Tengo una vida rara Follow story

 Todo comenzó, en un mes de febrero cualquiera, llevaba varios días dudando acerca de mi maldita y larga relación con mi actual y único novio, digamos, que esto ya no iba a perdurar más. Y os preguntaréis, el porque de esa radical conclusión, yo os contesto, amigos míos, por que estaba cansada de su actitud, tenía 26 y no había madurado, de ninguna forma, era un total nini, que para quien no sepa lo que es, se define en un, ni estudio, ni trabajo. Pero no acaba ahí, su madre tenía que aguantarle todas las tonterías y su padre, pobre señor, le mantenía con 120€ al mes, que básicamente por ley, no debería hacerlo.
 Yo por otra parte en aquellos momentos a mis 16 años de edad, terminaba la ESO, aunque repitiendo mi último año y por culpa del 'maravilloso' de mi novio. Y no sólo estudiando, si no que trabajaba a la vez.
 Yendo al grano, llevaba varios días preguntando a la gente, que qué creía que yo debía hacer con aquel entuerto, porque yo ya no sentía un ápice de cariño hacia aquella persona, es más, rechazaba estar con él en cualquier momento y sentía cierta repulsión hacia ese sujeto. Muchos me habían dicho sin dudar que debía acabar con aquello si me sentía mejor, sobretodo mi madre y mi mejor amiga, por lo que me parecieron las mejores opiniones, pero por otra parte tenía a la gente que, bueno, ni cortaba ni pinchaba en todo el aspecto este y me decían de esperar, que esta crisis se iba a arreglar.
 Pero dada la situación y de lo cansada que estaba de aguantarle durante un año y nueve meses, dije de darle un tiempo a lo que él se lo tomó como el fin del mundo, lo que a mi me mareó más que dejarme tranquila.   
 Y un día sucedió, le dejé. De la forma más rara posible, pero fue efectiva.  

 Yo me encontraba en mi casa, estaba echada en la cama viendo unos vídeos en Youtube, un pasatiempo, que, si no tienes Netflix, lo recomiendo bastante, llevaba como media hora recibiendo mensajes suyos de si quería que me llamara, y sinceramente yo no me sentía por la labor, la verdad. Es más no tenía ganas ni de oírle. Minutos más tarde, cuando mi reloj biológico me dijo que era hora de ir al baño, me llama.   
 Ya su primera frase fue, el porque no le contestaba a los mensajes y que si no quería hablar con él. Dado que mi fuerte no era la sinceridad absoluta por aquel entonces, me dediqué a decir que no tenía muchas ganas de hablar y él entendió, lo que entre líneas yo quise decir, que no iba a perder más mi tiempo con él.   
 Y después de una hora de una llamada indeseada, donde dejé claro que eso se había terminado y que podíamos ser solo amigos, donde derroché unas lágrimas que ahora mismo no sé porque coño las derroché, apareció enfrente de mi casa con unos libros que le presté unas horas antes para devolvérmelos.
 Y vosotros diréis, 'ah pero no ha estado tan fuerte la situación', ¿Qué no?, ya os digo yo que sí. Cogió los libros y como perro cobarde que es, los dejó tirados encima del coche del vecino, para luego lanzar su mochila por los aires y sentarse en medio del asfalto para que 'un supuesto coche le atropellara'. Pero ahí no acaba el flamante drama causado a las doce de la noche, donde los vecinos duermen y yo en pijama en la calle. No, no termina, ya que yo, como equilibrada mental que soy, cogí los libros y la mochila y me dispuse a marcharme, cuando estaba a tan sólo dos pasos de mi puerta, el muy chucho, se había levantado y estaba de nuevo enfrente de mi puerta reclamando su mugrienta mochila. Nótese su valentía de suicidio.   
 Media hora más de una discusión patética, repito, en febrero, a las doce de la noche, enfrente de la puerta de mi casa, en pijama y la discusión la estaba teniendo con un gilipollas sin cultura, pues me acabé cansando y le dejé con (cito textualmente), 'te arrepentirás de no haberme hecho caso en su día y de no haber tomado la única opción que te quedaba'. Y ahí se acabó aquello.   
 A la mañana siguiente, llamé a mi mejor amiga y después de explicarle todo aquello y de sentirme una persona totalmente extraña, descargué Netflix y os aseguro, que fue una de las mejores decisiones que había tenido por la temporada.