adrianton Adriana Antón

Ella está tratando de encajar en una sociedad que no está preparada para recibirla.Él, intentando vivir la vida lo mejor que puede,haciendo aquello que ama en un país que no es el suyo. Sus vidas se cruzan y todo se vuelve un dulce desastre. Secretos, trastornos mentales, medias verdades, búsqueda del amor ideal, drama, acción, amistades desde el alma y mucho dulce son algunas de las cosas que puedes encontrar en esta historia. Dulcifícame; una historia de amor basada en hechos reales con una pizca de ficción.


Romance Contemporary All public.

#amor #romance #toc #problemas
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Sólo eran las diez de la mañana y ya estaba cansada de esperar esa reunión con la que había soñado desde el inicio de su carrera. Alexandra ya sentía que le fallaba la respiración, ya había venido a una primera entrevista y hace dos días la llamaron para reunirse con el jefe de recursos humanos, se sentía confiada de que había conseguido el trabajo que la impulsaría en su carrera de periodismo que apenas estaba por comenzar.

―Señorita Montero― la llamó muy amablemente la secretaria ― Pase adelante, por favor. Don Manuel la espera en su oficina.

Intentando verse confiada se dirigió a dicha oficina, al entrar pudo notar lo lujosa que ésta era, con esos muebles tan elegantes y ese escritorio que parecía ser de cristal, todo se veía limpio y eso, aunado a los colores suaves de la decoración, lograron en ella un efecto tranquilizante que necesitaba urgentemente. Don Manuel estaba de espaldas, viendo por el gran ventanal la ciudad de Caracas en pleno apogeo de un lunes en la mañana, al sentirla allí se dio vuelta encontrándose con una jovencita realmente bonita pero con una mirada que desconcertaba un poco.

― Buenos días Don Manuel, soy Alexandra Montero, un placer conocerle ― se presentó, estrechándole la mano.

― El placer es mío, señorita Montero ― le hizo una seña para que tomara asiento ― Me imagino que sabrá para qué la hemos llamado. Queremos contratarla ― le informó ― al revisar su hoja de vida y después de entrevistarla estuvimos de acuerdo en tenerla entre nosotros pero no en el puesto que se le había ofrecido anteriormente.

― ¿No? ― preguntó un poco nerviosa, todo se estaba saliendo de control. Trató de esconder su sorpresa y, decidiendo en el momento enfrentar lo que el destino le había preparado, continuó ― bueno, entonces usted dirá.

― Vera, señorita. Como sabrá el nuevo programa matutino está siendo todo un éxito y necesitamos a alguien que asista a nuestro redactor en jefe, será un trabajo sencillo, solo tendrá que comunicarse con los encargados de cada sección y redactar un tema semanal que incluya todas las secciones para ser publicados en nuestra página de internet ― le informaba Don Manuel como si no fuera gran cosa, ajeno a todo el caos que había en la mente de tan peculiar jovencita ― ¿Cree usted que pueda hacerlo?

― Claro y gracias por pensar en mi para este puesto.

Después de hablar todo lo relacionado a su nuevo trabajo, le dio un credencial de visitante y la invitó a dar un pequeño paseo por el estudio de grabación que dentro de poco seria su nuevo puesto de trabajo, tenía que conocer a sus nuevos compañeros.

Caminaron por todo el lugar conociendo a detalle las instalaciones. Don Manuel, muy respetuoso y todo un caballero, la presentó a sus nuevos compañeros y la dejó detrás de las cámaras para que disfrutara de las grabaciones de tan exitoso programa matutino.

Alexandra observó todo con mucha atención, de vez en cuando tomaba nota en una pequeña libreta de algún dato que le parecía importante recordar después. Realmente estaba disfrutando el momento, codearse con verdaderos artistas iba a ser cosa de todos los días, tenía que acostumbrarse a ello.

Aprovechando el receso que había entre las grabaciones de una sección del programa y otra, decidió ir por un poco de agua, al acercarse al dispensador sintió un fuerte empujón haciéndole perder un poco el equilibrio, se sostuvo como pudo del mismo dispensador y sin más, estalló.

― ¡Ay no! Mi ropa está arruinada― se quejó verdaderamente preocupada.

― Disculpá, bonita ― dijo el chico acercándose a ella y, quitándose la camisa que tenía puesta sobre una franela blanca, quiso limpiar el desastre que había hecho sobre Alexandra ― es que de verdad vengo retrasado y no me di cuenta que vos estabas aquí.

― Si, entiendo ― siguió quejándose al borde de las lágrimas ― ya mi primer día aquí es un desastre.

― ¡Che! pero si es sólo un poco de agua. No es el fin del mundo, un mal día lo tiene cualquiera.

― Pero mi día iba bien, todo estaba perfecto ― aclaró intentando no alzar demasiado la voz, no quería llamar la atención de los demás.

― ¿Y se echó a perder solo por un poco de agua en tu falda? ― inquirió él evidentemente sorprendido por el drama que había ocasionado algo tan simple.

― Pues sí, tengo que buscarle solución a esto ¿Qué voy a hacer?

Y con esto marcaba el fin de su discusión, avergonzada y preocupada regresó al estudio de grabación donde se encontraba de vuelta Don Manuel.

― Señorita Montero la estaba buscando, pero ¿Qué le pasó? ¿Se encuentra usted bien? ― preguntó preocupado al verla así, tan alterada.

― Si, Don Manuel es solo que...

― Buenos días Manuel ¿Cómo estás? ― La interrumpió una voz que amenazaba con fastidiarle el día entero.

― Diego, como siempre llegando tarde ― respondió Don Manuel muy entusiasmado ― ven un momento muchacho, déjame presentarte a Alexandra Montero que comenzará a trabajar aquí con ustedes desde el próximo lunes.

― Un placer conocerla, señorita. Diego Martínez, para servirle ― extendió su mano con la intención de ser amable y de reivindicarse un poco por lo que ya había hecho.

― Igualmente ― respondió Alexandra con toda la templanza que encontró en su organismo.

Diego no pudo evitar sonreír, la verdad era que Alexandra le parecía extraña pero indudablemente hermosa.

Sin dar tiempo a nada Diego tuvo que irse a cambiar, ya que su segmento sería el siguiente a grabar. Alexandra se sorprendió al ver que él era el chef encargado de la nueva sección de cocina que se estrenaba ése día, así que se sentó detrás de las cámaras para prestar toda su atención a lo que este chico iba a hacer. Sin darse cuenta se perdió en la dulzura con la que él hablaba, con una extraña liga de acentos que le pareció hasta graciosa, la verdad es que Diego no era para nada feo, aunque le pareció un poco alocado e impulsivo. No pudo evitar sonreír un par de veces con las ocurrencias que sólo lo hacían ver como un niño inmaduro.

Sin perder tiempo comenzó a analizarlo, era una costumbre que tenía desde muy niña. Diego era sin duda muy simpático, tenía una soltura especial para expresarse ante las cámaras, con ése extraño acento entre argentino y venezolano, se veía muy confiado y seguro de sí mismo. Alexandra pensó que tal vez Diego era un tipo rico, de esos que nacen en cunas de oro, orgulloso y pedante, con unos ojos que más que pardos parecían dorados pues tenían un brillo especial en la mirada, y esa sonrisa de comercial de dentífrico que resaltaba sobre su piel dorada, con esas cejas gruesas que seguro en sus años de adolescencia eran una sola. Sin duda, Diego era realmente hermoso.

Se regañó a sí misma al escuchar sus pensamientos, este no era ni el momento ni el lugar para encontrar a nadie simpático o lindo ni mucho menos hermoso, sólo estaría allí trabajando y no podía darse el lujo de perder la oportunidad de su vida y mucho menos por un tipo tan infantil y tan tonto como Diego.

Por su parte, Diego continuó normal. Grabó su segmento completo disfrutando de la mirada curiosa que Alexandra le daba, la verdad le pareció muy cómico el encuentro que habían tenido, sin duda disfrutaría mucho tenerla de compañera de trabajo.

Logró terminar la grabación del día y no dejó pasar ninguna oportunidad para "jugar" con Alexandra, había preparado una chocotorta y en lo que tuvo tiempo, decidió ofrecerle a su nueva compañera de trabajo una pequeña porción de tan delicioso dulce.

― Vení bonita, probá esto a ver si te endulzás un poco ― dijo esto alzando un poco la voz, por la distancia que los separaba, no pudiendo evitar así que los demás que aún se encontraban en el estudio escucharan la peculiar invitación y fijaran su atención en Alexandra quien tratando de pasar desapercibida entre tantos desconocidos, se acercaba a paso apresurado a donde él se encontraba.

Tomó el pequeño plato en sus manos y, sin verle directamente a él, le dio una probada al postre que le pareció delicioso, esa mezcla de chocolate con dulce de leche y esa sensación crocante que le daban las migas de galletas le pareció una combinación exquisita, la unión de sabores regados en su paladar lograron que se perdiera en ese agradable sabor, sin darse cuenta y bajo la mirada juguetona de Diego se terminó la pequeña porción en un segundo.

Sorprendida y molesta consigo misma por la reacción que había tenido frente a Diego y a sus compañeros que ya estaban comenzando a murmurar cualquier cantidad de comentarios, colocó el plato sobre la mesa y se retiró del lugar inmediatamente.

― ¿Qué pasó bonita, no te gustó? ― inquirió Diego un poco desconcertado, la verdad es que estaba preparado para escuchar sus quejas y ya tenía preparadas un par de cositas que le diría para defenderse, pero no, ella simplemente se comió todo el dulce y se fue así, sin más.

Alexandra no podía dejar de pensar en lo que había pasado, ya estaba saliendo del gran edificio, le tranquilizaba saber que tenía exactamente cinco días para superar esta pequeña muestra de debilidad que tuvo frente a todos, tenía que mejorar sus estrategias, últimamente se estaba comportando como cualquier chica de diecinueve años y ella no era como las demás, de eso estaba segura.

Llegó al pequeño anexo que había logrado alquilar y se dio una larga ducha, tenía mucho que estudiar, dentro de muy poco comenzarían los exámenes en la universidad y debía estar preparada y como la chica organizada que era, ya tenía listo un plan que incluía cinco horas diarias de estudio, una hora para la limpieza, tres horas para hacer cualquier cosa que quisiera, una hora para cada comida, cuatro horas para compartir con sus amigos y diez horas para dormir y descansar, ocupando así las veinticuatro horas del día. Para sus amigas había sido demasiado estresante acoplase a sus horarios y por eso vivía sola, en un lugar pequeño, pero perfecto para ella y para sus necesidades.

Por su parte Diego llegó al apartamento que compartía con sus tres compañeros de vida, como él les decía. Habían estado juntos desde que llegaron a este país hace más de cinco años, se conocieron en la universidad y hasta ahora no han podido separarse, era increíble ver como el argentino y los mellizos colombianos se habían acoplado de tal forma que habían vivido juntos por tantos años.

Los días pasaron sin contratiempos y casi sin darse cuenta ya era lunes otra vez. Diego despertó alegre, sabía que ese era el día que la bonita, como él le decía, comenzaría a trabajar, estaba totalmente convencido de que iba a disfrutar mucho todo esto.

Era muy temprano y decidió recoger un poco aquel lugar, notando el desastre que habían dejado sus compañeros la noche anterior.

― ¡A levantarse que hay mucho para hacer! ― gritó Diego asomando su cabeza en la habitación que los mellizos compartían.

― Ya vamos, déjanos descansar, aun es muy temprano ― contestó David molesto, pues odiaba que lo despertaran.

Diego les molestó hasta que se despertaron y luego de asearse comenzaron a limpiar con él, sin embargo lo notaron extraño, había amanecido más animado y aunque siempre mantenía un buen humor hoy estaba diferente.

― ¿Y a ti que te pasa hoy? ― se aventuró a preguntar Daniel, como siempre el más curioso de los dos. David solo se limito a observar a Diego que la respuesta que dio fue una simple sonrisa despertando aun más la curiosidad de sus compañeros de piso.

El teléfono de Alexandra sonaba sin parar pero no podía atenderlo o se descontrolaría en su horario, saliendo de la casa al fin pudo devolver la llamada a su única amiga, Gabriela, que conociéndola bien debía estar pegada al teléfono esperando que le contestara o la llamara de vuelta.

Buenos días Alex ¿Cómo te preparas para tu primer día de trabajo? ― saludó la rubia al atender la llamada.

― Bien Gaby ya sabes, preparada para todo.

Si, me imagino ― contestó sabiendo bien a qué se refería su amiga ― aunque déjame recomendarte algo y hazme caso esta vez por favor. Deja que todo fluya, sin planificar nada ¿Crees que puedas?

― No creo, pero no me queda más que hacerte caso Gaby, aun no sé bien cómo es el trabajo y no he podido planificarme bien, pero en los próximos días ya tendré un plan seguro y eficaz.

― Ay Alex, al menos intenté convencerte ― comentó rindiéndose, sabía que no tenía caso discutir con Alex ― solo quería desearte suerte en tu primer día y ya sabes: mente y actitud positiva, eso lo supera todo.

― Gracias bella, te llamo después ¿Si?

Esta bien, cuídate, disfruta y ya sabes que puedes llamarme cuando necesites, no lo dudes.

Entró al gran edificio y sin esperar más se dirigió al estudio de grabación donde, para sorpresa de muchos, ya estaba Diego preparándolo todo para su segmento. Alexandra pudo conocer a su nueva jefa y se quedó con ella un buen rato ya que sin esperar más tiempo le dio las instrucciones para su trabajo, básicamente consistía en preguntar a los encargados de las secciones del programa qué tenían preparado para luego redactar la nota para internet, y archivarlos en formato físico y digital, como Don Manuel ya le había dicho.

Sin dudarlo se dispuso a comenzar su trabajo y ya que no había llegado Milena, la encargada de la sección de modas, ni Marcelo, el encargado de cultura, decidió comenzar con Diego. Tomando respiraciones profundas para intentar calmarse un poco, se acercó hasta él y mostrando toda la seguridad que últimamente la caracterizaba decidió comenzar su labor.

― Buenos días, Diego ― saludó amablemente ― necesito que, por favor, me pongas al día con lo que piensas hacer en tu segmento esta semana.

― Buenos días señorita...

― Alexandra.

― Claro, Alexandra ― siguió jugando con una pequeña taza de vidrio muy fino, la hacía girar entre sus manos y daba la impresión de que podía soltarla en cualquier momento ― verás bonita, no tengo nada preparado, solo se lo que haré hoy, yo nunca planifico una semana entera.

― Pues entonces planifiquémosla porque tengo otras dos secciones que atender― contentó quitando la taza de sus manos, las respiraciones profundas ya no ayudaban mucho.

― ¿Vos sos así siempre o es que hoy te levantaste con el pie izquierdo? ― inquirió con ganas de molestarla un poco.

― Sí, soy así siempre.

― Lástima, tan bonita y tan amargada.

― Si, lástima ― concordó sarcástica.

― Bonita, pero no tenés que ser así, vos y yo...

― Escucha Diego ― lo interrumpió antes de que dijera cualquier locura ― sólo quiero hacer mi trabajo ¿Si? No quiero problemas, por favor.

― Escuchá, bonita yo también quiero hacer mi trabajo así que...

― Así que comienza llamándome Alexandra ― le interrumpió, decidida ― y ahora si me disculpas no puedo seguir hablando, yo vine a trabajar.

― Bien, bien ― contestó aceptando que era suficiente por hoy y haciéndola deshacer los pasos que había dado para alejarse de él ― tú ganás, vamos a trabajar. Lo que voy a hacer hoy es un simple quesillo y le voy a agregar algunas frutas y licores, no hay mucho que planificar, ya tengo todo listo, bonita.

― Bueno, si eso es todo entonces terminamos yo hago la redacción más tarde ― dijo a manera de despido, alejándose de él.

― Pero mirá, bonita ― la detuvo nuevamente, esta vez tomándola de la mano ― no te vallás, ayudáme a preparar todo y así te ganás un pedacito de quesillo.

― No me gusta el dulce.

― Eso puedo notarlo, bonita.

Alexandra no podía creer eso que le acababa de decir, pensó que los días sin verse le haría olvidar el pequeño incidente del dulce que devoró la primera vez que se vieron en ese estudio, se había equivocado y molesta decidió no seguir con la conversación y continuar con las otras secciones con las que le fue mucho mejor, Milena era muy amable y Marcelo muy ordenado, cualidad que le encantó pues se parecía mucho a ella.

Así pasó una semana y ya había llegado el viernes, Diego siempre aprovechaba cualquier mínima oportunidad para hacerla molestar, la verdad es que su actitud la desconcertaba un poco, en una ocasión en plena grabación comentó "esta preparación de hoy está inspirada en una chica muy especial que me dijo hace unos días que no le gustaba el dulce, entonces decidí hacer estos Alfajores porque ¿Quién se resiste a su sabor? Así que tal vez pueda hacerla cambiar de opinión" dicho esto continuó todo con normalidad, como si no acabara de referirse a ella frente a las cámaras y aunque ya a esas alturas se había acostumbrado un poco a estar rodeada de todas esas personas que en un principio eran desconocidos para ella, él con ese simple comentario había logrado alterarla otra vez y ya sentía que estaba a punto de sufrir otro ataque de ansiedad.

Luego de terminar la última grabación del día y estando casi al borde del descontrol se encerró en el baño por más de media hora tratando de calmarse llamando a su amiga Gaby que ya sabía qué palabras utilizar para que su amiga lograra tranquilizarse y continuar su día. Ya más calmada salió de su refugio, fue al estudio a buscar sus cosas y sobre su escritorio encontró una singular invitación.

April 13, 2019, 4:37 p.m. 2 Report Embed Follow story
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Ciamar  Ciamar
Me gusta como esta escrito, pero la verdad es que ninguno de los personajes me cae muy bien por ahora... Diego es claramente un pesado que aparentemente tiene una seria falta de empatia y Alexandra parece ser DEMASIADO ordenada y rigida....
May 16, 2019, 23:39

  • Adriana Antón Adriana Antón
    En los próximos capítulos te darás cuenta del por qué de todo ;) June 17, 2019, 03:33
~

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