antes que ella en el cielo o en el infierno, el tiempo no mueve el infierno o el cielo— Le dije.
—La debes tener difícil, ¿no?— Me dijo mientras me miraba.
Empezamos a caminar hacia el portal —¿Por qué lo dices?— Le pregunté.
—Tu trabajo requiere de ver gente morir a cada instante, creo que es por eso que hablas con una gran seriedad— Me dijo.
—Me crearon así, no puedo sentir las emociones humanas, eso es algo que no tiene sentido para nosotros— Le dije.
—¿Acaso hay mas "muertes" por ahí?— Me preguntó.
—No, me refiero a los entes de mi estilo— Le dije.
—No entiendo lo que me dices...— Me dijo algo insatisfecho.
—No necesitas entenderlo, ahora entremos al portal— Entramos al portal y adentro estaba la niña, no mostraba ninguna expresión, solo miraba al frente junto a las demás almas.
«Solo pasan dos minutos para que pierdan la memoria de como murieron y se queden en un estado de calma completa».
Alcé mi dedo señalando la fila —Ve a la fila anciano, espera a que se decida tu destino— Le dije.
—Muy bien, pero... intenta sonreír al menos una vez— Me dijo con una sonrisa humilde.
Simplemente me fui hacia el portal, no le respondí al anciano.
«¿Sonreír?, no soy un humano para hacer tal cosa, además... desde mi propia existencia, desde la primera vez que pude ver... intenté sonreír y aún no puedo».
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