u2194 Mireya Hernández

La ciudad de Wati ha abierto sus necrópolis después de siglos para que cientos de criaturas encuentren tesoros y hacerse ricos. Qhiriam, Yurt, Bast y Sacmis se unirán para hacerse con grandes botines y enfrentarse a temibles criaturas...Aunque no todo saldrá como ellos esperan.


Humor Satire Not for children under 13.

#ficción #rol #accion #egipto #pathfinder #criaturas #dragonsanddungeos #aventuras #32816
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Wati

+ Wati, una ciudad ubicada en el desierto, en la región de Osirión, vivió un gran periodo de esplendor en época de faraones, hasta que una catástrofe conocida como "plaga de la locura" asoló toda la región, dejando miseria y muerte, quedando prácticamente abandonada. 454 años después, sacerdotes del culto a Pharasma, diosa de los sepulcros y madre de las almas, construyeron un templo e honor a los muertos, lo que permitió su desarrollo durante un milenio, quedando un distrito totalmente abandonado y prohibido a la población.

Con el ascenso al poder del faraón Khemet III, se ha expandido la noticia de que el distrito prohibido va a abrir sus puertas a todo aquel que quiera ganar grandes tesoros y esté dispuesto a enfrentarse a temibles peligros en las ruinas de Wati. En cuestión de días, cientos de razas han viajado en caravanas a la ciudad para poder participar en esta expedición. De todas estas comitivas, entraron por la entrada principal Yurt y Bast.

Bast es una ifrit, una humana cuyos ancestros eran seres de fuego. Tiene las orejas puntiagudas, cuernos rojos de carnero en la frente y el pelo similar a una llama. Es una barda que va siempre acompañada de su laúd con el que canta canciones para ganar unas monedas y un látigo con el que defenderse; le encanta hacer bromas continuamente.

Yurt es un semi orco bárbaro, de gran envergadura y que intimida a simple vista, sin embargo, es un amante de la poesía y el arte, y no le gusta la violencia, a menos que tenga que defenderse de un peligro, que entra en ira.

Ambos se conocieron en una caravana rumbo a Wati, donde entablaron amistad rápidamente y viajaron en ella durante un tiempo, hasta que tuvieron que viajar a la ciudad por su cuenta por dar la brasa al resto del grupo. Una vez allí, vieron que la ciudad estaba abarrotada, cientos de criaturas querían participar en la expedición y los mercados vendían productos de todo tipo. Ambos buscaron una posada donde alojarse y comer algo después de un largo viaje, ambos estaban eufóricos.

- ¡Madre mía Yurt! no se tú, pero yo estoy emocionada por haber llegado hasta aquí.

- ¡Y que lo digas! ¿Qué incontables tesoros encontraremos en el distrito? ¿papiros? ¿una tumba de un cargo importante? ¿un carro de guerra? ¡Nos vamos a hacer ricos!

- ¡Siii! Pero antes te recuerdo que debemos encontrar por lo mínimo a dos razas más para formar un grupo y poder entrar en el distrito.

- Por supuesto, primero comamos y después busquemos a los afortunados que nos acompañarán.

Después de unas horas de descanso, se dirigieron a la plaza donde había multitud de razas y de diferente linaje y ascendencia; ya había grupos formados y conociéndose entre ellos. En ese instante, vieron aparecer en medio de la muchedumbre a un clérigo vestido con vestimentas rojas, protecciones doradas, simbologías de deidades solares y acompañado de un majestuoso corcel blanco. Su aspecto era la de un clérigo poderoso y dispuesto a combatir por la voluntad de sus dioses. Bast y Yurt se miraron y estuvieron de acuerdo de que era ideal para el grupo y la ifrit se acercó a él alegremente:

- ¡Hola!, permite que me presente porque sé que quieres que me presente, me llamo Bast, él es mi amigo Yurt

- ¡Hola!

- Y estamos buscando candidatos para poder ir a la expedición del distrito.

- Encantado ifrit - dijo el clérigo- Permitir que me presente, mi nombre es Qhiriam, y soy un clérigo perteneciente al Dominio del Sol, veo la verdad en la pura y ardiente luz del sol, y puedo pedir su bendición o su ira para realizar grandes hazañas, además de tener la capacidad de sanar las heridas. Soy un integrante perfecto.

Ambos se miraron y asistieron con la cabeza

- Estás en el equipo- dijeron a la par

- Será un honor formar equipo con vosotros

En ese momento, oyeron revuelo cerca de ellos, había una pelea en mitad de la plaza y miraron qué es lo que estaba ocurriendo: una semi-elfa y un elfo se estaban enfrentando entre ellos lanzándose hechizos. Ambos eran hechiceros, pero de rango diferente, una era elemental, con dominio del aire y con varios tatuajes por el cuerpo, y el otro arcano. La pelea finalizó cayendo la semi-elfa al suelo.

- ¿Eso es todo lo que sabes hacer? Dejas mucho que desear Sacmis

- ¡Maldito! ¡Tengo las mismas posibilidades que tú!

- Tu ego te ciega, pero te aseguro que en las ruinas no aguantarías ni un asalto contra cualquier monstruo. Vámonos muchachos, busquemos a alguien mejor capacitado para el grupo.

La semi-elfa se incorporó viendo como se alejaba el elfo. Yurt, Bast y Qhiriam lo habían presenciado todo y el semi-orco propuso que formara parte del grupo de expedición, aunque Bast no estaba del todo convencida, pero necesitaban a alguien más para poder entrar al distrito.

- Hola - dijo Yurt acercándose a la hechicera - ¿estás bien?

- Si, solo ha sido un rasguño, de peores he salido

- ¿Cómo te llamas?

- Mi nombre es Sacmis, vine a Wati para poder emprender una nueva vida en busca de aventuras en busca de tesoros y hacerme más fuerte, pero ese maldito elfo se cree que porque me haya vencido por una chanza no tengo derecho a adentrarme en las ruinas. Que Pharasma se lo lleve al infierno.

- Puedes unirte a mi grupo, ellos son Bast y Jiriam

- Qhiriam - corrigió el clérigo

- Eso

- Un semi-orco bárbaro y un clérigo del Dominio del Sol entiendo que vayan a adentrarse al lugar, pero ¿una ifrit bardo? ¿que hará? ¿encantar a las bestias con su laúd?

- Perdona, yo también tengo muchas habilidades de las que tú careces, como ver en la oscuridad, además tengo un látigo como defensa.

Sacmis miró con recelo a Bast, pero aceptó unirse al equipo. Los cuatro fueron a la posada donde Yurt y Bast se alojaban para cenar y charlar cosas sobre la expedición

- Bueno - dijo Qhiriam - Según dicen los sacerdotes, cada grupo debe ponerse un nombre para que lo registren los escribas y poder entrar al distrito.

- Entonces debemos ponernos un nombre de grupo imponente - dijo Sacmis - Como Ojo de Horus, Alas de Isis, Ira de Ra.

- Pero seguro que esos nombres los coge más de uno - sugirió Yurt - Yo propongo nombres más ingeniosos, novedosos.

- Oh, oh, yo soy muy creativa poniendo nombres - dijo Bast - ¿Qué os parece falo de Osiris? ¿O qué tal Panolis del desierto? No no no ya lo tengo, el mejor nombre de todo el universo...Nos llamaremos ¡Las perras de Anubis!

Los tres se quedaron en silencio y sorprendidos durante un rato.

- ¿Estás de broma? - dijo Sacmis

- No

- ¿En serio? ¿Crees que con ese nombre nos van a dejar entrar?

- ¿Se te ocurre algo más original? - dijo Bast irónicamente

- A mi me gusta - dijo Yurt

- ¿Ves? a mi amigo semi-orco le gusta, ¿Y a ti Kiriam?

- Qhiriam

- Lo he dicho bien, Jiriam

- ¡No! repite: Qhi-riam

- Quiram

- Bueno da igual, a mi el nombre me es indiferente

- ¡Pues perfecto!, mañana las Perras de Anubis emprenderán sus aventuras en busca de tesoros, será mejor que nos vayamos a dormir.

- Estoy rodeada de idiotas - pensó Sacmis

Cada uno se fue a dormir a su respectiva habitación, aunque algunos no pudieron conciliar el sueño de la emoción. A la mañana siguiente, todos los grupos se reunieron en el centro de la ciudad, donde por orden debían inscribirse los grupos ante los sacerdotes de Pharasma y se les asignaba un lugar concreto del distrito. Todos los grupos tenían de tiempo y toque de queda hasta la media noche para inspeccionar su zona y regresar a la ciudad. Los cuatro formaron fila para inscribirse, hasta llegar ante un sacerdote escriba:

- ¿Nombre del grupo por favor?

- ¡Perras de Anubis!- gritó Bast

El escriba no dijo nada durante un segundo, solo se quedó mirando a los cuatro con cierto desdén. Mientras Qhiriam y Sacmis hicieron un gesto como que ellos no tenían nada que ver con la idea.

- ¿Y cuantos forman el grupo?

- Cuatro

Tras añadir el nombre del grupo y de los integrantes en un libro de registro, el sacerdote metió la mano en una bolsa y saco un rollo pequeño de papiro que contenía el lugar asignado al grupo.

- Vosotros vais a la necrópolis del distrito, concretamente al hipogeo del noroeste, no tiene pérdida, está al noroeste, dirección al mar y en la entrada hay una espiral de Pharasma. Recordar, tenéis que volver antes del anochecer, o las puertas del distrito estarán cerradas.

- ¡Gracias! - dijeron los cuatro

Después de que todos los grupos de expedición se inscribieran, el Sumo Sacerdote de Wati recitó unas oraciones a los dioses para bendecir a los aventureros y volvió a recordar que todos los grupos debían volver antes del anochecer a la ciudad por el toque de queda y el cierre de la zona; los guardias abrieron las puertas del distrito prohibido y fueron entrando los diversos grupos en orden.

Las "Perras de Anubis" se dirigieron rápidamente a su sección, pasando por un pasillo de estatuas de Anubis. La entrada, tal y como había dicho el sacerdote, tenía tallada un enorme espiral con un sol sobre él, símbolo de la diosa Pharasma y la puerta estaba sellada.

- No os preocupéis compañeros - dijo Yurt - La entrada estará abierta en un periquete.

Sin embargo, a pesar de ser un semi-orco corpulento, no logró mover la puerta ni un milímetro. Probó haciendo fuerza en todas las direcciones incluso palpando los laterales por si había algún mecanismo, pero la entrada se mantenía intacta.

- A lo mejor está sellada y se abre inutilizando un mecanismo con un hechizo - dijo Sacmis

Ni un hechizo logró abrirla. Entre ambos trataron de abrir la entrada con uñas y dientes durante un largo rato, pero ni con dos fuerzas lograron abrirla. Estaban al límite de sus fuerzas y tratando de abrir la entrada cuando:

- ¡Ay va! - dijo Bast - Olvidaba que podía abrir y cerrar puertas

Con un chasquido, la puerta se abrió, cayendo Yurt y Sacmis al suelo y de frente. Qhiriam por su parte, se mantuvo al margen, sin dar crédito a lo que acababa de ver.

- ¡¿Y lo dices ahora?! - Gritó enfurecida Sacmis - ¡¿Cuando nos podríamos haber ahorrado este esperpento?!

Todos podían ver en la oscuridad, salvo Sacmis, quien encendió una antorcha. Andaron unos metros por un pasillo, hasta que llegaron a una sala rectangular con un pozo enorme en el centro y en unos de los laterales, había atada una soga.

- ¿Se nos han adelantado? - preguntó Qhiriam

Sacmis arrojó la antorcha para ver cuantos metros de profundidad tenía el pozo. La antorcha podía verse a lo lejos, por lo que dedujo que tendría unos 30 metros de altura.

- No... - señaló la semi-elfa hacia la antorcha, donde había un esqueleto - No pudieron ni acceder al interior.

- No se vosotros - dijo Bast cogiendo la soga e inclinándose al vacío - Pero yo tiro para abajo - dio un salto hacia atrás - ¡wiii!

- ¡Espérame Bast! - Yurt fue detrás de ella con el mismo entusiasmo

Qhiriam y Sacmis se miraron con cara de "estamos rodeados de idiotas". Sacmis fue la siguiente en bajar por la soga, y llegó a abajo sin problemas. Pero Qhiriam, por el peso de la armadura, tuvo descender lentamente y dando tumbos, para evitar que la soga se rompiera. Una vez abajo, vieron que el esqueleto era de un semi-elfo que había muerto tiempo atrás. Bast y Yurt cogieron el cráneo y se pusieron a hacer el tonto con él, hasta que Sacmis sacó una daga y apuntó a la ifrit.

- Deja el cráneo donde estaba, ten respeto por los muertos.

Bast obedeció mirando a Sacmis con recelo

- No me gusta la semi-elfa- le susurró a Yurt

- Esto es una advertencia que la tumba contiene varias trampas y monstruos - dijo Qhiriam avanzando por el único pasillo de la zona - Mantener los ojos bien... ¡Argh!

No pudo terminar la frase, porque al pisar la primera baldosa del pasillo, de los laterales de las paredes salieron multitud de dardos que lo dejaron inconsciente. Los otros tres se miraron con sorpresa, al ver cómo un clérigo semi-dios había sucumbido a una trampa de dardos. Sacmis, confiada de que el clérigo había desactivado la trampa, fue a pasar por el mismo sitio, pero la trampa seguía activa, y la hirió, pero quedando consciente.

- ¿Y si pasamos por la otra? - Propuso Yurt colocándose a Qhiriam en el hombro.

Avanzaron unos metros hasta llegar a una pequeña sala donde había un papiro con una representación iconográfica de la persona que estaba enterrada y con dos estatuas de dioses a los lados. Los tres miraron atentamente el papiro con asombro, nunca habían visto uno en tan perfecto estado como este.

- ¿Sabéis lo que puede representar?- preguntó Yurt

- Igual si me bajas, podría decíroslo - Qhiriam había vuelto en sí

Yurt bajó al clérigo de su hombro y miró la representación. Representaba un guerrero montado en un carro de combate tirado por dos caballos y disparando un arco. No llevaba corona, aunque llevaba un casco de guerra, por lo que se trataba de un alto cargo del ejército. Al lado del guerrero había un jeroglífico con el nombre.

- Estamos en la tumba de un alto cargo del ejército y su nombre era Akentepi

- ¿Eso significa que podemos encontrar grandes tesoros? - preguntó Bast

- Cuenta con ello pequeña ifrit - Le sonrió - Bueno...¿Qué puerta vas a abrir? ¿la de la derecha o la de la izquierda?

- Mmm...Primero vayamos por la izquierda

Con un simple hechizo abrió la puerta y se adentraron a la siguiente sala con cautela, donde solo había un espejo y dos estatuas, con una sala hacia la izquierda y una puerta sellada a la derecha. El grupo se adentró a la sala, de tamaño mayor y con tres columnas horizontales a los laterales y con una especie de altar al fondo, todo repleto de arena y telarañas. Sin embargo, Yurt se percató gracias a la afinidad de su oído que había algo o alguien más en ese sitio.

- Poneros a defensiva, no estamos solos.

Qhiriam desenvainó su khopesh, la mano derecha de Sacmis empezó a emitir rayos, Yurt cogió su hacha y Bast cogió su látigo con una mano mientras la otra se cubrió de fuego y se colocó detrás del semiorco. En ese instante, aparecieron dos Moldarg, escorpiones gigantes, y mostraban ser muy agresivos.

- ¡Dispersaros! - gritó Qhiriam

Todos se colocaron en una distancia cautelar a los monstruos. Qhiriam fue el primero en atacar pero el escorpión lo golpeó con la cola y salió volando al otro extremo de la sala hasta estamparse de espaldas contra una columna, y Sacmis lanzó un rayo elemental a uno de los escorpiones, pero la bestia esquivó el ataque. Yurt clavó su hacha en el abdomen de uno de ellos, y le provocó una importante herida, pero el animal reaccionó atacando con el aguijón de la cola y logró herir al semiorco en el brazo; Bast por su parte, disparó varias bolas de fuego con sus manos pero no parecían dañar a la bestia, pero gracias a su agilidad y velocidad esquivó los ataques con suma facilidad. Mientras tanto, Qhiriam volvió a atacar al moldarg , pero el escorpión logró atraparlo entre una de sus tenazas y apretó con fuerza para dañar más al clérigo y que le costara respirar.

- ¡Por Pharasma! - gritó Bast - ¿No hay forma de derrotar a estos monstruos?

Fue en ese instante, cuando Sacmis con un rayo reventó la tenaza del escorpión y liberó al clérigo, quien cayó al suelo de golpe estando con varias contusiones. Paralelamente, la ifrit golpeó al otro monstruo en el ojo, dejándolo aturdido y lo cegó con una bola de fuego.

- ¡Golpearlos en las tenazas o en los ojos! - gritó Sacmis - ¡Y cuando estén sin pinzas rematar!

Con mucha agilidad, Yurt esquivó los ataques al aire del escorpión y con acopio de fuerza, logró cortarle ambas tenazas. Qhiriam se levantó y con todas sus fuerzas, invocó al Sol que le diera fuerzas para poder acabar con el escorpión, llegando a emitir un potente resplandor por todo su cuerpo. Con un ataque combinado entre los cuatro, remataron a los dos monstruos. Los cuatro sufrieron algunas heridas, pero con suerte contaban con un sanador en el grupo

- Tranquilos chicos - dijo Qhiriam - Con un hechizo de curación estaremos todos como nuevos

Todo a cada uno, eliminando todas las heridas que tuvieran. Una vez todos sanados, retomaron la expedición por la tumba adentrándose más al interior, en busca de la sala del tesoro y del sarcófago. Volvieron a la sala del espejo y delante de ellos había otra puerta sellada.

- ¿Bast? - dijo Yurt - ¿Nos haces el honor?

La ifrit abrió la puerta, y delante de ellos apareció un pasillo largo con un derrumbamiento de tierra a su izquierda. Pero si pensaban que los monstruos y las trampas habían terminado estaban completamente equivocados, pues en el suelo se empezó a formar un torbellino pequeño que empezó a hacerse cada vez más grande, adaptando una forma casi fantasmal.

- ¿Qué es eso? - preguntó Qhiriam

- Un elemental de aire - dijo Sacmis - Un ser compuesto por uno de los cuatro elementos. Tener cuidado, no pueden ser aturdidos, ni envenenados o paralizados.

- ¿Estás diciendo son prácticamente invulnerables?

- Así es, ni siquiera los ataques físicos le afectan

- Pero eres una hechicera elemental del aire ¿no? - preguntó Bast - ¿No podrías invocarlo para que nos ayude?

- No es sencillo controlar a un elemental de aire, odian la intrusión donde ellos residen y prefieren volar en libertad.

El elemental atacó con mucha ira al grupo, el cual atacó al monstruo, pero ningún ataque parecía afectar: los ataques físicos con armas lo atravesaban, pero sin hacerle daño ni los hechizos de Sacmis no hacían efecto al controlar el mismo elemento, hasta que un proyectil mágico dio de lleno al elemental, disminuyendo de tamaño. Qhiriam lanzó un ataque solar, que también dio al elemental y disminuyó mucho más de tamaño y Bast le lanzó dos bolas de fuego hasta quedar en un torbellino pequeño que la ifrit desvaneció dando patadas al aire.

Continuaron andando unos metros hasta llegar a una pequeña sala, en la que el suelo contenía en todas sus baldosas el símbolo de la diosa Pharasma y había dos hilos de estatuas de guerreros egipcios.

- Debemos estar cerca de la sala del sarcófago y del tesoro - dedujo Quiriam

Bast abrió una puerta y tras andar por un pasillo corto fue tal y como había dicho el clérigo: habían llegado a la sala del sarcófago. Esta sala era totalmente diferente a las que habían estado, pues era de grandes dimensiones, con forma hexagonal, dos puertas selladas, una en un lateral y otra en la otra punta. Había varias antorchas apagadas en las paredes, que Sacmis fue encendiendo para que el grupo pudiera ver mejor lo que había en la sala.

Yurt estaba que no cabía de felicidad y se acercó corriendo a mirar el sarcófago, el cual era de oro macizo y decorado con piedras preciosas como rubíes, esmeraldas o lapislázuli. Mientras tanto, Quiriam, Sacmis y Bast miraban a su alrededor.

- Que extraño... - dijo Sacmis

- ¿Qué ocurre? - le preguntó Quiriam

- Tengo la sensación de que este lugar está muy tranquilo...Demasiado diría yo...

En ese mismo momento, Yurt colocó la mano en la tumba y empezó a moverse, primero levemente y cada vez más rápido hasta que el sarcófago se levantó, se abrió engulló al semi-orco, volviéndose a cerrar.

- ¡YURT! - gritó Bast mientras empezó a lanzar bolas de fuego al sarcófago, el cual no sufrió ni un rasguño.

Quiriam y Sacmis acudieron rápidamente a ayudar a la ifrit y entre los tres empezaron a lanzar varios hechizos a la tumba para liberar a su compañero

- ¡Yurt! - gritó Sacmis - ¿Puedes oírnos? ¡Di algo!

- ¡Sigo vivo! ¡Pero daros prisa! ¡Me estoy quedando sin aire!

Siguieron atacando con todas sus fuerza, pero todo intento fue en vano, hasta que el semi-orco al sentirse muy escaso de aire, entró en furia y con todas sus fuerzas, intentó abrir el sarcófago desde dentro y consiguió liberarse. El pobre cayó al suelo respirando fuertes bocanadas mientras el resto del grupo lo ayudaron a incorporarse.

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Qhiriam

- Si...He tenido mejores experiencias

- Descansa un poco

Los cuatro tomaron un respiro hidratándose o comiendo un poco de víveres sentados en las escalinatas que llevaban al sarcófago mientras contemplaban la sala. Tras un breve descanso, decidieron inspeccionar la sala a fondo antes de continuar en caso de encontrar más trampas o alguna zona que lograra desactivar todos los mecanismos ocultos de la tumba.

- Llevamos un buen rato comprobando - dijo Yurt

- Tenemos que asegurarnos - respondió Sacmis - Nunca se sabe dónde puede haber una nueva trampa.

- Ni que esta antorcha fuera un peligro, mira como no pasa nada.

Pero la antorcha se desplazó hacia abajo y la puerta que había abierto Bast volvió a cerrarse de forma brusca y en el otro extremo de la sala, se abrió una ranura de la que empezó a salir agua a toda velocidad y empezó a inundar la sala.

- ¿Decías? - dijo Sacmis

- ¡Ahora no es momento de discutir! - dijo Bast - tenemos que encontrar la forma de morir ahogados ¡Y yo no se nadar!

Yurt se colocó a la ifrit sobre su espalda y junto a Sacmis y Qhiriam buscaron por todas las paredes si había algún ladrillo que desactivara el mecanismo. El agua les llegaba a la altura de la cintura y todavía no habían encontrado nada para frenar la inundación.

- Mirar - dijo Qhiriam - Donde estaba el sarcófago al estar en altura no está inundado, igual desde ahí podemos visualizar algo.

Los cuatro fueron nadando hasta allí, pero cuando Qhiriam y Sacmis subieron a la plataforma, desde una enorme esfera que había en el techo cayeron un sinfín de rayos que los golpearon y salieron disparados al agua. Yurt fue corriendo a socorrerlos, con Bast a su espalda y vieron que ambos estaban inconscientes. El agua ya llegaba a la altura de pecho y los que quedaban conscientes seguían buscando la forma de salir de ahí. Hasta que Bast notó un ladrillo ligero y lo empujó. En ese instante, el agua dejó de entrar y sintieron como iba disminuyendo y se introducía por un canal oculto.

Una vez que la sala "volvió a la normalidad", Yurt y Bast hicieron un repaso de la situación

- Vale...Tenemos una vez más al clérigo y a la hechicera inconscientes... ¿Qué hacemos ahora Yurt?

- No lo sé...Lo primero de todo tener precaución - Se colocó a Qhiriam y a Sacmis en cada hombro - Y esperar a que estos dos recobren el conocimiento, que será en unas cuantas horas.

- Y tanto...No tenemos nada con lo que sanar. ¡Aunque siempre puedo utilizar mi laúd para encantar a las serpientes!

Retornaron hasta la primera sala donde estaba el papiro con la iconografía del general Akentepi, donde se sentaron en el suelo a comer algo y recuperaban fuerzas, mientras los otros dos compañeros seguían inconscientes. Pasaron dos horas y Sacmis y Qhiriam seguían sin recuperar el conocimiento. Bast estaba entretenida tocando su laúd mientras Yurt estaba escribiendo en un papiro.

- Bueeeeno - dijo Bast mientras se levantaba - No es que me esté aburriendo, pero yo voy a dar una vuelta, que hay una zona nos hemos dejado sin ver.

- ¿Pero a dónde vas? Qhiriam y Sacmis siguen inconscientes después de haber sido electrocutados ¿Y aún quieres adentrarte más cuando no tenemos a los dos integrantes más fuertes?

- ¿Más fuertes? - Bast se echó a reír - ¿Me explicas cómo un clérigo semi dios haya podido caer con una trampa baldosa, un escorpión gigante y una trampa de rayos? ¿Y una hechicera elemental incapaz de controlar un ser de su mismo elemento también cae en la baldosa, apenas atina a golpear con sus hechizos y cae electrocutada? Yurt, tú y yo, que en teoría somos los mediocres del grupo estamos vivitos y coleando.

- Ahora que lo dices, tienes razón, venga, vayamos a ver que hay por arriba.

El semi orco se colocó a Qhiriam y a Sacmis en los hombros y fue detrás de Bast, quien abrió la puerta sellada. Caminaron unos metros por un pasillo estrecho y cuando llegaron a la siguiente sala, no podían creer lo que veían sus ojos: habían llegado a la cámara del tesoro.

- ¿Ves Yurt? Pharasma nos sonríe

- Tienes razón Bast, este sitio es increíble - miró a ambos hombros - Una pena que estos dos no puedan verlo.

En medio de la sala había un carro de combate en perfecto estado, y siguiendo por un pequeño pasillo había un anexo con más tesoros. Yurt dejó en el suelo a Qhiriam y a Sacmis.

- No os mováis de ahí - bromeó Bast - En seguida volvemos

Había un montón de cosas relacionadas con un general: arcos, espadas, tesoros, un escudo, papiros, varios cofres con monedas y joyas, además de objetos que utilizó el difunto en la vida cotidiana.

- Madre mía Yurt, ¡nos vamos a hacer ricos!

- ¡Por fin podré tener una casita en el bosque y mostrar al mundo entero mi talento como poeta!

- ¿Y no te parece mejor montar una taberna y llevarla entre los dos? Así yo podré tocar todas las noches con mi laúd mientras la multitud come y bebe cerveza.

- ¡También es una buena idea! - Yurt cogió un cofre - ¿Qué habrá aquí?

Abrió el cofre y de repente salió disparado un dardo, pero Yurt logró esquivarlo a tiempo.

- Creo que esto no nos sirve

- ¿Pero qué dices? Lo podemos vender en el mercado diciendo que es un cofre sorpresa y sacar una pasta. Puede que el que lo compre acabe herido o muerto, pero si lo piensas, recuperamos el dinero.

-Vale, pero el carro también nos lo llevamos, además podemos llevar adentro a Qhiriam y a Sacmis.

- Buen plan, buen plan

Cogieron diversos tesoros, que fueron colocando dentro del carro. Una vez que se vieron satisfechos de tesoros, decidieron que no era necesario seguir investigando la tumba, que tenían suficiente con lo que tenían; así que Yurt cogió a Qhiriam y a Sacmis y se los colocó en un hombro mientras con la mano libre tiraba del cabezón del carro. Detrás de él, iba Bast cargando varios tesoros.

- Verás la cara que se les quedará a estos dos cuando vean que están en Wati y no han podido ver la cámara del tesoro, sobre todo la semi elfa - rió Bast

- Tienes razón, ahora solo hay que llegar al pozo principal y subir todo esto

Iban por el pasillo por el que habían entrado a la tumba y al estar a escasos metros del pozo Bast recordó una cosa:

-¡Yurt cuidado con la...!

Pero fue tarde, porque el semi orco pisó la baldosa trampa y los dardos le dieron de lleno y quedó inconsciente como los que portaba en el hombro

- Baldosa...

Bast se había quedado sola, con todo su equipo inconsciente y no podía cargar con todos ellos al mismo tiempo, así que con todas sus fuerzas, fue arrastrando a cada uno (aunque a Sacmis no le hacía ni pizca de gracia) hasta la sala del papiro junto a los tesoros, y se quedó allí esperando a que recuperaran el conocimiento.







April 7, 2019, 11:07 a.m. 0 Report Embed Follow story
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