sami Samanta Martinez

Ángel es un joven guerrero, astuto y veloz en sus movimientos en el arte de la guerra. Ángel es parte del regimiento de la guardiana real del rey Jacobo IV. Entabla una buena amistad con su capitán y juntos forman un gran equipo en lo que se refiere al campo de batalla, pero algo cambiará entre ellos... ¿que será?... ¿porqué cambiará sus vidas?... proximamente lo descubrirás


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Primeras miradas



Castillo de Stirling, 1490


Es una mañana fría y nublada de otoño, el regimiento de la guardia real del rey Jacobo IV se entrenaba en el patio de armas, todos los guerreros estaban de pie haciendo un círculo al rededor del centro del patio donde el líder combatía y entrenaba a los demás guerreros del batallón, todos estaban muy atentos a lo que allí sucedía.


Los combates en este grupo son implacables, su líder Edgar Graham combate y acaba con ellos uno a uno, templándolos para las futuras batallas contra el enemigo. Es el turno del capitán Zac O'Connor, lucha con fiereza, en algunas ocasiones cae al suelo, sin embargo sigue levantándose una y otra vez embistiendo a su susodicho líder. 


Edgar espada en mano ataca a Zac, con rapidez lo esquiva y lo ataca a su vez, el ruido del acero resuena en todo el patio, luchan ambos con fiereza y con todas sus fuerzas. Zac en una de las embestidas del líder pierde su preciada arma, lo ve acercarse a el con su espada en alto para atacarlo y sin dudarlo un segundo se abalanza contra el líder, con un golpe seco le golpea en el estómago haciendo lo retorcer se y antes de que pueda incorporarse le da un puñetazo en la mandíbula, le golpea la rodilla haciéndole arrodillarse y con un movimiento rápido le agarró la cabeza y lo cogió del cuello, Edgar levanta el brazo a modo de derrota. 


—¡Así se lucha señores!— se levanta y le palmea la espalda a Zac. 


—Ha sido una buena lucha— le estrecha la mano a su líder.


—¡Venga ahora entre vosotros!— dijo Edgar alzando la voz para que todos lo escuchasen. 


Todos los guerreros allí presentes obedecieron las órdenes de su líder. 


Zac hablaba con Edgar sobre como había mejorado su técnica a lo largo de los años que servían juntos, entre risas y felicitaciones de los demás altos cargos, su vista se desvía al escuchar el murmullo de varios guerreros arremolinados viendo a dos jóvenes luchar entre si. Al escuchar el sonido del acero al chocar una y otra vez decide acercarse a ver que es lo que sucede. Como puede se cuela entre los hombres, una vez está en primera línea observa la lucha. 


Ambos jóvenes están en pie desenvainando sus espadas, mirando se fijamente a los ojos intentando adivinar cual será el próximo movimiento de su contrincante, sus respiraciones son agitadas y bruscas por el esfuerzo. Uno de ellos parece ser más endeble pero sus movimientos son certeros y muy ágiles, con un par de golpes derrota al joven más corpulento haciéndole morder el polvo.


—¡Por san Fergus! Ángel has herido mi orgullo— dijo Neal con una sonrisa socarrona.


—La próxima vez será otra cosa la que hiera— soltó Ángel con una carcajada.


El entrenamiento sigue durante horas. Zac contempla al guerrero, nunca antes había visto a este recluta, era muy joven, pelirrojo, algo desgarbado, de estatura media en comparación a los demás guerreros. Lleno de curiosidad ve su entrenamiento, observa una fiereza y un brillo en sus ojos azules como el cielo. Uno a uno derriba a todos sus compañeros ya sea en caballo como a pie, hasta que este se da cuenta que Zac lo observa y no le quita ojo, por un instante duda, momento en que su contrincante aprovecha y derriba a este bravo joven dándose un gran golpe en el suelo.


—¡Aauuch!— se queja el joven. 


—¿Ángel que a sido eso?— dijo con voz socarrona el grandullón barbudo —estabas como en otro mundo.


—Me distraje un segundo— balbuceó desde el suelo.


Zac que lo observaba todo desde el puesto de mando salta al patio y corre para ver el estado del maltrecho joven. 


—¿Estás bien?— preguntó alarmado. 


Le estrechó la mano para ayudarle a incorporarse.


—Amm... Si... Si estoy bien capitán— balbuceó con los nervios. 


—Te has dado un buen golpe— no sabía porque se interesaba tanto por el joven. 


—Sobreviviré capitán— dijo agachando la mirada —seguiré con el entrenamiento.


En ese momento Zac ve un gran potencial en este guerrero y solicita hacerse cargo de su adiestramiento, su supervisor mira con desconfianza a Zac ya que este nunca ha aceptado adiestrar a un recluta, cuando al fin el líder acepta un extraño brillo sale de los ojos de Zac. 


Juntos pasan muchos días y semanas, entrenan en el patio de armas, discuten tácticas de guerra antes de las batallas en la sala de oficiales, van de caza por el bosque, un gran vinculo se crea entre ellos. Tanto que Zac no entiende porque siente esa atracción, ese afán de saber siempre donde está y con quién, sentimientos cruzados que lo están volviendo loco.



Jan. 13, 2019, 12:07 p.m. 0 Report Embed Follow story
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