Levantarse a diario no es cosa simple. Para los que nacimos con la cama y la almohada fusionada a la piel, menos aún. Toda una vida de lucha para salir del adorable lecho. No hay mayor problema que me acontezca, excepto ese.
Tal es el grado de mi pereza, que tuve que invertir todo el dinero que tenía guardado en mi cochinita… ¡Los ahorros de toda la vida! ¿Y todo para qué? Para empeñar mi dinero en ese maldito Clocky.
Juro que desde que llegó se convirtió en mi archienemigo.
Me llamarán masoquista pues yo lo elegí y lo traje a casa. ¿Qué otra cosa podía hacer, si debo salir a ganarme el pan, a fingir que me han enseñado bien, que me gusta trabajar y creer que a diario seré mejor persona, porque suena una tortuosa alarma que indica que la hora de la felicidad acabó?
Clocky… Clocky… ¡Clocky! Una maldición con nombre tierno.
Quien lo inventó creó una maravilla. El pequeño demonio es nada más, ni nada menos que un reloj parlanchín. Su sistema, a quien está despierto, lo atrae como la nereida al marinero, pero se convierte en la pesadilla del buen durmiente.
La emoción que tuve el día que le grabé frases alentadoras para levantarme. «Despierta, dormilona», «no olvides ponerte las medias del mismo color», «abre los ojos antes de elegir tu atuendo», «debes peinarte ese maraño llamado cabello», «¿Te has levantado?», «Tu jefe está en camino».
Emulaba mi voz de forma robótica y similar a una urraca. Era increíble que tuviera que poner todas esas frases recordatorias, incluso algunas, hasta amenazantes, como imaginar a mi jefe observarme, mientras yo desplomada chorreo saliva sobre la almohada, sumida en los brazos de Morfeo y de todos los dioses del Olimpo.
Da igual sobre qué, con quién y cómo, nací para dormir, y así de pesado es mi sueño. Pero el destino me cruzó con el más malvado despertador del mundo, pues, faltó agregar el peor de sus detalles: tiene un censor que lo hace huir si deseas apagarlo.
Tiene rueditas como un coche y es odioso. No hay nada más punk que él.
Es como un ratón que se escabulle, no puedo atraparle.
Gracias a él aún mantengo un empleo, pero ya verá el día que se quede sin baterías.
March 31, 2019, 1:13 a.m. 8 Report Embed 3Thank you for reading!
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