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MONICA RUBIO


El Rey Pedro no quería morir, pero sus enemigos sí querían.


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EL REY QUE NO QUERÍA MORIR

El palacio de verano del rey Pedro tenía grandes avenidas entre árboles con arbustos que delimitaban el camino.  Al final de éste una gran fuente con una estatua dorada en medio llevaba a las inacabables escaleras que subían a la entrada principal.


La estancia que daba la bienvenida al visitante tenía un suelo de mármol negro y blanco con dos escalinatas laterales que se unían bajo la atenta mirada de tres diosas griegas.  Los visitantes tenían la sensación de ser vigilados por esas estatuas para que dejaran sus malas intenciones en la puerta de entrada antes de ver al rey.


El rey era muy desconfiado desde que había recibido varias amenazas de muerte.  La guardia real examinaba los bolsillos y ropa de los que entraban muy minuciosamente.  Hacían quitarles la chaqueta o abrigo y mostrar todas las armas, espadas, dagas cualquier cosa que llevaran encima.  Después los hacían descalzar y quitar los calcetines también.  No dejaban ningún detalle sospechoso por examinar y de esa manera el rey seguía vivo.


No era un rey benévolo ni comprensivo con la hambruna de su pueblo.  Quizás la cara más amable del reino era su hijo de meses y la reina.  La reina Victoria que salía a dar comida a los mugrientos vagabundo que se acercaba a la puerta de palacio.  Por consejo de la guardia real, dejaba la comida en el suelo y se iba.


La reina quería al rey y el rey quería también a sus dos amantes que formaban parte de la servidumbre de palacio que pasaban desapercibidas entre tanto ajetreo y tareas.  Las doncellas de la nobleza del país no quería ser sus amantes por sus sádicos y retorcidos gustos.  Ninguna de ella encajaba en el papel de sumisas, bien al contrario querían tener poder y influencia sobre el rey.


La reina intuía que el rey tenía amantes y por eso su hijo era hijo del general jefe.  Si por aquel entonces hubieran habido pruebas de paternidad se hubiera sabido, pero era algo evidente porque el niño era como una gota de agua de su padre.


Entonces con un pueblo enfadado, una esposa infiel y un hijo ilegítimo no queda otro final para esta historia que el rey fuera asesinado por una falsa embarazada que logró burlar la guardia real.  La mujer había sido amante suya años atrás, pero fue despedida del servicio.  Cuando le cortó el cuello con la daga no se quedó del todo satisfecha.  Así que lo esposó a su cama y le tapó la boca con una pañuelo como hacía él con sus amantes.


La reina lloró lágrimas de cocodrilo ante su séquito y se quedó de regente mientras su hijo no cumpliera la mayoría de edad y nombró rey consorte al general jefe.




Aug. 11, 2018, 12:24 a.m. 0 Report Embed Follow story
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