carlos-lugo1536632579 Carlos Lugo

Pamela es una chica de 14 años, un día al regresar de la escuela se encuentra deprimida y solo quiere encerrarse en su habitación, donde nada la pueda dañar, pero pronto descubrirá cuantas cosas pueden pasar en ese pequeño lugar.


Humor Black humor All public.

#Humor #romance #comedia #humor-negro #drama
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La habitación de Pamela.

El camino a casa parecía tan largo aquella tarde, miraba al piso, viendo solo sus pasos al caminar. El cabello en su frente caía como cascada cubriendo sus ojos pero aun así no podía evitar cubrir las lágrimas que se dibujaban sobre sus mejillas; esa tarde, Pamela solo quería llegar a casa, encerrarse en su habitación y olvidarse del resto del mundo.

Su padre la esperaba en casa como cada tarde, metido en la cocina tratando de encontrar una receta nueva para preparar la comida a sus hijas, era un hombre muy atento, desde hacia muchos años había tenido que ser mamá y papá a la vez después de que su esposa se marcho un día sin decir nada.

Priscila, la hermana mayor de Pamela, una chica de 18 años con un físico de una de 25, con un rostro angelical que escondía muy bien su verdadera personalidad, aunque no era muy lista, una simple sonrisa suya era suficiente para conseguir lo que deseara.

Pamela entro a su casa y su padre solo fue espectador al verla pasar como una ráfaga directo a su habitación y sin decir nada, sabia que algo no estaba bien, tenia que averiguar lo que pasaba y fue sigilosamente hasta la habitación.

- ¿Te sucede algo hija? - preguntó al entrar en la habitación, Pamela, que se encontraba tumbada sobre su cama se volvió hacia el tratando de borrar las lágrimas de sus ojos.

- ¿Qué nadie te enseño a tocar la puerta antes de entrar?

Su padre dio un paso atrás y volvió a cerrar la puerta, nunca había visto a su hija tan molesta, eso le asusto demasiado. Se dibujo una cruz en su frente e hizo una breve plegaria, era un hombre extremadamente religioso.

Después de un largo suspiro, toco tres veces a la puerta.

- ¿Qué quieres? - preguntó Pamela.

- ¿Puedo pasar?

- Ya estabas adentro ¿no?

- Lo siento, sólo quiero saber que te pasa, te comportas muy extraño.

- No quiero hablar de eso, ¿puedes dejarme sola?

- Como quieras, pero sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea ¿esta bien?

- Si papa, gracias.

No había nada mas que hablar por el momento por parte de Pamela, pero eso no lo sabia su padre, quien antes de salir quiso saber algo mas.

- ¿No estás así por un chico verdad?

- Te dije que me dejaras en paz maldita sea - respondió Pamela furiosa, su padre salió despavorido de ahí.

Priscila llego en ese momento, miro a su papá sobresaltado, cosa que no le importo mucho.

- Papi, me das dinero.

- Si hija, espérame un segundo nada mas.

Se dirigió a la sala, donde había una pequeña mesa llena de papeles y periódicos viejos, comenzó a buscar en aquel desorden.

- Hay papá, no hay dinero ahí, si no ya lo hubiera tomado yo misma.

- Hija, ¿no has visto mi libretita donde anoto todos los números de teléfono? necesito hablar con el padre Eusebio.

- ¿Crees que el tenga dinero?

- No, no es para eso, es para tu hermana.

- ¡Papá! ¿por qué siempre la consientes a ella? mejor me voy, regreso cuando tengas tiempo para mi.

Poco le importo el berrinche de su hija, ya la conocía y sabia que se le pasaría cuando regresara, ahora le preocupaba mas Pamela, nunca la había visto de esa manera y menos lanzarle una maldición.

La libreta apareció y de inmediato llamo al padre.

- Si, diga.

- Padre, habla José.

- Válgame dios ¿ahora que?

Las llamadas al padre eran muy recurrentes casi por cualquier cosa, cuando Priscila se ponía una falda muy corta lo llamaba, cuando en una rebanada de pan parecía formarse la figura de un cristo lo llamaba, cuando pasaban horas lloviendo y el diluvio parecía nunca terminar lo llamaba, quizá el padre había comenzado a hartarse un poco.

- No se como empezar.

- Hijo, lo difícil es como terminar.

- ¿Cómo dijo?

- Digo, que aquí estoy para escuchar.

- Esta bien, pero esta vez es serio, ¿recuerda usted esa película horrible de la que le hable?

- ¿Volvieron tus pesadillas?

- No, mas bien se manifestaron.

- Se claro hijo, estaba algo ocupado, no me gusta que me interrumpan cuando... leo la biblia.

- Tiene razón padre, eso es muy importante, ¿puede venir cuando se desocupe? es algo serio como le había dicho, creo que mi hija Pamela fue poseída por algún espíritu maligno.

- No debieron dejarte ver esa película hijo, pero esta bien, en cuanto termine voy para allá.

- Gracias padre, no sabe cuanto le agradezco.

El padre colgó el teléfono y dio un sorbo a su licorera, pensó que iba a necesitar bastante de eso, se puso sus zapatos y ropa casual, se colgó un rosario y saco su biblia de un cajón donde siempre la guardaba y apago el televisor.

- Ya que - se dijo - cuando regrese vere el final de la telenovela en la repetición - antes de salir se puso de rodillas ante una cruz que tenia en la entrada de su casa y se persignó mirándola fijamente - yo se que me estas poniendo a prueba, pero ¿no crees que ya es demasiado?

Pamela seguía en su habitación, deprimida, abrazada a su almohada, no quería saber nada. Escucho un ruido a sus espaldas y de inmediato volteo secando sus lagrimas para reclamar nuevamente a su padre que entrara sin avisar, pero no era su padre quien estaba ahí, un sujeto encapuchado había entrado por la ventana de su habitación, al cruzar miradas este le indico con una seña que no hiciera ruido.

El padre llego en ese momento.

- Que bueno que pudo venir pronto padre, no sabia que hacer.

- ¿Quieres explicarme lo que pasa hijo?

- No hay que perder mas tiempo, mejor vamos a que vea a mi hija, se que podrá ayudarla, confio mucho en usted y en nuestro señor.

Rápidamente lo llevo a la habitación de Pamela, el sujeto que estaba con ella se percato que alguien se acercaba y se escondió detrás del guardaropa, indicándole nuevamente a Pamela que se mantuviera en silencio.

- Padre - José detuvo al padre antes de que entrara - en caso de que las cosas se pongan feas ¿puedo ayudar en algo?

- Mira hijo, si escuchas gritos, alboroto y todo eso, trae unas veladoras, enciéndelas y haces una plegaria.

- Pero ¿Cuántas veladoras?

- Yo que sé, unas 50.

- Esta bien padre, mucha suerte.

El padre entro, dejando la puerta entre abierta, José comenzó a dar vueltas afuera de la habitación.

- Perdona hija que no toque, tu padre me ha dejado pasar.

- Descuide padre, eso es muy común en esta casa, pero no es un buen momento para que usted este aquí.

- Descuida hija, conozco a tu padre desde hace tiempo y...

Antes de que pudiera terminar de hablar, el sujeto encapuchado golpeo fuertemente al padre en la nuca, dejándolo inconsciente.

- Le dije que no era un buen momento - añadió Pamela.

Pasaron varios minutos, José estaba demasiado estresado al no saber lo que pasaba adentro; quiso mirar por la rendija de la puerta pero la simple idea de ver algo paranormal le erizaba la piel.

Mientras tanto el encapuchado había tomado como rehén a Pamela y le sujetaba sus manos a la cama con las agujetas de sus tenis, a pesar de que ella no ponía la menor resistencia.

- ¿Qué pasa contigo, ni siquiera vas a intentar gritar? - preguntó el encapuchado, pero no obtuvo una respuesta, Pamela seguía decaída.

El sujeto comenzó a reír, primero para si mismo, después con una estrepitosa risa burlándose por completo de ella, regocijándose de lo fácil que le estaba resultando todo.

- ¿No me digas que estas asi por un tipo?

- ¿Qué acabas de decir? - pregunto Pamela, al tiempo que mandaba al sujeto al piso de una patada - ¿Crees que por meterte a mi casa eso te da derecho de meterte en mi vida? ¿Quién carajos te crees?...

José escucho el alboroto y se asomo por la rendija de la puerta, miro a Pamela con sus manos sujetas a la barandilla de la cama fuera de control gritando maldiciones y lo único que pudo pensar fue en aquella película, sintió en ese momento que debía hacer algo y recordó lo que el padre le había dicho, sin pensarlo mas, salió de su casa a toda prisa para conseguir las 50 veladoras.

El encapuchado controlo la situación metiendo una calceta en la boca a Pamela, después salió de la habitación para registrar la casa y llevarse las cosas de valor que encontrara; reviso cajones, muebles y demás lugares donde pudiera haber algo, pero era una casa pequeña y humilde, no encontraría mucho. Regreso con Pamela para preguntarle en donde guardaban el dinero o algo de valor que hubiera en la casa, cuando entro en la habitación encontró a pamela suelta con el celular en la mano.

- Arroja ese teléfono - le indico.

Pamela lo lanzo con todas sus fuerzas hacia el encapuchado, quien apenas pudo esquivarlo agachándose.

-¿Llamaste a la policía? - dijo el encapuchado, a Pamela le causo gracia su pregunta y soltó una leve risita.

- A ti ni quien te haga caso - le respondió.

- No estoy jugando, dime donde guardan el dinero y las cosas de valor.

- ¿De verdad eres un ladrón? - preguntó Pamela tras observarlo por un segundo.

- Y de los peores.

- Si lo creo - agrego Pamela entre risas.

- He sido muy paciente, no quiero hacerte daño, asi que mejor coopera.

- ¿Quién te enseñó a hacer nudos, un manco?

- Ya deja de burlarte, no sabes de lo que soy capaz, dime ¿Dónde tienen las cosas de valor? y es mejor que respondas ahora.

- ¿Qué no viste bien mi casa? es solo un chiquero.

- Ya dime, por favor, algo debe de haber.

El encapuchado se arrodillo y comenzó a sollozar, se quito la capucha, no le importo que Pamela le viera el rostro, ya no trataba de ser amenazante, ahora imploraba, Pamela sintió lastima por el joven y lo invito a sentarse con ella, el sujeto se levanto y lentamente fue hacia ella.

- Esto es extraño - dijo pamela cuando el joven se sentó a su lado - ¿no me harás daño verdad?

El joven la miro sin responder nada mientras se secaba una lagrima.

- Sólo bromeaba, ¿quieres contarme lo que te pasa?

- ¿Por qué no me tuviste miedo?

- No parecías un ladrón desde un principio, no traías un arma o algo que se le pareciera, eres pésimo para hacer nudos y solo un estúpido se metería a robar una pocilga como esta, además yo te pregunte primero.

- Acabo de salir de prisión.

- Entonces... ¿Ya habías intentado esto antes?

- En realidad no, este era mi primer intento, todos siempre me han tratado como un perdedor y al estar en prisión me creyeron un delincuente, así que al salir decidí actuar como uno.

- ¿Y porque te encerraron?

- Por ser un idiota. Había una chica que me gustaba, yo siempre fui un fracaso para conseguir novia y cuando ella me acepto no podía creerlo, ella era hermosa, era rica, tenia clase, nada que ver conmigo, no se porque me acepto, pero no me importaba, me sentía increíble. Pero todo acabo pronto, me dijeron que la habían visto con otro, fui a donde me indicaron y era verdad, solo estaba jugando conmigo, los vi en un auto, tu sabes...

- ¿Teniendo sexo?

- Si, eso, entonces me enoje tanto que casi arranco la puerta del auto y saque al sujeto de un jalón, lo golpee hasta cansarme y en eso llego la policía, creyeron que intente asaltarlos y cuando quise decir algo, mi chica, la que a pesar de todo aun seguía amando me guiño el ojo para que me quedara callado, y no dije nada, fue así como llegue a prisión, perdí a mis amigos, a mi familia, a mi chica, mi vida ya no valía nada, llegue a pensar que la prisión era el único lugar donde me querían, hasta que un día abrieron la celda y me dijeron que era libre, pregunte si alguien había pagado mi fianza, no me dijeron nada, solo que me largara de ahí, me había quedado solo, ya nada tenia sentido, es por eso que decidí hacerme delincuente, para darle un propósito a lo que había quedado de mi vida.

- Con todo respeto, entrar en mi casa te debió bastar para que te des cuenta que no sirves ni para eso.

- Lo se, y es muy deprimente, ahora mejor dime, ¿porque estabas deprimida?

Pamela se quedo en silencio un momento, bajo la mirada y luego respiro profundamente.

- ¿No vas a intentar golpearme verdad? - preguntó el joven cubriéndose con ambas manos.

- Claro que no tontito, es solo que, me avergüenzo de mi, nunca le había dado importancia a algo así y pensé que nunca me pasaría, ya sabes, esa estupidez de enamorarse, hasta que conocí al estúpido de Rodrigo. Nunca había conocido a nadie como él, era atento, divertido, la manera en la que me hablaba me hacia sentir especial, era diferente de los demás. Cuando me dijo que le gustaba tuve una sensación indescriptible dentro de mi, nos abrazamos, nos besamos, fue el momento mas cursi y mas increíble de toda mi vida. Hoy cumplíamos un mes, lo esperaba afuera de la escuela después de clases, pero nunca salió, regresé a buscarlo y lo encontré con mi amiga Mariana en el patio de la escuela, me escondí para que no me vieran, parecía que discutían, luego ella, visiblemente molesta rompió una hoja de papel que traía y la arrojo en su cara, se fue de ahí después de eso y el también, fui a levantar los pedacitos de la hoja y los uní, cuando leí lo que decía mi corazón se detuvo´:

Mariana, eres tú quien me gusta, solo salí con Pamela para estar cerca de ti, pero es a ti a quien amo.

- Me quede paralizada, no podía ni respirar, sentí que en ese momento mi vida se acabaría, quería morirme de tristeza, llegar a mi casa y estar sola y luego... pensé que no volvería a sonreír nunca, así que gracias.

- ¿Gracias de que?

- Si no hubieras aparecido, yo seguiría lamentándome.

- No tienes que agradecer, en ese caso, estamos a mano, me has enseñado que estaba a punto de tomar el camino equivocado.

- No es nada, te abrías dado cuenta tu solo al salir de mi casa sin nada.

Ambos se miraron por un momento y después rompieron el silencio riéndose a carcajadas, en ese momento el padre, que seguía inconsciente comenzó a regresar en si, Pamela le indico al joven que guardara silencio.

- ¿Crees que este bien? - susurro él.

- Lo estará, pero, será mejor que te vayas, podría despertar en cualquier momento.

- Tienes razón.

El joven se levanto y se dispuso a salir, pero antes saco de la bolsa de su pantalón un viejo reloj y se lo dio a Pamela.

- No tienes que darme nada.

- Te lo estoy regresando, lo tome de tu casa, fue lo único que encontré.

Pamela se levanto de la cama y se acerco a el para darle un beso en la mejilla.

- Si fueras mas chico, serias un buen novio - le dijo - ahora vete, mi padre no debe tardar en llegar.

El joven asintió con la cabeza, se puso nuevamente la capucha y se dispuso a salir por la ventana justo como había entrado, se detuvo un segundo y regreso a darle algo a Pamela, era una pulsera de piel con algunas incrustaciones de metal, no era algo valioso pero quiso dárselo.

- ¿También lo robaste de mi casa?

- No, eso si es mío, consérvalo, como recuerdo de este día, no dejes que nadie te lastime.

- Gracias.

El joven se dirigió a la puerta. olvidó que tenía que salir por la ventana por precaución, al llegar a la puerta de la entrada no contaba con que Priscila iba llegando a casa.

- ¿Y tu eres? - pregunto Priscila.

El joven no supo que decir, se quedo inmóvil.

- A ya sé, eres el padre ¿verdad? - el joven apenas pudo moverse un poco para asentir con la cabeza - ¿te cae que das misa así con la mascara puesta? ¿Eres como ese padre de la película que también era luchador? bueno, a quien le importa, oye ¿esta mi papi? - el joven negó con la cabeza - esta bien, tendré que esperar a que regrese.

Como pudo, el joven salió de ahí lo mas rápido posible y sin mirar atrás. José llego unos instantes después con una bolsa llena de veladoras.

- No inventes papi, no me quisiste dar dinero y ya hasta fuiste de compras, no es justo.

- No es para mi, es para tu hermana.

- Otra vez con lo mismo, mejor voy a buscar dinero a otra parte, regreso cuando te acuerdes que tienes dos hijas.

José fue a la habitación de Pamela y al notar que todo estaba en silencio entro, miro a Pamela y retrocedió un paso, cerro de nuevo la puerta y toco tres veces.

- Pasa - le indico Pamela sonriendo.

- Hola hija.

- Hola papá.

El padre tirado en el piso comenzó a reaccionar.

- Santo dios, padre, ¿se encuentra bien?

- Que demonios paso.

- ¿Cómo dijo?

- Nada, nada, por dios, que horrible jaqueca.

- Muchas gracias padre, ha hecho un excelente trabajo, no se como agradecerle.

- ¿Lo hice? si, lo hice, que mas da, me tengo que ir, no me siento nada bien.

- Siento mucho todo esto padre.

- No hay problema, espero estar bien para el Domingo, te veo en misa hijo.

- Ahí estaré.

Cuando el padre salió, Pamela se levanto y corrió a abrazar a su papá.

- Perdóname - le dijo - te quiero mucho.

- Todo esta bien hija, todo esta bien.

Al otro día en la escuela, Mariana llego muy apenada a ver a Pamela.

- Tengo que decirte algo - le dijo - es muy importante.

- ¿Puedes esperar un poco? ve a tu lugar.

- Pero es que...

- Hazme caso, ve a sentarte en tu lugar.

Rodrigo llego un poco después, fue a saludar a Pamela como todos los días.

- Hola amor - le dijo después de darle un pequeño beso.

- Hola.

- ¿Estas bien? te noto rara.

- Mejor que nunca.

Sin darle mas importancia a la seriedad de Pamela, Rodrigo se dirigió a su lugar, donde encontró una hoja de papel doblada a la mitad, al desdoblarla leyó lo que estaba escrito.

Lo estuve pensando, creo que también me gustas, rompe con Pamela y considerare tu oferta.

atte: Mariana.

Rodrigo se levanto con una gran sonrisa en el rostro y fue hasta el lugar de Pamela.

- Oye Pamela, creo que debemos terminar.

- ¿Qué estas diciendo?

- Lo siento, no te amo, amo a alguien mas.

- ¿Y lo dices tan solo así?

- ¿Y de que otra forma hay?

- Eres un tarado.

- Si, como quieras.

Se alejo de ahí hacia el lugar de Mariana, quien miraba atónita lo que acababa de hacer, cuando llego con ella trato de besarla pero antes de que lo hiciera le propino una bofetada mandándolo al suelo.

- ¿Pero que rayos te pasa? - dijo incrédulo.

- No, ¿Qué te pasa a ti? eres un idiota, ¿que no fui muy clara ayer contigo?

- Pero la nota que me dejaste decía...

- ¿La nota con mi letra? - interrumpió Pamela a sus espaldas - ¿ni siquiera reconoces mi letra?

- Eres una maldita tramposa.

- Y tu un maldito imbécil.

- Te dolió la verdad ¿no es así?

- No tanto como a ti que una chica te tire de una bofetada ¿no es así?

- Mejor cállate, si estabas loca por mi, seguro que te dolió, admítelo.

- No puedes herir algo que ya esta muerto, y tu primero mataste lo que sentía.

- ¿Cuesta tanto admitir que perdiste?

- Por si no te has dado cuenta - interrumpió Mariana - aquí el único perdedor eres tu.

.

Todos en el salón comenzaron a reír y Rodrigo ya no supo que decir.

Pamela regreso ese día a su casa feliz, saludo a su padre al llegar y fue a su habitación, escucho ruido adentro y entro sigilosamente, Priscila husmeaba entre sus cosas.

- ¿Qué estas haciendo aquí?

- ¿Yo? nada, bueno, en realidad, buscaba dinero, ¿no tienes?

- Toma - le dio unas monedas que traía - ¿no has pensado en buscar un trabajo?

Pamela traía puesta la pulsera que le dio aquel joven el día anterior, Priscila la vio al tomar el dinero.

- ¿De donde sacaste eso? - le preguntó.

- De por ahí ¿porque?

- Es igualita a la pulsera que le regale a un novio, que por cierto, jamás lo volví a ver.

FIN.

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Sept. 12, 2018, 5:55 a.m. 1 Report Embed Follow story
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The End

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Esmeralda Martinez Esmeralda Martinez
Excelente historia,sigue escribiendo historias como está,felicidades!!🙂👏
October 04, 2018, 04:35
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