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Sol

Y allí estaba, digno trofeo de su superioridad incuestionable, voluntad, y desarrollo.
La tenían en una caja, con leche y carne (cortada en trozos pequeños) y una frazadita sucia y rota por si tenía frío. Como le habían prometido sus padres, Laika por fin tenía una niña.


La habían adoptado ya vacunada, y pacía en su caja hecha un bollito, haciendo pequeños gestos con sus manitos, soñando seguramente con huesitos y caricias.

Los padres lamentaban no poder permitirse una niña de raza, pero ésta no estaba tan mal. Era masomenos bonita, y con diaria comida y refugio, en cualquier niña se despierta un poco de lealtad, además venía bien para la casa (pensaba el padre) una buena niña guardiana que ahuyente a los criminales.


“Fijáte que son terribles cuando están en celo, no responden de sí”, le advirtió el vecino que la regaló.
Él criaba niñas para vender,  y la regalada era producto de una de sus mujeres, que como ocurre a veces pese a toda precaución, se cruzó con un linyera.
En estos casos los bebes se sacrifican, regalan, o se las sacan de encima de la forma más barata posible. Y el padre de Laika habiéndole prometido una niña a su hija, viendo la oportunidad aprovechó.

 

Con los años, Laika creció feliz con su niña ya domesticada a quien llamó “Sol”. Con un gesto de amenaza se alertaba al instante y ofrecía su dócil ternura y predisposición a jugar, que parecía no tener fin. Con la gente que pasaba por la calle se enloquecía, giraba, saltaba, y si estaban lejos les gritaba y los desafiaba  con los puños. Con los perros mantenía una actitud respetuosa, aunque su curiosidad se tornaba molesta después de un rato.

 

Resultó que Sol sacó (por suerte) la apariencia de raza de su madre, nadie creería que era mestiza. La familia después de unos años se mudó y dada la ventaja, aseguraban que su niña era una ejemplar pura, ya que además se ganaba el amor de todos con sus piruetas y su personalidad tan lúdica.

Las amigas de Laika se volvían locas por ella cuando visitaban la casa, incluso más de una vez ofrecieron comprársela, ofreciendo por ella más de lo que valía una del mismo tipo en cualquier establecimiento dedicado. Laika siempre se negó, asegurando que ella era parte de la familia.

 

Pero como siempre pasa, pese a toda precaución, Sol fue robada. Gente dedicada al negocio de poseer una imagen de élite le sacó provecho a su nueva adquisición. No volvieron a verla.

Y al llegar a casa ya no tenían un amor incondicional que los recibiera a cambio de comida y techo, sino a ellos mismos. Ya no tenían la imagen que ellos querían tener. Ya no eran propietarios, más que de objetos materiales.


No pasó mucho tiempo para que adquirieran otro ejemplar.


Nov. 4, 2018, 8:07 p.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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Diego Miranda Intento escribir y mejorar.

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