Hay tristes brasas donde había verdín que no cesaba de crecer,
Ahora todo se quema como un blanco papel,
Montañas esparcidas como la torre de Babel;
Solo encuentro opacos arroyos de los que beber.
¡Oh,Fuego!Heraldo de la maldad
Con un vacuo sentimiento viene acompañado,
Ceniciento viento, y su alarido olvidado. El podemos escuchar los cantos de la tempestad.
Mientras en los vetustos prados azota la llama,
Unos imploran perdón
Otros pierden la razón;
Mientras ven al imparable fuego sembrar la calma.
Le dí al fuego para que las pisara su sombra y el a cambio trajo la muerte como alfombra.
No podré observar los verdes prados de primavera , ni deleitarme con su paisaje. Tampoco caminar en el parque otoñal sobre el herrumbroso follaje.
Solo nos queda llorar y llorar.
Y que nuestras lágrimas se viertan en la sórdida tierra; Para que vuelvan a crecer el carballo y el nogal en este erial.
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