Observe con aburrimiento como mis primos se divertían en aquella pileta, era 24 de diciembre y hacia un calor que ningún ser vivo podría soportarlo… Típico de mi país, llegan las fiestas y uno debe estar en pelotas por culpa de la temperatura.
-¡Isa! ¡Ven!-llamo mi madre con voz ofuscada.
Y con razón, es decir, debe aguantar a los pesados de mis primos; a las zorras de mis primas; a las insoportables de mis tías; a los borrachos de mis tíos, padre y cuñado... Definitivamente, cualquier mujer que lidie con eso podría sentirse de esa manera. Suspire, supongo que necesita ayuda con algún adorno... Aunque también puede que algún mocoso se haya "golpeado" la manito, por lo que debería encargarme.
-¡Ya voy!-devolví el grito, no quiero pasar por al lado de alguna tía diciendo que debería ir a visitarla.
-Cielo, tus amigos te están llamando, si vas a salir hazlo ahora que tu papa empezó a chupar como nunca-comento, dándome las llaves y un beso en la frente.
Rodé los ojos-¿Tan temprano?, ¿No recuerda que se brinda a las 12pm?-pregunte indignada, esto era un desastre.
-¡YO TAMBIEN TE AMO, CARIÑO!-grito a lo lejos, ya había abandonado la habitación para ese momento.
Hable un poco con mi mejor amiga Dalia, ella era la única persona con por lo menos 3 neuronas en mi escuela. Me había invitado a un café junto con unos amigos, parecía que quería contarme algo... Aunque no estaba muy convencida, al ver como estaba mi casa, decidí aceptar.
Nos encontramos en una plaza cerca de mi casa, allí me esperaba con dos chicos, que parecían hermanos. Cuando me acerque pude reconocerlos:
Damián, el chico que estuvo detrás de Dalia desde que ella llego a la secundaria y su hermano menor, Daniel, quien era bastante tímido pero muy hablador si lo tratabas.
-Hola-fui saludando con un beso en el cachete a cada uno-¿Que se supone que haremos?.
-Como te dije, ir a un café, porque necesito darte una noticia importante-comento de forma nerviosa mi amiga, fruncí el seño, comenzaba a preocuparme la situación.
Caminamos por un buen rato mientras charlábamos de trivialidades, en un momento sentí como Dany tomo mi mano y la entrelazo con la suya, estando así lo que quedaba de camino, sonrojándome. Llegamos al lugar un poco cansados o al menos yo, ya que estaba unas cuadras bastante alejadas de donde veníamos.
-Bien, traerán los cafés enseguida-comento Dany, tomando la mano de Dalia, quien reía un poco divertida-Tenemos que dejarlos, suerte hermano.
-Nos vemos-saludo con su mano izquierda, mientras que con la derecha seguía manteniendo la mía-Bien, por fin estamos solos.
-¿Por fin?-pregunte confundida, sintiendo como me soltaba.
-Es medio tarde, ¿Viste?-cambio de tema, mirando hacia la ventana, a lo que yo hice lo mismo y efectivamente, tenia razón, el sol se estaba ocultando.
-¿Sabes de que querían hablar esos dos conmigo?-pregunte, pero el prefirió tomar un terrón de azúcar que había en una tacita y colocárselo en la boca.
-¿Quieres?-me ignoro de nuevo, ¿Que le pasa?.
-No, no me gusta el azúcar-negué molesta.
-Que lastima, pienso darte igualmente-confusa, observe como se metía uno a la boca mientras tomaba mi cabeza y la acercaba a la suya, uniendo nuestros labios.
Abrí los labios un poco al sentir como intentaba pasar el terroncito a mi boca, se separo, dejando que pudiera tragarlo. Estaba sorprendida, tanto que no me di cuenta que el chico había huido y que los otros dos miraban la escena entre risas.
-Feliz navidad…-
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