- Ha muerto
Y con esta afirmación supo que todo sería distinto.
Estaba petrificada y sin aliento.
Después de esa frase, siempre venían los aplausos, las felicitaciones, las luces encendidas y el teatro en pie.
Pero esa vez todo fue diferente. No escuchó los aplausos ni los vítores.
Y así es como nos dejó, haciendo lo que más amaba en esta vida y vestida de amarillo, porque como ella misma decía:
- ¡A la mierda las supersticiones! A mi no me gusta el color verde y no por eso lo lleno de mala suerte.
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