karhol-lopez1562630090 Karhol Lopez

Un cuentista le narra su siguiente obra a una desconocida que lo aborda en un bar. El resultado de esta conversación termina siendo perturbador.


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#horro #bebé #pistola
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El bebé, el niño y la pistola.

- Y colorín colorado….

- Este cuento se ha acabadoooooo. Gritaron todos los niños al unísono, riendo y alegremente.

Una mujer miraba desde atrás de las filas al cuenta cuento, aquel hombre famoso y exitoso que entretenía a aquellas ingenuas almas de una manera inimaginable. Lo miraba con pasión y deseo. Y quien no lo haría, era joven, atractivo, musculoso y como lo había mencionado anteriormente; famoso y exitoso. La mujer le había vigilado desde hacía ya tiempo y sabía que el cuentista se iría después de eso a un bar cercano al cual siempre se iba a tomar y pasar el tiempo. Obviamente lo seguiría.

El hombre se tomó fotos con los niños, al igual que con las madres de familia que claramente querían tener un encuentro sexual con él cuenta cuentos, pero no todos lo habían hecho. Y después de esto salió del lugar y caminó como ya era habitual en su vida, desde hacía cinco años que se había dedicado a eso, a ir al bar después de su exitosa jornada.

Llegó al bar y pidió lo mismo de siempre, un escoces en las rocas junto con un par de papas fritas con aderezo ranch a un lado y un par de aceitunas negras. Se sentó en el mismo lugar de siempre y comenzó a leer la novela de bolsillo que tenía, la cual se titulaba “ cuatro historias de la vida cotidiana”. Bebió un poco de su escoces, disfrutándolo y una mujer se sentó enfrente de él. El cuentista ni se inmutó y continuó con la vista en el libro.

La mujer se aflojó un poco el escote que tenía en la blusa y puso su bebida en un porta vasos. El hombre seguía sin hacerle caso. La mujer abrió la boca para decir algo pero el cuentista la atajó.

- Sé quién eres – dijo sin retirar la mirada del libro – te sientas siempre detrás de todos, esperando a no ser vista y me observas. Llevas ya varias semanas haciendo eso y ya sabes que es lo que hago – la mujer sintió un escalofrió en su nuca, intentó defenderse pero el cuentista continuó – una persona ordinaria pensaría que le estarías acosando, pero – retiró el libro de su cara y miró fijamente a la mujer la cual se notaba tensa y avergonzada a la vez – pero yo no soy una persona ordinaria – el hombre sonrió – y tienes la gran ventaja de ser una mujer joven y atractiva que tiene la determinación y el valor de seguir a un hombre como yo de esta manera.

La mujer se ruborizó y quedó se quedó mirando al cuentista que le observaba firme y duramente. Con sus ojos café oscuros que guardaban muy bien el alma e interior de aquel hombre que le sonreía gentilmente.

- ¿Qué es lo que quieres? Preguntó finalmente el hombre.

La mujer le observaba aun un poco avergonzada y tardó en poder salir de su lapsus estupidus, el cuentista seguía observándola con una sonrisa gentil y cálida hasta que la mujer pudo formular una palabra.

- So… solo qui…quiero tomarme algo contigo. Concretó la mujer con dificultad y con la respiración pesada.

- Excelente, veo que ya traes tu bebida entonces podremos evitarnos el todo eso de pedir lo mismo y poder ir al grano.

El hombre era voraz, seguro de sí mismo y con una facilidad de palabra impresionante. Cosa que a la mujer no le extrañaba ya que se ganaba la vida de eso. El hombre levantó su vaso de escoces que sudaba ligeras gotas de agua.

- Salud.

La mujer levantó su cerveza de igual manera.

- Salud.

Sus vasos chocaron en el aire y ambos tomaron. Fue así como rompieron el hielo y tuvieron una plática amena.

Platicaron de cosas triviales primero, como siempre hacen las personas cuando se empiezan a conocer, así empiezan a tentar el terreno para saber en qué se están metiendo y en caso de que no le gustara donde pisan regresarían a sus casas con una excusa cualquiera, pero esta no fue la ocasión. La mujer se llevaba bien con el hombre y el cuentista con la hermosa mujer. Las horas pasaron y las bebidas aumentaron para cada uno de ellos, todo fue risas y anécdotas hasta que la mujer se metió de lleno a un terreno desconocido y peligroso que a nadie le gusta tocar. La privacidad.

- ¿Y que ha sido lo más feo que has hecho en tu vida? preguntó la mujer ingenuamente con una sonrisa en su rostro, presentía que esa noche cumpliría su sueño de meterse en la cama con el cuentista.

El hombre paró su risa gradualmente y su sonrisa se agudizó en su rostro mostrando una cara que se veía un poco retorcida junto con unos ojos centelleantes. La mujer pensó que era producto del alcohol.

- ¿perdona?

La mujer le dio un trago a su octava cerveza y contestó con una sonrisa.

- ¿Qué sí que es lo más malo que hayas hecho en tu vida?

El hombre dejó su vaso a un lado he irguió su espalda sin dejar de sonreír gentilmente.

- ¿Qué te parece si te cuento mejor en lo que estoy trabajando en estos momento? Es un cuento de terror poco convencional que sé que a la gente le gustará.

La mujer asintió emocionado, sería la primera en saber el próximo cuento famoso de aquel hombre.

- Bueno, pero necesito que no me interrumpas ¿está bien? – la mujer asintió de nuevo – bueno – el hombre se aclaró la garganta , miró a la mujer que claramente estaba ebria y prosiguió con su relato –… erase una vez, en una ciudad en donde un niño podía ir a una tienda y comprar con cinco dólares o unos dulces o una bala de una arma de fuego; en donde nació un niño ordinario, que vivía en una casa con una madre que lo amaba y un padre que le amaba igual, que lo cuidaban como su único e inigualable tesoro. En donde ese niño era el rey e hijo único de aquel hogar lleno de felicidad. En donde pasó más de ocho años recibiendo regalos solo para él en navidad y que le daban lo que siempre quería. En donde por ocho años siempre había sido él, y él y siempre él. En donde no importaba si el niño crecía de edad y de estatura aun así sus padres seguían dándole lo que él quería y sobre todo y lo más importante le seguían amando a ellos dos y a nadie más. Pero todo comenzó a cambiar cuando a su mamá la comenzaba a ver un poco más subida de peso, una graciosa y gran barriga puntiaguda que crecía cada mes más y más…

- Estaba embarazada – dijo la mujer, el hombre la fulminó con los ojos – perdón, perdón.

- …Como decía, la barriga de la mujer crecía y creía y sus padres comenzaban a comprar ropa diminuta que el niño sabía que no le quedaría a él. Pero nunca hizo ninguna pregunta y sus padres nunca les mencionaron nada. Su cuartó lo pintaron de azul y a un lado de su cama, en donde sus juguetes estaban, colocaron una cama pequeña con barandales en los lados, de donde colgaban unas estrellas que si las movías sonaban como pequeñas campanas. El niño estaba extrañado, no sabía que era lo que pasaba y sobre todo notaba la ausencia de amor que le habían dejado de dar por más de cinco meses… – el hombre sintió un nudo en su garganta y sus ojos se empañaron, se aclaró la garganta y la mujer intentó ayudarlo, pero él lo negó con la cabeza – estoy bien, estoy bien, es solo alergia. ¿en dónde me había quedado? , ah ya. Bueno…el niño presentía algo extraño. Y sus dudas se aclararon cuando un día su mamá comenzó a gritar de dolor en la cocina y el niño presenció que de las piernas de su madre unas gotas espesas de agua con un tono marrón rojizo bajaban. La mujer adolorida le pidió que le llamara a su padre y así lo hizo, el cual llegó rápidamente junto con una ambulancia. Ese mismo día su madre se fue al hospital y jamás regresó. Sin embargo, a cambio de su mamá, un bebé regordete y feo regresó en los brazos de su padre que lloraba de tristeza y frustración. El padre no le dijo en ese momento nada al niño, pero él lo sabía, su mamá había muerto y todo por culpa del bebé….

- No puede ser. Qué triste. Los ojos de la mujer ebria se llenaron de lágrimas y algunas resbalaron de ellos y bajaron por sus mejillas. El cuentista la ignoró.

- … al poco tiempo el padre dejó su trabajo de policía y se dedicó a ser padre de tiempo completo cuidando al único tesoro y recuerdo que tenia de su difunta esposa, cuidando al nuevo bebé que tenía y haciendo a un lado al niño que también era su hijo pero había pasado a segundo plano – el hombre carraspeó su garganta, otro nudo se comenzaba a formar – el niño comenzó a tener problemas en la escuela y todo a costa de la falta de atención que le daba su padre que se encargaba más del bebé. De aquel horrendo engendro del mal que le había quitado a su madre y a su padre al mismo tiempo. Que había llevado a la tumba a su mami y le había quitado el cariño y atención de su papá, que era lo que le dolía más. Fue así como el odio y el rencor de aquel niño con déficit de atención comenzó a crecer de una manera poco sana hasta llegar al punto de acabar con la vida de aquella cosa que le decían que era su hermano, pero no lo era. No claro que no. Un hermano no mata a tu mamá y mucho menos te quita el amor de papá cuando tú también la necesitabas. Pero no podía hacerle nada, no podía, no tenía las agallas para tomar una almohada y asfixiarlo mientras dormía, y eso las noches que lo dejaba dormir porque siempre se la pasaba llorando el idiota ese. – la mujer se sintió un poco incomoda, pero continuó escuchando a fin de cuentas era solo un cuento ¿no era así? – pero no fue hasta que se le presentó el momento perfecto en donde aquel niño pudo tomar su venganza. Que lo hizo un día cuando su padre se había ido para comprar el mandado y los había dejado a los dos solos. Obviamente le habían encargado al bebe de un año al niño de ocho. Y fue el momento perfecto para hacerlo. El bebé se encontraba jugando con los juguetes de su hermano, metiéndoselos a la boca y tirándolos a la misma vez. El niño observaba a lo lejos como era que le podía hacer para acabar por fin con esa cosa que babeaba sus juguetes; había pensado en dejarlo en la calle, pero alguien lo vería y lo regresaría y lo metería en problemas. Clavarle un cuchillo o asfixiarlo, no podía, no tenía las agallas para hacerlo el mismo. Fue entonces cuando lo vio y lo descubrió. Cuando vio a su hermanito tomando una de sus pistolas de nerf y se la puso en la boca. El foco de su mente se iluminó y corrió hacia el cuarto de su padre y esculcó dentro de sus cajones hasta que encontró la pistola de servicio que usaba antes su papá cuando era policía. Checó el cartucho y notó que estaba vacía. Entonces el niño se intentó echar para atrás, pero recordó que estaba en un país en donde la munición de armas se vendían como si fueran dulces y rompió su cochinito de dónde sacó veinte dólares y corrió a la tienda de la esquina en donde sin preguntarle nada le vendieron dos balas del calibre que el necesitaba. Regresó a la casa con el corazón agitado y con la cabeza casi explotando, cargó el arma y regresó a la sala en donde su hermano seguía jugando con sus juguetes…

La mujer se percibió un extraño centelleo en sus ojos que no pudo definir de que sentimiento era, lo más cercano que pudo pensar era una mezcla de adrenalina con alegría.

El cuentista prosiguió con el cuento.

- … el niño se acercó junto con aquel bebé que decía que era su hermano y le acercó la pistola. El bebé extrañado y alegre al ver que su hermano se acercaba para jugar con él sonrió y levantó los brazos de felicidad. El niño le dijo que tomara la pistola, pero el bebé no le entendió. Solo seguía balbuceando cosas y sonriendo como imbécil. El niño comenzó a frustrarse y recordó que una vez había visto como era que el niño imitaba lo que su padre hacía, entonces apresuradamente buscó su pistola de nerf que había babeado antes el niño y sin pensarlo dos veces la tomó. El bebé sonrió y volvió a levantar los brazos de alegría. El niño desesperado levantó la pistola repetidamente hasta que él bebe logró entenderle e intentó tomar la pistola que tenía enfrente de él. Claramente no la pudo levantar con sus pequeños brazos; entonces el niño se recostó en el suelo y el bebé se recostó igual, riendo y sonriendo. El niño miró a su disque hermano y volvió a tomar la pistola de nerf y la arrastró a su boca. El bebé rió y arrastró dificultosamente la pistola hacia su rostro. El niño sonrió al ver que aquello funcionaba y el bebé sonrió de igual manera al ver que hacia feliz a su hermano al jugar con él. Entonces el niño miró la pistola de nerf y notó que la baba resbalaba por toda la punta, sintió asco pero sabía que no le quedaba tanto tiempo y abrió la boca y se llevó la pistola a la boca, aguantándose las ganas de vomitar. El bebé ladeó la cabeza intentando comprender lo que su hermano le decía y volvió a sonreír. El niño desesperado volvió a hacer el mismo movimiento una y otra vez, cada vez más rápido sabiendo que su padre podría llegar en cualquier momento y si lo veía lo meterían en un grande, pero muy grande problema. Lo intento una y otra vez hasta que le bebé entendió y abrió la boca y se llevó la pistola a la boca, babeándola y saboreando el sabor a metal. El niño sonrió sudorosamente, ya no le quedaba tiempo. El bebé sonrió de igual manera. Entonces el niño escuchó como un carro llegaba a su casa y comprendió que su padre había llegado a la casa. Frenéticamente comenzó a presionar el gatillo de la pistola nerf y el bebé sonreía y reía al verlo hacer eso, pero aún tenía la pistola en su boca. Se escuchó como la puerta se abría y el niño el cual seguía presionando el gatillo de la pistola frenéticamente, sudando y llorando, se estaba dando por vencido, cerró los ojos, sabiendo que su papá llegaría y lo castigaría de una manera sin precedentes y sobre sabiendo que había fracasado en su único plan de liberarse de aquella escoria que le había quitado a su mamá y a su papá, cuando escucho un ¡Bum! Ensordecedor. Su padre corrió hasta la sala. El niño miró a su padre y ahí abrió los ojos y lo vio llorando, impactado. vio como este se desmoronaba y se tiraba en el suelo, maldiciendo y golpeándolo con el puño. Miró en donde su supuesto hermano estaba y lo había logrado, se había desecho de la mitad de él. La pared estaba salpicada de sangre y gran parte de su cuerpo había desaparecido. El niño había cumplido su cometido. Fin.

La mujer miró al hombre impactada, con sentimientos encontrados y sin saber que decir. El cuentista solo le miraba gentilmente con la misma sonrisa de siempre.

- ¿Qué te pareció ese cuento? Sigue siendo una obra en trabajo, pero pronto la acabaré. Le dio un sorbo a su escoces que estaba caliente ya.

La mujer tardó un poco en salir del shock, pero al conseguirlo lo único que logró responder fue:

- ¿Qué fue lo que le paso al papá?

Él cuenta cuentos se llevó un par de papas a la boca y contestó.

- Lo incriminaron de homicidio, le quitaron al niño y en su primer día en la prisión se suicidó colgándose en su celda.

La atractiva mujer parpadeó, se sentía asqueada por haber escuchado aquella historia tan grotesca y perturbadora, en su mente se formulaban muchas preguntas que le quería hacer al exitoso cuentista hasta que una se le escapó de su mente.

- Y ¿cómo es que puedes pensar en hacer un cuento tan oscuro y explicito como ese?

- Eso es fácil – contestó el cuentista mientras se llevaba una aceituna a la boca – el bebé era mi hermano, yo fui el niño y yo le di la pistola.

El hombre sonrió y terminó su bebida de golpe.

Fin.

Aug. 29, 2019, 1:30 a.m. 1 Report Embed Follow story
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The End

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Natalia Marcovecchio Natalia Marcovecchio
Muy buena idea!
September 02, 2019, 00:26
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