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Hasta que punto arriesgar lo que ya tienes? Reflexionar sobre el que y el porque de nuestros propios actos y los de los demás, quizás a veces es más sencillo que todo esto, pero nuestra naturaleza normalmente empuja las circunstancias hacia direcciones que no queríamos.


Erotica For over 18 only.

#erotica #dinamica #elegante #psicologica #relatoscortos
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No era la primera vez que me pillaban colándome en el Palau de la Música de Barcelona, es más, mi plan era casi perfecto. Con mi amiga Lisa habíamos ideado “el plan” para poder colarme tantas veces quisiera. Lisa es una de mis mejores amigas, conservamos la amistad desde que nos conocimos en la guardería cuando las dos vivíamos en Londres, pero la vida nos había llevado a vivir las dos en Barcelona, cosa que era fabuloso ya que, sin ella, no tenia a mi colega en el crimen, como dicen los ingleses.

Lisa era diseñadora de moda freelance, así que era ella la que procuraba todos los vestidos y complementos para asistir a estos preciados eventos. El plan era tan ridículo que por esta misma razón funcionaba tan bien. Mi disfraz era ideal, y cundo digo disfraz es porqué era un verdadero disfraz, con peluca incluida. Cada vez, llevaba un disfraz diferente y disparatado, peor que el anterior así que era muy difícil reconocerme, pero el verdadero mérito era encontrar un asiento o un hueco para poder disfrutar de la función.

Ese sábado por la tarde mi amiga, la buena suerte, se olvido de mí.

Lo importante era estar sentada antes que todo el mundo lo estuviera para no llamar la atención, pero eso no sucedió esa noche, así que tuve que iniciar el plan B. Estuve andando por las escaleras que llevaban a los palcos intentando hacer tiempo a ver si encontraba algún sitio donde definitivamente quedarme para ver la opera. Desafortunadamente el servicio de seguridad se percató de que algo no iba bien, una chica sola recorriendo los pasillos a pocos minutos de empezar el espectáculo no era normal, solo podían pasar dos cosas, o bien, no sabia donde estaba mi asiento o, no tenia que estar ahí por alguna razón desconocida. La situación era desesperada, así que debía afrontar medidas desesperadas.

El tipo de seguridad me pisaba los talones y ya se había hartado de jugar al gato y al ratón conmigo, era evidente por su cara, así que entré en el primer palco que encontré, esperando que estuviera vacío e inventarme una historia convincente lo más rápido que pudiera.

Sin pensar, entre en la primera puerta que vi, y como ya os he comentado, la buena suerte estaba jugando conmigo, y como era de esperar estaba ocupado.

Le podía ver de espaldas y a contraluz, no parecía un señor mayor, mi esperanza volvió al pensar que podría salirme el plan bien. Me senté a su lado y empecé hablar atropelladamente- Siento mucho la terrible interrupción, pero la situación es que me he colado, adoro esta opera y no quería perdérmela de ninguna de las maneras, esta es la verdad y usted va a pensar que estoy loca, pero por favor cúbrame las espaldas cuando entre el señor de seguridad. No soy agresiva ni nada, solo un poco arriesgada, ni siquiera loca se podría decir…..- Ni siquiera me fije en que cara tenia , mi preocupación era mirar la puerta que teníamos detrás esperando que se abriera en cualquier momento.

Oí el chasquido de la puerta abrirse y me senté erguida en el asiento del palco con la mirada al frente con los puños apretados. Mi nuevo acompañante pasó su brazo por detrás de mí descansando su mano encima del respaldo de mi asiento y una voz sonó detrás de nosotros Perdón señor De Luca por la interrupción, pero tenemos la impresión que su acompañante se había perdido y hemos venido a comprobar que estaba todo bien Mi nuevo amigo giró la cabeza hacia el interlocutor y contestó Tranquilo todo está bien, solo se había perdido de vuelta del baño, el edificio es tan grande y no está acostumbrada a venir, que sin querer se ha perdido.

La puerta se cerró y nos inundó el sonido de platea.
El aire se escapó de mi boca suavemente y abrí las manos doloridas de mantenerlas en un puño, su cuerpo se giró hacia mí sin dejar de apoyar su mano en el respaldo de mi asiento, me giré hacia él y pensé para mí: hola buena suerte.

Era el hombre más bien hecho que había visto en mi vida, todo en él era perfecto, mientras él hablaba yo no escuchaba, intentaba retener toda la información posible del momento. Parecía alto, todo y que estaba sentado, llevaba un traje negro con corbata negra y camisa blanca, le quedaba debidamente ajustado, lo cual dejaba volar la imaginación de las mujeres. Corte de pelo clásico con la parte de delante ligeramente larga, peinado con algún producto con el que le quedaba todo el pelo contenido hacia atrás. Sus facciones duras y viriles te hacían sentir pequeña.

Lo último que oí fue ya hablaremos luego, por ahora concentrémonos en la opera. Volvió a su posición de atención al escenario, cruzo las piernas y los brazos y se dispuso a no prestarme atención.
Me sonreí a mi misma, al final todo había salido bien.
No me atreví a mirarle durante las dos horas de la función. Solo un par de veces fugaces lo intenté, pero tuve miedo, de que si lo hacia me echara del palco para volver a jugar con el señor de seguridad, cosa que no me apetecía nada.

Las luces se encendieron, y la gente de pie aplaudía fervientemente. La verdad es que había sido soberbio, en más de una vez los pelos se me pusieron como escarpias. Bueno era hora de afrontar la realidad, me giré hacia él y le di las gracias por cubrirme, me cogió por encima del codo y me guio hacia la salida sin articular palabra. En el pasillo apoyó su mano en mi espalda alta, manteniéndome un poco más avanzada que él. Al caminar, notaba su mirada encima de mi y le di las gracias a Lisa por el vestido que me había echo para esa noche. Era un vestido ajustado de velvetón negro con un escote en la espalda que me llegaba a la cintura, de manga larga y escote de barco cerrado hasta la base del cuello. De complemento llevaba una peluca castaña con un recogido adornado por un tocado negro de los años 50. Así que os podéis imaginar que notaba su mano en mi espalda guiándome hacia las escaleras que llevaban al vestíbulo.

Era mucho más alto que yo, debía medir metro noventa de habilidad en movimiento. La gente lo miraba y las mujeres lo devoraban, era absolutamente obsceno. Me ofreció la mano para bajar las escaleras y entonces empezó la charla.
Su voz sonaba suave y grabe a mí lado Podríamos presentarnos si te parece- Le mire de reojo y una media sonrisa se le dibujaba en los labios, no me había dado cuenta hasta entonces, pero lucia una barba de algunos días que le favorecía aún más. Por supuesto -respondí yo- me llamo Angélica, y usted- acabé la frase- en ese punto la sonrisa se le torno ancha y llena de dientes blancos- Soy el Sr De Laurentis - respondió melódica mente en un acento italiano latente.

Llegamos al vestíbulo donde la gente se dispersaba o se reconocía y formaban grupos. Una mano se apoyó encima de su hombro dirigiéndose a él en alemán. El se giró sobre sus talones y encontró a un señor de unos sesenta años con grabes problemas de sobrepeso y su mujer que estaba hecha para él.
Pensé de escabullirme en ese momento en el que estaba distraído, pero a la que me quise dar cuenta me estaba presentando al señor y la señora Munhauswren.
La conversación cambió al inglés cosa que agradecí. La historia estaba derivando a algo absolutamente surrealista. El señor Munhauswren nos invitaba a tomar una copa a la residencia de no sé quien que se acababa de mudar desde Alemania.
Perdona, ¿que?

El Sr De Laurentis acepto la invitación agradecido, diciendo que nos pasaríamos un rato a saludar. Sin más nos separamos de la pareja Munhauswren y nos dirigimos a la salida.

En la calle se arremolinaba la gente a la espera de sus coches y apresurándose a ponerse los abrigos, el otoño en Barcelona podía ser muy traicionero, y el viento se había animado esa noche. Cruce los brazos abrazándome a mi misma, los pezones se me pusieron duros del frio y se marcaban a través del vestido. Preguntándome donde estaba mi abrigo se quito el suyo, largo negro de lana de doble abotonadura y me lo puso por encima. La verdad es que había venido en anorak y bolsa de deporte, lo había escondido en el callejón y había entrado tal como estaba. Dejo soltar una fuerte carcajada, y todas las arrugas de su cara se pronunciaron haciéndolo más irresistible, abrió los brazos y me abrazó diciéndome- Gelica eres increíble- su cuerpo estaba caliente y mis pechos chocaron con su cintura firme, no me atreví a rodear lo con mis brazos, la situación ya se me había escapado de las manos hacia tiempo.

Yo seguí- Perdone, pero ¿no va a pensar que le voy a acompañar verdad? No le conozco de nada y no se si se ha dado cuenta pero tengo 26 años y usted….- soltándome y cruzando otra vez los brazos dijo un seco- 40- sus ojos se clavaron en los míos, su mirada de lobo, de color azul glacial me absorbía, él siguió hablando- yo te he cubierto en el palco, ahora te toca a ti cubrirme por 30 minutos con esto- ¿pero para que?- le dije yo- No soy nadie interesante, no sé quienes son, que tengo que decir, como tengo que actuar….- por esta razón eres perfecta- contesto el poniéndose las manos en los bolsillo.

El volvo 4x4 se paró delante de nosotros y el chófer nos abrió la puerta, el me alargó la mano para ayudarme a subir al coche, no podía ser lo que estaba pasando quien era este tipo, de donde había salido, y lo más importante porque no podía decirle que no.

El coche se puso en marcha y las instrucciones al conductor empezaron en lengua italiana. A los pocos minutos se giró hacia mi y me explico que había enviado a alguien a buscar mis cosas en el callejón, que no me preocupara. También me pidió el móvil para activar una aplicación donde te permite geo localizar al propietario del teléfono. Me devolvió el teléfono diciéndome- No soy un maníaco ni dada parecido, solo que no acostumbro a tener la misma visión de los hechos que los demás. Si estás incomoda y te quieres ir, no hay problema, mi chófer te llevará donde tú quieras, y si prefieres un taxi, no hay ningún problema tampoco. Al fin y al cabo, la casa estaba en el barrio de Pedralbes de BCN, no abandonaríamos la ciudad en ninguna circunstancia.

Sin venir a cuento le pregunté- ¿cuantos idiomas hablas? - giró su mirada hacia mi y contesto con su ya normal tono- ocho- y volvió la mirada al frente.

El Sr De Laurentis miraba su teléfono repasando mails y llamadas, se llevo el teléfono a la oreja y la conversación empezó en japonés. No me lo podía creer, en cuanto pudiera tenia que mirar por internet quien era esta persona, que físicamente era impresionante y mentalmente parecía que también, entonces la pregunta era, ¿donde estaba la señora De Laurentis?

April 20, 2019, 9:18 p.m. 1 Report Embed Follow story
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Isaak Flix Isaak Flix
Necessito saber mas... !!!Parece una historia apasionante, espero con ansias el siguiente contenido.
April 22, 2019, 08:26
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