urious_ Grace S

El mayor defecto de ella es que se aferra al pasado como si fuera un halo de luz que nunca quisiera que se marchara de su interior. Por eso ha tomado las decisiones más difíciles de su vida. Ella puede que no lo admita, puede que ni siquiera se de cuenta, pero lo ha cambiado. Él sí sabe que ella lo ha transformado. Ahora bien, ¿dejará Hayden que él haga lo mismo con ella?


Romance Erotic For over 21 (adults) only.

#jovenesadultos #amor #compasión #chick-lit #drama #erotico
9
5.6k VIEWS
In progress - New chapter Every 15 days
reading time
AA Share

Capítulo 1

Llevo como media hora —bueno, tanto no, pero sí unos diez minutos largos— buscando la dichosa plancha para el pelo por toda la habitación y por el minúsculo baño que tengo. Mientras yo revuelvo más aún la catastrófica habitación que tengo —hay más ropa en el suelo que en los armarios—, mi compañera está tan ricamente durmiendo en su habitación. No debería haberme dejado el pelo largo porque ahora para controlarlo es imposible. Con lo bien que iba yo con mi cabello corto.

—Thylane, ¿dónde has dejado la plancha para el pelo?

Recuerdo que ella fue la última que utilizó la plancha, sino cómo podría llevar toda esa melena castaña rizada, ahora rosa, que tiene toda lisa. Hace ya un poco más de un mes que estoy en la universidad y la he visto cambiarse de color de pelo como unas tres veces. El primer día lo llevaba moreno —su pelo natural—, a los pocos días se lo cambió a azul, y ahora lo lleva rosa.

Y sí, vine un mes antes de que empezaran las clases. Principalmente por todo el caos que tenía en mi vida y que por orgullo no me di la posibilidad de resolver algunos problemas. Aunque, en verdad, este curso las clases las he empezado unas semanas después en comparación con otros grados.

—Lanne, tengo prisa. Bueno, tenemos prisa. Así que despierta de una puñetera vez.

Harta de llamarla, cojo el vaso de agua que está encima de su mesilla y se lo echo en la cara. En cuanto el agua fría hace contacto con su morena piel da un brinco y termina cayéndose de la cama.

Suelta un gemido de dolor.

—¡Por fin! ¿Dónde dejaste la plancha?

—Gracias por preocuparte por mí. —Se levanta con pesadez—. La tiene Keira.

—Ahora dime cómo voy a controlar este nido que tengo en la cabeza ¿eh? —señalo mi oscuro cabello mientras empiezo a perder los nervios—. Corre y pídesela.

—Ve tú —decreta. Sentada en el borde de la cama lleva sus manos y las posa en su cabeza—. No voy a beber más en mi vida.

—Eso dices siempre —farfullo—. Gracias a mí estás así. Si te hubiera dejado más tiempo en la fiesta ahora estarías en el hospital.

—Es verdad —reconoce. Saca la cabeza de entre sus manos y me guiña el ojo—. Gracias, nena.

—Ve a por la plancha —insisto.

—Iría, pero no lo voy a hacer. Y sabes perfectamente porqué.

Keira es el problema. Antes de que yo llegara a Nueva York, Thylane ya estaba aquí. Solo por una diferencia de tres días. El caso, es que, en su primer día, mi compañera afroamericana se había enrollado con una de nuestras vecinas. Y desde entonces Keira es muy insistente y siempre quiere estar con Thylane. En cambio, Lanne pasa totalmente de ella o en otros casos la esquiva. Según ella va «de flor en flor», no le gusta tener a alguien o empezar a depender de alguien, solo quiere pasar un buen rato.

Con la poca esperanza de que vaya a por la plancha decido hacerme una coleta alta. Busco en mi neceser unas aspirinas para dárselas a Lanne y que se las tome después de vestirse. Intento ordenar mi diminuta habitación metiendo la ropa a presión en el pequeño armario que hay.

Podría estar perfectamente viviendo en mi casa, pero estoy cansada de depender de mis padres. Sin mencionar una pequeña riña que me llevo con mi padre desde hace años. Además, después de estar unos tres años con mis abuelos yo creo que ya es hora de intentar mantenerme por mí misma. He tenido contratos chapuzas, ya sea de camarera, cuidadora de perros o niñera, alguna ocasión de stripper —prefiero omitir esa información, no es uno de los mejores trabajos que hice. Y eso que fue para una despedida de soltera. Sí, con «a»—, con los que he conseguido algo de dinero. Por eso, me he dado el gran lujo, aquí mi ironía, de alquilar un pequeño apartamento compartido que pertenece a la universidad porque es de lo más barato que he encontrado. Además, tiene que sobrarme dinero hasta que encuentre de nuevo un trabajo.

El apartamento no es que sea nada del otro mundo. En unos cuarenta metros cuadrados está mi pequeña habitación y la de Lanne, y un pequeño salón con una diminuta cocina compuesta por un fregadero, un par de muebles, y un pequeño hornillo que me da miedo utilizar por si explota a causa de las malas condiciones que está.

Este es ya mi tercer año en la universidad y es cuando empiezo las prácticas. A las que, si Lanne no se viste rápida, llegaremos tarde.

—Llevas las medias rotas —señalo, gira la cabeza buscando la carrera. Va al escritorio, coge unas tijeras y raja otro trozo de media.

—Perfecto.

Me quedo mirándola mientras termina de vestirse. Lo poco que he conocido a Lanne en este mes, diría que es una tía que le da igual todo. Lleva puesto unas medias, que se ha terminado de rajar ella, una falda vaquera corta, la cual creo que en una vida anterior fueron unos pantalones, una camiseta que posiblemente sea de su padre y unas botas militares. Lo lleva todo de una manera que le queda guay, con estilo. Incluyendo su pelo rosa. Llego yo a ponerme eso y parezco sacada de una película punk de mala muerte. No descarto la posibilidad de que algún día salga a la calle así, mientras tanto con mi vestido de flores, una chupa de cuero negra —indispensable en mi día a día—, y mi bolso de tela voy estupendamente.

Salgo del apartamento con Lanne a rastras. No le ha dado tiempo a maquillarse y tiene que acerlo de camino mientras yo apurada tengo que llevarla agarrada del brazo mientras que esquivo a todas las personas que se nos cruzan. Por mis pelos de loca casi no llegamos a tiempo. Entramos en el salón de actos donde están todos los alumnos que deben hacer prácticas este año esperando a que aparezca el profesor que nos informará sobre detalles de ellas y que empresa nos ha aceptado.

Busco un par de asientos libres por todo el salón. Mi mirada se para en un reconocido cabello dorado. Es imposible que esté estudiando aquí. La última vez que hablé con mi madre, me estuvo contando cosas sobre él. Y, aunque no escuché la mayoría, si me enteré de que estaba en Richmond. Mantengo la vista en él cuando Lanne me coge de la muñeca y me arrastra a unas butacas libres que ha visto. Mientras ando torpemente, mi campo de visión va cambiando, hasta llegar a cierto punto en el que me doy cuenta de que no es él.

Y ahí, mi corazón vuelve a ponerse en marcha.

La sensación de tener el corazón parado y notar como lentamente se va subiendo la bilis, no es muy agradable que se diga.

—Parece que hubieses visto un fantasma —comenta, Lanne.

Y casi lo veo. No me esperaba que ese chico tuviera tanta similitud con él, y de ahí mi diminuto estado catatónico. Enserio, no sabéis —o tal vez sí— el sentimiento que acabo de percibir. Ese agobio por tener que dar la cara a una persona que hace años que no veis, acompañado del miedo de cómo será su reacción, no es ni comparable a como dejé que terminaran las cosas.

—Bienvenidos sean —empieza, Weaver. Me lo esperaba más mayor, pero en cambio se presenta un treintañero bastante agradable para la vista—. Ya sabemos todos que suena ridículo, pero son normas de protocolo. Las mismas que vais a tener que seguir vosotros cuando terminéis esta carrera y comencéis en el mundo laboral. Y para eso sirven las prácticas, para que veáis un avance de lo que os deparará el futuro. Para los que les gusta este tipo de cosas; enhorabuena, porque vais a estar haciendo lo que os gusta, y quienes no les gusta, siento que hayáis perdido tres años en una carrera que no soportáis —añade, sincero—. Al final de la clase, en el tablón de al lado de la puerta de mi despacho tendréis unas listas con vuestros nombres y el lugar que se les ha sido asignado. Me he basado en la rama que mejor se os ha dado en años anteriores y efectivamente donde mejor resultados tenéis. No os voy a mandar a una empresa para que lo que hagáis sea una catástrofe. Espero mucho de vosotros...

—A Weaver le pediría clases de apoyo, porque creo que voy a tener muchas dudas sobre estas prácticas —cuchichea, Lanne con voz melosa. Lo acompaña con un pequeño guiño.

Giro mi cabeza hacia el escenario donde Weaver está apoyado en un improvisado escritorio mientras explica algunos aspectos que debemos tener en cuenta al hacer las prácticas. Y, lo que más importante me parece a mí, los créditos que nos darán. Si consigo los pocos que me faltan, podré graduarme este mismo año.

Sept. 10, 2018, 9:03 p.m. 3 Report Embed Follow story
5
Read next chapter Capítulo 2

Comment something

Post!
DynamiteFlame DynamiteFlame
¡Hola, Grace! :) Me ha parecido una buena introducción. No he encontrado ni un solo error ortográfico en todo el texto, y la narración es bastante clara y fluida, así que el capítulo se lee con mucha facilidad y rapidez. La sinopsis es muy breve, pero interesante. Deja con la intriga y las ganas de saber qué ocurrirá..., ¿de qué «huye» Hayden exactamente? ¿Cuál es ese pasado al que se aferra, pero que al mismo tiempo evita? Me huele a drama romántico. Sin dudas, seguiré leyendo. ¡Un saludo! :)
June 04, 2020, 11:41

  • Grace S Grace S
    ¡Hola! Me emociona ver que te gusta el inicio, eso significa que algo bien estoy haciendo y la historia consigue enganchar, tal y como quería. Gracias por dejarme conocer tu opinión. ¡Espero que disfrutes leyendo! June 10, 2020, 12:20
~

Are you enjoying the reading?

Hey! There are still 14 chapters left on this story.
To continue reading, please sign up or log in. For free!

Related stories