Suicidio Involuntario Follow story

Estaba sentado en el tren, distraído, mirando por la ventana despreocupado, pensando en mis cosas y con la música a todo volumen. De repente, sin esperarlo, una niña de unos siete años se acerca y se sienta a mi lado. Me quito los auriculares y la miro.

-¿Te has perdido pequeña?- Le pregunto. Al parecer, había discutido con su madre, ya que ésta no le quería comprar un helado antes de llegar a casa. No pude evitar sonreír al escuchar su preocupación por algo tan banal.

-¿De qué te ríes? Todos los adultos sois iguales.- Respondió. Estaba dolida.
-No me río, me parece un problema muy serio.- Dije con una sonrisa. Su madre nos miraba de lejos sonriendo también.
-¡Ah, no lo soporto!- Exclamó la pequeña.
-¿Qué no soportas?- Pregunté arqueando una ceja.
-A los adultos.- Volvió a sacar el tema.
-Pensáis que vuestros problemas son los únicos que importan, que sólo los adultos sabéis preocuparos por cosas de verdad «importantes» ¿Pero que hay más importante que comerse un buen helado un día tan caluroso como éste? Os olvidáis de que también habéis sido niños y habéis vivido lo mismo que nosotros.- Dijo al mismo tiempo que echaba a llorar.

-Está bien pequeña, tienes razón. Yo no me he reído de ti, me ha parecido graciosa la situación y ver cómo venías a sentarte con un desconocido sólo para molestar a tu madre.- Le dije mientras le secaba las lágrimas.
-¿De verdad?- Preguntó con un hilo de voz.
-Claro pequeña, ¿Te gustaría hablar conmigo de algún tema de «adultos»?- Pregunté sonriendo.
-Hm pues la verdad es que sí.- Contestó ilusionada.
-Soy todo oídos.- Respondí devolviéndole otra sonrisa.
-¿Qué es el amor? Preguntó intrigada.