ellyc Elly Castro

El mundo espiritual ya lleva casi doscientos años en medio de una gran crisis, probablemente está de más decirlo, pero, es una crisis espiritual. Aún faltan más de 300 años para que el Emperador de Jade y los Maestros del Zodiaco despierten de su sueño y puedan restablecer el equilibrio.


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La princesa y el Fénix


Una muchacha entró a una posada de la Zona Gris. Apenas cruzó el umbral todos se quedaron mirándola. Tragó en seco y rápidamente se dirigió al hombre que limpiaba detrás de la barra. Se sentó antes de iniciar la conversación.

-Hola.-la chica estaba muy nerviosa.-Estoy buscando información sobre las Deidades de la Brújula.

El posadero simplemente la miró unos segundos y luego continuó limpiando el mostrador. La joven intentó sonar más firme y segura de sí misma. Tiró un saco pequeño pero abultado frente a la zona que limpiaba y detuvo su acción.

-Estoy dispuesta a pagar lo necesario por información.

El hombre la miró con una sonrisa burlona.

-Niña, ¿acaso no sabes qué el dinero ha dejado de ser valioso en la ciudad?

La chica sonrió como preparada para ese comentario.

-¿Quién dijo que dentro hay dinero?

El hombre se apresuró a abrir la bolsa y mirar dentro.

-¡Esto…!-estaba demasiado sorprendido-¿Cómo los conseguiste?

-¿Acaso eso importa? Hay más para aquel que pueda ayudarme.

-¿Qué quieres saber?

-Todo lo que sepas de las Deidades de la Brújula desde donde han sido vistos últimamente hasta su personalidad. Debes escuchar muchos rumores de los locales y los viajeros por aquí.

-Poco se sabe de ellos en realidad. Desde que el Emperador y el Zodíaco iniciaron el sueño de 500 años pocas personas han existido con gran poder espiritual. Sin embargo, con el paso del tiempo fueron haciéndose conocidos cuatro nombres por su fuerza hasta el punto que llegaron a ser considerados dioses por los habitantes de Jade.

-Deberías dedicarte a narrar para el teatro.- una voz proveniente de una esquina de la barra desconcertó tanto a la chica como al hombre que se voltearon a mirar. No se podía ver el rostro por una larga capa roja que lo cubría- Lo digo en serio, con esa voz profunda y tenebrosa serías muy popular.-terminó de decir y continuó bebiendo vino.

Después de la interrupción el posadero continuó dirigiéndose a la joven:

-La de la tierra, Genbu manifiesta su animus a veces con la forma de una serpiente y otras veces con la forma de una tortuga. Su don es la longevidad y le permite vivir por mucho tiempo prácticamente sin envejecer. Hace más de cuarenta años que nadie la ha visto. Seiryu tiene como animus un dragón azul, y aunque se piensa que puede poseer un don nadie sabe cuál es. Se dice que fue vista por última vez en el Río de los Inmortales al este aunque otros afirman que se encuentra en el Bosque de Nubes. En cuanto a Byakko, el Tigre Blanco, todas las fuentes dicen que está en las Montañas del Oeste, pero nunca he conocido a nadie que lo haya visto. Finalmente se encuentra Suzaku.- la chica para prestar más atención se inclinó un poco hacia la barra- Me imagino que esa es la razón por la que te encuentras en un lugar tan peligroso como la Zona Gris. Se dice que siempre está viajando, pero muchos piensan que ahora se encuentra aquí. Por eso hay muchos cazadores de animi en el lugar.-con la cabeza señaló detrás de la muchacha.

Cuando ella volteó una gran cantidad de rostros estaban mirándola. Sus expresiones avisaban incluso al más despistado ser que se acercaba un peligro eminente. Sintió escalofríos.

-No obstante,-la voz del posadero volvió a escucharse, pero esta vez con un tono más oscuro- como aún no lo han encontrado necesitan valerse de otros recursos para conseguir animi.

La chica se incorporó nuevamente erguida en su asiento. La bolsa ya no estaba. El hombre entornó sus ojos y preguntó suavemente, con una malicia apenas perceptible:

-¿Dijiste que tenías más para los que te ayudaramos?

Sintió detrás de sí pasos que se acercaban hacia ella acompañados de algunas risas.

<< ¿Qué hago ahora?-pensó para sí-Nunca debí haber salido del palacio. No es importante, ya es tarde, tengo que salir rápido. >>


Algunas cosas sobre la chica en la taberna:

· Era una princesa

· Era una princesa perdida

· Era una princesa perdida en graves problemas


Habló tratando de sonar lo más segura de sí misma posible e intentando dar la idea de que los ignoraba porque no representaban una amenaza para ella:

-Ahora me iré, fue un placer hacer negocios.-se levantó y se dispuso a salir lo más rápido posible pero sus movimientos fueron detenidos por dos personas que se pusieron delante de ella.

-Espera, nosotros también queremos hacer negocios contigo-dijo una de las figuras mientras la otra le hizo eco a las palabras con una risa maliciosa.

-Lo siento, tengo prisa.-intentó escabullirse por el lado pero otra figura se puso delante de ella impidiéndole el paso.

-No seas así acabas de llegar. ¿Por qué no hablamos sobre cómo conseguiste esos animi y dónde hay más?

Estaba rodeada, no le quedaba ningún lugar por donde escabullirse. Incluso detrás de sí el posadero sostenía un cuchillo en la mano. Se cubrió la cabeza cuando sintió que se iban a abalanzar sobre ella. Estuvo inmóvil en esos pocos segundos hasta que sintió una mano agarrarla por la muñeca y jalar de ella. Al descubrir su rostro se encontró ante sí con una imagen muy distinta a la previa escena. Uno de los hombres estaba en el piso mientras los otros dos parecían sudar del esfuerzo.

-Sí lo que buscáis es robarle el poder espiritual a alguien, ¿por qué no lo intentan conmigo? Por lo que pude escuchar muchos estaban buscándome.

Finalmente la chica giró su cabeza a su derecha. La persona que estaba sentada en una esquina de la barra bebiendo y con la cara cubierta hace unos momentos la estaba sujetando. Sintió calor. La temperatura del local había aumentado considerablemente.

-¡Maldito! ¿Así que estabas aquí mismo?-dijo uno de los cazadores que lo reconoció antes de abalanzarse sobre ellos.

La chica se encogió del miedo pero el joven a su lado jaló de ella evitando así el golpe para luego patear y hacer caer a su rival. El otro parecía también tener intenciones de atacar pero rápidamente se le quitaron y el miedo ocupó su lugar cuando vio alas doradas de unos dos metros salir de la espalda del contrincante.

-¡Suzaku!

La chica no sabía cómo reaccionar, había escuchado la palabra pero no la había procesado. Volvió a ser empujada por el dios sin saber porque razón hasta que vio brotar sangre. Se había olvidado del hombre detrás de sí con el cuchillo. Una de las alas doradas golpeó al hombre lanzándolo dos metros más lejos.

-¡Vamos!-le ordenó Suzaku y le soltó el brazo dejándola con una especie de vacío para caminar hasta la puerta.

Ella obedeció, no sabía que más hacer. Intentó estar lo más cerca posible de él pues tenía miedo de los cazadores que aún estaban en el local pendientes a cada movimiento de ellos pero sin atreverse a atacar.

Finalmente cruzaron la puerta y salieron de la posada. La deidad del Sur siguió caminando sin voltearse. Ella solo podía ver su espalda. Viendo que entraban en una calle oscura entró en pánico y balbuceando llegó a preguntar:

-¿A dónde me llevas?

-Solo sígueme-dijo sin apartar la vista del frente con tal firmeza que no le quedó más remedio que obedecer aun presa de los nervios y el miedo.

La oscuridad era tal que la chica solo podía distinguir el cabello carmesí del dios delante de ella. Cruzó sus manos por debajo de su pecho. Sentía frío. Finalmente se detuvo la figura frente a sí y se volteó. No podía verlo bien a pesar de su curiosidad. Dentro la sucesión de los hechos la había dejado en shock y tampoco había reparado en el rostro del dios. Sin embargo cuando él se acercó hacia sí, probablemente preso de la misma curiosidad, ella retrocedió algo asustada de la proximidad de sus rostros. No hizo más que mirarla con la mano en la barbilla desde distintos ángulos.

Además de su cabello pelirrojo tenía un rostro perfectamente simétrico y unos ojos azules. No fue capaz de sostener la mirada durante mucho tiempo, era como si la cegara. Le impacientaba el silencio de su salvador por lo que decidió romper el silencio nuevamente.

-¿Eres Suzaku, la deidad de la Brújula?-preguntó

-Prefiero Suzy o Zaky o cualquier otro nombre corto que resulte adorable- respondió aun con su torso inclinado hacia ella. Finalmente se enderezó.- ¿Cuál es tu nombre?

-Ahh…

¿Cómo era posible que no se le ocurriera un nombre falso en ese momento?

-Zhii…la- dijo tartamudeando y se maldijo para dentro de sí por buscar un nombre tan parecido al suyo de verdad.

-Entonces Zhila, ¿por qué me estabas buscando?

-¿Yo…?

-Sí, dentro has dicho que querías información sobre las Deidades de la Brújula.

-Oh, sí- puso el tono de voz que utilizaba cuando intentaba sonar más madura.- Tengo una propuesta para ti y los demás.

Algunas cosas sobre la propuesta de Zhila:

· Cualquiera que la escuchara se echaría a reír.

· Suzaku no fue la excepción.

Zhila esperó a que el dios terminase de reír conteniendo el deseo de golpearlo con tanta fuerza que su ceño fruncido ofrecía más pliegues de la cuenta.

-¿Me ayudarás o no?

-¿Cómo esperas conseguir eso?

-Pues reuniré a las Deidades de la Brújula. ¿Acaso no dice la leyenda que abrieron una vez el portal?

-Sí.- dijo pensativo con expresión de recordar algo molesto.-La verdad es que fue más como un accidente.

-Por favor…

-Aunque dijera que sí. Hace años que no veo a los otros, no tengo idea de donde podrían estar.

-Podemos empezar por las montañas del oeste. Dicen que ahí se encuentra el Tigre Blanco.

-Entonces, ¿pretendes empezar tu búsqueda siguiendo solo rumores?

-Sí-afirmó con más seguridad de la que pensaba poseer.

-Está bien, buena suerte.-dijo Suzaku y le dio la espalda para echar a caminar.

-¡¿Qué?! ¿Qué haces? Pensé que me ibas a acompañar.-exclamó Zhila confusa.

-Lo siento, solo soy parte de empresas con esperanzas.-dijo sin voltearse.

Zhila se quedó plantada en el lugar consternada por el modo en que había sido rechazada. Un pensamiento la molestaba. Si dejaba ir al Dios después de haberlo tenido tan cerca, ¿qué haría? Su viaje habría sido para nada pues aunque encontrara a los otros dioses. Necesitaba a los cuatro. No, no se podía rendir. Ya decidida a convencerlo u obligarlo a acompañarla aunque fuera a la fuerza le gritó a Suzaku:

-Espera, te pagaré si me acompañas.

-No me interesa aprovecharme de los animi de otras personas, me basta con el mío.-dijo volteándose.

-He escuchado rumores que dicen que te gustan las cosas que brillan. Yo… -sacó de su bolsa un pañuelo diligentemente doblado y lo desdobló- tengo esto.

Zhila la acercó al rostro del dios. Era un collar de oro con una esmeralda. Los ojos de Suzaku parecían brillar a la vista de tan hermosa joya.

-¿Qué dices? Me… ¡Ah!- Zhila se sorprendió cuando la joya le fue arrebatada de su mano.

Suzaku no la miró, se limitó a guardar el collar y tratar de parecer indiferente en su tono de voz:

-Te llevaré hasta la montaña con Byakko, convencerlo o no depende de ti.

Zhila asintió, con unos deseos reprimidos de agradecerle gritando de felicidad pues creyó que debía mantener una actitud más madura. No era para menos su emoción. Lo consideraba una victoria, una prueba para su madre de que sí podía hacer algo bien por sí misma. La voz de Suzaku la sacó de sus pensamientos:

-¡Oye no te quedes atrás! Hay que buscar un lugar para pasar la noche.

Zhila se apresuró a alcanzarlo corriendo.

Algunas cosas sobre Suzaku:

· Adoraba los objetos brillantes

· A pesar de su edad actuaba como un niño

Sept. 24, 2018, 7:19 p.m. 0 Report Embed Follow story
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Meet the author

Elly Castro Amo leer historias tanto que decidí intentar ser parte de ese mundo. Como no podía convertirme en personaje aquí estoy en un intento de escritora en mis tiempos libres. https://www.wattpad.com/user/ScheherezadeI

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